30 Nov
La decadencia política y cultural española
La decadencia política y cultural española de finales del siglo XIX desemboca en un impulso renovador; Surgen el modernismo y la generación del 98. Rompen con el Realismo y el Naturalismo, renovando la estética. Destacan rasgos cómo el deseo renovador, la preocupación patriótica y la búsqueda de soluciones a los problemas del ser humano.
El modernismo
Es una renovación estética del lenguaje poético, surgida del Parnasianismo, del que toma la noción por el arte, el gusto por lo refinado y la perfección formal, y del simbolismo del cuál recibe el gusto por la Música, los símbolos, sinestesia, e imágenes sensoriales. Tiene otras influencias cómo el dandi amo de Oscar Wilde, el decadentismo italiano (melancolía y nostalgia) lo misterioso de Edgar Allan Poe, el ritmo poético de Walt Whitman y el simbolismo de Bécquer. Nace en Hispanoamérica en 1870 y aparece en España en 1892 por Rubén Darío (Prosas Profanas, Azul). Se caracteriza por la búsqueda de la belleza absoluta para huir de la realidad. Destaca la poesía que plasma la creación de nuevos mundos artificiales, temas cómo la evasión en el espacio y el tiempo; la sensualidad y el erotismo (mujer bella y perversa lleva al hombre a la perdición); la mitología, el dandismo, lo aristocrático, y el Cosmopolitismo (devoción por París, Viena y Buenos Aires). Se caracteriza por el uso de abundantes recursos cómo aliteraciones (musicalidad), cultismos, extranjerismos, expresiones exóticas para alejar el lenguaje de lo cotidiano, doble adjetivación, sinestesia y simbología. Utilizan el alejandrino, versos dodecasílabos o eneasílabos, junto con estrofas clásicas. Los autores más representativos son; Juan Ramón Jimenez (Nobel literario) que alterna la sensualidad con el intimismo (Platero y yo); Manuel Machado temas cómo la vida Bohemia, el galanteo, los toros y la melancolía (alma); Antonio Machado, trata la intimidad y el cromatismo del paisaje (soledades); Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y Valle Inclán (sonatas).
La generación del 98
Es coetánea al modernismo. Su actitud era crítica y radical, tenían la esperanza de cambiar a España. Su literatura es sobria y a través de ella canalizan sus inquietudes sociales, históricas y culturales. Se forma a partir del grupo de los Tres (Ramiro de Maeztu, Pío Barojase preocupa por el dolor humano (Zalacaín el aventurero) y Azorín (Antonio Azorín). Se incluyen también Miguel de Unamuno y su preocupación por el ser humano, su inmortalidad y su ansia de encontrar a Dios, (Niebla, San Manuel Bueno, Mártir) y sus ensayos (Vida de Don Quijote y Sancho), Antonio Machado (campos de Castilla) y Valle-Inclán crea el esperpento (Tirano Banderas). Se les agrupa por fechas de nacimiento, su relación de amistad, sus actos colectivos, el suceso generacional del desastre del 98, la preocupación por el Tema de España, tratado Intima y dolorosamente; los temas más comunes son conflictos existenciales y filosóficos, el sentido de la vida, el destino del ser humano. Son influidos por Bécquer, Larra, Cervantes, el gusto por el ensayo y por su estilo natural, sobrio y de voluntad antirretórica. Su estilo rechaza el retoricismo, lenguaje natural preciso y claro, recuperan localismos y arcaísmos, grandes pinceladas impresionistas. Destaca la novela que plasma la preocupación por España, la intrahistoria, los valores auténticos y los problemas existenciales; en el ensayo plasman la situación de España, el amor a Castilla y el sentido de la vida.
