11 Oct
El Descontento y la Convocatoria de los Estados Generales
Hacia 1780, en Francia, diversos sectores sociales manifestaban su descontento con la situación económica y social imperante. El Tercer Estado rechazaba un sistema que lo marginaba y le imponía todas las cargas económicas. Los campesinos vivían en extrema necesidad, mientras que en las ciudades, los precios aumentaban y los salarios no permitían la supervivencia del pueblo llano. La burguesía, a pesar de su enriquecimiento, se sentía marginada social y políticamente. La monarquía de Luis XVI se mostraba incapaz de afrontar la realidad, con la hacienda en bancarrota.
Ante la propuesta de una reforma fiscal, la nobleza se rebeló y exigió la convocatoria de los Estados Generales, la única institución con capacidad para aprobar nuevos impuestos. Luis XVI cedió y los convocó para mayo de 1789.
La Asamblea Nacional y el Inicio de la Revolución
El 5 de mayo de 1789, los Estados Generales se reunieron en Versalles. Luis XVI pretendía discutir únicamente sobre finanzas. Sin embargo, los representantes del Tercer Estado, que duplicaban en número a los de la nobleza, exigieron la reunión conjunta de todos los grupos y el voto por cabeza, destacando las propuestas de reforma social.
Los diputados del Tercer Estado se declararon representantes de la mayoría de la población y, con el apoyo de algunos clérigos y nobles, se constituyeron en Asamblea Nacional. El rey aceptó la situación y, el 27 de junio, los Estados Generales se transformaron en la Asamblea Nacional Constituyente.
La amenaza de una reacción de los privilegiados y del ejército real provocó una revuelta popular, marcando la irrupción del pueblo llano en la revolución. La noticia se extendió por toda Francia, generando acciones similares. Los campesinos protagonizaron revueltas antiseñoriales, conocidas como el Gran Miedo.
La Asamblea Constituyente y la Declaración de los Derechos del Hombre
La Asamblea Nacional tomó medidas que iniciaron el desmantelamiento del Antiguo Régimen:
- La noche del 4 de agosto de 1789, se abolieron los privilegios y derechos feudales.
- El 28 de agosto, se aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
La Asamblea también elaboró una constitución que establecía el sufragio censitario, restringido a los más ricos.
La Guerra, la República y la Convención
El 20 de abril de 1792, la Asamblea Nacional declaró la guerra a Austria, que amenazaba con invadir Francia. Tras las derrotas francesas, en julio, las tropas austriacas se acercaban a París. Las clases populares parisinas, con el apoyo de algunos diputados, protagonizaron una insurrección. El 10 de agosto de 1792, asaltaron el Palacio de las Tullerías y detuvieron al monarca y a su familia.
Una nueva Asamblea Constituyente, elegida por sufragio universal, se reunió el 20 de septiembre y abolió la monarquía, proclamando la República.
Girondinos y Jacobinos
El grupo de los girondinos, liderado por Brissot, obtuvo la mayoría en la Convención. Con la República y el sufragio universal, consideraban que la revolución había culminado y que cualquier nuevo paso conduciría al caos y la anarquía.
Girondinos y jacobinos discrepaban sobre la monarquía. Los primeros querían castigar al rey, pero temían que su muerte radicalizara el proceso. Los segundos querían juzgarlo, condenarlo y ejecutarlo. Finalmente, Luis XVI fue guillotinado.
El Reinado del Terror
Los jacobinos acusaban al gobierno girondino de no responder a las necesidades populares. En 1793, asaltaron la Convención, detuvieron y ejecutaron a los principales diputados girondinos.
Elaboraron una nueva constitución en 1793, basada en los principios de la democracia social, e impulsaron reformas sociales. Para enfrentar a los ejércitos extranjeros que invadían Francia, se decretó la leva en masa y se democratizó el ejército.
El Comité de Salud Pública y el Terror
Para imponer estas reformas, amparándose en las circunstancias de la guerra, se estableció un gobierno revolucionario: el Comité de Salud Pública.
El Directorio y el Consulado
Tras la caída de Robespierre, la Convención volvió a estar controlada por los sectores burgueses moderados, desmantelando las medidas jacobinas. Se aprobó la Constitución de 1795, que restableció el sufragio censitario y creó un nuevo poder ejecutivo: el Directorio.
El Directorio no logró estabilizar la situación. Los monárquicos buscaban restaurar el absolutismo, y los sans-culottes exigían el retorno de los jacobinos.
Tras un golpe de Estado, se estableció el Consulado. Una nueva constitución consolidó el poder personal de Napoleón, con atribuciones para legislar, dirigir la política exterior y nombrar altos cargos. Napoleón se convirtió en Cónsul Vitalicio en 1802 y se proclamó Emperador en 1804.
Napoleón consolidó las conquistas revolucionarias moderadas y forjó un Estado sólido y centralizado, reformando la administración y promulgando un nuevo Código Civil.
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