18 Ago
2.- La mundialización de la guerra contra el terrorismo: A partir del 11 de septiembre, la opinión pública ha asistido a la trepidante mundialización de la amenaza terrorista y de sus consecuencias, tanto como a una extensión sin precedentes de las alianzas, las estrategias, los métodos y los medios para combatirla. La mundialización del conflicto iniciado el 11-S se debe a las siguientes cuatro causas:
1. Relación con la globalización
La primera, que el terrorismo internacional es un fenómeno inseparable de la globalización; es, a un tiempo, el lado siniestro de la globalización, un esfuerzo desesperado por enfrentarla y un virus que intoxica los cauces por los que transcurre.
2. Declaración de guerra
La segunda, el 11-S representó, antes que ninguna otra cosa, la declaración de guerra a los Estados Unidos por parte de un fundamentalismo islamista radical con la capacidad de crear una estructura terrorista presente en más de un tercio de los países del planeta, y que había establecido una relación simbiótica con algunos de ellos, como Afganistán.
3. Diálogo entre potencias
La tercera causa, e insólita en las relaciones internacionales contemporáneas, el 11-S abrió el surco para un diálogo fructífero entre las mayores potencias de la tierra, todas ellas amenazadas internamente por grupos armados de diversa índole y, en el caso de Rusia, por unos agresivos combatientes chechenos cuyos lazos con el radicalismo islámico son incuestionables. En los albores de los atentados contra los Estados Unidos, Rusia jugó bien sus cartas: apoyó la ofensiva contra Afganistán y, a cambio, avanzó sus propios intereses en la crisis chechenia, recibió fondos cuantiosos para proteger sus arsenales nucleares y al personal que los fabricó, a la vez que establecía lazos privilegiados con Occidente en el seno de la OTAN y del G-7 convertido en G-8.
4. Interpretación de la guerra
Cuarta, y especialmente determinante, la declaración de guerra del islamismo radical a los Estados Unidos parece haber sido interpretada por el país líder de la globalización, Nación indispensable de intereses planetarios (M. Albright), como casus belli frente a todo lo que le incomoda o disgusta en el panorama estratégico mundial, con ello atacando cada vez más violentamente las reglas del derecho, los procedimientos democráticos y el respeto de los grandes principios humanitarios.
5.- Los tres parámetros identificativos de la mundialización de la guerra. La mundialización del conflicto terrorista se ha dejado retratar a través de tres variables:
- A) Expansión geográfica de los ataques terroristas: Los terroristas han atentado en los cinco continentes. En el año 1993, un grupo de terroristas islámicos intentaba dinamitar el World Trade Center desde sus cimientos. En el año 1996, un grupo ligado a Al Qaeda volaba un edificio en Dharham, Arabia Saudita. El 7 de agosto de 1998, las embajadas norteamericanas de Kenia y Tanzania eran reducidas a escombros. Dos años más tarde, una lancha cargada de explosivos se empotraba contra el destructor norteamericano US Cole, atracado en un puerto de Yemen. En septiembre de 2001, los terroristas materializaban sus amenazas contra el territorio norteamericano. En el año 2002, hubo atentados en Karachi (Pakistán), la Isla de Yerba (Túnez) y Bali (Indonesia). El mes de mayo del año 2003 fue de los más sangrientos: dos coches bomba estallaron en un distrito residencial de Riad y cinco atentados simultáneos en Marruecos contra intereses españoles dejaban un reguero de 40 muertos. El terrorismo islámico también actuó de forma crónica en Rusia, en Turquía, en Filipinas, en Irak, en Afganistán, en India, en Marruecos, en Argelia, en Israel, en Sudán y, por último, dejó una terrible mancha en Europa con un atentado histórico en España.
- B) Incremento de la violencia y sus víctimas: La extensión geográfica de la guerra se ha combinado con un incremento exponencial de la violencia. Un cómputo razonado de las víctimas ocasionadas por la guerra mundial del terrorismo y contra el terrorismo, incluidas por tanto las bajas civiles y militares en Irak y en Afganistán, elevarían el número a unos 25,000 muertos y más de 10,000 heridos en tres años. Solo las víctimas directas de los atentados acaecidos entre 2001 y 2004 sumarían un total de 4,000 víctimas. Esto significa que Al Qaeda, en un solo atentado contra el World Trade Center, ocasionó más víctimas que todo el terrorismo de ETA en 30 años. Las cifras de víctimas y heridos rayan los umbrales de destrucción de una guerra total entre Estados. Las tácticas para combatir el terrorismo se han transformado. Así, ni el terrorismo de Al Qaeda se asemeja a lo que llamábamos terrorismo antes del 11-S, ni el contraterrorismo estatal se parece al contraterrorismo de antes del 11-S.
