17 Jun
LA POESÍA ESPAÑOLA POSTERIOR A 1936: TENDENCIAS, RASGOS PRINCIPALES, AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS
LA POESÍA DURANTE LA GUERRA CIVIL (MIGUEL HERNÁNDEZ). LA POESÍA EN LOS AÑOS CUARENTA: POESÍA ARRAIGADA (LUIS ROSALES) Y DESARRAIGADA (DÁMASO ALONSO)
La Guerra Civil dividió la sociedad en dos bandos y ello se refleja en la poesía, esta sirve como arma de propaganda y de combate. En cantidad y en calidad la producción fue mayor en el bando republicano pues en este se encontraban gran parte de poetas consagrados. En su conjunto la poesía de guerra fue circunstancial, testimonio histórico que tuvo en periódicos y revistas su principal medio de difusión.
Bando republicano
En 1937 se publica el libro Poetas en la España leal donde aparecen composiciones de Antonio Machado, Alberti, Altolaguirre, Cernuda, Prados, León Felipe, M. Hernández,…
Nos detendremos en Miguel Hernández íntimamente vinculado a la Generación del 27. Supo aunar como Lorca las raíces populares y las técnicas cultas, su estilo apasionado parece brotar directamente del corazón. En 1933 escribe Perito en lunas, 42 octavas reales con audaces y barrocas metáforas. En 1936 publica su obra maestra El rayo que no cesa, el centro del libro es el amor vivido con un vitalismo trágico: las ansias vitales chocan con las convenciones. Durante la Guerra civil pone la poesía al servicio de la lucha, por ello adopta un lenguaje más sencillo y mayoritario. En 1937 aparece Viento del pueblo y en la misma línea social estará El hombre acecha (1939) pero con acentos más dolorosos.
En la cárcel compone buena parte del Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941) donde aparecen las consecuencias de la Guerra Civil.
Bando nacional
En 1939 aparecen tres antologías (Antología poética del alzamiento, Lira bélica y Cancionero de la guerra) que recogen poemas de Manuel Machado, José Mª Pemán, Ridruejo, Gerardo Diego, Eduardo Marquina,…
LA POESÍA EN LOS AÑOS 40:
POESÍA ARRAIGADA
Esta poesía fue cultivada por autores de la llamada Generación del 36, escribieron en las revistas “El Escorial” y “Garcilaso”. Esta poesía adopta una forma clasicista (sobresalen los sonetos al estilo de Garcilaso) se alejan de toda innovación formal y ofrecen una visión épica de la realidad y un optimismo que contrasta con la pobreza y la desilusión diarias en que vive la mayoría. Es, también, una poesía intimista que canta al amor, al paisaje, a la belleza de la tierra y al sentimiento religioso. Los poetas más destacados son Luis Rosales (La casa encendida), Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, José García Nieto y Luis Felipe Vivanco.
POESÍA DESARRAIGADA O EXISTENCIAL
Esta poesía, al contrario que la anterior, refleja la vivencia individual del ser humano en tiempos de angustia y dolor, de continua zozobra interior y exterior, y de falta de fe en el futuro. Estos poetas que empiezan a mostrar su disconformidad con el mundo circundante y su desasosiego existencial, se aglutinan en torno a la revista “Espadaña”.
Abordan temas que son verdaderas preocupaciones existenciales, como la muerte, la tristeza, la soledad y la desesperación, por un lado y la búsqueda de la fe o del amor, por otro. La influencia de Miguel Hernández fue decisiva.
Rechazan el afán formalista, aunque comparten con los poetas anteriores el gusto por el soneto y utilizan, a veces, imágenes tremendistas, adjetivos sonoros, y un tono apasionado y desgarrador, con un lenguaje violento cercano al grito.
El libro capital de esta tendencia es Hijos de la ira (1944) de Dámaso Alonso (poesía rehumanizada, centrada en los sentimientos y acorde con las circunstancias en las que se vivía. La obra presenta una visión angustiada de la realidad, un mundo dominado por el odio y la injusticia, en el que Dios está ausente).Otros autores son: José Hierro, Gabriel Celaya, Blas de Otero, Victoriano Crémer, Ángela Figuera,…
LA POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS CINCUENTA: GABRIEL CELAYA Y BLAS DE OTERO
Hacia mediados de siglo, la literatura existencialista desemboca en el llamado realismo social. Los escritores salen de su angustia interior y contemplan lo que sucede en la calle. Intentan presentar con objetividad la vida colectiva española y sus conflictos, hasta alcanzar, poco a poco, un tono enérgico de testimonio, protesta o denuncia de la situación.
