07 Nov

El final de la Guerra Civil llevó al exilio a muchos poetas, que reflejan la nostalgia y la huella de la guerra: J. R. Jiménez y miembros del 27, como León Felipe o Juan Gil-Albert. Poesía de posguerra (1940), condicionada por las penurias materiales y las imposiciones del régimen franquista (represión política, férrea censura). Se desarrollan dos tendencias poéticas:

  • Poesía arraigada: revistas Escorial y Garcilaso. Luis Rosales o Leopoldo Panero. Lírica de corte clásico, se expresa una visión del mundo optimista, temas patrióticos o la exaltación del pasado histórico.
  • Poesía desarraigada: se muestra la disconformidad con la realidad, la angustia existencial y los primeros síntomas de protesta social. Intervienen tres acontecimientos del año 1944:
    • * Sombra del paraíso, de V. Aleixandre, angustia de la posguerra evocando el pasado paradisiaco.
    • ** Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. Opuesto a la poesía arraigada. Refleja un mundo marcado por el odio, la injusticia y la angustia metafísica.
    • *** Primer número de la revista Espadaña, que da a conocer a poetas con una poesía menos formalista y más preocupada por las circunstancias reales. Habría que incluir en la lista los primeros libros de José Hierro, Celaya o Blas de Otero.

Poesía social (1950). Predomina la poesía social. Sus características son:

  • Se utiliza la poesía para la transformación de la realidad mediante la concienciación de los lectores.
  • Se reivindica una literatura destinada a la inmensa mayoría, no a élites selectas.
  • Empleo de un lenguaje sencillo y coloquial, cierto carácter narrativo e incluso tendencia al prosaísmo.

Los principales representantes de esta poesía son:

  • Blas de Otero. En sus primeros libros manifiesta preocupaciones existenciales. Pido la paz y la palabra, En castellano, expresa su preocupación social y la denuncia de orden político. Poesía sencilla, con ironía, símbolos o juegos de palabras.
  • Gabriel Celaya practicó una poesía combativa en Las cartas boca arriba o Cantos iberos.
  • José Hierro. Tras una etapa de poesía existencial, acogerá la realidad histórica bajo una perspectiva comprometida, Quinta del 42. Después deriva hacia una estética visionaria (Libro de las alucinaciones).

La poesía en los años sesenta (1960). Eclosiona la poesía de la promoción poética del 60. Aunque sus obras son muy diferentes, algunos rasgos compartidos son:

  • Poesía de la experiencia o del conocimiento. Experiencia subjetiva como tema a través de la memoria personal o la reflexión íntima.
  • Presencia de la ironía y del humor.
  • Gran atención al lenguaje. Expresión exigente pero natural, cercana al registro conversacional.
  • Influencia de poetas extranjeros hasta entonces poco conocidos en España, como Luis Cernuda.

Destacan:

  • Jaime Gil de Biedma, representante de la poesía como experiencia. Tiene un tono confesional y a veces estructura narrativa. Expresa con ironía la visión crítica, combina lenguaje conversacional con elegancia. Poemas póstumos.
  • Ángel González, compromiso social con el uso del humor y de un lenguaje natural. Áspero mundo.
  • Claudio Rodríguez, poesía vitalista, exaltación de la realidad en Don de la ebriedad.
  • José Ángel Valente, carácter meditativo de los versos, densidad y sobriedad. A modo de esperanza.
  • Francisco Brines, José Agustín Goytisolo o Antonio Gamoneda.

A finales de los 60 aparecen los poetas denominados como los novísimos, por la obra Nueve novísimos poetas españoles. Guillermo Carnero, Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero. Algunos rasgos son:

  • Recuperación de las vanguardias y de su actitud provocadora.
  • Carácter cultural, exhibe su sólida formación intelectual. Cultura de masas (el cine, el deporte, etc.).
  • Gusto por los ambientes refinados y decadentes.
  • Atención a los aspectos formales y lingüísticos del poema que lleva a la experimentación vanguardista o al barroquismo expresivo.

