16 Mar

La Implantación del Régimen de la Restauración: Características y Funcionamiento del Sistema Canovista (1874-1898)

El Regreso de la Dinastía y la Preparación de la Restauración Alfonsina

El principal artífice del proyecto de Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo. En 1870, consiguió la abdicación de la reina Isabel II en su hijo Alfonso. Cánovas creó el Partido Alfonsino para atraer a los monárquicos descontentos con el Sexenio Democrático. Su objetivo era instaurar un régimen moderadamente liberal que pusiera fin a la inestabilidad política y social. En diciembre de 1874, Alfonso XII hizo público el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, presentando una monarquía constitucional, abierta y defensora del orden social, compatible con las libertades. Paralelamente, el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto proclamó la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII.

Un Programa de Autoridad y Orden: Los Pilares del Sistema Canovista

El sistema político canovista se asentaba sobre cuatro pilares básicos:

  • La Constitución de 1876: De inspiración moderada, pero con carácter abierto y flexible.
  • La Corona: Ejercía de árbitro en la vida política.
  • Los partidos dinásticos: El conservador y el liberal se alternaban en el poder, renunciando a los golpes de fuerza, pero recurriendo al falseamiento electoral.
  • El Ejército: Se buscaba alejarlo de la intromisión en la vida política, identificando al rey como cabeza del estamento militar y estableciendo la supremacía del poder civil.

La Constitución de 1876

La Constitución establecía la cosoberanía entre las Cortes y la Corona. El rey tenía el poder ejecutivo, controlaba la política exterior, poseía derecho de veto, potestad legislativa compartida y nombraba y cesaba ministros. Las Cortes eran bicamerales: el Congreso de los Diputados (electivo) y el Senado (parte electiva y parte designada por el Rey o compuesta por miembros relevantes de la aristocracia, la Iglesia y el Ejército). Se proclamó la tolerancia religiosa, pero con primacía del catolicismo, restableciéndose el presupuesto de culto y clero. Contaba con una declaración de derechos, pero su concreción se remitía a leyes ordinarias que tendieron a restringirlos.

El Fin de los Conflictos Bélicos y la Estabilidad

La guerra carlista se resolvió con la reducción de los núcleos carlistas en Cataluña y la rendición navarra y vasca en 1876. Se abolió el régimen foral, quedando las antiguas provincias forales sujetas a impuestos y servicio militar comunes. Se estableció un sistema de «conciertos económicos» (1878) que les otorgaba cierta autonomía fiscal.

Bipartidismo y Alternancia en el Poder: El Turnismo

El sistema se basaba en dos grandes partidos, conservador y liberal, que defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la centralización del Estado. Su base social eran las élites económicas y la clase media acomodada. Los conservadores eran más proclives al inmovilismo y a la defensa de la Iglesia, mientras que los liberales se inclinaban por un reformismo más progresista y laico. Existía un acuerdo tácito de no promulgar leyes que forzasen al otro partido a abolirlas. El Partido Liberal-Conservador se organizó alrededor de Antonio Cánovas del Castillo, y el Partido Liberal-Fusionista tenía como dirigente a Práxedes Mateo Sagasta.

Mecanismo del Turnismo y el Fraude Electoral

Cuando el partido en el gobierno se desgastaba o surgía una crisis, el monarca llamaba al jefe de la oposición a formar gobierno. Este convocaba elecciones, asegurándose de que fueran favorables mediante el fraude electoral. El control del fraude se ejercía a través del ministro de la Gobernación y los caciques locales. El ministro elaboraba el «encasillado» (lista de candidatos a elegir) y los «cuneros» (diputados de fuera del distrito). Los gobernadores civiles transmitían la lista a alcaldes y caciques, y el aparato administrativo garantizaba su elección. Se falsificaba el censo, se manipulaban actas y se impedía votar a opositores. El caciquismo se basaba en una red de caciques con poder económico e influencias, que controlaban los distritos electorales, ayuntamientos, trámites administrativos y el acceso al empleo.

El Régimen de la Restauración: Alfonso XII y la Regencia. La Alternancia Conservadora y Liberal (1885-1902)

Los Gobiernos de Turno y el Pacto del Pardo

El turno dinástico funcionó regularmente hasta 1898. La muerte prematura del rey en 1885 impulsó el Pacto del Pardo entre conservadores y liberales, dando paso a un gobierno liberal que aseguró la continuidad del sistema. Durante el «Parlamento largo» (1885-1890), los liberales desarrollaron su programa reformista: sufragio universal masculino para comicios municipales, abolición de la esclavitud, ley de asociaciones (autorizando sindicatos obreros), juicio por jurado y Código Civil. En 1890 se estableció el sufragio universal masculino.