El novecentismo y las vanguardias
La Generación del 14 o Novecentismo (nombre dado po Eugenio D´Ors), se da entre la Gen. del 98 y la literatura de vanguardia de la década de los años veinte. Estos escritores españoles intentan renovar estéticamente la literatura y el arte de la época acercándolo a un estilo más moderno. Para ello, dejan a un lado la denuncia y el lamento y actuan de una manera más práctica. Los autores compartían rasgos comunes, como la preparación universitaria, el apoyo a medidas para transformar la sociedad, ideas políticas liberales, influencias externas, el sentimiento de España como parte de Europa, búsqueda de la obra bella y el arte puro (a través del pensamiento y no del sentimentalismo; mayor objetividad) y un arte deshumanizado, distanciado de lo sentimental, que conduce a una literatura para minorías. Durante este periodo literario destacan los ensayistas caracterizados por su intento de europeizar España, buscar el arte puro y la preocupación por la forma. Sus principales representantes fueron José Ortega y Gasset, cuya obra se decidía por la deshumanización del arte (la emoción estética prevalecía sobre la humana) y abordaba temas sociológicos, filosóficos, históricos y literarios (La España invertebrada), y Eugenio D’Ors creó un ensayo propio (glosa). Eran pequeños comentarios de tipo periodístico de corte filosófico y moral (La bien plantada). También hubo novelistas de gran nivel como Ramón Pérez de Ayala (Luna de miel) o Gabriel Miró (El obispo leproso); y dramaturgos importantes como Jacinto Grau, iniciador de un teatro innovador e intelectual, o poetas influyentes como Juan Ramón Jiménez y su preocupación por la obra bien hecha (Diario de un poeta recién casado). El Novecentismo dio paso a los movimientos de vanguardia o ismos como: el Cubismo, el Futurismo, el Dadaísmo, el Expresionismo y el Surrealismo. Caracterizados por la ruptura radical con las normas de las tendencias anteriores, la búsqueda de la originalidad a través de la experimentación (asociación libre de palabras, poesía visual, escritura automática, eliminación de los signos de puntuación, etc), el arte por el arte con un enfoque lúdico y, por la rebeldía moral y política. El concepto de Vanguardia cambió con el Surrealismo (1924) de la mano del escritor francés André Breton. Este movimiento artístico se interesó por temas humanos muy profundos, jamás tratados antes por el arte: el mundo de los sueños, el subconsciente y los instintos, rehumanizando el arte. En España, el movimiento vanguardista pasó por cuatro etapas: La etapa de recepción (1910-1917). Durante este período se ponen de moda las ideas vanguardistas Europeas. El autor más representativo Ramón Gómez de la Serna, que tradujo el Manifiesto futurista. Su actitud rebelde y provocadora y su afición a las revistas y tertulias literarias contribuyeron a crear un ambiente favorable a los ismos europeos. Inventó la greguería, elaboración de metáforas sorprendentes y humorísticas. Surgimiento de las vanguardias hispánicas (1918-1927). Se dio a conocer el Ultraísmo. Esta vanguardia exalta los inventos y la sociedad mecanizada, los poemas visuales y la asociación libre de palabras. La segunda vanguardia en lengua española es el Creacionismo, creado por Vicente Huidobro, pretende crear una realidad completamente nueva. Los poemas creacionistas están llenos de metáforas incomprensibles y las palabras pierden su significado habitual, pues no se refieren a objetos, personas, son inventados por el poeta. El Surrealismo español (1928-1931) es la vanguardia más tardía. Los surrealistas españoles se apartan del Surrealismo francés porque no practican la escritura automática, por lo que las obras conservan una cierta coherencia lógica y temática. Los poetas surrealistas más importantes pertenecieron a la Generación del 27. Destacan Alberti (Sobre los ángeles), García Lorca (Poeta en Nueva york) y Luis Cernuda (Un río, un amor). Vicente Aleixandre, uno de los poetas más fieles al Surrealismo (La destrucción o el amor) recibió en 1077 el Premio Nobel de Literatura. Decadencia de las vanguardias deshumanizadas. A partir de 1931 el vanguardismo entra en decadencia. Los problemas y retos sociopolíticos orientan la literatura hacia el realismo y el compromiso político. Las Vanguardias Culminan el grito de rebeldía que comenzó con el romanticismo y se lanza a la búsqueda de un arte que rompa con el realismo y la lógica. El grupo del 14 concentra el esfuerzo de un grupo de escritores comprometidos con la búsqueda de un arte nuevo que rescate a España de su aislamiento y la incorpore a los movimientos de vanguardia que se desarrollan en el resto de Europa.
