11 Nov
La Guerra Civil Española (1936-1939)
Las Operaciones Militares
Guerra de Columnas (Octubre-Diciembre 1936)
Las operaciones militares comenzaron la semana siguiente al alzamiento. Tras cruzar el Estrecho, las tropas africanas, legionarios y regulares, al mando de Yagüe, lograron enlazar con la zona sublevada del norte, después de suprimir la resistencia de Badajoz. En septiembre, Franco, en lugar de dirigirse a Madrid, ocupó Toledo, donde puso fin al cerco del Alcázar. A finales de octubre, se encontraba a las puertas de Madrid.
Ante la inminente conquista de la capital, se decretó la movilización general. Con entusiasmo, hombres y mujeres fortificaron los accesos, cavaron trincheras y proclamaron consignas como «No Pasarán». El 6 de noviembre, el gobierno se trasladó a Valencia, dejando Madrid a cargo de una Junta presidida por el general Miaja, mientras que la estrategia defensiva recaía en el comandante (posteriormente general) Rojo. A pesar de los ataques aéreos, Madrid resistió gracias, entre otros, a las Brigadas Internacionales y a la columna de Durruti. Las tropas republicanas estaban compuestas en gran parte por milicianos («El Campesino», Enrique Líster), voluntarios de partidos y sindicatos. En julio de 1936, el PCE creó el Quinto Regimiento, dirigido por Líster y Juan Modesto, y una escuela de cuadros militares.
Batalla de Madrid
Esta fase se caracterizó por la regularización de ambos ejércitos, especialmente con la creación del Ejército Popular de la República y la disolución de las milicias.
Los sublevados realizaron dos maniobras envolventes para aislar Madrid de sus comunicaciones con Valencia. Uno de los primeros bombardeos masivos de la historia. Se libraron violentos combates en la Carretera de la Coruña, la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y el Puente de los Franceses. La batalla del Jarama (febrero de 1937) terminó sin un claro vencedor, desgastando a ambos bandos. En la batalla de Guadalajara (marzo de 1937), las tropas fascistas italianas sufrieron una derrota frente al Ejército Popular. Ni unos entraron, ni los otros los derrotaron.
Mientras tanto, Queipo de Llano ocupó Málaga con una brutal represión, incluyendo el primer bombardeo a población civil.
Ocupación del Norte (Abril-Octubre 1937)
Franco cambió de estrategia, abandonando el ataque a Madrid y dirigiéndose al norte, a la franja cantábrica. Fue una guerra de desgaste, de ocupación sistemática y aniquilamiento del ejército republicano. Los combates principales se produjeron entre abril y octubre de 1937: Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias. Mola atacó Vizcaya a finales de marzo. El 26 de abril, Guernica fue arrasada por la Legión Cóndor. Bilbao fue ocupada en junio debido a la superioridad enemiga. La República, para aliviar la presión, atacó Brunete, cerca de Madrid, y luego Belchite, pero no pudo evitar que las tropas de Franco entraran en Santander y Asturias. La zona industrial y minera pasó a manos de los sublevados, comenzando el éxodo de exiliados. La marina franquista accedió al Mediterráneo para cortar el tráfico de buques soviéticos con armas para la república.
Avance hacia el Mediterráneo y Batalla del Ebro (Diciembre 1937-Noviembre 1938)
En diciembre de 1937, el ejército republicano se reestructuró con el general Rojo como defensor de Madrid. Se buscaba afianzar la organización, con mandos profesionales e integrando a las milicias (Modesto, Líster, «El Campesino») y las Brigadas Internacionales. Intentaron tomar Teruel, pero tuvieron que abandonarla. Franco inició la ofensiva en Aragón, llegando al Mediterráneo en Castellón. En abril de 1938, el territorio republicano quedó dividido: Cataluña y Valencia, unida a Madrid.
La Batalla del Ebro fue uno de los episodios más importantes de la guerra. Comenzó el 25 de julio de 1938 con el ataque republicano cerca de Amposta. Franco envió grandes refuerzos, incluyendo aviación alemana e italiana, deteniendo el ataque y contraatacando. En noviembre, el ejército republicano se replegó. El 16 de noviembre finalizó la batalla, una guerra de desgaste que debilitó gravemente al ejército republicano.
Franco atacó Cataluña, entrando en Barcelona el 26 de enero sin luchar. Miles de refugiados huyeron a Francia, incluyendo al gobierno republicano: Negrín, Azaña, Companys y la Generalitat. En febrero de 1939, la guerra estaba decidida.
Final de la Guerra
En febrero, la República sólo controlaba la Zona Centro. Negrín, apoyado por los comunistas, quería continuar la guerra, pero no hubo grandes batallas. Inglaterra y Francia reconocieron al gobierno de Franco, y Azaña dimitió.
En marzo, el coronel Casado, jefe de la defensa de Madrid, se sublevó contra el gobierno republicano para negociar la rendición. Junto con algunos socialistas como Besteiro y la UGT, se creó una Junta de Defensa presidida por el general Miaja para negociar la paz. Franco sólo quería la rendición incondicional. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid. En los días siguientes, ocuparon la zona mediterránea. El 1 de abril, Franco firmó el último parte de guerra en Burgos.
