T. 2 LA NOVELA A PRINCIPIOS DE SIGLO. PÍO BAROJA Y MIGUEL DE UNAMUNO
CRISIS DE FIN DE SIGLO: GENERACIÓN DEL 98. NARRATIVA
1. TENDENCIAS EN LA NARRATIVA DE PRINCIPIOS DE SIGLO:
Al comienzo del s.XX, hemos visto que en el género poético, los autores siguen diferentes corrientes (estética modernista/rechazo del modernismo y reflexión… etc). De igual forma, en el primer tercio del s.XX., se distinguen varias tendencias dentro de la novela española.
Continuidad del realismo/naturalismo
La primera sería la pervivencia del realismo y naturalismo donde destaca además de autores anteriores como Pardo Bazán o Benito Pérez Galdós, que siguen en activo, destaca Blasco Ibáñez; al que se conoció como «El Zola español». En sus obras, se decanta por la pintura de ambientes sórdidos y temáticas crudas. Destacan Entre naranjos y Cañas y Barro. También se dieron variantes de la novela naturalista con corte erótico, como la propuesta por Felipe Trigo.
Generación del 98
Por otro lado, despuntan las novelas producidas por el grupo de la Generación del 98, destacando las obras de AZORÍN, BAROJA, UNAMUNO y VALLE-INCLÁN. Aquí se reflejan los grandes temas que preocupaban a este grupo, sobre todo los problemas existenciales que atenazan a sus protagonistas, como la lucha por la supervivencia o la fugacidad de la vida.
Los autores del grupo del 98 apuestan por estructuras atípicas alejadas del realismo tradicional. Varias son episodios llenos de anécdotas y digresiones donde aparecen y desaparecen personajes (Baroja) o narraciones planteadas desde supuestos filosóficos (Unamuno) e incluso estampas superpuestas sin desarrollo de la acción (Azorín con obras como La voluntad, Antonio Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo). Los personajes serán antihéroes marcados por su pesimismo enfrentados al absurdo de la existencia. El estilo de estos autores es, como en otros géneros, sobrio y antirretórico. La agilidad narrativa está al servicio de la exposición ideológica, acentuando el subjetivismo.
Novela novecentista. Generación del 14
Ya en una etapa posterior, conocida como periodo de entreguerras, aparecerán los novelistas del Novecentismo, movimiento creado por Eugenio d’Ors y que también se identifica con la Generación del 14. Los rasgos que caracterizan a estos autores son su preocupación por aspectos estéticos, la conciencia de representar la intelectualidad del momento, que rechaza el sentimentalismo y el culto al yo y las reflexiones sobre la política y cultura de la época. Se dedicarán fundamentalmente a una narrativa filosófica, cercana al ensayo.
Se trata de escritores antirrománticos que rehúyen la transmisión de los propios sentimientos. Para ellos, el azar y la espontaneidad han de desaparecer del proceso creador y revalorizan los valores clásicos de serenidad y equilibrio. Su novela es elitista y minoritaria, y en ella se observa un lenguaje complicado y depurado al máximo.
Destaca Gabriel Miró, con novelas líricas como El obispo leproso. Su lenguaje se llena de colores y recursos retóricos. La progresiva enfermedad del obispo se convierte en metáfora de la decadencia española.
También aparecerá más adelante, la novela intelectual cultivada por Pérez de Ayala. Su novela A.M.D.G., cuyo título tiene las siglas de los Jesuitas, es una crítica hacia el poder de esta institución religiosa. Como consecuencia de la influencia de las nuevas corrientes, especialmente del surrealismo, surgirá también la novela vanguardista con Gómez de la Serna, que ya era reconocido por experimentar con las greguerías en la literatura.
2. AUTORES PRINCIPALES DE LA GENERACIÓN DEL 98: Azorín, Valle-Inclán, Baroja y Unamuno.
José Martínez Ruiz, ‘Azorín’, novelista, dramaturgo, ensayista y uno de los teóricos de la Generación del 98. Le interesa más la observación que la acción, por lo que sus novelas se llenan de una sintaxis breve, con muchos adjetivos y lenguaje arcaico. Su técnica ha sido calificada como “impresionista”. Su obra más destacada, la trilogía de tema existencial por las circunstancias externas de una España conservadora. Antonio Azorín, personaje del que tomará su pseudónimo, es el protagonista de La voluntad (1902), Antonio Azorín; y Las confesiones de un pequeño filósofo.
Ramón del Valle-Inclán, dramaturgo y poeta, con unas primeras influencias modernistas, que por trayectoria vital, pertenecería a la generación del 98. Busca un lenguaje preciosista, en un ambiente sentimental y mítico, especialmente en las Sonatas, que escribe como ‘Memorias del Marqués de Bradomín’, son un ejemplo de prosa modernista. Como novela destaca Tirano Banderas (1926), que transcurre en Hispanoamérica, y denuncia el caciquismo y la tiranía.