Características:
- La poesía se concibe como instrumento de lucha social y política, tono de denuncia.
- La poesía se define como comunicación.
- Lenguaje próximo al lector, a veces con coloquialismos.
- Temas: solidaridad con el proletariado, represión política, injusticias sociales, soledad,…
Autores: Eugenio de Nora, Gabriel Celaya, Blas de Otero y José hierro.
Gabriel Celaya, muestra un fuerte compromiso con la realidad. De su primera etapa existencialista podemos destacar Tranquilamente hablando. De su etapa social, que es la más importante, es justo recordar Las cartas boca arriba y su obra fundamental Cantos Íberos. Posteriormente se atreve con la poesía experimental, como muestra su obra Función de uno, equis, ene.
Blas de Otero, es el gran poeta de la época y su obra resume la evolución de la poesía española desde 1939 hasta su muerte (1979). Se distinguen en su obra tres etapas: la primera existencialista y estremecedora por su tono desgarrado (Ángel fieramente humano); la segunda etapa supone su entrada en la poesía social, en el compromiso y la solidaridad testimonial con los problemas colectivos de España (Pido la paz y la palabra y Que trata de España); la tercer etapa supone un cambio importante en la forma, casi cercana al experimentalismo (Hojas de Madrid)
LA POESÍA EN LOS SESENTA Y PRIMEROS SETENTA: LA GENERACIÓN DEL 50 (JOSÉ ÁNGEL VALENTE, JAIME GIL DE BIEDMA…) Y LOS NOVÍSIMOS O GENERACIÓN DEL 68
Los escritores de la década de los 60 han recibido varios nombres: “Generación del 50”, “Generación del medio siglo”, “promoción del 60”,… reciben influencias de Celaya, Hierro, Otero, Neruda, Cernuda, Machado,… comparten con los poetas sociales una visión crítica de la realidad, unas actitudes éticas comunes y una similar atención a los problemas de la colectividad. Les define una actitud humanista y la preocupación por los problemas del ser humanos.
En el plano formal pretenden dignificar el lenguaje poético, alejándose del prosaísmo exacerbado que tanto se había criticado en los poetas sociales.
En los contenidos, además de los temas comentados, vuelven los motivos eternos como la intimidad, el paso del tiempo, la evocación de la niñez, la familia, el amor y el erotismo, la amistad, la soledad y la muerte.
Autores: Ángel González, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, Francisco Brines, José Agustín Goytisolo, Antonio Gamoneda.
José Ángel Valente, es el más intelectual y simbolista. Parte de la vida cotidiana o de una situación social inmediata, pero rápidamente la trasciende hacia ámbitos del conocimiento mediante una depuración extrema del lenguaje. Obras: A modo de esperanza, Poemas a Lázaro.
Jaime Gil de Biedma, es un poeta muy influyente en las generaciones actuales, sobre todo, en los poetas de la llamada poesía de la experiencia. Su poesía, irónica, sincera, cercana a lo cotidiano, pretende desenmascarar las contradicciones de la burguesía y de su propia experiencia. Obras: Compañeros de viaje, Moralidades.
Los Novísimos, también llamados Generación del 68 son presentados como un movimiento de ruptura vanguardista con la poesía social e indagador de un nuevo lenguaje que lleva al experimentalismo formal. Los nuevos autores no creen que la poesía pueda cambiar la realidad.
En los contenidos utilizan la mitología frívola procedente del cine, de la música popular o del cómic, y vuelven a temas y a asuntos de otras épocas, como el arte y la música. Son también frecuentes algunos temas de contenido político, como la guerra de Vietnam o los conflictos
raciales de la época.