El terrorismo como forma de guerra:
A) Características definitorias del terrorismo clásico
El terrorismo no había sido considerado hasta ahora como una traslación de la guerra, ya que en términos estrictos, la guerra se hace entre bandos identificados. Además, históricamente, los grupos terroristas han perseguido con sus asesinatos cuatro objetivos muy concretos y limitados:
- Mediante el asesinato de los representantes del Estado, intimidar a las élites políticas y castigar a los responsables directos de la ejecución de esas políticas.
- Crear una atmósfera de ingobernabilidad, de caos, inseguridad y miedo, sosteniéndola a medio y largo plazo mediante nuevos asesinatos puntuales y limitados, que evidencien el fracaso de las acciones contra-terroristas emprendidas por el Estado.
- Cuando los atacados son víctimas civiles, el fin es que la población revierta la angustia reprimida en presión sobre su Gobierno. La acción contra civiles es, casi siempre, una trampa para el Estado, ya que cuando sus legisladores y sistema policial adoptan medidas de represalia contra un enemigo invisible, el grupo terrorista normalmente encuentra las pruebas que necesita para demostrar que el Estado es represivo y cruel.
De las estrategias y objetivos descritos se deriva que en el terrorismo convencional los asesinatos son selectivos, preferiblemente contra las élites; se busca la publicidad más que la espectacularidad o el simbolismo y encierran un juego táctico en el que la victoria no se consigue por KO del Estado, sino mediante la erosión de su autoridad y, especialmente, maximizando sus errores en la lucha antiterrorista y deteriorando su imagen internacional. En esta tónica, y como certeramente señala el Informe del Grupo Asesor sobre las Naciones Unidas y el Terrorismo:
B) Las dos tendencias convergentes del terrorismo internacional
No hubo que esperar al 11-S para reconocer en las nuevas formas del terrorismo, calificado vagamente como “internacional”, un salto cualitativo de tácticas, de objetivos, de radio de acción y de nivel de violencia. La respuesta antiterrorista de los Estados a la amenaza del terrorismo internacional, sea coordinada a través de la ONU, sea en organizaciones internacionales y, sobre todo, a través de la acción unilateral de los Estados Unidos en el mundo, ha seguido las mismas variables: salto cualitativo de las tácticas, de los objetivos, de los métodos y del ámbito geográfico de impacto.
Un estudio del terrorismo internacional desde los años 80 hasta hoy demuestra la consolidación de dos tendencias cuyo ciclo expansivo aún no ha concluido: la primera se refiere a un claro incremento de los grupos terroristas motivados por causas religiosas fanatizadas; así, si a inicios de los años 70 no se había censado ningún grupo terrorista cuya principal característica fuese su fervor religioso, y todavía en los 80 estos grupos no representaban más que un escuálido 3% del terrorismo internacional, hoy suponen más de un 40% del terrorismo mundial. La segunda característica que ha venido a singularizar al terrorismo internacional es la exponencial mortandad de sus ataques. Estos ataques han disminuido de forma sostenida en los últimos 20 años, pasando de 600 a mediados de los 80 a menos de 300 a día de hoy; sin embargo, los niveles de violencia empleados se han incrementado notablemente y, en el caso del radicalismo islámico, exponencialmente.
Al conjugar estas dos tendencias del terrorismo internacional actual, podemos extraer tres conclusiones de corte lingüístico-ideológico:
- Que hoy los términos “terrorismo internacional” y “terrorismo islámico” son intercambiables.
- Que son intercambiables por la particularidad de que la característica definitoria del “modus operandi” de estos grupos islámicos es la de provocar un insoportable número de víctimas civiles.
- Que a causa de esos niveles de violencia y del carácter multinacional de la amenaza –algo que solo los grupos islámicos han conseguido articular hasta día de hoy–, el mundo político y académico se ha visto obligado a acuñar para referirse a estas nuevas formas de terrorismo el término de “megaterrorismo”.
Deja un comentario