23 Mar

  1.  METAFÍSICA: EL PROBLEMA DE LA REALIDAD: ESENCIA Y EXISTENCIA

La palabra “metafísica” fue inventada en el siglo I a.C. para designar, en la colección de las obras de Aristóteles, un libro que era la continuación de la Física, y que trataba de los primeros principios de todas las ciencias.

¿Pero de qué trata la metafísica? ¿Cuáles son sus temas? Algunos filósofos, en vista de la variedad de opiniones sobre la metafísica, han concluido que no hay nada que pueda llamarse “metafísica”. Otros autores, como Kant, llegan a la conclusión, de que si bien es imposible una ciencia metafísica, si es necesaria como saber regulativo, esto es, que dirija nuestra acción y nuestra realidad moral.

En un sentido mayoritario, se han diferenciado dos grandes ramas de la metafísica: la ontología, que trata del estudio del ser en cuanto ente, esto es, desde un punto de vista formal, estructural, como pura forma; y la teología, que trata del ser en cuanto trascendente o sobrenatural.

Dentro de la ontología, que significa ciencia de todo lo que hay, de todo lo que existe, podemos delimitar distintos objetos de estudio: (1) la realidad (qué entendemos por realidad), lo real y lo aparente (qué es uno y otro), ¿existen los átomos de la misma manera que existen los árboles?;

(2) el ser y el devenir (¿existe el ser como identidad, como algo inmóvil, o por el contrario todo es movimiento y cambio?); (3) ¿las teorías científicas se corresponden con algún tipo de realidad?, ¿o acaso son una pura invención para poder alcanzar alguna comprensión y seguridad sobe el mundo?; (4) ¿qué significa estar vivo?, ¿y la muerte?, ¿qué es la muerte, qué sentido tiene?

Vamos a comenzar clarificando algún término importante. Luego haremos un pequeño recorrido por la historia de la filosofía. Explicaremos las reflexiones de algunos autores sobre algunos de los temas que son contenidos de la metafísica.

  1. CLARIFICACIÓN DE TÉRMINOS IMPORTANTES: ESENCIA Y EXISTENCIA

Cuando uno piensa metafísicamente se pregunta por ¿quién existe?, ¿quién es el ser?, y esto tiene que ver con lo siguiente:

  • Esencia es aquello que define a un ente, es la naturaleza de una cosa independientemente de su existencia. La pregunta por la esencia de algo es una pregunta tal que: ¿en qué consiste ese algo?
  • La existencia es la cosa actual, que tenemos delante de nosotros, es lo que hace que algo sea concreto y distinto de los demás. Hay pues dos grandes preguntas: ¿Quién existe?  ¿Qué es eso que llamamos esencia? ¿En qué consiste—por ejemplo—el hombre?

A la pregunta metafísica de ¿quién existe? Hay múltiples pretendientes que dicen: yo existo. Pero no todo el que quiere existir o dice que existe, existe verdaderamente. Los griegos hicieron ya la distinción. Por ejemplo: ¿el color existe?, no que yo vea esta flor roja, sino si esta flor será roja; ¿y los olores?, ¿y la virtud?, ¿y el alma?, ¿y los sentimientos?, ¿y el tiempo?, ¿y el espacio?, ¿y las imágenes? La contestación más natural consiste en afirmar que quien existe es esta lámpara, este vaso, etc. Es decir las cosas. Esta es la postura realista. Pero, fijaos, no ha habido en toda la historia de la filosofía ningún realista que afirmara la existencia de todas las cosas. (Ver ejemplos)

El primer esfuerzo filosófico del hombre fue hecho por los griegos, y empezó siendo un esfuerzo para discernir entre lo que tiene une existencia meramente aparente y lo que tiene una existencia real, una existencia en sí, irreductible a otra (algunas cosas parecen desvanecerse, como que se descomponen en otras). Y lo hicieron descubriendo que con la razón se puede hallar lo que las cosas son.

                     1.2 PEQUEÑO RECORRIDO POR LA HISTORIA DE LA FILOSOFÌA

  1. LOS  PITAGÓRICOS

 PITÁGORAS VI a. C.  Fundador de la asociación religiosa y política, formada por matemáticos. Observaron cómo múltiples propiedades y comportamientos de los seres reales pueden ser formulados matemáticamente y supusieron que todos los seres del Universo son expresables matemáticamente. Y se preguntaron ¿Por qué los seres del Universo son expresables matemáticamente? Y respondieron: porque los principios de las matemáticas son también los principios de los seres reales. Los números constituyen la naturaleza del Universo, no son puras abstracciones, sino que tienen entidad material. ¿De qué están constituidos los números mismos? Lo que equivale a preguntar de dónde proceden en último término los seres reales. La respuesta es que proceden de dos elementos (explicación dualista) de lo par y de lo impar (limitado-ilimitado, bueno-malo, luz-oscuridad etc.) Sostenían que la lucha entre los opuestos se concebía gracias a un principio de armonía. Armonía como fundamento y vínculo de los mismos opuestos, constituye el significado último de las cosas.

  1. HERÁCLITO Y PARMÉNIDES Y EL CAMBIO Y EL MOVIMIENTO

Es aquí donde encuentra su sentido la pregunta ¿qué es el mundo?. Pregunta ontológica. Uno de los primeros problemas relacionados con el mundo fue el del cambio y el movimiento. Veamos lo que dijeron dos grandes filósofos.

