21 Jul

Desde el 14 de abril de 1931, España se convirtió en una República, que contó con tres etapas: Bienio Progresista (1931-1933), Bienio Negro (1933-1936) y Frente Popular (1936-1939).

El 16 de febrero de 1936 se celebraron elecciones, en las que salió elegida la Frente Popular, creada en enero. Esta coalición unía a socialistas, comunistas, republicanos, izquierda republicana y ORGA. Ganaron por pocos votos y nombraron a Manuel Azaña presidente de la República y a Casares Quiroga presidente del Gobierno. El nuevo Gobierno tomó medidas como conceder amnistía para los presos de la revolución asturiana, que intentaron instaurar la dictadura del proletariado, y reactivar las reformas del Bienio Progresista. Estas medidas aumentaron la tensión ya existente en las calles; los partidos obreros presionaban para llevar a cabo la revolución social, mientras que los falangistas, la ultraderecha y monárquicos utilizaban la violencia en la calle, provocando atentados. El 12 de julio de 1936, un comandante de extrema derecha asesinó al teniente de la Guardia de Asalto, José Castillo, y como represalia, al día siguiente, un grupo de Guardias de Asalto asesinaron al diputado monárquico Calvo Sotelo.

Las derechas comenzaron a elaborar un proyecto golpista para derrocar al Gobierno de izquierdas. Por parte del ejército, contaron con el apoyo de varios generales que fueron dispersados por toda España, pensando que separados no tendrían poder golpista, pero estos reclutaron a gente de su región militar. El plan consistía en que el ejército de África, donde estaba Franco, fuera el primero en sublevarse y, después, en la Península, los militares detendrían a los civiles y militares fieles a la República y a cualquiera con distinta ideología, proclamando el Estado de Guerra. El ejército de África sería trasladado a la Península y establecerían el Directorio Militar. El 17 de julio de 1936, se sublevaron tropas en Marruecos, dando inicio al plan.

Con el golpe, en España se crearon dos bandos: a favor de la República, en el que estaban la mayoría de los generales del ejército de tierra, la mariñería, la aviación, la Guardia de Asalto, masas obreras urbanas de las ciudades industriales, jornaleros del sur y burguesía urbana; en el bando sublevado se encontraban parte de los generales oficiales intermedios del ejército de tierra, la Guardia Civil, falangistas, requetés, más católicos y conservadores, así como pequeños y medianos propietarios agrícolas. La causa de que este golpe creara una guerra fue que el ejército, que debería dar la misma opinión, se encontraba dividido.


Casares Quiroga, presidente del Gobierno en el momento del golpe y presidente del partido político ORGA, negó la petición del bando republicano de entregar armas al pueblo para defenderse y ordenó el bloqueo del paso del Estrecho. Al no saber cómo manejar la situación, Quiroga dimitió y Azaña nombró a Diego Martínez Barrio como presidente del Gobierno, pero este también dimitió y José Giral fue nombrado. Este decidió entregar armas a las organizaciones proletarias.

El Estado se derrumbó y el poder quedó en manos de milicias armadas, de los partidos y de sindicalistas obreros. Estos trataron de organizarse formando comités, juntas y consejos en los que estaban representados todos los partidos y organizaciones obreras. Organizaron, sin control del Gobierno y de forma autónoma, la lucha y represión contra los sublevados e iniciaron una revolución. En septiembre de 1936, comenzó el Gobierno socialista de Largo Caballero, también secretario general de la UGT (Unión General de Trabajadores). Mientras en el bando republicano se enfrentaban a sus problemas internos, el bando nacional avanzaba, ya que estos tenían todos los mismos objetivos y actuaban rápido. Tan solo siete días después del golpe, crearon la Junta de Defensa Nacional (24/7/1936), el primer órgano de mando de los sublevados, que tenía como objetivo la coordinación militar bajo un mando único. También asumieron funciones administrativas y políticas, poniendo las bases de un nuevo Estado. El candidato elegido para formar un mando único fue Francisco Franco, quien se convirtió en Jefe de Gobierno y “generalísimo” el 1 de octubre de 1936, quedando así como cabeza visible de la insurrección. Llevó al Gobierno a Valencia; su objetivo era unificar los esfuerzos de todas las fuerzas políticas y sociales para hacer frente a la guerra y reconstruir el Estado republicano, pero los problemas y diferencias entre los distintos partidos y fuerzas de la República continuaron. Existían disputas sobre si hacer primero la guerra y después la revolución social, opinión apoyada por un PCE (Partido Comunista de España) y un sector del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), e incluso por Largo Caballero; mientras que el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), enfrentado al estalinismo, sectores de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) defendían la prioridad de la revolución antes que la guerra.


Tras la supresión de todas las fuerzas políticas, Franco decidió unir bajo su jefatura los partidos políticos, Falanxe Española (extrema derecha) y Requetés (carlistas) en una sola entidad política, FET-XONS (Falanxe Tradicionalista de las JONS), a través del Decreto de Unificación (1937). Este movimiento político tenía como objetivo funcionar de intermediario entre la sociedad y el Estado. Esta unión generó protestas, ya que el régimen estaba generando orientaciones ultraconservadoras y era considerado un golpe de Estado de signo totalitario. Franco, además de nombrarse jefe de este movimiento político, también prohibió las demás organizaciones y partidos políticos. El conflicto interno se inicializó y las potencias europeas (Francia, Gran Bretaña, Italia y Alemania) se reunieron el 1/8/1936 en Londres para decidir qué hacer; estos configuraron un Comité de No Intervención. Los países democráticos de acuerdo (Francia y Gran Bretaña) cumplieron su palabra, mientras que los fascistas (Italia y Alemania) no. Así, el bando nacional contó con los apoyos de Italia y Alemania, que presentaron un importante apoyo en efectos militares, y Portugal facilitó el paso de armas y envió 10,000 hombres. Mientras que el bando republicano solo contaba con el apoyo de América, un respaldo diplomático y acogida de republicanos, la URSS, con la venta de armas, y las Brigadas Internacionales, voluntarios extranjeros que combatieron junto al ejército republicano. El país quedó dividido en dos bandos: el republicano controlaba regiones industriales, tenía las reservas de oro del Banco de España, y las unidades del ejército quedaron desarticuladas, aunque contaban con la armada, sin muchos oficiales y la aviación. Por la desarticulación del ejército, los ciudadanos se organizaron en diversas columnas, milicianos. El bando sublevado contaba con las reservas de cereal y ganado de Castilla, minas de carbón leonesas, minas de rictino en Huelva, un ejército más preparado con divisiones íntegras en Castilla, Galicia y Andalucía, y el ejército de África. En la zona republicana surgieron enfrentamientos entre los partidarios de buscar una solución negociada y los partidarios de resistir, siguiendo a Negrín, ya que confiaba en que con el próximo debate del conflicto en Europa, las potencias democráticas ayudarían. El 5 de marzo de 1939, el coronel republicano Casado dio un golpe de Estado que acabó con el Gobierno de Negrín y se formó el Consejo Nacional de Defensa, que fracasó.

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