La poesía de la generación del 27
El término generación del 27 nombra a un grupo de poetas unidos por amistad e inquietudes estéticas comunes. El nombre surge del acto de homenaje al poeta Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla por el tercer centenario de su muerte. Este vínculo se fue estrechando por coincidencias como; La convivencia en la Residencia de Estudiantes, (papel importante en el intercambio de conocimientos) y colaboración en revistas como La Gaceta Literaria o España. Algunos de sus poemas aparecen publicados en la antología Poesía española contemporánea, recopilados por Gerardo Diego. La influencia de las vanguardias, (ultraísmo, creacionismo y surrealismo) en su rechazo contra lo establecido y su intento de encontrar nuevos contenidos y formas de expresión. La influencia de la tradición literaria culta (Garcilaso de la Vega, Quevedo, Bécquer…) y de la tradición popular (romancero, canción popular). Luis de Góngora será el modelo creador de un lenguaje personal y único con un gran manejo de las metáforas. Los temas más comunes son : la modernidad, representada sobre todo por la gran ciudad y las contradicciones que genera el mundo moderno, opuesto a la naturaleza; el amor, con variedad de tratamientos de los que destaca el deseo insatisfecho o plenitud inalcanzable; el compromiso político y social, manifestado en revistas y creaciones de carácter político, especialmente tras el estallido de la Guerra Civil; y el exilio y el desarraigo tras la Guerra Civil, temas como la nostalgia de la patria perdida, el caos y el sinsentido de la existencia. Aunque la vida personal y la evolución poética de sus componentes fueron muy diferentes, se han señalado tres etapas comunes, marcadas por los hechos históricos que tuvieron lugar. Hasta 1928 se manifestó la influencia de las vanguardias con entusiasmo renovador, a la vez que la influencia de Góngora en las imágenes y en la perfección formal. Desde 1928 hasta la Guerra Civil, los poetas recuperaron los contenidos humanos, sociales y políticos e incorporaron técnicas del surrealismo (rehumanización del arte). Después de la Guerra Civil, sus rumbos se separaron, la mayor parte se tuvo que exiliar por ser republicanos, excepto Lorca, que fue fusilado. Los poetas más reconocidos de esta generación son: Pedro Salinas. Antes de la Guerra Civil sus obras reflejan una visión idealista del amor a veces alegre y otras angustioso (Razón de amor). Después de la guerra, su poesía giró hacia temas como el exilio, la nostalgia de España, recuerdos de juventud (largo lamento). Sus poemas tienen un tono intelectual sin decoración superficial. Gerardo Diego. Destaca por sus inicios creacionistas sin renunciar a los temas y estilos tradicionales. Su poesía vanguardista destaca por las imágenes inesperadas, originalidad tipográfica y el verso libre (Imagen y Manual de espumas) . Su poesía tras la Guerra Civil se centra en la realidad con estilo tradicional. (Alondra de verdad). Destaca por la diversidad de temas y de estilo (vanguardia y tradición) Jorge Guillén. Aire nuestro recoge los poemarios de Cántico (entusiasmo vital), Clamor (visión positiva ante temas como la guerra, la injusticia o la opresión) y Homenaje (tono más irónico). Este vitalismo se expresa a través de abundantes exclamaciones. Prefiere versos cortos y estrofas clásicas. Vicente Aleixandre. Premio Nobel de Literatura (1977) en el se aprecia la influencia del surrealismo (La destrucción o el amor). Destaca la etapa poética como comunicación, preocupada por la existencia humana (Historia del corazón) y otra en la que la poesía vuelve al surrealismo con temas sobre su propia vida (Poemas de la consumación). Rafael Alberti. Poeta de gran variedad temática y estilística que destaca por su maestría tradicional y clásica y por la aplicación de las técnicas surrealistas: Marinero en