 HERÁCLITO DE ÉFESO VI a. C.: Por primera vez aborda el problema mismo de la investigación pues parte de lo que muestran los sentidos, pero con la convicción de que la verdadera realidad solo es accesible por la razón.

Heráclito recorre con la mirada las soluciones que han sido dadas al problema de quién existe; la de Tales (el agua) la de Anaximandro, la de Pitágoras (los números existen)… Entonces Heráclito encuentra que ninguna de estas contestaciones tiene razón, si analizamos las cosas que se tienen ante nosotros parecería que esas cosas no son nunca en ningún momento, lo que son en el momento anterior y en el momento posterior; que están en constante cambio. Cuando nosotros queremos fijar una cosa y definir su consistencia, decir en qué consiste esa cosa, ya no consiste en lo mismo que consistía hace un momento: “Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río”. Lo que hay es un ser dinámico, en el cual podemos hacer un corte, pero ese corte será caprichoso. Todo lo que existe, existe un instante y al instante siguiente ya no existe, sino que es otra cosa la que existe. El existir es un devenir. La ley de identidad (la identidad de cada cosa consigo misma) carece de vigencia. Parece que estableciera la absoluta irracionalidad de lo real. Pero Heráclito supone una ley o logos interno al devenir, ley que es el verdadero principio explicativo del Universo. Y esta ley es la lucha de contrarios, la unidad profunda, la armonía, la tensión (como un arco y una flecha). El arjé, para Heráclito es el fuego, el elemento más dinámico.

PARMÉNIDES VI a. C.: Según Heráclito resulta que una cosa es y no es al mismo tiempo (el devenir). Encuentra que dentro de la idea de devenir hay una contradicción lógica: que el ser no es, que el que es, no es, puesto que lo que es en este momento, ya no es en este momento, sino que pasa a ser otra cosa; todo momento que tomemos en el tránsito del ser es un tránsito hacia el no ser. Opone a las contradicciones un principio de la razón: el ser es; el no ser, no es. Y construye su propia metafísica: Parte del principio de identidad: lo que es es.

  1. Que el ser es único. No puede haber dos seres, sólo puede haber un ser. Supongamos que haya dos seres: ¿qué hay entre ellos? El no ser. Pero decir que hay el no ser es decir que el no ser es.
  2. El ser es eterno. Si no lo fuera tendría principio y tendría fin. Si tiene principio es que antes de ese principio había el no ser, y esto es admitir que el no ser es, algo tan absurdo como admitir que este cristal es verde y no verde. Y por la misma razón no tiene fin, pues supondría que el ser deja de ser, y esto supondría afirmar el ser del no ser.
  3. Es inmutable. No puede cambiar, pues todo cambio del ser implica el ser del no ser, puesto que todo cambio es dejar de ser lo que era para ser lo que no era.
  4. Es ilimitado, infinito. No tiene límites, no está en ninguna parte. No puede tener límites, porque si tiene límites llegamos hasta esos límites y ¿qué hay más allá del límite? El no ser, luego el no ser es.
  5. Es inmóvil. Pues moverse es dejar de estar en un lugar para estar en otro. Pero “estar en un lugar” supone que el lugar en donde está es más amplio, más extenso que aquello que está en el lugar. Pero el ser, que es lo más extenso, no puede estar en ningún lugar.

Todo esto origina la teoría de los dos mundos:

  1. El mundo sensible: la percepción sensible e ilusoria. Los seres cambian
  2. El mundo inteligible: lo podemos comprender, pero no lo vemos. En este mundo no hay movimiento, el movimiento es una ficción de los sentidos.

Parménides descubre el principio de identidad: toda cosa es idéntica a sí misma, A es A;y afirma la tesis de que para descubrir qué es lo que es la realidad no tenemos más que ese principio, es decir el pensamiento lógico y racional. Afirmar el movimiento y los sentidos supone negar el principio fundamental de la lógica y la razón: el principio de identidad. Debemos elegir: o hacemos caso a la razón o hacemos caso a los sentidos

Lo que no pueda pensar, porque es absurdo pensarlo, no podrá ser en la realidad. Por consiguiente no necesitaré, para conocer la auténtica realidad del ser, salir de mí mismo: ser = pensar. 

Tesis fundamental: Las cosas fuera de mí, el ser fuera de mí es exactamente idéntico a mi pensamiento del ser.

  1. PLATÓN  Y ARISTÓTELES

PLATÓN V-IV a. C.: advierte el error de Parménides: el confundir la existencia con el “consistir”, con la esencia. Y como ha descubierto el error de Parménides, distingue, y en esta distinción inventa una nueva palabra, la palabra “idea” que significa esa unión de los caracteres que definen un objeto de la realidad, la esencia de ese objeto. La palabra “idea” la formó con una raíz de un verbo que significa “ver”, es decir, que “idea” significa visión, intuición intelectual. ¿Cómo soluciona el problema del movimiento? La solución de Platón es un poco “tramposa”, puesto que se fundamenta en la imposibilidad de que lo esencial cambie, es decir las ideas. Las ideas son siempre las mismas, son incorruptibles, inmóviles, inmutables etc… Sin embargo, en la realidad de los sentidos, en la vulgar realidad ocurren cambios, corrupciones, movimientos, es la existencia la que es corruptible. Ahora bien, ¿cuál es la realidad más “real”?, ¿Cuál es el ámbito que constituye el ser?  Los dos, contestará Platón, es decir establece un dualismo formado por el mundo cambiante y aparente de los sentidos, de lo material, y el mundo inmutable de las ideas. Sin embargo, el mundo sensible no es más que una sombra, un simulacro, del mundo de verdad, el de las ideas, el cual es trascendental al mundo de la imperfecta materialidad. (Ver mito de la caverna).

