11 Jul

La Guerra de Sucesión Española

En 1700, el último monarca de la casa de Austria, Carlos II, murió sin descendencia. Su testamento designaba como sucesor a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, proclamado rey con el nombre de Felipe V. Sin embargo, los partidarios españoles e internacionales del archiduque Carlos de Habsburgo, hijo del emperador de Austria, defendieron sus derechos al trono español y provocaron la Guerra de Sucesión. El asunto pasó a ser un conflicto europeo; una gran alianza trató de impedir la hegemonía de los Borbones en el continente. En España, Felipe V fue aceptado en Castilla, pero en la Corona de Aragón, especialmente en Cataluña, las instituciones y las clases populares respaldaron al candidato austriaco. La paz no se logró hasta los Tratados de Utrecht y Rastadt (1713-1714). Carlos, convertido en emperador, renunció a España a cambio de importantes concesiones a Austria, que se quedó con el Milanesado, Flandes, Nápoles y Cerdeña. El reino de Saboya se quedó con Sicilia y el Reino Unido retuvo Gibraltar y Menorca junto a privilegios comerciales en la América española. El 11 de septiembre de 1714, las tropas de Felipe V tomaron Barcelona; el conseller Casanovas fue decapitado y los últimos fueros de la Corona de Aragón quedaron derogados.

El Reinado de Felipe V: Centralismo, Reformas Administrativas y Regalismo

La monarquía autoritaria de los Austrias había iniciado en el siglo XVII un proceso de concentración de poder en Castilla. Sus Cortes no se reunían desde 1665. La nueva dinastía dio un paso más e impuso el modelo absolutista francés, basado en la acumulación de todo el poder ejecutivo, legislativo y judicial en la persona del monarca. El sistema estaba apoyado en el legitimismo, doctrina política de autores como Bodin o Bossuet que afirmaban que la fuente del poder monárquico era Dios mismo: «Los reyes son los ministros de Dios». En esta fórmula política el monarca absoluto constituía la encarnación misma del Estado: a él pertenecía el territorio y de él emanaban las instituciones. Su poder era ilimitado e incluía una afirmación del regalismo, es decir, de la sumisión de la Iglesia a la Corona en el ámbito civil.

Los primeros Borbones españoles, Felipe V y Fernando VI, asumieron la tarea de unificar y reorganizar los diferentes reinos peninsulares. Aplicando el derecho de conquista durante la guerra, Felipe V, mediante los llamados Decretos de Nueva Planta (Valencia 1707, Aragón 1707-1711, Mallorca 1715 y Cataluña 1716), impuso la organización político-administrativa de Castilla a los territorios de la Corona de Aragón, que perdieron su soberanía y se integraron en un modelo uniformador y centralista. Así los territorios de Castilla y Aragón constituyeron una única estructura uniforme. La Nueva Planta abolió las Cortes de los diferentes reinos, integrándolas en las de Castilla. Todas las instituciones propias de los reinos (la Generalidad, el Justicia, etc.) desaparecieron. El Consejo de Aragón también fue suprimido. El Consejo de Castilla y el resto de consejos pasaron a ser órganos consultivos, aunque aquél ejercía como tribunal supremo.

El poder del monarca estaba auxiliado por las Secretarías, dirigidas por los secretarios de despacho. Esta institución es el antecedente de los actuales ministerios. En 1714 se crearon las de Estado, Asuntos extranjeros, Justicia y Guerra y Marina, y en 1754, la de Hacienda. Los secretarios eran nombrados y sustituidos por el rey, y estaban auxiliados por funcionarios que ejecutaban las órdenes del rey y controlaban la administración. Se eliminaron los antiguos virreinatos (menos el de Navarra y los americanos) y se crearon demarcaciones provinciales, gobernadas por capitanes generales, con atribuciones militares, administrativas y judiciales, como presidentes de las Reales Audiencias. Se generalizó la institución de los corregidores castellanos y se introdujo el cargo de intendente, un funcionario que dependía del rey y tenía como misión la recaudación de impuestos y la dinamización económica del país. Para financiar los nuevos gastos, la Hacienda fue reorganizada. Se tendió a un modelo fiscal en que todos los habitantes pagarían en relación a su riqueza, incluyendo en algunos casos a los privilegiados. Aprovechando la Guerra de Sucesión, se implantaron el equivalente y la talla en Valencia, la única contribución en Aragón y el catastro en Cataluña. Se trataba del establecimiento de una cuota fija por parte de la administración, a repartir entre sus habitantes. El éxito del catastro hizo que en años posteriores se intentara extender a toda España, pero las resistencias de los privilegiados impidieron su aplicación.

La reforma fue profunda pero tuvo sus límites. Los proyectos regalistas de Macanaz y posteriormente Patiño tuvieron escasa vigencia o no se llegaron a aplicar. Felipe V padeció episodios depresivos que le llevaron incluso a una breve abdicación en 1724 (tuvo que retomar la corona al morir poco después su hijo Luis I). Las aventuras internacionales impulsadas por su segunda mujer Isabel de Farnesio consumieron recursos y energías que apartaron la atención sobre los profundos problemas económicos y sociales de España.

El Reinado de Fernando VI. Los Proyectos del Marqués de la Ensenada

Fernando, segundo hijo de la primera mujer de Felipe V, María Luisa de Saboya, reinó de 1746 a 1759. Su reinado es de transición, puesto que se pusieron en marcha algunas medidas inspiradas en el nuevo espíritu de la Ilustración. Su ministro más importante fue el riojano Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, impulsor del programa reformista. La preocupación más importante de Ensenada fue la creación de una marina de guerra poderosa que garantizara la situación de relativa paz que se disfrutó durante el reinado. Para ello, mandó construir una serie de arsenales entre los que destacan el de El Ferrol y Cartagena. También hay que destacar su plan para la mejora de las comunicaciones: la comunicación de Madrid con el norte, la ampliación de puertos (como el de Barcelona), las nuevas carreteras de montaña, la navegación del Ebro desde Zaragoza hasta Tortosa, etc. Para financiar estas medidas era necesaria una reforma de la hacienda. Durante el reinado se creó el giro real, una especie de banco público que servía para financiar al gobierno y controlar intercambios comerciales con el extranjero; fue el primer paso para la creación del futuro Banco de España. También en el ámbito fiscal se elaboró un catastro general, un inventario de los bienes destinados a mejorar la recaudación de Hacienda. Ensenada reforzó el comercio con América y eliminó algunas aduanas interiores.

En el ámbito cultural se le atribuye la creación y fomento de instituciones culturales como la Real Academia de San Fernando. A la misma mentalidad ilustrada corresponde una serie de medidas de control de orden público entre las que destacó la llamada Gran Redada, una orden de detención de todos los gitanos que habitaban en el reino. Entre 10.000 y 15.000 gitanos acabaron condenados a trabajos forzados o en instituciones penitenciarias para su “reeducación”.

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