tierra (nostalgia del mar gaditano y de la niñez), Cal y canto (influencia de Góngora y técnicas surrealistas), Sobre los ángeles (técnicas surrealistas para mostrar su idea del mundo caótico), Entre el clavel y la espada (carácter social). Luis Cernuda. Su obra, marcada por la originalidad de símbolos y metáforas y por una profunda sensibilidad, comprende dos etapas: sevillana, emplea una métrica de clásica para expresar la imposibilidad de alcanzar sus sueños y el amor; y madrileña surrealista, temas como la frustración, la soledad, la muerte… (Un río, un amor). Federico García Lorca. En su primera etapa las composiciones son de tono popular, musicales y con imágenes sugerentes y donde parece la Andalucía rural del amor y la muerte, la libertad y la represión (Canciones) que llega a su plenitud con Romancero gitano, integra la tradición literaria culta y popular con el surrealismo. En su segunda etapa, expresa la deshumanización, la injusticia y el materialismo que rigen la sociedad (Poeta en Nueva York), temas como el amor imposible, el fracaso y la muerte (Diván del Tamarit). Estilo caracterizado por la fusión de lo culto y lo popular y por el poder sugerente de imágenes, metáforas y símbolos. Dámaso Alonso. Su primera obra, Poemillas puros, poemillas de la ciudad, está influida por JRJ. Su obra posterior lo incluirá en la corriente de la poesía desarraigada junto con otros poetas del 27 como: Manuel Altolaguirre, Emilio Prados y León Felipe. Hay que destacar a Miguel Hernández como miembro situado entre la G-27 y la generación del 36. Este grupo poético supone una de las grandes cimas de la literatura española y universal, capaz de enriquecer la poesía aunando tradición y renovación en los temas y en el estilo.
El teatro anterior a 1939. Tendencias, autores y obras principales
En España, el teatro se encuentra condicionado por el público. Al público burgués, que era el que acudía preferentemente a las salas, no le interesan los problemas sociales o ideológicos . De ahí que los empresarios buscaran el sostenimiento del espectáculo teatral haciendo concesiones a lo que el público pedía. La consecuencia es un teatro inmovilista, que da la espalda a los movimientos renovadores del teatro europeo y mundial. En el primer tercio del siglo XX se pueden distinguir dos tipos de teatro: El teatro de éxito comercial (teatro que triunfa). Está destinado a satisfacer las exigencias del público, es un teatro costumbrista, cómico o melodramático y sigue con las formas dramáticas tradicionales. Se distinguen tres corrientes: Comedia burguesa o benaventina, el teatro poético y el teatro costumbrista de carácter cómico. El teatro innovador. A contracorriente de la época es un teatro renovador en las formas y en los temas. El teatro comercial de éxito: A finales del siglo XIX, se producen varios intentos de acabar con el teatro retórico y melodramático heredado del Romanticismo por parte de escritores realistas como Galdós y Dicenta. Pero este tipo de teatro no tendría continuidad. Sería Benavente el encargado de dar forma al nuevo teatro. La comedia burguesa o benaventina (subgénero ya del período realista) Jacinto Benavente (Premio Nobel de Literatura) El fracaso de su obra El nido ajeno, obra en la que criticaba el oscuro lugar de la mujer casada de clase media, le llevó a escribir otras obras más acordes con el público al que había que halagar. Sus tramas presentan problemas poco conflictivos: ponía en escena leves defectos de las relaciones personales o sociales. Predomina el diálogo, un diálogo elegante, natural e ingenioso. Su obra incluye comedias burguesas, como Rosas de otoño y dramas rurales como La malquerida y Los intereses creados, su obra más apreciada. La comedia costumbrista de carácter cómico: Otra línea teatral son los sainetes, caracterizados por el ambiente pintoresco de Madrid y Andalucía, por