16 Jun

El Nuevo Sistema Político

El Retorno de la Dinastía Borbónica

El período comprendido entre 1874 y 1923 se conoce como Restauración, que incluye los reinados de Alfonso XII, la regencia de María Cristina y el reinado de Alfonso XIII, hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera. Recibe este nombre por el retorno de la dinastía borbónica en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II, y por su pretendida vuelta a la situación política y social anterior al Sexenio Revolucionario.

Alfonso XII fue proclamado rey de España el 29 de diciembre de 1874 mediante un golpe de Estado dirigido por el general Martínez Campos. El gobierno de la república fue incapaz de oponerse. Cánovas del Castillo, líder del partido Alfonsino, presidió el Ministerio-Regencia hasta el regreso del rey. El 9 de enero de 1875, Alfonso XII confirmó este gobierno.

Alfonso XII se casó con María Cristina de Habsburgo y, a su muerte en 1885, se estableció la regencia de esta (1885-1902).

Fin de los Conflictos Bélicos

Durante esta etapa se logró poner fin a los conflictos bélicos legados por el Sexenio: la guerra carlista y la guerra de Cuba.

Sobre el conflicto carlista, a finales de febrero de 1876, Carlos VII cruzó la frontera, dando fin al enfrentamiento. La consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva de los fueros vascos, lo que promovió la unificación administrativa con el resto del Estado español.

El final de la guerra carlista facilitó el envío de tropas a Cuba para acabar con la insurrección cubana. Por la paz del Zanjón (1878) se puso fin al conflicto. Se dio una amnistía general, la libertad a los esclavos que lucharon con los insurrectos y medidas como la elección de diputados para representar a la isla en las Cortes españolas. Sin embargo, otras reformas fueron más lentas en su aplicación y no pudieron evitar los siguientes conflictos: la Guerra Chiquita en 1879 y el levantamiento en 1895.

El Sistema Canovista

Cánovas del Castillo

Cánovas del Castillo ideó el sistema político de la Restauración basado en la alternancia de dos partidos moderado y progresista, para evitar los enfrentamientos del pasado y terminar con la intervención del ejército en política mediante golpes de Estado.

En un intento de mantener la continuidad legal, convocó elecciones para unas Cortes Constituyentes con la ley electoral de 1869 y con sufragio universal masculino.

Constitución de 1876

En julio, estas Cortes aprobaron la Constitución de 1876, que ha sido hasta el momento la constitución española que ha estado más tiempo en vigor (hasta 1925). Es una constitución muy breve (89 artículos).

La soberanía estaba compartida entre el rey y las Cortes, pero dando preeminencia al monarca. El rey designaba al jefe del ejecutivo, convocaba y disolvía las Cortes, tenía derecho de veto suspensivo y era inviolable.

Las Cortes eran bicamerales. El sistema electoral (sufragio censitario) era regulado por una ley ordinaria y reducía el número de votantes a tan solo el 3% de la población.

La declaración de derechos individuales seguía externamente la forma de la declaración de los derechos de la constitución de 1869, pero recortando algunos y regulando otros por leyes ordinarias.

Se declaraba al catolicismo religión oficial y el Estado se comprometía a su mantenimiento, pero permitía el culto privado de las otras religiones.

El Turnismo

El sistema político de la Restauración se basaba en la existencia de dos grandes partidos, el conservador y el liberal, que coincidían ideológicamente en las cuatro premisas fundamentales: defendían la monarquía, la Constitución de 1876, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista.

Ambos eran partidos de minorías, de notables, que contaban con periódicos, centros y comités distribuidos por el territorio español.

  • El Partido Liberal-Conservador (Partido Conservador) se organizó alrededor de su líder, Cánovas del Castillo, y aglutinó a los sectores más conservadores de la sociedad.
  • El Partido Liberal-Fusionista (Partido Liberal) tenía como principal dirigente a Sagasta y reunió a antiguos progresistas, unionistas de izquierda, amadeístas y algunos ex republicanos moderados.

Para el ejercicio del gobierno se contemplaba el turnismo mediante un pacto tácito (El denominado Pacto del Pardo), lo que suponía la alternancia regular en el poder entre las dos grandes opciones dinásticas, cuyo objeto era asegurar la estabilidad política.

Sin embargo, no se realizó democráticamente, pues el sistema se invertía: Cuando el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste político y perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno. Entonces, el nuevo jefe de gabinete obtenía también del monarca el decreto de disolución de la Cámara y la convocatoria de elecciones, con el objetivo de construirse una mayoría parlamentaria suficiente para ejercer el poder de manera estable.

El fraude en los resultados y los mecanismos caciquiles aseguraban que estas elecciones fuesen siempre favorables al gobierno que las convocaba.

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