En lo formal recogen aspectos de las vanguardias del siglo XX, en especial del surrealismo, y alternan un lenguaje exuberante de imágenes opacas y visionarias con otras renovaciones, tienden al automatismo en la escritura, utilizan el verso libre y algunos de sus textos son auténticos caligramas o collages en los que insertan mensajes de otros géneros como la publicidad o el cine.
Autores: Pere Gimferrer (Arde el mar), Luis Alberto de Cuenca (Elsinore), Manuel Vázquez Montalbán (Una educación sentimental),…
11. LA LITERATURA ESPAÑOLA DESDE 1975 HASTA LA ÉPOCA ACTUAL: NARRATIVA, POESÍA Y TEATRO
Resulta muy complejo abordar el panorama de la literatura de las últimas décadas porque la ausencia de censura y el empuje editorial han traído consigo una tremenda variedad de publicaciones que, en algunos casos, no se pueden adscribir a tendencias concretas. Si tuviéramos que establecer unos rasgos generales para los tres géneros, diríamos que se recupera el pasado, puesto que la novela y el teatro se inclinan al realismo –no exento de crítica y ciertos elementos experimentales-, mientras la poesía recupera la emoción individual del 27 o de la Generación del 50 y, en los últimos años, se vuelve de nuevo comprometida.
11.1. LA NARRATIVA DESDE 1975: TENDENCIAS, RASGOS PRINCIPALES, AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS.
El fin de la dictadura, la restauración monárquica y la llegada de la democracia abren un nuevo periodo. El ambiente de libertad, la desaparición de la censura y el acercamiento a Europa son hechos relevantes de esta nueva etapa. Así, se publican en España obras prohibidas y editadas en el extranjero (Goytisolo, Marsé); textos inéditos o mutilados aparecen ahora en su integridad (Martín Santos); se recupera la obra de los exiliados (Sénder, Ayala, Rosa Chacel); se traducen obras extranjeras antes prohibidas… Además, la novela se convierte en objeto privilegiado de consumo literario. Se maneja un eficaz aparato publicitario que, basado en la proliferación de premios, publicación de listas de ventas, ferias del libro, incorporación a la literatura de rostros conocidos, etc., a veces genera obras sin demasiada calidad. Las características más importantes son:
Recuperación de la trama argumental. Existe un renovado interés por contar una historia. Por ello la narrativa se aleja del experimentalismo puro y del mero juego literario. Los relatos vuelven a tener argumento, frente al hermetismo de los novelistas experimentales.
Temas. Más que temas comunes, lo que hay son notas frecuentes: el sentimiento de desencanto, el rechazo de los valores imperantes, pero adoptando una mirada distanciada. Resurgen la mirada existencial (se ha hablado de Neoexistencialismo) y la presencia de la intimidad: soledad, relaciones personales, erotismo, amor… (intimismo). El desencanto y el escepticismo se manifiestan con frecuencia en un tono desenfadado y humorístico con un trasfondo amargo o tierno.
Personajes. Disminuyen los personajes secundarios y el protagonista adquiere más relevancia, pero este es a menudo un ser amorfo, mediocre, mal delimitado en su caracterización psicológica, precisamente porque el autor lo muestra “sin hacer. Reflejan problemas individuales: incomunicación, ansiedad, frustración, inadaptación…
Procedimientos técnicos:
La estructura externa del relato se organiza de nuevo en capítulos.
Se tiende a la acción única, moderando la complejidad del contrapunto, que sigue existiendo.
La linealidad del tiempo narrativo predomina frente a la ruptura temporal de la década anterior.
Concreción del espacio.
Vuelta al relato cerrado y con final explícito, en muchos casos.
Utilización de la primera y tercera personas narrativas y abandono progresivo del «tú».
Tendencias: La variedad de tradiciones narrativas a las que han podido acogerse los novelistas actuales y los distintos recursos técnicos a los que pueden optar explican la pluralidad de tendencias. Podemos hablar, entre otras, de:
Novelas policiales y de intriga: La mayoría de las novelas de Eduardo Mendoza (El misterio de la cripta embrujada) y de Antonio Muñoz Molina (Plenilunio); Vázquez Montalbán (adapta la novela negra americana a la realidad social española en las novelas de Pepe Carvalho), J.J. Millás (Papel mojado), etc.