los personajes típicos y por su lenguaje humorístico. Carlos Arniches, el autor más exitoso, refleja las costumbres madrileñas de los barrios populares, con sus chulos y chulapas, como en El santo de la Isidra. Creó un nuevo género, la tragicomedia grotesca, con personajes caricaturescos y trágicos a la vez, en donde se advierte una cierta crítica social, como en La señorita de Trevélez. Los hermanos Álvarez Quintero escriben cuadros de costumbres andaluzas. Pedro Muñoz Seca es el creador de la astracanada que se basa en situaciones disparatadas y en juegos de palabras, su obra más famosa es La venganza de don mendo. El teatro poético (Escrito en verso y de carácter histórico) Destacan Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina con Las hijas del Cid, y con un drama rural popular. Manuel y Antonio Machado en La Lola se va a los puertos. El teatro renovador soterrado: Del Modernismo y del 98 destaca tanto el teatro de vanguardia de Azorín, como el teatro filosófico y existencial de Unamuno ( Fedra, El otro). Jacinto Grau con El señor de Pigmalión, sobre la rebelión de unos muñecos que acaban matando a su creador. También Ramón Gómez de la Serna escribió obras teatrales distintas de las comerciales, como Los medios seres, sobre las frustraciones humanas. Pero es Valle Inclán el gran dramaturgo innovador de esta generación. De su extensa producción se podrían destacar: Las Comedias bárbaras y Divinas palabras (Ciclo mítico) que se sitúan en una Galicia arcaica y supersticiosa, con personajes faltos de moral, y un mundo de pasiones donde conviven lo sobrenatural, lo misterioso y la muerte; La marquesa Rosalinda ( Ciclo de la farsa) y el ciclo del esperpento, que consiste en una deformación sistemática de la realidad para ofrecer su imagen grotesca. Se caracteriza por la deformación idiomática. Se mezcla la forma discreta y refinada, con las expresiones más vulgares o la jerga más oscura y castiza. Es magistral el uso de la ironía y el sarcasmo para revelar lo absurdo de una sociedad grotesca que vive de las apariencias y desenmascarar la corrupción. Este ciclo se inicia con Luces de bohemia, en la que teoriza sobre este nuevo género. Es una crítica de la situación de España y una denuncia de la falsedad y la hipocresía social. Continúa este ciclo con Martes de carnaval y Los cuernos de don Friolera. El teatro del 27 se caracteriza por tres facetas: una depuración del teatro poético, la incorporación de las formas de vanguardia y el propósito de acercar el teatro al pueblo. Compañías teatrales como “La Barraca”, de Lorca, y las “Misiones Pedagógicas” republicanas pretendieron, con sus giras, una educación teatral del público distinta de la dominante. Destacan autores como: Rafael Alberti (El hombre deshabitado) ; el teatro rural de Miguel Hernández; Max Aub; Alejandro Casona que recrea una realidad poética, estilizada y misteriosa ( La sirena varada y Nuestra Natacha). Sin embargo, el más significativo es el teatro de Lorca. El teatro lorquiano es un espectáculo total al que contribuyen el texto, la escenografía, la música, la danza… En él deja ver el tema central de toda su obra, la frustración del hombre, algunas veces en un plano metafísico en el que las fuerzas enemigas son el tiempo, la muerte, otras en un plano social, los prejuicios raciales, la presión de la sociedad que no nos deja realizarnos libremente. Su primer éxito llega con el drama histórico de Mariana Pineda, en verso. Lorca sufre una profunda crisis de la que nacen obras que él llamó misterios o comedias imposibles de carácter surrealistas (El público). Sus años de plenitud serán los años de sus famosas tragedias de tema social: Bodas de sangre (amor trágico), Yerma (obsesión por la maternidad), La casa de Bernarda Alba (amor y libertad frustrados), drama de las mujeres de los pueblos de España y obra cumbre del autor.