La Oposición Marginada del Sistema

El Carlismo y los Partidos Integristas

El carlismo intentó presentarse como la fuerza católica auténtica, pero el apoyo del Vaticano a la dinastía alfonsina dificultó su éxito. Vázquez de Mella lideró una modernización ideológica (Acta de Loredan, 1886), manteniendo el carácter católico y tradicionalista, pero aceptando el orden liberal. En 1888, surgió la escisión integrista de Ramón Nocedal, creando el Partido Tradicionalista, antiliberal y defensor de la tradición. A partir de 1890, el carlismo participó en elecciones, con cierta fuerza en las provincias forales.

El Republicanismo

El republicanismo, derrotado en 1874, se enfrentó al desencanto y a divergencias doctrinales. En 1886 obtuvieron buenos resultados, y en 1893 se creó Unión Republicana. Sin embargo, el auge del movimiento obrero debilitó al republicanismo.

El Obreroismo: Socialismo y Anarquismo

Los socialistas seguían principios marxistas, propugnando un partido de la clase obrera, mientras que los anarquistas negaban la actuación política y defendían la acción revolucionaria. La Nueva Federación Madrileña se transformó en la Agrupación Socialista Madrileña (1879), fundada por Pablo Iglesias, núcleo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En 1888, se creó la Unión General de Trabajadores (UGT). El PSOE era marxista, obrerista y partidario de la revolución social. En 1910, obtuvo su primer diputado. Los anarquistas se reorganizaron en la Federación de Trabajadores de la Región Española (1881), creciendo en afiliados y desarrollando acción sindical reivindicativa.

La Concepción Plural de España: Nacionalismos y Regionalismos

Los Orígenes del Catalanismo

En Cataluña surgió La Renaixença (1830), un movimiento cultural y literario que buscaba recuperar la lengua y las señas de identidad catalanas. Valentí Almirall fundó el Centre Català (1882) e impulsó el Memorial de Agravios (1885), denunciando la opresión de Cataluña. La Unió Catalanista (1891), de tendencia conservadora, reclamaba la restauración de las instituciones históricas y la soberanía catalana. En 1901, se fundó la Lliga Regionalista, con Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó, con un programa conservador y autonomista.

Arana y el Nacionalismo Vasco

La abolición de los fueros generó una corriente que reivindicaba su reintegración. Sabino Arana, con el libro *Bizcaya por su independencia* (1893) y la creación del PNV (1895), articuló un discurso basado en la singularidad de la etnia vasca, el rechazo a los «maketos» y el integrismo religioso. Posteriormente, moderó su discurso hacia el autonomismo.

Los Orígenes del Galleguismo

A mediados del siglo XIX, surgió O Rexurdimento, un redescubrimiento literario de la lengua y cultura gallega, con Rosalía de Castro como figura destacada. Una minoría culta responsabilizó a la subordinación de Galicia de su atraso económico.

Valencianismo y Andalucismo

El primer valencianismo nació como una corriente cultural (La Renaixença). Vicente Blasco Ibáñez destacó las peculiaridades valencianas. En 1904 surgió Valéncia Nova y en 1908, Joventut Valencianista. En Andalucía, Blas Infante impulsó un incipiente sentimiento andalucista, manifestado durante la Revuelta Cantonal (1873) y en la Asamblea del Partido Republicano Federal en Antequera (1883), con una propuesta de autogobierno.

Las Consecuencias del 98

Repercusiones Económicas, Políticas y Sociales

Las consecuencias de la guerra de 1898 fueron:

  • Pérdidas demográficas: 60.000 soldados españoles muertos.
  • Impacto económico limitado: La industria catalana perdió un mercado, pero la economía española en general no se vio muy afectada.
  • Críticas al sistema:
    • Desde la clase política gobernante, se vio la necesidad de democratizar el país «desde arriba» (Maura y Canalejas).
    • Los intelectuales regeneracionistas, como Joaquín Costa, criticaron el sistema de la Restauración.
  • Fortalecimiento de los nacionalismos.
  • Nacimiento de la Generación del 98, un movimiento literario.
  • Desprestigio militar debido a la derrota.
  • Mayor atención al norte de África, sustituyendo la presencia en ultramar.

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