ARISTÓTELES IV a. C.: se propone traer las ideas trascendentales (puesto que están más allá, y son absolutamente necesarias para el acá) de Platón y fundirlas con las cosas reales de nuestra experiencia sensible, hacerlas inmanentes (que formen parte del mundo de la percepción y de la sensación). Para ello, Aristóteles distingue entre: sustancia, esencia, y accidente.

La sustancia tiene el sentido de la unidad que soporta todos los demás caracteres de la cosa. La sustancia es la cosa de la cual se predica todo lo que se puede predicar. Cuando decimos este vaso es grande; es de cristal; es frío; tiene agua dentro; ha sido hecho de esta manera o de la otra, la unidad que está debajo, que soporta todo esto, esa es la sustancia vaso. Cuando decimos Sócrates es mortal, Sócrates es hombre, gordo, etc. El sujeto de la proposición, ese es la sustancia.

Tenemos la suma de los predicados que podemos predicar de la sustancia. Y estos se dividen en dos grupos: los predicados que, si faltara alguno, la sustancia no sería tal, sino otra, y los predicados que aunque faltara alguno, seguiría la sustancia siendo ella misma. A los primeros les llama esencia, a los segundos accidentes.

La sustancia es la totalidad de la cosa, con sus caracteres esenciales y con sus caracteres accidentales. En este sentido, la sustancia es lo individual. Para Aristóteles, por consiguiente, lo que existe metafísicamente, realmente, es Sócrates, este caballo, este vaso, etc…

¿Quién existe? Aristóteles responde que existen las cosas individuales, las sustancias; lo demás no existe, son sustancias segundas, que no tienen más que existencia secundaria. Lo que existe es Juan, Esther, Fulano de tal; pero no la idea de hombre, esa no existe, esa es una sustancia segunda, secundaria, cuyo ser consiste en ser predicado o predicable de algo.

Todos buscan los mismo: distinguir lo real del reino de las sombras, distinguir aquello que existe de aquello que parece existir pero que no existe de manera plena, que solo parece que existe.

Aristóteles distingue entre aquello que es o subsiste (designado como ousía o sustancia o substancia) y aquello que solo tiene entidad por una suerte de vampirización de lo anterior. Por ejemplo: la mesa sobre la que escribo es tal cual, mientras que la superficie de la mesa no puede darse sin mesa, solo es un atributo de la mesa.

Lo difícil es encontrar un criterio que permita discernir con claridad entre estas dos modalidades: por un lado, lo que es íntegramente; por otro, lo que se limita a participar del ser de otro. Y lo extraordinario es que dio con el criterio, criterio tan simple que nunca fue puesto en tela de juicio (aunque fuera desplegado en términos más complejos) a lo largo de la historia del pensamiento. Para ser más precisos, no fue puesto en tela de juicio hasta esa subversión radical en nuestro concepto de lo que es la naturaleza que supuso la mecánica cuántica.

Que la mesa es íntegramente, mientras que la superficie de la mesa solo tiene el ser que le confiere la anterior, se muestra en el simple hecho de que la primera puede hallarse en movimiento, mientras que la segunda solo alcanza movimiento cuando la mesa se mueve.

Cabría objetar que esto también le ocurre a la pata de la mesa, que esta no se mueve si la mesa no lo hace. Pero si arrancamos la pata de la mesa, sí podemos moverla, mientras que no hay manera de separar la superficie. En suma, una parte de algo substancial es potencialmente sustancia, mientras que una mera dimensión de algo substancial nunca llegará a serlo. SUSTANCIA ES AQUELLO QUE TIENE CANTIDAD DE MOVIMIENTO, ES DECIR, TIENE UNA MASA Y TIENE UNA VELOCIDAD (entendiendo que el reposo constituye el caso límite del movimiento, o sea, velocidad nula).

Una entidad física es material, pero ¿qué quiere decir material? Entendemos que una mesa, un bolígrafo, un hombre, es material ¿Pero es material la superficie de la mesa, del bolígrafo? ¿Qué es lo que distingue realmente a lo sustancial y material de lo superficial y fenoménico?