La novela española de 1939 a 1974. Tendencias, autores y obras principales..
La novela de los años 40 estuvo también marcada por el exilio de numerosos creadores tras el triunfo de Franco, que impuso una dura censura artística y estimuló, por otro lado, el surgimiento de novelas idealistas que exaltaban los valores del régimen (Javier Mariño, de Gonzalo Torrente Ballester). Junto a esta novela idealista destaca el realismo existencial. Este tipo de novelas intenta, ser un reflejo amargo de la vida cotidiana. Su marco argumental se centra en la cercana guerra civil o en los años sombríos de la posguerra. Sus temas habituales son la soledad, la frustración de las ilusiones, el desarraigo de los personajes en una sociedad vulgar y miserable y la presencia constante de la muerte. Tres novelas destacan como máximas representantes de esta etapa: La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, que inaugura la novela existencial en su variante más truculenta, la del tremendismo, que hace hincapié en las realidades y conductas humanas más aberrantes. Gira en torno a un criminal que escribe su vida antes de ser ejecutado, con la intención de descargar su conciencia. Nada, de Carmen Laforet (1944) con la que gana el primer certamen del Premio Nadal. Narra, en primera persona, la experiencia de una muchacha que, en los años posteriores a la Guerra Civil, llega como estudiante a Barcelona y se encuentra con el sórdido mundo de mezquindad moral, fracaso y vacío que envuelve a su familia. La sombra del ciprés es alargada (Premio Nadal de 1948), de Miguel Delibes, premio Cervantes, que recoge la prosaica vida de una capital de provincia anquilosada por su hipócrita moral. Destaca también , desde el exilio, Ramón J.Sender atento a problemas sociales y existenciales del ser humano Crónica del alba. LA NOVELA DEL REALISMO SOCIAL (1954-62) La publicación de La colmena, de Camilo José Cela, en 1951 señala el paso a un nuevo tipo de narrativa. La novela social tiene como objetivo dar testimonio de los problemas de España y contribuir mediante la denuncia de la injusticia a la transformación social. Miguel Delibes, después de su inicio en la novela existencial, desemboca en el realismo de ambiente rural con El camino (1950), en la que su protagonista, Daniel, un niño de once años, evoca sus vivencias en el pueblo antes de marchar a la ciudad. La novela social se caracteriza por un enfoque realista entre el objetivismo (el autor no interviene y se limita a dar testimonio escueto de la conducta y los diálogos de los personajes) y el realismo crítico (se denuncian las injusticias y se busca una toma de conciencia por parte del lector).Los temas se centran en la sociedad española contemporánea: los recuerdos de la guerra, los conflictos de la vida colectiva, los ambientes concretos del trabajo, de las profesiones, del campo o de la ciudad, la juventud burguesa desocupada… Se limita a presentar los hechos y deja actuar a los personajes (por lo general colectivos) con diálogos constantes. Estructuran el texto en secuencias, también al modo cinematográfico. El modelo de novela social lo da, sin duda alguna, Los bravos de Jesús Fernández Santos, y lo lleva a su madurez El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, miembros de la Generación del 50 o del medio siglo. Junto a ellos, destacan: Ignacio Aldecoa, Ana María Matute (premio Cervantes 2010, Pequeño teatro), Carmen Martín Gaite (Entre visillos), Juan Goytisolo (La resaca), Josefina R.Aldecoa , García Hortelano, Juan Marsé , Luis Goytisolo, Alfonso Grosso, Caballero Bonald, López Pacheco… Un autor destacada durante esta década es Miguel Delibes y su novela El camino. LA RENOVACIÓN NARRATIVA Y EXPERIMENTALISTA (1962-1975) En 1962 se publica Tiempo de silencio de Luis Martín Santos, que supone un cambio renovador en la novela española. Esta renovación no se debe a cambios temáticos o de actitud, sino a la utilización de nuevas estructuras y técnicas narrativas. Como