3. Pío Baroja.
Nació en San Sebastián y estudió medicina en Madrid y Valencia. Ejerció durante poco tiempo y se dedicó desde joven a la literatura. Autor prolífico, ingresó en la RAE con un discurso sobre la formación psicológica del escritor. La Guerra Civil le hizo pasar a Francia. Retornó a España en 1940. De carácter inconformista, independiente, rebelde y escéptico, comenzó defendiendo el regeneracionismo y el anarquismo, pero su posición vital al final de su vida estaba llena de desilusión y pesimismo.
Hasta 1912 vemos una primera etapa llena de creatividad y vitalismo. Aquí destacan Camino de Perfección y la trilogía de «La lucha por la vida». Otras obras destacadas de este periodo son El árbol de la ciencia, Zalacaín el aventurero y Las inquietudes de Shanti Andía. Son las que mejor reflejan el carácter de Baroja y el espíritu del 98. Sus personajes tratan de buscar el sentido de la existencia, ya en conflicto consigo mismos o como hombres de acción que sueñan con la libertad.
Hasta la Guerra Civil decrece su capacidad creadora y comienza a incluir en sus narraciones abundantes divagaciones ideológicas. Destacamos Memorias de un hombre de acción, que cuenta las aventuras de su antepasado Eugenio de Avinareta, conspirador guerrillero.
Después del conflicto Baroja ya no creó nada nuevo. Desaparecen de sus textos la fuerza crítica y los ataques a la sociedad. Destacan sus memorias, tituladas Desde la última vuelta del camino, llenas de sinceridad.
Para Baroja, la novela es un género abierto que está en evolución. La libertad del novelista es absoluta y sus cualidades deben ser el ritmo dinámico, la espontaneidad y la naturalidad. Así, la estructura de sus novelas no es precisa y está llena de episodios dispersos. A sus personajes los caracterizan las ideas del autor sobre el mundo. Son seres inadaptados que carecen de la energía para luchar contra el ambiente social en que viven, por lo que terminan frustrados. Baroja cultivaba una forma de expresión del lenguaje de tono menor, llena de sencillez, claridad y frases breves y que a veces se ha tildado de descuidada. Este efecto era buscado voluntariamente por el autor, más interesado por el contenido de su narrativa que por la forma.
4.Miguel de Unamuno.
Nace en Bilbao en 1864 y vive las Guerras Carlistas. Tras estudiar Filosofía y Letras en Madrid, gana la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, ciudad donde residió la mayor parte de su vida. De 1924 a 1930 fue desterrado a Fuerteventura y más tarde a Francia por oponerse a Primo de Rivera. Su oposición final a Franco le valió ser destituido y confinado en su domicilio, donde murió el 31 de diciembre de 1936.
Los temas más presentes en su prosa son: 1) El problema de España. Al preguntarse por la esencia del país distingue entre historia e intrahistoria. En esta última ve el verdadero carácter del pueblo. 2) Otro problema que le acució fue el religioso. Identifica esta necesidad con el ansia de inmortalidad. A lo largo de su vida lucha su deseo de creer contra la falta de fe, y en sus obras se detecta «hambre de Dios». 3) También destacamos su trato del problema de la identidad: el conflicto entre el ser real, caduco y perecedero y lo que deseamos ser.
Sus novelas, a excepción de Paz en la guerra, que es de corte realista, destacan por características como la desnudez expresiva; no hay apenas descripción ni pintura de costumbres, y él definía su narrativa como «dramas íntimos». Por lo tanto, la importancia del diálogo es capital.
El protagonista suele ser individual y lucha contra la idea de la muerte. Para Unamuno la novela es un método de conocimiento aplicado frente al ansia de no morir. La estructura suele ser abierta y de múltiple interpretación, exigiendo un lector activo e inteligente. Otro rasgo innovador presentes en su prosa es el anticipo del monólogo interior.
- Sus primeras novelas, como Paz en la guerra y Amor y pedagogía mantienen ciertos rasgos del realismo. La segunda narra el fracaso de un padre en la educación de su hijo siguiendo las más modernas teorías pedagógicas.
- Las novedades formales de esta obra hicieron decir a ciertos críticos que aquello no era propiamente una novela. Desafiantemente, Unamuno subtituló su siguiente obra, Niebla, como una «nivola«. En ella se narran los problemas existenciales de Augusto Pérez quien, abrumado por sus fracasos amorosos, quiere suicidarse y, al comunicárselo al propio Unamuno, que aparece como un personaje más, descubre su realidad de ente ficticio y suplica a su creador que no lo mate.
- Abel Sánchez relata la historia de un hombre que lucha contra su tendencia al odio y la envidia. La tía Tula tiene como tema central el deseo maternal de una mujer virgen.
- Una de sus obras cumbre es San Manuel Bueno, mártir. Se centra en la vida de un cura rural que ha perdido la fe pero que conserva las apariencias por preservar la de su pueblo. En esta «nivola» se observan las principales obsesiones de la narrativa unamunesca a la par que sus agudas innovaciones formales.
Etiquetas: Generacion del 98, Miguel de Unamuno, naturalismo, Novecentismo, novela española, Pio baroja, Realismo
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