08 Nov

Introducción

La década de 1970 en España estuvo marcada por la muerte de Francisco Franco en 1975 y la posterior transición a la democracia. Este período histórico trajo consigo la legalización de partidos políticos (1977), la promulgación de la Constitución (1978), el ingreso en la OTAN (1982) y en la Comunidad Europea (1986), así como la descentralización del Estado con la organización territorial en 17 comunidades autónomas. En el ámbito político, tras el declive de la UCD, se estableció una alternancia entre el PSOE y el PP en el gobierno central.

Estos acontecimientos políticos tuvieron una profunda repercusión en la literatura española. Se eliminó la censura, se recuperaron autores exiliados, se produjo una apertura a la literatura extranjera (europea, norteamericana y latinoamericana), se impulsó la creación literaria en lenguas españolas distintas al castellano, se implementaron políticas de subvenciones a autores, se multiplicaron los premios y certámenes literarios, y se expandieron los grupos editoriales. El libro, especialmente la novela, comenzó a ser tratado como un producto de consumo más dentro de la sociedad de masas, dando lugar al fenómeno del best-seller y a la búsqueda de autores conocidos por las editoriales.

La literatura española de las últimas décadas se caracteriza por la variedad temática y estética, la diversidad de tendencias y la proliferación de autores. Esta diversidad puede ser también consecuencia del escaso tiempo transcurrido para una evaluación crítica de la gran cantidad de textos literarios publicados cada año en España (alrededor de 75.000 títulos, con 10.000 novedades).

El Experimentalismo

Influenciados por autores como Luis Martín Santos, la nueva novela latinoamericana (Vargas Llosa, Carlos Fuentes, García Márquez), el nouveau roman francés y autores del siglo XX como Proust, Joyce, Kafka y Faulkner, surge entre finales de los 60 y principios de los 70 una nueva promoción de novelistas que optan por el experimentalismo. Autores como José María Guelbenzu, Ramón Hernández, Germán Sánchez Espeso, Miguel Espinosa, Antonio F. Molina, Raúl Guerra Garrido, José Leyva, Pedro Antonio Urbina y Juan Benet, cultivan una novela minoritaria y culturalista, experimental y hermética, centrada en el lenguaje (léxico rebuscado, rupturas sintácticas, lenguaje coloquial y vulgar).

Estos autores rechazan la novela de argumento, priorizando la forma sobre la historia. El relato no es lineal, sino fragmentado, con reiterados contrapuntos y personajes sin atributos definidos. Utilizan técnicas como el flujo de conciencia, la narración en segunda persona, la tipografía expresiva, páginas en blanco, ausencia de signos de puntuación, collage, perspectivismo, behaviorismo y tratamientos espacio-temporales diversos (reducción del tiempo, rupturas temporales, espacios comprimidos). Se habla de antinovela y metaliteratura.

Algunos títulos representativos son: El buey en el matadero (1967), Un caracol en la cocina (1970), El león recién salido de la peluquería (1971), ¡Ay! (1972), La primavera de los murciélagos (1974) y Escuela de mandarines (1974). Juan Benet, con Volverás a Región (1967), destaca dentro de esta tendencia, aunque posteriormente adoptó una narrativa más tradicional.

Tendencias de la Novela Actual (Post-Franco)

Tras la muerte de Franco, surge una nueva promoción de novelistas que reaccionan contra la complejidad experimental, retornando a una concepción realista de la novela: el Realismo Renovado. La verdad sobre el caso Savolta (1975), de Eduardo Mendoza, se considera obra clave de esta nueva perspectiva. Se recupera el placer de narrar, con relatos de intriga, aventura y amoríos. La trama y el argumento se convierten en el eje central, volviendo a la concepción clásica de narración lineal y con una única acción (ejemplos: Los delitos insignificantes, Luna de lobos, La ciudad de los prodigios, Bélver Yin). Se retorna al relato cerrado con final explícito (ejemplo: En días como estos).

Se observa un cambio hacia las personas narrativas tradicionales (primera y tercera). La segunda persona persiste en autores como Gonzalo Torrente Ballester (La isla de los jacintos cortados), quienes incorporaron hallazgos del experimentalismo. Las novelas del Realismo Renovado reflejan la confusión del hombre moderno, sus inseguridades y la búsqueda de identidad.

En la actualidad, además del Realismo Renovado, existe una gran libertad y diversidad de tendencias. La novela como objeto de consumo en un mercado editorial diversificado, abarca las siguientes tendencias:

a. Metanovela

El narrador reflexiona sobre aspectos teóricos de la novela, a menudo a través de personajes escritores o relacionados con el mundo literario. Ejemplos: La orilla oscura, Juegos de la edad tardía, El vano ayer, Papel mojado.

b. Novela histórica

De gran popularidad, esta tendencia recupera la tradición de autores como Robert Graves, Marguerite Yourcenar y Gore Vidal, así como nuevas formas como El nombre de la rosa. Se busca la precisión histórica, aunque algunas obras reinterpretan los hechos. Ejemplos: El manuscrito carmesí, Galíndez, El hereje, El capitán Alatriste, Herrumbrosas lanzas, Los girasoles ciegos, Soldados de Salamina, Anatomía de un instante.

c. Novela de intriga y policíaca

Influenciada por la novela negra europea y norteamericana, autores españoles adaptan (Andreu Martín, Juan Madrid) o transgreden estos modelos (Manuel Vázquez Montalbán). Ejemplos: La tabla de Flandes, El invierno en Lisboa, El alquimista impaciente, La sombra del viento, Ronda del Guinardó.

d. Novela neorrealista o de la generación X

Popular entre 1989 y 2001, esta tendencia se centra en la representación de la juventud urbana, sus excesos y la música rock. Ejemplos: Historias del Kronen, Héroes, Amor, curiosidad, sexo, Prozac y dudas.

e. Otras tendencias

  • Novela lírica: Prioriza la calidad técnica y la perfección formal. Ejemplos: La lluvia amarilla, La fuente de la edad, El lápiz del carpintero.
  • Novela autobiográfica: Explora experiencias personales, incluyendo el franquismo y la transición. Ejemplos: Corazón tan blanco, Ardor guerrero, El río de la luna, Los dioses de sí mismos.
  • Novela culturalista: Analiza aspectos de la cultura occidental desde una perspectiva erudita. Ejemplos: Las máscaras del héroe, La tempestad.

En general, desde el punto de vista ideológico, se observa un rechazo a los códigos éticos y morales tradicionales, un marcado individualismo, un tono humorístico o cínico ante los problemas colectivos y una preocupación por las problemáticas existenciales y la realización personal (soledad, relaciones interpersonales, intimidad, amor, erotismo, muerte).

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