05 Ago
El Modelo Político de los Austrias: La Unión de Reinos
Las posesiones de la monarquía de Habsburgo, heredadas mayoritariamente por vía dinástica, nunca constituyeron un Estado unitario. Siguiendo el modelo de los Reyes Católicos, se basaba en la unión de reinos y territorios cuyo vínculo político era el rey.
A partir de Felipe II, los Austrias establecieron su corte en España, gobernando con colaboradores y recursos castellanos, cuya influencia fue en aumento. El rey fue consolidando su autoridad frente a las cortes, apoyándose en secretarios y consejos, entre los que destacaban los Consejos de Estado.
En cada reino existía un virrey, chancillerías, audiencias, consejos municipales y corregidores, que se mantuvieron a lo largo del tiempo. La tendencia al centralismo se vio frenada por estas instituciones.
Para mantener esta estructura, se requería una política exterior sólida, con una diplomacia eficaz, funcionarios competentes y un ejército poderoso.
Economía y Sociedad en la España del Siglo XVI
Economía
La demanda americana de mercancías impulsó una fase inicial de prosperidad agrícola, beneficiando también a industrias como la textil, la del cuero, la metalurgia, la fabricación de armas y la construcción naval.
El comercio, impulsado por la explotación del Nuevo Mundo, se convirtió en el sector más desarrollado. Se concentraba en ciudades castellanas y puertos atlánticos, especialmente en Sevilla, donde se recibían y registraban las mercancías en la Casa de Contratación. El auge del Imperio Otomano frenó el desarrollo comercial de Aragón.
La abundancia de plata y oro provenientes de América provocó una disminución de su valor, desencadenando una revolución de los precios. El aumento salarial resultante redujo la competitividad de la manufactura castellana frente a la europea.
La Corona, que utilizaba estos recursos para financiar sus crecientes dominios, retenía gran parte de los beneficios del comercio con América.
Sociedad
El auge económico del siglo XVI vino acompañado de un crecimiento demográfico del 25%. Este crecimiento fue más notable en Sevilla, mientras que en Castilla se mantuvo moderado.
La estructura social, basada en estamentos, cobraba especial importancia el concepto de»cristiano viej», demostrando la importancia de la limpieza de sangre.
- La nobleza: Constituía el 5% de la población. Destacaban los grandes títulos nobiliarios, pero también existían hidalgos de menor rango, muchos de los cuales participaron en la conquista de América.
- El clero: Representaba entre el 5% y el 10% de la población. Se dividía en alto clero y bajo clero.
- El estado llano: Abarcaba al resto de la población, incluyendo a la burguesía, los artesanos y el campesinado. La situación de este último grupo empeoró debido a la venta de tierras de»realeng» por parte de los reyes para obtener fondos.
Existían además grupos diferenciados, como los moriscos y los judíos, que sufrían la persecución de las autoridades y la Inquisición.
La Práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III
Carlos III ascendió al trono español tras haber reinado en Nápoles. Su reinado se considera un modelo de despotismo ilustrado, un sistema de gobierno absoluto que implementa reformas en beneficio del país, basándose en las ideas de la Ilustración.
Su reinado se recuerda por impulsar mejoras en diversos ámbitos, especialmente en Madrid, la capital. Su programa de reformas abarcó desde la creación de instituciones académicas, como museos y observatorios, hasta mejoras en la vida cotidiana, como la iluminación y la vestimenta. Estas reformas generaron algunos conflictos, como el Motín de Esquilache en 1766.
Se declararon»honesta» todas las profesiones, se modernizaron las finanzas con la creación del Banco de San Carlos y la lotería, y se impulsaron las Sociedades Económicas de Amigos del País, que elaboraban estudios e informes para el desarrollo económico.
Se fundaron industrias y se colonizaron nuevas tierras, como Sierra Morena. Sin embargo, la demanda industrial en España seguía siendo escasa.
La Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrecht
Luis XIV de Francia aprovechó la decadencia de la monarquía española para obtener beneficios territoriales. La falta de descendencia de Carlos II de España originó varios tratados secretos para repartir sus dominios. En su testamento, Carlos II legó todos sus estados a Felipe de Anjou, nieto del rey francés.
Las potencias europeas opuestas a la dinastía francesa formaron la Gran Alianza de La Haya (Austria, Gran Bretaña, Holanda, Portugal y otros) para apoyar al candidato austriaco, el archiduque Carlos de Habsburgo.
Así comenzó la Guerra de Sucesión Española. Las tropas borbónicas obtuvieron importantes victorias, como la batalla de Almansa, que les permitió tomar Barcelona. España se dividió en su apoyo a los pretendientes al trono: Castilla apoyó a Felipe V, mientras que Aragón se inclinó por el archiduque Carlos. Las colonias americanas y el control del comercio con América también estaban en juego.
Finalmente, cuando el archiduque Carlos heredó el trono austriaco, sus aliados, temiendo un excesivo poderío austriaco, aceptaron a Felipe V como rey de España.
El Tratado de Utrecht-Rastadt (1713-1714) reconoció a Felipe V como rey de España, pero los dominios europeos de los Habsburgo españoles pasaron a Austria. España perdió Gibraltar y Menorca a manos de Gran Bretaña, que también obtuvo derechos comerciales en América. Francia obtuvo territorios en América del Norte.
Cambio Dinástico: Los Primeros Borbones
Felipe V, el nuevo monarca, nieto del rey francés Luis XIV, nacido y educado en Francia, perteneciente a la dinastía Borbón, inició la implantación de un absolutismo monárquico de influencia francesa en España.
El comportamiento, las costumbres y las normas (como la Ley Sálica) quedaron marcados por la influencia francesa. Los sucesores de Felipe V fueron sus tres hijos: Luis I (1724), que falleció prematuramente, Felipe V nuevamente (1724-1746), Fernando VI (1746-1759) y Carlos III (1759-1788), quien ya había reinado en Nápoles.
Todos ellos buscaron reducir las limitaciones al poder de la corona, implementando un modelo uniformizador y centralista. Sin embargo, las reformas propuestas se vieron dificultadas por el retraso y la decadencia internacional de España, así como por la excesiva dependencia de Francia.
Sería con Carlos III cuando se lograrían mejoras significativas en algunos aspectos de la vida española.
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