el realismo social, mantiene el compromiso social, la intención crítica, la denuncia, pero sustituye las sencillas técnicas realistas por otras más complejas que son fruto de las tendencias renovadoras europeas y americanas: Proust, Kafka, Joyce, Huxley, Faulkner . La estructura rompe con la linealidad y destacan el monólogo interior, el contrapunto (acciones paralelas), el perspectivismo (puntos de vista distintos sobre la realidad), el desorden temporal, la conversión del narrador en intérprete de la acción, la implicación del autor en la obra (disgresiones intercaladas en el texto) y la riqueza verbal extraída de distintos registros lingüísticos. La influencia de dichas innovaciones es rápida y novelistas de todas la edades asimilan las nuevas técnicas: Juan Marsé (Últimas tardes con Teresa), Juan Goytisolo (Señas de identidad), Delibes (Cinco horas con Mario), Juan Benet (Volverás a Región), Cela (San Camilo) y Martín Gaite (Retahílas). La renovación narrativa despierta tal anhelo de cambio que desemboca de modo progresivo en la novela experimentalista. A esta tendencia contribuyen también los novelistas hispanoamericanos del momento: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Vargas Llosa (Premio Nobel 2010)… Hacia 1967 el experimentalismo establece que la novela tradicional ha muerto y defiende el lenguaje y las técnicas por encima del contenido; por tanto, hay que destruir el personaje, la acción, la trama y el argumento. El resultado es un nuevo manierismo formalista, opaco por la acumulación de técnicas narrativas y lingüísticas, que lleva a la novela a un callejón sin salida, a la redacción de textos incomprensibles y al consiguiente alejamiento de los lectores. Solo excelentes novelas, que utilizan el experimentalismo con moderación o realizan una parodia del mismo, con humor e ironía, conservan su prestigio: Si te dicen que caí, de Juan Marsé, La saga/fuga de JB, de Torrente Ballester…
TEMA VI: El teatro de 1939 hasta la actualidad. Tendencias, autores y obras principales. Tras la Guerra Civil se produce una importante ruptura con el teatro anterior. En España se representa un teatro convencional, lleno de un humor superficial, al que acude un público de clase media que busca entretenimiento. Mientras, en Europa, la renovación teatral llega de la mano de Bertolt Brecht, Artaud o Ionesco. TEATRO DE POSGUERRA AÑOS 40 Las dos tendencias más destacadas son: ● Teatro continuista burgués. Alta comedia. Obras bien construidas, con personajes de clase media que abordan temas como el amor, la infidelidad y los conflictos entre padres e hijos. Comedias con un final feliz que critica las costumbres burguesas sin violencia. Los autores más destacados son: José María Pemán (La viudita naviera), Joaquín Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid), Luca de Tena (¿Dónde vas Alfonso XII?), Edgar Neville… Esta tendencia fue continuada por Jaime Salom y Alfonso Paso. ●Teatro de humor renovado. Plantea situaciones ingeniosamente construidas, inverosímiles y absurdas con un lenguaje agudo y crítico contra las convenciones burguesas. Los autores más representativos son Enrique Jardiel Poncela (Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa). TEATRO EXISTENCIALISTA Y DEL REALISMO SOCIAL (50) El estreno de Historia de una escalera (1949), de Antonio Buero Vallejo, marca una nueva etapa hacia un teatro de testimonio y compromiso que aborda temas sociales; la falta de libertad, la marginación y la desigualdad social. Utiliza el drama y un lenguaje realista y crítico. Antonio Buero Vallejo indaga en la condición humana y recupera la función catártica del teatro. Sus temas son: la denuncia de la injusticia o el inconformismo ante un mundo hostil, la búsqueda de la verdad y la lucha por la libertad. Destacan en é lvarias etapas: existencial (Historia de una escalera), social (Hoy es fiesta, El tragaluz…) y experimental (La fundación, Caimán). Otros autores destacados son: Alfonso Sastre (Escuadrón hacia la muerte, La mordaza), Lauro Olmo (La camisa), Jose M. Rodríguez Méndez, Carlos Muñiz (El tintero), José Martín recuerda y Antonio Gala. EL TEATRO RENOVADOR Y EXPERIMENTALISTA (60-75) Durante los años 60 se consolida una generación de dramaturgos en torno a la mitad de siglo que escribirán sus obras durante estos años y que mostrarán en ellas la preocupación por la injusticia social y el descontento político. Hacia 1970, Influido por las vanguardias europeas, se produce un movimiento de renovación teatral que se opone a la estética realista ya que busca un lenguaje basado en el espectáculo, la escenografía y las técnicas audiovisuales: apenas importa la acción, predominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco, lo imaginativo y la improvisación, por lo que no siempre consigue el favor del público. Es una forma de mostrar disidencia con el sistema establecido y elevar la protesta a través del teatro. Los autores más destacados son: Francisco Nieva (Premio Nacional de Teatro), Manuel Martínez Mediero, Fernando Arrabal (Pic-nic, El cementerio de automóviles). Destacan también los grupos de teatro independiente que crean un teatro innovador y progresista sin palabras: mimodramas: TEI (Teatro Experimental Independiente), Tábano, La Cuadra o los catalanes Els Joglars, Els Comediants y La Fura dels Baus. EL TEATRO DESDE 1975 Tras el experimentalismo y la muerte de Francisco Franco, se siguen estrenando comedias burguesas, pero principalmente los nuevos autores se inclinan hacia un realismo renovado. Quieren hacer un teatro culto sin renunciar a un público amplio, adoptan un compromiso social, utilizan un lenguaje urbano, incluso jergas, y muestran una actitud crítica ante lo que les rodea. Tratan temas de actualidad como la droga, la delincuencia, el paro, los problemas de la juventud, etc. Prefieren personajes marginados, perdedores y fracasados, pues el teatro es la expresión del desencanto. Tienden al culturalismo y utilizan el humor como un factor distanciador. Los autores más representativos son: José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro), Fermín Cabal y José J. Sanchís Sinisterra (¡Ay Carmela!, El cerco de Leningrado). Entre los más jóvenes destacan: Ernesto Caballero (Squash), Ignacio del Moral (La mirada del hombre oscuro), Paloma Pedrero (Noches de amor efímero), Sergi Belbel y Juan Mayorga. La promoción del los 90 prefiere fórmulas eclécticas, que consiste en mezclar otras artes y espectáculos como el cine, la televisión, el cómic, la poesía, la música, la ópera, el fútbol. Sobresale la atracción por lo marginal, críticas al racismo y totalitarismos. Destacan autores como Rodrigo García, que se caracteriza por un lenguaje barroco, preferencia por personajes urbanos y un humor ácido con referencias a los clásicos (Notas de cocina); Itziar Pascual, Maxi Rodríguez… En la primera década del siglo XXI han surgido nuevas tendencias que tratan temas como la incomunicación, la inseguridad y la soledad con tono irónico. La acción es ágil con preferencia por personajes urbanos que utilizan un lenguaje directo y de la calle y que se desarrolla en diversidad de escenarios. Destacan autores que ya escribían en décadas anteriores como Juan Mayorga (El jardín quemado, Cartas de amor a Stalin, El chico de la última fila). Otra autora es Angélica Liddell, con obras de tono documental en las que incluye temas sociales como la inmigración y la hipocresía moral de las clases dominantes (Ping Pang Qiu) En la actualidad, frente a las grandes salas de teatro y grandes compañías, destacan las salas alternativas, sobre todo en Madrid como La cuarta pared, la sala Pradillo, Teatro del Arte o la más reciente. La casa de la portera. En Barcelona, Microteatro por Dinero, Atic22 o Porta4. Es el llamado microteatro, obras muy breves (menos de 15m) que se representan para un público de hasta quince personas y el precio es reducido.
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