28 Ene

La prosa medieval

Los orígenes de la prosa literaria

En castellano no se dio hasta el siglo XIII. Los textos en prosa aparecen después que los textos en verso, ya que la poesía se transmitía oralmente, mientras que un texto en prosa requería saber leer, una actividad propia de los letrados que preferían el latín. La prosa vernácula se empleó como lengua intermedia en las traducciones del árabe al latín. Desde el siglo XII se hacía en la Escuela de Traductores de Toledo, pero Alfonso X impulsó todo este proceso e hizo del castellano una lengua de cultura. Más tarde, con Don Juan Manuel, la prosa castellana adquiere su madurez literaria.

Alfonso X (1221-1284)

Accedió al trono de Castilla en 1252. Le decían “el Sabio” por su importante labor cultural. Hizo del castellano una lengua de cultura. Las obras alfonsíes son traducciones del latín y del árabe hechas por sabios. Esta labor favoreció el enriquecimiento léxico y sintáctico del castellano. Alfonso X también utilizó el castellano como lengua oficial en la redacción de papeles burocráticos. Con ello hizo una lengua común para cristianos, musulmanes y judíos que convivían en el reino y apartaba la cultura del contexto clerical en que se utilizaba el latín.

Obra

Abarca obras históricas, jurídicas, científicas y de entretenimiento. De ellas, las más importantes son La Crónica General y La Grande e General Estoria, las dos de carácter histórico. También, por su trascendencia jurídica, encontramos Las siete partidas, que es una recopilación del derecho de la época que influyó en la legislación española e hispanoamericana hasta el siglo XIX.

Los inicios de la prosa de ficción

La prosa de ficción está escrita en castellano en el siglo XIII. Nacen los primeros cuentos en castellano, que son traducciones o adaptaciones de colecciones de cuentos y fábulas orientales. Los cuentos tenían un carácter didáctico, por eso se denominan enxiemplos. En el siglo XIV, los cuentos triunfaron en Europa. Este es el género que prefiere Don Juan Manuel (sobrino de Alfonso X).

La prosa del siglo XV

En este siglo, la prosa tuvo un desarrollo notable. Se empiezan a escribir todo tipo de documentos. La mayor parte de las obras se caracterizan por una sintaxis recargada y un léxico plagado de latinismos y alusiones culturales, pero también hay obras que tienen un lenguaje popular. Los refranes, las expresiones pintorescas y la imitación del habla cotidiana están presentes en el Corbacho o Reprobación del amor mundano de Alfonso Martínez, arcipreste de Talavera, obra escrita como censura del comportamiento mundano. Lo más destacable en la prosa de este siglo es el triunfo de la literatura de ficción, que se encauza a través de la novela sentimental y la novela de caballerías.

Las novelas sentimentales

Se centran en el análisis pormenorizado del sentimiento amoroso, manifestado por el intercambio de cartas. El amor, descrito por un lenguaje alegórico y abstracto, suele acabar en desdicha. En el siglo XV destaca la Cárcel del amor de Diego de San Pedro.

Las novelas de caballerías

El tema caballeresco, propio de los cantares de gesta, resurge en el siglo XV. Estas giran alrededor de las aventuras guerreras y amorosas de un caballero andante. El protagonista siempre es un ser heroico que busca aventuras extraordinarias. El heroísmo y el amor a una dama le hacen triunfar sobre toda clase de obstáculos. Las obras más destacadas son el Amadís de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo y Tirant lo Blanc de Joanot Martorell. Esta obra constituye una de las obras cumbres de la literatura medieval peninsular. El género caballeresco tuvo máxima popularidad en el siglo XVI.

Don Juan Manuel. El Conde Lucanor

Sobrino de Alfonso X, es el prosista más relevante del siglo XIV. Su vida y su educación explican la forma y tema de su obra. Participó en numerosos conflictos políticos y guerreros. En sus libros se reflejan todas sus experiencias.

Obras

Escribió varias obras didácticas, algunas de ellas concebidas a partir de una ficción narrativa. Las más importantes son El libro del caballero y del escudero (un caballero da lecciones a un escudero sobre la vida), El libro de los estados y El Conde Lucanor (Libro de Patronio). Aparte del valor literario, estas obras nos dan una visión de las formas de vida en la primera mitad del siglo XIV.

El Conde Lucanor: una colección de ejemplos

Combina enseñanza y entretenimiento. El autor pretende instruir a un público amplio y por eso utiliza la narración de hechos ficticios. La obra está formada por una colección de 51 ejemplos que se completa con proverbios y un tratado sobre la salvación del alma. Cada cuento ofrece modelos y pautas de comportamiento. Los cuentos tratan cuestiones variadas. A pesar de esta variedad temática, en todos los cuentos se da una preocupación común: cómo mantener y acrecentar la honra, la hacienda y el estado.

Estructura de los relatos

Todos siguen el mismo esquema narrativo: el conde Lucanor consulta un problema con Patronio y él le responde con un cuento del que se desprende un determinado modo de actuar. El conde aplica el consejo que le da Patronio y soluciona su problema. Finalmente, Don Juan Manuel escribe unos versos a modo de moraleja. Este esquema tiene una estructura fija que consta de cuatro partes:

  • Un diálogo inicial entre el conde y Patronio. Esta parte constituye el marco en el que se inserta el cuento.
  • La narración del cuento o ejemplo, el cual realiza Patronio.
  • La explicación del cuento y la aceptación del consejo.
  • La intervención de Don Juan Manuel con una moraleja.

El autor manifiesta el individualismo y la conciencia del autor. Fue el primer escritor que se preocupó de que sus libros se transmitieran sin errores y también fue el primero en mostrar una conciencia artística del lenguaje. Don Juan Manuel toma los ejemplos de fuentes conocidas que reelabora. En esa reelaboración es donde radica su originalidad: enriquece las situaciones, da mayor verosimilitud a los detalles y da nueva vida a los personajes.

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