El Bando Republicano
El alzamiento militar se justificó con el argumento de que el Frente Popular preparaba una revolución comunista. Esto no tenía fundamento, aunque el desorden y los enfrentamientos políticos eran provocados por ambos bandos. Fue el alzamiento el que provocó una revolución social colectivista, liderada por el anarcosindicalismo (CNT y FAI). La UGT participó en las colectivizaciones, mientras que el PCE y el PSOE se opusieron.
La revolución tuvo fuerza en Cataluña, donde se creó el Comité Central de Milicias Antifascistas, que impulsó la revolución y reconstituyó el poder de la Generalitat, presidida por Companys.
El colectivismo se extendió. La industria fue colectivizada en Cataluña, y las colectivizaciones agrarias se extendieron por Aragón, Valencia, La Mancha y Andalucía. Servicios esenciales fueron colectivizados a través de los sindicatos.
La revolución se extendió rápidamente, con Juntas y Comités imponiendo un orden revolucionario. En los primeros meses, hubo violencia espontánea contra los «facciosos» (sublevados), el llamado «Terror Rojo». La Iglesia, la burguesía y las clases acomodadas fueron perseguidas. Hubo saqueos, incendios, detenciones, asesinatos y requisas. Muchos perseguidos se escondieron, huyeron a la zona sublevada o al extranjero. Las «sacas» de presos, las «checas» y los traslados a Paracuellos y Torrejón, donde fueron asesinados, dañaron la imagen de la república. El gobierno no pudo detener la violencia.
Sublevación Militar
Emilio Mola planeó el golpe de Estado: sublevaciones simultáneas y violentas, con estado de guerra y eliminación de líderes de izquierdas. El plan no aclaraba si se instauraría una dictadura militar o se restauraría la monarquía.
El asesinato de Calvo Sotelo precipitó la sublevación, que comenzó el 17 de julio en Melilla. Franco tomó el mando de las tropas en Marruecos.
Entre el 18 y el 20 de julio, el alzamiento se extendió. Queipo de Llano tomó Sevilla con terror indiscriminado. Mola ocupó Navarra con el apoyo carlista. Cabanellas dominó Aragón. La rebelión triunfó en Castilla y León, Galicia, Mallorca y parte de Extremadura. En Madrid, los rebeldes se atrincheraron en el Cuartel de la Montaña. En Valencia, la indecisión de los rebeldes permitió al gobierno controlar la región. En Barcelona, las fuerzas del orden y las milicias anarquistas sofocaron la rebelión.
El alzamiento fracasó en las grandes ciudades, pero triunfó en zonas rurales. Los sublevados, autodenominados «nacionales», buscaban restablecer el orden y eliminar a los «rojos». Sus apoyos eran militares conservadores, terratenientes, monárquicos, partidos de derecha, católicos, tradicionalistas, pequeños burgueses, banqueros e industriales, muchos inspirados por el fascismo.
Los leales a la República eran obreros, empleados, campesinos y pequeña burguesía, afiliados a organizaciones socialistas, comunistas y anarcosindicalistas. Clases medias republicanas también apoyaban a la república, temiendo la revolución social. La República contaba con las reservas de oro y zonas industriales.
La Guerra Civil fue el primer capítulo de la Segunda Guerra Mundial, un enfrentamiento entre democracias y fascismo, y entre clases dominantes y movimiento obrero. La adscripción a cada bando dependía de factores microsociológicos, como lealtades familiares y amistades.
La Dimensión Internacional
La Guerra Civil estalló en un momento crítico internacional, con el enfrentamiento entre democracias y totalitarismos. El miedo a la guerra y el apaciguamiento de Alemania justificaron la inacción de Francia y Reino Unido. La guerra también se vio como un enfrentamiento entre Occidente y el comunismo. La opinión pública mundial apoyó a la república, excepto los conservadores y católicos tradicionales. El Vaticano apoyó a Franco.
Francia quiso ayudar a la república, pero la neutralidad de Reino Unido lo impidió. En agosto de 1936, 27 países firmaron el Acuerdo de No Intervención, prohibiendo la exportación de armas a España. EEUU se mantuvo neutral.
El acuerdo fue una farsa: los sublevados recibieron ayuda de Alemania, Italia y Portugal, mientras que la república sólo obtuvo ayuda de la URSS y México. La ayuda soviética (aviones, tanques, combustible, pilotos, técnicos y consejeros) fue crucial, pero no tan abundante como la italogermana. Stalin intervino por razones políticas y estratégicas. La república pagó la ayuda soviética con las reservas de oro del Banco de España.
Voluntarios internacionales, organizados por sindicatos, acudieron a ayudar a la república, integrándose en las Brigadas Internacionales.
Los sublevados recibieron tropas italianas, la Legión Cóndor alemana y los «Viriatos» portugueses. Alemania probó nuevas armas en España. Los sublevados obtuvieron créditos de capitalistas españoles y multinacionales como Texaco, Shell, Ford y General Motors.
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