Los entes físicos tienen masa, y lo que tiene masa es susceptible de tener una posición, en el espacio, y además la posición es relativa a un tiempo dado. Así pues, una entidad física es algo que, como mínimo, tiene una “posición y una masa y una velocidad (que puede ser nula). Así las imágenes que percibimos en la pantalla del televisor dejarían de ser tales si las priváramos de esas entidades que son los electrones, que sí están provistos de masa y a cuyo movimiento las imágenes mismas se reducen. Si algo se muestra, pero revela carecer de cantidad de movimiento o de posición, hemos de considerar que se trata de una falsa apariencia de entidad física. Sin embargo, LA MECÁNICA CUÁNTICA nos señala, a través del principio de incertidumbre, que es imposible determinar al mismo tiempo la posición que una entidad ocupa y el momento o cantidad de movimiento. Es decir, que cuando el objeto tiene cantidad de movimiento, entonces decididamente carece de posición…y viceversa. Hoy no podemos afirmar que entidad supone al menos tener una posición y hallarse en movimiento o reposo. Como máximo cabe afirmar que toda entidad tiene potencialmente (en potencia) una posición y una cantidad de movimiento, pero, debemos agregar que ambos atributos, son incompatibles, no pueden darse a la vez.

  1. REALIDAD Y APARIENCIA (XVII-XVIII-XIX-XX-XXI)

¿QUÉ ES LO REAL? ¿LO PUEDO CONOCER? ¿O SOLO CONOZCO SOMBRAS DE LO REAL? ¿PUEDO ALCANZAR UN CONOCIMIENTO OBJETIVO DE LA REALIDAD O TODO CONOCIMIENTO ES MÍ CONOCIMIENTO Y POR LO TANTO SUBJETIVO? ¿CÓMO PUEDO ESTAR SEGURO DE QUE LO QUE VEO ES LO VERDADERO Y REAL?

LA TEORÍA REPRESENTACIONAL, formulada por DESCARTES y LOCKE (XVII) y seguida por numerosos científicos y filósofos como KANT (XVIII), RUSSELL, EINSTEIN (XX) afirma:

  1. Los objetos reales son percibidos por los sentidos, y con la información procedente de los sentidos se genera en la mente una representación o copia interna de la realidad.
  2. La mente se relaciona únicamente con esa representación, y no con los objetos externos.

Esto da lugar a diferentes posiciones filosóficas:

  • El realismo crítico de LOCKE. Nuestras representaciones son causadas por una realidad exterior
    •  El idealismo de BERKELEY (XVII-XVIII) Si solo conocemos nuestras representaciones ¿Qué nos hace suponer que estén causadas por algo diferentes a la propia mente que las construye? Esto lleva al SOLIPSISMO: considerar que la mente solo puede demostrar su propia existencia, y no la del mundo exterior.

Cada individuo se hace una representación de lo que está fuera de él. Esta representación, a veces, es muy diferente entre individuos de diferentes especies (así por ejemplo la representación que se hace de su entorno un murciélago, una abeja o un ser humano). Pero ¿Cómo es la realidad? ¿Acaso consideramos la realidad como la misma tanto para el murciélago como para el ser humano? Tradicionalmente se ha considerado lo siguiente:

  • Realidad. Conjunto de todos los seres y objetos que tienen existencia por sí mismos, independientemente de un sujeto que los perciba.
  • Apariencia. Forma en que se manifiesta o aparece la realidad a los sujetos que la perciben.

La relación entre realidad y apariencia ha dado pie, también, a una controvertida discusión, aún no resuelta. Hay quienes ven en las apariencias una representación de la realidad que nos acerca a ella. Y, en cambio, quienes la consideran una ocultación, que nos engaña y aparta de la auténtica realidad.

Edwin SCHRÖDINGER (XIX-XX), el físico de la mecánica cuántica nos indica que conocer la naturaleza y dejarla inalterada sería en realidad algo imposible. El hombre que conoce, transforma lo que se le da a conocer a la vez que se transforma a sí mismo. Transforma, por ejemplo, la entidad para que tenga cantidad de movimiento, al precio de sacrificar su posición, su precisa ubicación en el seno de un universo ordenado, es decir, referido a un sistema de coordenadas. Si conocer implica transformar lo que vamos a conocemos, entonces: ¿qué es lo real y qué es lo aparente? Además, una de las consecuencias más sorprendentes de la mecánica cuántica es la consideración de que la realidad se encuentra indeterminada, es decir, que se da una superposición cuántica, la realidad se halla en todos los estado posibles a la vez, hasta que nuestra observación la obliga a determinarse y adoptar uno u otro de estos estados ¿Qué consecuencias tiene todo esto para la relación entre realidad y apariencia?

 ACTIVIDAD:

1. Analiza quién existe y en qué consiste lo que existe en: los pitagóricos, Heráclito, Parménides, Platón, Aristóteles… y así en todos los autores que hemos visto.

  1. EL PROBLEMA DE LA REALIDAD HUMANA
  1. LA NATURALEZA HUMANA A LO LARGO DE LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO: PLATÓN, DESCARTES, LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA.

Ningún filósofo ha negado la existencia de la realidad; ¿pero qué es esa supuesta realidad? No hay acuerdo en la respuesta sobre la naturaleza de la realidad. (1) Para algunos la realidad es materia, solo materia. Otros (2) están convencidos de que la realidad es espiritual, de manera que lo material que percibimos es una de las apariencias que toman las ideas espirituales. (3) Otra manera de entender el problema consiste en afirmar que la realidad es única, pero que se nos aparece de dos formas diferentes, como materia o como espíritu. (4)  Otro grupo de pensadores han postulado dos clases diferentes de realidades, la materia y el espíritu.

