05 Ago

**II.2.20. La Paz de Antálcidas**

Los lacedemonios, sin embargo, declararon que no esclavizarían una ciudad griega que había realizado un gran beneficio en las más graves situaciones de riesgo ocurridas a Grecia. Antes bien, concertaron una paz en las siguientes condiciones:

  • Destruir los muros largos y el Pireo.
  • Entregar las naves, excepto 12.
  • Liberar a los fugitivos.
  • Considerar amigo y enemigo al mismo que los lacedemonios.
  • Seguirlos por tierra y por mar, allí donde quisieran llevarlos.

**II.2.21. La Entrada de los Embajadores en Atenas**

Terámenes y los embajadores que estaban con él refirieron estas palabras a Atenas. Al tiempo que entraban en la ciudad, un numeroso populacho los rodeaba, temerosos de que llegaran sin solución alguna, dado que ya no cabía hacer ninguna dilación, a la vista de la cantidad de gente que estaba muriendo de hambre.

**II.2.22. La Aceptación de la Paz**

Al día siguiente, los embajadores anunciaron las condiciones bajo las cuales los lacedemonios concertarían la paz. De ellos habló en primer lugar Terámenes, diciendo que era necesario obedecer a los lacedemonios incluso en derribar los muros. Habida cuenta de que se le opusieron algunos, pero que muchos más lo apoyaron, pareció bien a la asamblea aceptar la paz.

**II.2.23. La Destrucción de los Muros**

Después de esto, Lisandro puso rumbo con su nave al Pireo, los refugiados regresaron y se empezó a echar abajo los muros con gran ánimo al son de las flautistas, porque consideraban que en aquel día daba comienzo la liberación de Grecia.

**II.2.24. El Fin de la Tiranía en Siracusa**

Y acabó el año, durante el cual ostentó la tiranía Dionisio, el siracusano hijo de Hermócrates, previa derrota de los cartagineses en batalla a manos de los siracusanos, captura de Acragas por privación de alimento y abandono de la ciudad por parte de los siciliotas.

**II.3.11. El Establecimiento de los Treinta Tiranos**

Los Treinta fueron objeto de elección inmediata después de que los muros largos y los del Pireo fueran echados abajo. Pese a ser elegidos bajo la condición de escribir leyes, bajo las cuales pudieran gobernarse, sistemáticamente retrasaban escribirlas y mostrarlas a la luz, y el Consejo y el resto de mandos los dispusieron como les vino en gana.

**II.3.12. La Persecución de los Demócratas**

Posteriormente, en primer lugar, a aquellos de quienes todos conocían que durante el período democrático vivieron de la delación y fueron descorteses con la clase aristocrática, los detuvieron y los condenaron a muerte. Incluso el Consejo los condenó con gusto y el resto, cuando tenían conciencia de no ser como ellos, en absoluto se disgustaron.

**II.3.13. La Solicitud de Ayuda a Esparta**

Pero cuando comenzaron a tomar consideración de cómo les sería posible manejar la ciudad en la forma que les viniera en gana, a raíz de ello primero enviaron a Esquines y a Aristóteles a Lacedemonia y persuadieron a Lisandro para que cooperara con ellos en el envío de una guarnición, hasta que pudieran deshacerse de los truhanes y establecer su forma de gobierno. Prometieron que ellos mismos la mantendrían.

**II.3.14. La Llegada de la Guarnición Espartana**

Él consintió y cooperó con ellos con el envío de la guarnición y de Calibio como harmosta, y ellos, cuando recibieron la guarnición, sirvieron a Calibio con toda servidumbre, para que estuviera de acuerdo en todo lo que hicieran, y cuando éste les comisionó, de entre los de la guarnición, a quienes quisieron, arrestaron ya no a los truhanes y a los de baja condición, sino de hecho a quienes consideraron que en absoluto consentirían ser dejados de lado, y a aquellos que, si se ponían a hacerles alguna oposición, conseguirían el mayor número de simpatizantes.

**II.4.24. La División de Atenas**

Los Treinta marcharon a Eleusis. Y los Diez, con la ayuda de los hiparcos, se encargaron de la gente de la ciudad que se hallaba muy alborotada y que desconfiaba entre sí. Incluso los jinetes pasaron la noche en vela en el Odeón, con sus caballos y sus escudos, y por desconfianza hicieron rondas, de un lado por la tarde al pie de los muros, con los escudos, de otro, al amanecer, con los caballos, temerosos en todo momento de que algunos de los del Pireo se les vinieran encima.

**II.4.25. El Crecimiento del Ejército del Pireo**

Éstos, que eran ya numerosos y de toda condición, se fabricaron armas, unos de madera, otros de mimbre, y las pintaron de blanco. Antes de que pasaran 10 días, y una vez que dieron confirmación de que, quienes lucharan a su lado, aunque fueran extranjeros, conseguirían la isotelia, se pusieron en marcha un gran número de hoplitas y un gran número de soldados ligeros. Incluso llegaron a tener jinetes como unos 70. Consiguieron aprovisionamiento de forraje, adquirieron madera y fruta, y pernoctaron nuevamente en el Pireo.

**II.4.26. Los Enfrentamientos entre Atenas y el Pireo**

En cuanto a los de la ciudad, ninguno más se aventuró a salir con armas, sin embargo los jinetes en una ocasión se hicieron con un grupo de piratas originarios del Pireo y asolaron su escuadrón. Coincidieron además con algunos Exoneos, cuando se dirigían a sus propios campos para el aprovisionamiento. A éstos, Lisímaco, el jefe de la caballería, los degolló, pese a lo mucho que le suplicaron y pese a que fueron muchos los jinetes que estuvieron en contra.

**II.4.27. La Muerte de Calistrato**

A su vez también los del Pireo capturaron en el campo a uno de los jinetes, a Calistrato, de la tribu de Leontis y lo mataron. De hecho se estaban comportando ya de manera muy orgullosa, hasta el punto de que incluso se lanzaron contra el muro de la ciudad. Y si cabe también hay que hacer mención del artefacto del ingeniero de la ciudad, quien, cuando conoció que se disponían a hacer avanzar las máquinas bélicas por la pista que viene del liceo abajo, ordenó que todos los carros trajeran piedras enormes y que las dejaran caer por donde de la pista quisieran. Cuando se hizo esto, cada una de las piedras causó grandes perjuicios.

ó grandes perjuicios.

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