Los años cuarenta y cincuenta: los inicios de la renovación. Entre 1940 y 1960, la narrativa hispanoamericana inicia una renovación que la aleja definitivamente de las formas decimonónicas predominantes. Este cambio es consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se estaban produciendo allí. Rasgos compartidos por los autores:

  • Se busca el equilibrio entre lo universal y lo local. Los referentes de la realidad (su historia, sus problemas políticos, figura de dictador) conviven con temas fundamentales (soledad, muerte, identidad).
  • Se aspira a superar la estética del realismo convencional. Se incorporan las técnicas y el lenguaje de los grandes renovadores de la narrativa contemporánea (Kafka, Faulkner).
  • Esfuerzo por construir complejos mundos de ficción donde lo histórico convive con naturalidad junto a elementos fantásticos y maravillosos. Esta forma de ficción narrativa se llama realismo mágico o lo real maravilloso. Carpentier, Miguel Ángel Asturias, Cortázar o Juan Rulfo.

Destacan:

  • Jorge Luis Borges, Ficciones o El Aleph. Es uno de los grandes renovadores del relato breve. Suele utilizar estructuras argumentativas y constantes alusiones eruditas para reflexionar sobre temas como el tiempo, el destino o la búsqueda de la verdad. Su estilo está marcado por la paradoja y la ironía, así como por el uso de símbolos como el laberinto, el sueño o la biblioteca.
  • Julio Cortázar, experimentación, empleo de estructuras fragmentarias y componente lúdico con el que se invita a participar activamente al lector. Como en su novela más importante, Rayuela. Es uno de los grandes renovadores del relato fantástico. En sus historias, lo extraordinario está instalado en lo cotidiano, lo que permite descubrir el lado misterioso de la realidad. Las armas secretas.
  • Juan Rulfo, básicamente dos títulos: Pedro Páramo, novela con una estructura compleja en la que se cruzan tiempos para presentar una historia entre el realismo y el mito; El llano en llamas, colección de cuentos ambientados en el territorio interior de México y vinculados por el tema de la muerte.

Junto a estos autores hay otros de gran relevancia. Corriente del realismo mágico, Alejo Carpentier (Los pasos perdidos) o Miguel Ángel Asturias (El Señor Presidente). Preocupaciones existenciales: José Lima (Paradiso), Juan Carlos Onetti (El astillero) o Ernesto Sábato (El túnel). Desde 1960, se consolida su proceso de renovación. Ahora no se producen transformaciones sustanciales, sino un proceso de divulgación en el ámbito europeo. Se trata del boom de la novela hispanoamericana, que convirtió a sus autores en los narradores más influyentes del momento. Entre ellos, muchos escritores de la generación anterior (Borges, Carpentier, Cortázar…). Destacan:

  • Gabriel García Márquez, fundamental para el éxito internacional de la narrativa hispanoamericana. Consigue aunar el placer de contar historias y la asimilación de técnicas narrativas complejas. Buena parte de su éxito procede de la creación de un territorio mítico, Macondo, en el que se mezclan la realidad colombiana, los mitos universales y lo sobrenatural (La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba y en su obra fundamental, Cien años de soledad). Se encuentran elementos formales y temáticos similares en Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera.
  • Carlos Fuentes. Revisión crítica de la realidad histórica de México, uso de un amplio repertorio de técnicas narrativas. La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz.
  • Mario Vargas Llosa. Su primera novela, La ciudad y los perros, supone el inicio del boom. Se perciben los rasgos que definirán su obra posterior: gran capacidad fabuladora, dominio de los recursos narrativos (tanto tradicionales como innovadores), visión crítica de la realidad peruana. La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo.

Vinculados al boom encontramos otros nombres, como José Donoso, Guillermo Cabrera Infante o Mario Benedetti. La narrativa hispanoamericana ha evolucionado por caminos muy diversos: Alfredo Bryce Echenique, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño.



Sinonimia: es la circunstancia que se deriva de tener un vocablo o una expresión una misma o muy parecida significación que otro. Puede definirse como identidad del significado entre dos unidades lingüísticas diferentes: oculista/oftalmólogo. La existencia de la sinonimia completa es muy improbable. Si es frecuente la sinonimia conceptual o cognitiva, que es la identidad de dos unidades léxicas, como empezar y comenzar. Cuando hay semejanza, más que identidad, se distingue entre: sinonimia connotativa (nazi y fascista).

Antonimia: es la circunstancia en la que dos palabras expresan ideas opuestas o contrarias. Oposición de significados. Tipos:

  • Antónimos de grado: palabras cuyos significados admiten grados intermedios: blanco/negro.
  • Complementarios: palabras cuyos significados son incompatibles: vida/muerte.
  • Recíprocos o inversos: palabras cuyos significados describen una misma relación desde puntos de vista alternativos, de modo que un significado implica el otro: madre/hijo.

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