Existen dos tendencias: el monismo, y el dualismo:

  1. El monismo: considera que solo es necesario postular una única realidad. Puede ser material o espiritual, o bien, una realidad que aparece, a veces, como materia y otras como espíritu.
      1. El dualismo: según esta postura, la realidad se compone de la fusión de dos sustancias diferentes: materia y espíritu.

Conviviendo con las dos anteriores posiciones interpretativas hay dos perspectivas filosóficas:

  • Espiritualismo: Sostienen que además de la realidad material de la que tenemos experiencia, existe una realidad espiritual que le da sentido: la mente, el alma, Dios…
  • Materialismo: Niegan la existencia de realidades de tipo espiritual, reducen todo a realidad material o sensorial.

Ambos planteamientos generan problemas difíciles, si no imposibles de resolver.

¿Y LA NATURALEZA HUMANA? ¿Cómo situamos el problema del ser humano? Sabemos que el cerebro es indispensable para explicar la realidad psicológica del ser humano (la sensación, la percepción, la memoria, la atención, la imaginación, el concepto, la razón, la emoción, el sentimiento). Pero; ¿cuál es el origen de la actividad psicológica?; ¿la actividad del cerebro?; ¿o más bien el cerebro es un instrumento, un vehículo del que se sirve eso que llamamos “mente”? ¿Qué queremos decir cuando usamos las palabras “cuerpo” y “alma”?; ¿Acaso nos referimos a dos realidades diferentes?; ¿acaso nos referimos dos realidades que conviven dentro de la naturaleza humana?; ¿o son dos maneras de referirnos a algo incomprensible, dos maneras de nombrar algo absolutamente desconocido y misterioso, y por lo tanto dos maneras metafóricas de referirnos a algo insondable?

El conocimiento científico describe el mundo físico como algo carente de propósitos e intenciones, en donde el orden de los acontecimientos parece estar determinado o fijado de antemano. Si nos fijamos en el mundo de la mente, entonces aparecen fenómenos como la conciencia, la voluntad, la planificación y el deseo. ¿Son dos mundos separados? ¿O es un solo mundo que se muestra de modos diferentes? Un deseo puede alterar acontecimientos del mundo físico, y el mundo físico afecta al mundo mental. ¿Cuál es la naturaleza de la mente y el cuerpo? ¿Cuál es su relación o conexión?

Vamos a reflexionar, siguiendo las propuestas de algunos filósofos en la historia. Vamos a comenzar con el esquema tradicional: dualismo—monismos.

  1. EL DUALISMO

Afirma que el ser humano está compuesto de un cuerpo (realidad material) y de un alma, espíritu, mente (realidad espiritual). Ahora bien; ¿son estas realidades independientes, o forman parte de una única realidad que es el ser humano?

  1. EL DUALISMO PLATÓNICO

Siguiendo la tradición pitagórica, Platón (IV a. C) afirma que el alma es eterna, que existió antes del cuerpo, y que perdurará, una vez el cuerpo desaparezca. El alma es inmortal e inmaterial, es el principio vital que mantiene al cuerpo vivo y en movimiento, pero su función más propia es el conocimiento. Su lugar natural es el mundo de las ideas, que es eterno y perfecto. Por alguna razón, el alma dejó el mundo de las ideas y se vio atrapada en un cuerpo, que es como una cárcel. (Ver mito del carro alado).  El cuerpo es material y mortal, es una prisión para el alma, que se ve sometida a necesidades y deseos materiales. La vida consiste en vivir en un mundo se sombras, de apariencias, en donde el conocimiento es recordar las ideas del mundo de las ideas. El hombre debe liberarse de las cadenas de lo aparente y por medio del recuerdo ir ascendiendo hasta el verdadero conocimiento. (Recordar Mito de la caverna). Conocer es recordar, es “parir”, “dar a luz” algo que ya estaba dentro de nosotros pero que habíamos olvidado. No se busca lo que ya se conoce, puesto que sería inútil, ni lo que se desconoce, porque no sabríamos qué estamos buscando ni cómo reconocerlo cuando lo hayamos encontrado. Buscamos lo que ya conocíamos, pero hemos olvidado, CONOCER ES RECORDAR. El ser humano tiende, por esto, hacia las ideas del bien, la justicia y la belleza, es decir tiende hacia la verdad. Si consigue, en este tiempo de prueba, alcanzar, reconocer, la verdad, entonces vivirá eternamente en el mundo de las ideas, si por el contrario no ha sido capaz de ascender, y se ha visto esclavizado por las pasiones y necesidades materiales, seguirá en la rueda de reencarnaciones. Es la teoría de la reencarnación, de clara ascendencia pitagórica, que plantea una relación accidental entre el cuerpo y el alma. Mientras permanece unida al cuerpo, la tarea fundamental del alma es purificarse, prepararse para la contemplación de las Ideas.

  1. HILEMORFISMO

 Aristóteles, discípulo de Platón, sostuvo que el alma y el cuerpo son dos principios complementarios, que no puede haber alma sin cuerpo, ni cuerpo sin alma. El cuerpo es la materia, y el alma es la forma, es lo que “informa” al cuerpo qué es lo que tiene que hacer, hacia dónde tiene que ir. El ser humano es una única realidad o sustancia. Es un dualismo especial, pues distingue dos principios sustanciales, pero que solo se pueden separar en nuestra imaginación, mientras que en la realidad van siempre unidos. El alma, según esta concepción, es mortal pues es el principio de la vida, y cuando ya no hay vida, tampoco existe el principio de la misma. No puede haber forma sin materia, ni materia sin forma.

