La Independencia de América Latina: Proceso y Consecuencias

2 Segunda fase (1814-1826)

Repuesto Fernando VII, se reorganiza el ejército para hacer frente a las insurrecciones.
En Nueva Granada, los realistas retomaron la iniciativa a finales de 1814.
Bolívar tuvo que escapar de allí rumbo al Caribe.
En Perú, los realistas controlaron la mayor parte del territorio gracias a las victorias de Joaquín de la Pezuela en Vilcapugio y Ayohuma (1813).
En Chile, el enfrentamiento entre Carrera y O’Higgins condujo a la victoria realista de Rancagua (1814).
En 1816, la causa independentista solo progresaba en Argentina, donde el Congreso de Tucumán proclamó la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

A partir de 1817, la guerra se generalizó en todas las regiones de Sudamérica.
En el sur, San Martín creó en Mendoza el Ejército de los Andes, derrotando a los españoles en la batalla de Chacabuco en 1817 con la ayuda de Bernardo O’Higgins.
La victoria en Maipú (5 de abril de 1818) aseguró la independencia de Chile.
Ayudado por la flota del almirante británico Thomas Alexander Cochrane, San Martín inició la campaña de Perú.
Ocupa Lima el 9 de julio de 1821 y proclama la independencia en julio de 1822.
En 1822, se dirigió a Guayaquil para entrevistarse con Bolívar.
En Nueva Granada, la victoria en 1819 de José Antonio Páez en las Queseras del Medio permitió a Bolívar cruzar los Andes, triunfar en la batalla de Boyacá y tomar Bogotá.
En diciembre de 1819, se constituyó la República de la Gran Colombia, y Bolívar fue designado presidente.
Tras la victoria de Carabobo en 1821, Bolívar consolidó la independencia de Venezuela.
En mayo de 1822, Antonio José de Sucre venció en Pichincha, liberando Quito.
Bolívar se hizo con el mando en Quito en el mes de junio y se dirigió a Guayaquil.

El 26 de julio de 1822 tiene lugar la entrevista de Guayaquil.
Bolívar y San Martín acordaron que San Martín se retirara de la escena política.
Los realistas, mandados por Jerónimo Valdés, recuperaron Lima en junio de 1823.
En febrero de 1824, Bolívar asumió la dictadura.
Las victorias sobre los realistas de Sucre en Junín (6 de agosto de 1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824) resultaron decisivas.
En enero de 1826, cae el puerto peruano del Callao, último reducto del dominio español, lo que pone fin al proceso de independencia.

Tras Hidalgo y Morelos, fue Vicente Guerrero quien mantuvo la insurrección en el sur.
En 1821, Agustín de Iturbide, de acuerdo con Guerrero, elaboró un manifiesto conocido como el Plan de Iguala (o de las Tres Garantías), que establecía tres condiciones:
- La independencia de México.
- El mantenimiento del catolicismo.
- La igualdad de derechos para los españoles y los mexicanos.
El 24 de agosto, Iturbide y el virrey de Nueva España, Juan O’Donojú, firman el Tratado de Córdoba, por el que se declaraba la independencia de México.

En Centroamérica, algunos intentos de rebelión a partir de 1811 terminaron en fracaso:
- El cura José Matías Delgado y Juan Argüello en El Salvador.
- El intento de 1813 en Guatemala.
En conjunto, el proceso de independencia en los territorios de la capitanía general de Guatemala fue menos violento que en otras regiones y también más tardío.
En 1822, Iturbide incorporó Centroamérica al Imperio Mexicano, en contra de los deseos de la mayoría de la población.
En 1823, Iturbide abdica (se convirtió en emperador como Agustín I). Se crean las Provincias Unidas del Centro de América, un estado federal que perduró hasta 1842.

El agravamiento de su crisis política interna.
Pérdida acentuada de su ya escaso peso internacional.
Una fuerte repercusión económica, sobre todo en los primeros años, tras la desaparición de una importante fuente de ingresos para las arcas públicas.
La drástica caída de los flujos comerciales exteriores, altamente dependientes del comercio con las Indias, y un significativo resentimiento de las actividades económicas directa o indirectamente vinculadas a dicho comercio.

Los criollos se identificaron con las nuevas naciones, pero no promovieron el desarrollo de indígenas, negros y mestizos, cuyas condiciones empeoraron.
Ello determinó un apartamiento de los indígenas y mestizos de la participación política, convirtiendo los nuevos regímenes en formas de gobierno corruptas y autoritarias, en manos, la mayor parte de las veces, de dictadores y caudillos militares, las más tarde conocidas como repúblicas bananeras.
En otras ocasiones, el autoritarismo político derivaría en el desarrollo de gobiernos populistas que convirtieron la demagogia en una forma habitual de hacer política, impidiendo el desarrollo económico y social.
El fraccionamiento en múltiples repúblicas, débiles e inestables, por los intereses de las oligarquías unidos al neocolonialismo británico y norteamericano.
Surgimiento de luchas fratricidas entre los países por cuestiones fronterizas.
El dominio español fue sustituido por el de británicos y norteamericanos, que desarrollaron una política neocolonial.
Muestra de ello es la llamada doctrina Monroe, cuando el presidente norteamericano en 1823 lanzó su famosa frase de “América para los americanos”, que se convertía en la expulsión de toda influencia europea y consagración de la América a los intereses norteamericanos.