09 Nov
La Independencia en América Hispana
a) A fines del siglo XVIII y principios del XIX se desarrolló en la América hispana una conciencia revolucionaria (propiciada por la llegada de las ideas ilustradas, el efecto demostración de la independencia norteamericana, la expansión económica colonial, los errores administrativos de la Monarquía y la marginación de los criollos) que alcanzó su momento culminante en la crisis política peninsular de 1808.
Al producirse la salida de Fernando VII de España e iniciarse la Guerra de la Independencia, se crearon en América unas Juntas a imitación de las de la metrópoli en las que predominaban los criollos. En 1810, estas Juntas depusieron a casi todas las autoridades españolas, excepto en Perú, y comenzaron a autogobernarse. A pesar de la proliferación de revueltas independentistas protagonizadas por los criollos hasta 1815, esta primera etapa emancipadora se cerró con un relativo fracaso; de hecho, solo Argentina, Uruguay y Paraguay consiguieron consolidar su independencia. A partir de 1816, surgieron nuevos brotes emancipadores.
La Independencia de México
La independencia de México siguió un proceso diferente; de hecho, tuvo lugar en el contexto del Trienio Liberal. El general Itúrbide proclamó el Plan de Iguala (1821) que incorporaba la Monarquía constitucional, el catolicismo y la igualdad de todos los mexicanos sin distinción de nacimiento o raza. El general Itúrbide se autoproclamó emperador, pero tras la separación de los territorios centroamericanos y numerosos enfrentamientos internos, el imperio fue disuelto en 1823 y México se convirtió en una república federal.
En 1822, los territorios centroamericanos de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica se unieron al Imperio mexicano de Itúrbide. Al año siguiente, se separaron formando un Estado federal: las Provincias Unidas del Centro de América. Este país pervivió hasta 1839, cuando, debido a una guerra civil originada por rivalidades locales y políticas entre liberales y conservadores, motivaron la independencia de sus territorios integrantes.
El Problema de Marruecos
1.4.- El problema de Marruecos, en un momento en el que el prestigio de las naciones en el contexto internacional se medía por el tamaño de su imperio colonial, podría considerarse como una de las últimas consecuencias del desastre del 98. De este modo, en 1904, España firma un acuerdo secreto con Francia para repartirse el territorio de Marruecos en sendos protectorados.
A partir de entonces, se inicia una lenta penetración colonial española en Marruecos, con el objetivo de explotar los recursos mineros del Rif. Los primeros incidentes se registrarán en 1909, como consecuencia de los ataques rifeños al ferrocarril que se estaba construyendo entre la ciudad de Melilla y el Rif, que culminaría en una grave derrota de las tropas españolas (Barranco del Lobo, en 1909), al tiempo que en la Península caía el gobierno de Antonio Maura como consecuencia de los acontecimientos de la Semana Trágica, motivados por la leva de reservistas para combatir en esta impopular guerra colonial.
En los años siguientes, la situación en Marruecos entra en una relativa calma, motivada más por la desunión de los rifeños que por los éxitos militares españoles. Así, en 1912, se concretó la división del territorio en dos protectorados, uno francés y otro español, en función de las zonas ocupadas por cada nación en virtud del acuerdo de 1904 (con la excepción de Tánger, llave del estrecho, que quedó bajo control internacional). Hasta 1921, la situación en el Protectorado fue de relativa tranquilidad.
Aquel año, un líder rifeño, Abd-el-Krim, consiguió unificar bajo su mandato todas las cabilas, desencadenar la rebelión en todo el territorio y destrozar al ejército español en Annual. Con esta ofensiva, desbarató el poder militar español en el norte de África, ocupó el Rif, amenazó la propia ciudad de Melilla y llegó a fundar la República del Rif (1923-1926). Ante el desastre general, se abrió un profundo debate sobre las responsabilidades del mismo, acusándose los militares y los políticos entre sí, salpicando incluso a la propia monarquía. Muchos en este momento, como el mismo general Primo de Rivera, eran partidarios de abandonar el Rif. Sin embargo, la guerra continuó.
Tras el pronunciamiento militar de 1923, uno de los objetivos prioritarios del gobierno militar encabezado por el general Primo de Rivera fue acabar con el problema de Marruecos. Para ello, se llegó a un acuerdo de cooperación con Francia. De este modo, se proyectó una gran operación militar conjunta que terminó en el desembarco en la bahía de Alhucemas y que hizo posible la conquista y pacificación sistemática del territorio del Protectorado de Marruecos en 1927, cuando se dieron por finalizadas las operaciones militares.
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