                                        2.1.1.3 EL DUALISMO CRISTIANO

En la época medieval se introduce la creencia en un Dios personal que resucita y nos salva del pecado. De este modo se rompe el enfoque naturalista del pensamiento griego, y se instaura un pensamiento teocentrista. El ser humano es un ser creado por Dios, se introducen conceptos ajenos al mundo griego, como son los de pecado y culpa, gracia y salvación. La dignidad humana es siempre, aquí, una dignidad subsidiaria, y la libertad del ser humano consistía básicamente en una justificación de la extraordinaria responsabilidad de que era portador el ser humano, podías ganar el cielo o condenarte en virtud de tu libertad. El cuerpo, deja de convertirse en la cárcel del alma, y pasa a considerarse como el templo del alma.

Agustín de Hipona, que sigue la influencia de Platón, identifica dos dimensiones del ser humano, la exterior y la interior. Después de haberse despojado de todas las máscaras, el verdadero hombre es el interior, en su interior, se encuentra el reflejo de la divinidad, Dios está dentro de nosotros, por eso, la vía del conocimiento es la interioridad. Somos dignos, porque dentro de nosotros se encuentra el reflejo de Dios.

Para Tomás de Aquino, cuya filosofía es una síntesis entre el aristotelismo y el dogma cristiano, el alma es inmortal e incorruptible, y la finalidad del ser humano es, ya no la vida contemplativa  o dedicada al conocimiento racional y la ciencia, como en Aristóteles, sino  el conocimiento y amor a Dios.

    2.1.1.4 DUALISMO CARTESIANO

Ya dentro del periodo de la filosofía moderna, Descartes (1596-1650) observó que el mundo natural se caracteriza por el determinismo. Todo efecto tiene una causa, la naturaleza es un inmenso mecanismo que puede ser conocido y de este modo predecir lo que ocurrirá en el futuro. En este mundo no hay lugar para la libertad, todo esta absolutamente determinado .Es la materia, la res extensa. Pero, ¿y el ser humano? Descartes consideró que el ser humano tiene una realidad que escapa a este determinismo, es un yo que piensa, que tiene conciencia, más aún, autoconciencia, siendo su realidad espiritual, y por tanto escapa a este determinismo que preside el resto de la realidad. Es la res cogitans, el espíritu, algo que solo tienen los seres humanos. El ser humano se compone de dos sustancias, y como tales, distintas e independientes: cuerpo, sustancia extensa y alma, sustancia pensante.

         2.1.1.5 DUALISMO INTERACCIONISTA

Tesis defendida por el neurofisiólogo John C Eccles en el siglo XX. Sostiene que:

  • Mente y cerebro son dos realidades distintas.
  • Hay hechos que solo se pueden explicar suponiendo que existe una mente autoconsciente (por ejemplo el carácter unitario de las experiencias, la voluntariedad de la acción humana, etc.)
  • La interacción entre lo físico y lo mental ocurre en la corteza cerebral, entre las agrupaciones de las dendritas. Para explicar esto expone una complicada teoría bioquímica, bioeléctrica y mecánico-cuántica.  Propone la hipótesis de que además de la materia, del cerebro, existe otra realidad denominada “sí mismo”, “alma” o “ego”, que es responsable del carácter único del ser humano.
  1. EL MONISMO

El monismo defiende que solo existe una única realidad. Hay monistas materialistas (Demócrito y Epicuro en la Antigüedad, Hobbes en la Edad Moderna, o Skinner y Feyerabend en la época actual). Hay monistas idealistas (Berkeley en el siglo XVII).

  • El monismo materialista fisicalista sostiene que las actividades mentales son meros procesos fisicoquímicos o neurofisiológicos. Otra forma de monismo es el materialismo cibernético, según el cual el cerebro no es sino un complejo ordenador, así Alain Turing afirma que el ser humano es un “autómata autoconsciente”. (Ver el test de Turing). ( Ver película BLADE RUNNER).
  • El monismo emergentista considera que lo mental no se reduce a lo físico, pero sí que emerge evolutivamente de lo físico. Solo existe una sustancia, la materia, con muchas y diferentes propiedades fruto de la evolución. La materia es algo dinámico que llega a articularse en diferentes niveles: el fisicoquímico, el biológico y el mental.
  1.  NUEVA ACTITUD       METAFÍSICA: LA NATURALEZA HUMANA: EL SER HUMANO ANTE LA MUERTE Y EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA.

¿QUÉ HAGO AQUÍ? ¿QUÉ SENTIDO TIENE MI VIDA? ¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE ALGO SI CON LA MUERTE TODO SE ACABA? ¿ES NECESARIO ENCONTRAR ALGUNA RAZÓN QUE JUSTIFIQUE NUESTRO SUFRIMIENTO? ¿ES NECESARIA UNA FINALIDAD PARA DOTAR DE SENTIDO UNA VIDA? ¿QUÉ VALOR PUEDE HABER EN EL PROGRESO HUMANO, EN LAS ACCIONES BUENAS, EN EL AMOR, EN LA AMISTAD…EN TODO LO QUE BUSCAMOS Y ANHELAMOS?

