05 Jun

El fracaso definitivo del Régimen de la Restauración tras la dictadura de Primo de Rivera dio paso a la Segunda República, que tenía como objetivo cambiar el rumbo de la historia construyendo una sociedad moderna y democrática. Sin embargo, de nuevo el sueño republicano fracasó, desembocando en una Guerra Civil (1936-1939) que daría paso a una dictadura, el franquismo, que duraría casi cuarenta años.

Proclamación de la República y Elecciones a Cortes Constituyentes

Las elecciones municipales celebradas el 12 de abril de 1931, planteadas como un referéndum en torno a la forma del estado, dieron el triunfo a los partidos contrarios a la monarquía, que en agosto del año anterior (1930) habían llegado a un acuerdo en el llamado Pacto de San Sebastián.

El 14 de abril se proclamaba la República y Alfonso XIII salía para el exilio. Inmediatamente se constituyó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora con representantes de las diversas tendencias de la coalición republicano-socialista, que asumió pacíficamente el poder y comenzó a abordar la transformación del estado.

El 28 de junio se celebraron elecciones para Cortes Constituyentes y la coalición republicano-socialista (Acción Republicana y PSOE) obtuvo una amplia mayoría.

La Constitución de 1931

La primera tarea que se impuso el Congreso de los Diputados presidido por Julián Besteiro (socialista) fue la redacción de una nueva Constitución, aprobada el 9 de diciembre de 1931. España se convertía en una República democrática en la que la soberanía residía en el pueblo español, del que emanaban todos los poderes. Se establecía el sufragio universal.

La República se constituía como un Estado centralizado compatible con la descentralización local, provincial y regional: si una o varias provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes acordaban organizarse en comunidades autónomas, presentarían su Estatuto de acuerdo con la ley.

Separación de poderes:

  • El poder ejecutivo residía en el Gobierno: presidente y ministros.
  • El poder legislativo residía en el pueblo, representado por las Cortes unicamerales (Congreso de los Diputados).
  • El poder judicial residía en los tribunales de justicia.

El Estado español no tenía religión oficial (Estado laico), estableciéndose la separación Iglesia-Estado.

Se incluía una amplia declaración de derechos, la más amplia hasta entonces.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Al día siguiente de la aprobación del texto constitucional, Alcalá Zamora era elegido por el Congreso presidente de la República y confirmaba a Manuel Azaña como presidente del Gobierno.

A lo largo del bienio reformista (hasta noviembre de 1933) la coalición republicano-socialista puso en marcha un amplio programa de reformas que pretendían la modernización social y política de España. Estas reformas limitaban y reducían los privilegios de la minoría y respondían a las expectativas de cambio democrático de las clases medias y populares. Entre ellas destacan:

Reforma educativa:

El gobierno de Azaña se mostró partidario de una enseñanza progresista y tomó una serie de medidas secularizadoras, encaminadas a limitar el poder de la Iglesia en la educación.

Algunas fueron demasiado agresivas, como la disolución de la Compañía de Jesús o la prohibición de la enseñanza a las congregaciones religiosas, lo que provocó enfrentamientos entre católicos y el régimen republicano.

Aunque se crearon miles de escuelas primarias (10.000) y se reformaron los planes de estudio, no se pudo eliminar el monopolio docente de la Iglesia.

Reforma militar:

El gobierno abordó la difícil tarea de modernizar el ejército, cuya abundancia de mandos, la escasa formación de soldados y el anticuado material le habían hecho perder capacidad técnica. Se estableció el retiro voluntario con el sueldo íntegro de un gran número de oficiales y se pretendió disminuir la jurisdicción militar en beneficio de la civil. Estas y otras medidas no fueron bien vistas por amplios sectores del ejército, que vieron en ellas un propósito encubierto de minar el poder y el prestigio de los militares.

La República no se atrevió a disolver la Guardia Civil, pero creó la Guardia de Asalto, una fuerza leal, entrenada como policía urbana.

Reforma agraria:

Se emprendió la tarea de llevar a cabo una auténtica reforma agraria, acabando con las lacras del campo español mediante una distribución de la tierra y una mayor atención a su rendimiento. En septiembre de 1932 se aprobó la Ley de Bases para la Reforma Agraria, que se proponía acabar con el latifundismo y el absentismo de los propietarios. Al mismo tiempo, se pretendió dar tierras a campesinos que no tenían, para lo que se señalaban las fincas que podían ser expropiadas. El proceso fue lento y solo permitió recibir tierras a unas doce mil familias.

Reforma territorial:

La Constitución española definía a España como un Estado integral compatible con la autonomía regional. En 1932 se aprobó el Estatuto de Cataluña. En cambio, el Estatuto Vasco se fue retrasando por los enfrentamientos entre nacionalistas y socialistas, siguiendo un proyecto más complejo (se aprobaría en 1936). El proyecto de Estatuto de Estella fue rechazado por el gobierno central por anticonstitucional.

Fin del Bienio Reformista y la Deriva hacia la Guerra Civil

El programa reformista no estuvo libre de problemas y defraudó a aquellos que no lo veían como auténticamente republicano.

Acabaron con este bienio (reformista, azañista, de izquierdas) el descontento social, la crisis económica y la escalada de la derecha. En las elecciones de noviembre de 1933 triunfó la coalición de centro-derecha y la República dio un importante giro. El nuevo gobierno radical-cedista (PRR-CEDA), presidido por Lerroux (PRR) y apoyado por la CEDA, fue suspendiendo las reformas emprendidas y algunas quedaron anuladas. Los sucesivos gobiernos revisaron las reformas de los gabinetes de Azaña, las suspendieron y anularon.

Habría que esperar a las nuevas elecciones de febrero de 1936, en las que se impuso el Frente Popular, para que se reanudara el programa reformista iniciado por Azaña. La Guerra Civil, en julio de 1936, truncó definitivamente los anhelos republicanos de construir un estado democrático y moderno.

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