Novelas históricas: recrean el pasado con mayor o menor fidelidad. Ejemplos son: Torrente Ballester (Crónica del rey pasmado); Terenci Moix (No digas que fue un sueño); José Mª Merino (El oro de los sueños), Julia Navarro (La hermandad de la sábana santa), Lorenzo Silva (Carta blanca) o Miguel Delibes (El hereje).
Novelas intimistas, con temas subjetivos e introspección psicológica: Julio Llamazares (La lluvia amarilla); Soledad Puértolas (Burdeos), Luis Landero (Juegos de la edad tardía)…
Novelas experimentales: se aprovechan algunas técnicas de los sesenta. Mencionaremos a Julián Ríos (Larva); Miguel Espinosa (Escuela de Mandarines)…
La metanovela: la novela habla de sí misma. Son ejemplos Fragmentos de Apocalipsis, de Torrente Ballester o El desorden de tu nombre, de J. J. Millás.
Citaremos, por último, algunos autores más, dentro de una larga nómina que sería imposible reproducir: Javier Marías, Juan Manuel de Prada, José Ángel Mañas, Rosa Montero, Almudena Grandes, Marina Mayoral, Carlos Ruiz Zafón (con su exitosa La sombra del viento), Elvira Lindo, Benjamín Prado, Clara Sánchez…
11.2. LA POESÍA DESDE 1975: TENDENCIAS, RASGOS PRINCIPALES, AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS.
En la poesía contemporánea existe una extraordinaria complejidad debida, entre otras causas, a la convivencia literaria de poetas procedentes de distintas promociones y a la
multiplicidad de corrientes o tendencias que se han venido sucediendo. A poetas consagrados como José Hierro, Valente, Brines o Claudio Rodríguez se suman autores más jóvenes, por eso no resulta fácil enunciar unas características comunes. Tan solo indicaremos que, en general, los poetas renuncian a menudo a la ambición de explicar el mundo y prefieren expresar limitadas experiencias íntimas.
A finales de los setenta, con tendencias como el neorromanticismo, la poesía del silencio o el prosaísmo elegíaco, la poesía se aleja de la estética novísima, rechaza el excesivo culturalismo y la exagerada experimentación lingüística. Valoran la emoción y la introspección como ejes del poema, en el que dan entrada al humor y la ironía. Destacaremos a Andrés Sánchez Robayna (Palmas sobre la losa fría), Jaime Siles (Música de agua), Eloy Sánchez Rosillo (Maneras de estar solo).
Desde los años ochenta la variedad de tendencias se hace más evidente. Podemos rastrear algunas características comunes, como el interés por los poetas de la promoción del 60, la relectura de la tradición (se recupera la métrica tradicional) y una vuelta al tono narrativo y al lenguaje coloquial: se cuentan historias personales a partir de una anécdota, se introducen términos antes extraños a la poesía (supositorio, resfriado, cepillo de dientes). Aparecen, pues, continuas referencias a la sociedad de consumo. Son habituales el humor y la parodia, se renuevan los temas (recobran importancia la elegía, lo íntimo y personal, lo urbano y lo cotidiano). Pese a los elementos comunes, hay diferentes tendencias: neoimpresionismo, neosurrealismo – con autoras como Blanca Andreu o Ana Rosseti –, la nueva épica (Llamazares: Memoria de la nieve). Pero destacaremos dos que parecen haberse impuesto en la década de los noventa:
Poesía de la experiencia: es una poesía que habla de la vida y de la realidad inmediata, con un tono coloquial, y que revaloriza la experiencia, el humor y la emoción. Recrea vivencias, a menudo de carácter urbano, sugiere situaciones e invita a la reflexión, sin rehuir la mirada crítica. El poeta busca transmitir su emoción al lector y ser comprendido por él. Para ello introduce en el poema la narración y el monólogo dramático. Es importante la influencia de Gil de Biedma y de Brines. Autores: Luis García Montero (Habitaciones separadas), Felipe Benítez Reyes (Vidas improbables), Amalia Bautista (Cuéntamelo otra vez).