  1. EL SER  HUMANO ANTE LA MUERTE

La evidencia de la muerte no solo le deja a uno pensativo, sino que le vuelve pensador” Fernando Savater

La muerte es un misterio. No podemos experimentarla, cuando ocurre, ya nada hay, ya no sentimos, no padecemos, no somos, no podemos saber absolutamente nada de ella; solo una cosa, que alguna vez nos llegará. Si no podemos experimentarla como propia, tal vez si podamos experimentarla como ajena. Pero eso tampoco es posible. La muerte es intransferible, a lo más que podemos aspirar es a ser espectadores de la muerte ajena. Pero el valor, el auténtico valor de la muerte solo lo alcanzaremos cuando ya no nos demos cuenta de él, cuando ya no somos.

El hombre no se ha resignado nunca a la certeza de una muerte. Ha pensado, ideado muertes parciales, aparentes, ha supuesto que existe una vida más allá, una trascendencia que nos permite seguir siendo. PLATÓN entendía que el alma humana había estado en contacto con el Mundo de la Ideas, y que volvería a él, una vez vivido en el corruptible e imperfecto mundo corporal (recordar Mito de la Caverna). Antes que él, PITÁGORAS se trajo las creencias órficas basadas en la reencarnación, del valle del Indo. ARISTÓTELES, discípulo de PLATÓN, consideraba al alma como principio de vida, de modo que cuando un ser humano muere, su principio de vida deja de funcionar, y la muerte es definitiva. Aún así, sus intérpretes posteriores dudan sobre si no había dejado un resquicio a la inmortalidad, pues, según algunos de estos intérpretes (Tomás de Aquino) habría una parte de cada alma que sería común al alma de todos los individuos humanos, de modo que permanecería inmortal. Todo el cristianismo interpretó a la existencia humana como una depuración material, para vivir la plenitud en el más allá. Desde esta perspectiva el sentido de la vida es claro, y las preguntas del inicio se pueden responder con la esperanza que supone un vida y una recompensa plena en el más allá. La existencia de un Dios justo y castigador, benefactor y juez, posibilita vivir una vida de acuerdo con una determinada finalidad. KANT (XVIII) en plena Ilustración considera que la inmortalidad es un postulado de la razón, es decir, algo que es imposible de probar pero que hay que admitir si queremos aspirar a la auténtica felicidad.

SPINOZA (XVII) ha sido considerado, por algunos, como un pensador panteísta porque admitía que todos formamos parte de un todo, y que ese todo siempre perdura. Dios es al sustancia infinita, la única sustancia, de modo que todos los demás no somos sino modos de la misma. De alguna manera, solo desaparece, se transforma un modo de la totalidad, de la sustancia inmortal que es Dios.

NIETZSCHE (1844-1900) consideraba que dotar de sentido una vida más allá era a consta de vaciar el sentido de esta vida, significaba vaciar el instante, el presente vivido. Este es el nihilismo que critica Nietzsche: cuando lo auténticamente valioso está en otro lugar—una trascendencia—entonces esta vida se convierte en una nada que hay que superar cuanto antes a través de la resignación y la pasividad. Si la finalidad está en otra vida, en una trascendencia, ¿qué sentido tiene esta vida?, ¿acaso la vida no es un fin en sí misma?, ¿o es un medio? Viviremos esperando siempre, una eterna espera, una renuncia permanente.

HEIDEGGER (1889-1976) nos dice que asumiendo nuestra propia muerte se nos abre la posibilidad de que nuestra vida aparezca como algo único e irrepetible; al mismo tiempo nos convertimos en individuos libres, tanto en nuestros actos como en nuestro pensamiento. La idea de la muerte nos abre las puertas de la consciencia de que somos seres responsables de nuestras propias vidas y de nuestras acciones. El tiempo de que disponemos es escaso, no hay que malgastarlo.

EL CONCEPTO DE ENTROPÍA, la segunda ley de la termodinámica,afirma que todo tiende al desorden, que el orden—y algo vivo es algo ordenado—tiende a desorganizarse, y algo de eso hay en la muerte. Desde esta perspectiva, la muerte es algo inevitable, pero más que una desaparición, significaría una desorganización. ¿No decía algo parecido Spinoza?…

  1. EL SENTIDO DE LA VIDA

HEIDEGGER afirma que el ser humano se encuentra lanzado, arrojado a la existencia. Esto nos obliga a tomar decisiones sobre el mundo, y a veces naufragamos, nos equivocamos; pero este es el precio de la libertad. Tenemos que andar por nuestra cuenta, y a veces nos queda un poso de amargura. Aceptamos la vida como algo único e irrepetible, y eso supone vivirla con autenticidad, pero también supone una gran responsabilidad, nuestro tiempo es escaso, no podemos malgastarlo. Con el reconocimiento de que somos finitos y temporales y que estamos condenados al olvido, una sensación de desamparo nos inunda. Para Heidegger, vivir esto supone vivir de modo auténtico. Por el contrario, refugiarse en consolaciones variadas, no ser conscientes del valor absoluto que tiene cada vida, cada instante, supone vivir una vida inauténtica, basada en el entretenimiento y el engaño.

Los filósofos existencialistas se sirvieron del término angustia para describir el desamparo en el que el ser humano se encuentra en el mundo.

CIORAN (XX)afirma, quizá cínicamente, la superioridad del mineral o de la planta, por su incapacidad de sufrir la angustia que posee al ser humano. Esta situación emocional de la angustia es la que ha servido como motor a la creación artística al hombre, es como si la certeza de la muerte le empujara a vivir con más radicalidad.

CAMUS (XX) por medio del mito de Sísifo se cuestiona si la vida merece ser vivida.  Sísifo es condenado por los dioses, al haber traicionado su confianza. La condena consiste en que debe subir ETERNAMENTE una enorme piedra por una agreste montaña, de modo que cuando llegue a la cima, la piedra rodará de nuevo a la falda de la montaña y deberá volver a empezar, así por los tiempos de los tiempos. Con este mito Camus reflexiona sobre el absurdo de una vida condenada a la repetición de un acto sin otra finalidad que el acto mismo. Para los griegos, una vida mecánica, repetitiva, absurda, era el peor castigo para un ser humano. Camus, parece que entreve una razón para vivir, si, aunque absurdo, al llegar a la cima, Sísifo contemplara, aún ciego, la inmensidad del mundo, y el titánico esfuerzo de su absurda aventura. Este esfuerzo, esta superación inútil, ese aceptar el absurdo se convierte en el único motivo para seguir viviendo.  “No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.”

SARTRE (XX) realiza una distinción fundamental: antes que ser existimos: “uno no nace mujer”; no se es “ser es en sí” sino “ser para sí”. Quizá quiere decirnos que no somos algo hecho, sino que nuestra subjetividad está lanzada en un tiempo y en un espacio, en una relacionarse con el otro; somos en función de ser para algo. Es en este sentido en el que afirma que la existencia precede a la esencia, parafraseando a Descartes: existo luego pienso. Por ello estamos condenados a decidir constantemente, a elegir. Estamos condenados a la libertad, no podemos elegir no elegir, o dicho de un modo más paradójico: no somos libres de no ser libre. Debemos elegir por nosotros mismos quienes deseamos ser. Y esto lo hacemos en un tiempo y espacio limitado, y además rodeados de los otros (“el infierno son los otros”, nos recuerda Sartre).

  1. EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD

¿Es el ser humano libre?

Según las teorías deterministas, no es posible salirse del mecanismo que envuelve nuestra vida. Todo tiene una causa previsible, y por ello, la improvisación no es posible, lo mismo que un reloj no puede improvisar. Por eso, Descartes tuvo que reinventar el dualismo, alma-cuerpo, esta vez más radical que el de Platón, para salvar la libertad humana. ¿Pero es esta una propuesta satisfactoria?

Según el indeterminismo, tal como propone últimamente la teoría cuántica, todo está gobernado por el azar y la indeterminación. ¿En un mundo así, podemos hablar de libertad humana?

Ya hemos visto cómo, Jean-Paul Sartre (1905-1980) indicaba que el ser humano está condenado a ser libre, puesto que no es libre de dejar de ser libre y no tienen más remedio que ser libre. Incluso cuando decide actuar obedeciendo ciegamente las decisiones de otros o cuando se anula como individuo y pasa a formara parte de la masa anónima, ha optado por esa vía, ha escogido no escoger por sí mismo.

Si no admitimos la libertad, el poder elegir, entonces no podemos hacernos responsables de nuestros actos. La responsabilidad se basa en suponer que somos libres. Y cuando hablamos de responsabilidad, hablamos de moralidad, de ética y de justicia.

Solemos afirmar que nos diferenciamos del resto de los seres vivos en que podemos elegir, en que nuestros actos no son previsibles, no están programados. Cuando actuamos no tenemos una única opción, aunque tengamos una determinación biológica y recibamos un condicionamiento cultural a través del lenguaje y de los valores aprendidos, ninguno de estos aspectos nos obliga a elegir en un sentido u otro ante una situación.

El aspecto que nos caracteriza es la libertad. Pero esto no quiere decir que podamos elegir todo: no se elige la época en que se nace, ni la familia, ni la dotación genética, ni las circunstancias que nos rodean, y con las que tendremos que vernos. Hay unas condiciones establecidas, un escenario en el cual el ser humano elige. Ortega y Gasset decía que “Yo soy yo y mis circunstancias”, y también decía que el ser humano no tiene naturaleza sino historia, para hacer referencia, quizá, a la importancia de los elementos culturales y circunstanciales en el ser humano, incluso algo más importante que el aspecto puramente biológico. Por eso distinguimos entre libertad interna o psíquica y libertad externa o libertad de acción.  A menudo determinadas circunstancias que no dependen de nosotros pueden impedir que realicemos una acción deseada (regímenes dictatoriales, pobreza, etc). En estas situaciones no disponemos de libertad externa, pero si de libertad interna, pues podemos luchar o resignarnos o buscar una solución de compromiso ante la realidad y nuestros deseos. La privación de la libertad externa no implica la privación de la libertad psíquica o moral.

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