Poesía del silencio: Con autores como José Carlos Castaño o Julia Castillo, continúa la corriente neopurista con poemas breves y densos en los que se elimina la anécdota. Hay, además, una gran desnudez expresiva: su estética está influida por la poesía pura de los años veinte y José Ángel Valente es uno de sus maestros. El discurso se interrumpe o se fragmenta para hacer oír la voz del silencio, para dejar que el silencio diga lo que las palabras no son capaces de expresar.
Al finalizar el siglo XX, la poesía de la experiencia y la poesía del silencio marcaban las tendencias. Progresivamente, se fue manifestando un rechazo a estas tendencias en favor de un compromiso social del poeta frente a un mundo injusto e insolidario con el sufrimiento ajeno, una poesía del compromiso civil. El hombre de la calle(2001) es el título de una antología publicada por Fernando Beltrán, que cultiva una poesía “entrometida” en la que se desarrollan temas como la globalización, la ecología, las guerras imperialistas, el subdesarrollo o el
neoliberalismo. El poeta de referencia para muchos de ellos es Jorge Riechmann (Poesía desabrigada, 2006).
El poeta y novelista Agustín Fernández Mallo postula una suerte de Postpoesía(2009). Así reivindica una poesía en consonancia con el mundo que nos ha tocado vivir, de forma que integre los discursos de la ciencia, la publicidad, la economía o el diseño en el texto poético.
Por último, citaremos a un poeta de la tierra, Rubén Martín (Albacete, 1980), uno de los recientes ganadores del premio Adonáis con El minuto interior, poemario sobre la naturaleza, la luz y lo cotidiano, que también ha obtenido el premio Ojo Crítico, concedido por Radio Nacional de España.
11.3. EL TEATRO DESDE 1975: TENDENCIAS, RASGOS PRINCIPALES, AUTORES Y OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS. AUTORES PARA LA CUESTIÓN
En los últimos años, la característica más destacada es la variedad de tendencias – conviven autores de distintas promociones – junto a la proliferación de festivales de teatro, la rehabilitación de viejos edificios teatrales y las representaciones ajustadas a los programas académicos, con las que se pretende atraer a un público joven. Con todo, las esperanzas que trajo la democracia no han resultado satisfechas: no han abundado los autores nuevos con obras de valía, y el teatro se enfrenta, además, con la competencia del cine y la televisión. Veamos algunas de las tendencias más significativas:
Un teatro experimental y vanguardista: a los ya mencionados en temas anteriores Fernando Arrabal y Francisco Nieva, con audacias innovadoras que no despiertan el interés del público mayoritario, se unen otros como Alfonso Vallejo (Orquídeas y panteras). Continúa
la labor teatral de los grupos de teatro independiente: La fura dels Baus, La Cubana, Dagoll-Dagom, Yllana, Els Comediants o Els Joglars.
En una modalidad tradicional, se sitúan las últimas obras de autores consagrados (Buero, Sartre, Antonio Gala). Claro exponente de un retorno a la línea tradicional es Fernando Fernán Gómez, con Las bicicletas son para el verano (1982), drama realista ambientado en la Guerra Civil. También predomina la estética realista, unida a una moderada renovación formal, en dramaturgos como José Sanchís Sinisterra (¡Ay, Carmela!), Domingo Miras (La monja alférez), etc. Más cerca del realismo convencional, lindante con el teatro comercial se encuentran las obras de Santiago Moncada (Salvar a los delfines). Y de lleno en la comedia burguesa, heredera del teatro que triunfaba en épocas pasadas, se inscriben las obras de Juan José Alonso Millán, Jaime Salom o Ana Diosdado. También con planteamiento realista pero con una óptica algo más novedosa encontramos a Juan Mayorga (La tortuga de Darwin).
Otra amplia tendencia, que algunos han llamado teatro social, se ocupa de realidades del momento (el paro, la violencia, la droga y otras modalidades de marginación social) por medio de técnicas renovadas del sainete y la farsa y el esperpento, de la comedia costumbrista e incluso de un realismo poético y fantástico. Es el caso de José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas, Bajarse al moro) y Fermín Cabal (Castillos en el aire).
Como se puede apreciar, parece que predomina en estos últimos tiempos una vuelta a la estética realista (como también ocurría en la novela), aunque ese realismo vaya desde las fórmulas
más convencionales hasta las que introducen elementos novedosos.
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