06 Jul

INTRODUCCIÓN

La Segunda República (1931-1936) supuso un ambicioso intento de modernización del país. El primer gobierno republicano-socialista (1931-1933) puso en marcha un programa reformista, mientras que el segundo bienio, de centro-derecha (noviembre de 1933 – febrero de 1936), se caracterizó por el desmantelamiento de la obra reformista del primer bienio. En su última etapa, la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, una coalición de izquierdas, hará que un grupo de militares den un golpe de Estado en julio de 1936 ante el temor de una revolución social, que marcará el inicio de la Guerra Civil española (1936-1939).

1. EL ADVENIMIENTO DE LA II REPÚBLICA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1931

Las elecciones municipales del 12 de abril dieron la victoria a la Conjunción Republicano-Socialista en las principales ciudades del país, ante lo cual Alfonso XIII decidió marchar al exilio, proclamándose la Segunda República el 14 de abril de 1931. El Gobierno Provisional, presidido por Alcalá Zamora, convocó elecciones a Cortes Constituyentes y tuvo que enfrentarse a graves problemas, como la proclamación de la República Catalana el 14 de abril por Francesc Macià (Esquerra Republicana) o la explosión de anticlericalismo en el mes de mayo, incendiándose más de un centenar de edificios eclesiásticos.

Las nuevas Cortes, con amplia mayoría de izquierdas, emprendieron un programa de profundas reformas de carácter político, social y educativo, y aprobaron la Constitución de 1931.

La nueva Constitución reconocía:

  • La soberanía popular (República democrática de trabajadores de toda clase).
  • La división de poderes: poder legislativo en Cortes unicamerales, poder ejecutivo en presidente de la República, y poder judicial en jueces independientes y jurados, estableciéndose el Tribunal de Garantías Constitucionales.

Además, recogía:

  • Una amplia declaración de derechos y libertades (matrimonio civil, divorcio, igualdad educación y trabajo).
  • La separación Iglesia-Estado (libertad de cultos, eliminación del presupuesto de culto y clero, enseñanza laica).
  • Afirmaba la República unitaria con posibilidad de constituir gobiernos autónomos en algunas regiones.
  • Establecía el sufragio masculino y femenino (mayores 23 años), concediendo por primera vez el voto a las mujeres.
  • Reconocía la propiedad privada, aunque podría ser objeto de expropiación forzosa por el Estado.

2. EL BIENIO REFORMISTA O SOCIAL-AZAÑISTA (1931-1933)

El nuevo gobierno, presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierdas y socialistas, emprendió una serie de reformas que pretendían la modernización política y social de España:

– La reforma del Ejército

Se ofreció la jubilación anticipada a un gran número de oficiales, y se suprimieron algunos cargos (tenientes y capitanes generales) e instituciones militares (Academia Militar de Zaragoza). Se redujeron las unidades del ejército, desaparecieron los Tribunales de Honor y se creó la Guardia de Asalto, cuerpo policial leal a la República. Los militares acusaron a la República de “triturar al Ejército”.

– La reforma religiosa

Para limitar la influencia de la Iglesia sobre la sociedad, se prohibió a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza, se disolvió la Compañía de Jesús, se suprimió la obligatoriedad de la enseñanza de la religión en colegios e institutos, y se retiraron los símbolos religiosos de los edificios oficiales. Esto fue recibido como una agresión intolerable por la inmensa mayoría de católicos.

– La reforma agraria

Para intentar solucionar el desigual reparto de la tierra en España, la Ley de Bases de la Reforma Agraria (1932) pretendía acabar con el latifundismo y redistribuir la propiedad asentando a campesinos en tierras expropiadas. Para su aplicación se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), pero sus resultados fueron limitados. Esta reforma granjeó la oposición a la República de los Grandes de España, que fueron expropiados sin indemnización, mientras que el resto sí recibió indemnización.

– La reforma del Estado centralista

Para otorgar cierta autonomía a algunas regiones, se emprendió la elaboración de Estatutos de Autonomía, aprobándose el Estatuto catalán en 1932. El Estatuto del País Vasco se retrasará a 1936, ya iniciada la Guerra Civil, mientras el gallego no llegará a aprobarse.

– Las reformas sociolaborales

Se reguló el trabajo de mujeres y niños, se redujeron las horas de trabajo en el campo, se impulsaron los seguros de retiro y maternidad, se creó una Caja Nacional de Accidentes de Trabajo, y se establecieron el salario mínimo y la jornada de 40 horas semanales. Para crear una educación primaria gratuita, laica y obligatoria, se duplicó el presupuesto educativo, se crearon 10.000 nuevas escuelas y se contrató a nuevos profesores. Las Misiones Pedagógicas llevaron la cultura a los ámbitos rurales.

Estas reformas provocaron una gran oposición de la derecha, y el general Sanjurjo intentó un golpe de Estado en 1932, aunque fracasó. Los incidentes de Casas Viejas, en los que la Guardia de Asalto mató a un grupo de anarquistas, se unieron al desgaste del gobierno, decidiéndose la convocatoria de nuevas elecciones.

3. EL BIENIO DE CENTRO-DERECHA (1933-1936)

Las nuevas elecciones de noviembre de 1933, las primeras en las que votaron las mujeres, dieron la victoria a los partidos de derechas y centro (CEDA y Partido Radical), formándose un nuevo gobierno presidido por Alejandro Lerroux (Partido Radical). El nuevo gobierno se centró en el desmantelamiento de la obra reformista del bienio anterior: se frenó la reforma agraria, se devolvió a la Iglesia el derecho a la enseñanza y el presupuesto de culto y clero, y se ralentizó la construcción de escuelas públicas.

En un contexto internacional marcado por el ascenso de los regímenes totalitarios y la crisis económica, la izquierda interpretó la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno (octubre de 1934) como un giro hacia el fascismo, y emprendió una insurrección armada conocida como la Revolución de Octubre de 1934. Ésta comenzó con una huelga general convocada por las organizaciones de izquierda y, aunque su incidencia fue muy desigual, alcanzó una mayor virulencia en Cataluña, donde se proclamó el Estado Catalán independiente por Companys (presidente de la Generalitat), y en Asturias, donde millares de obreros y mineros armados protagonizaron una revolución social.

El gobierno sofocó los dos movimientos, suspendiendo el Estatuto catalán y encarcelando al gobierno autonómico, y con una brutal represión en Asturias, pero una serie de escándalos de corrupción, como el del estraperlo, provocaron la caída del gobierno radical-cedista.

4. EL GOBIERNO DEL FRENTE POPULAR (1936-1939)

Las elecciones del 16 de febrero de 1936 dieron la victoria al Frente Popular, una coalición de partidos de izquierdas cuyo objetivo era frenar el fascismo y retomar las reformas del primer bienio. El nuevo gobierno de Casares Quiroga declaró una amnistía para los condenados en la revolución de 1934, restableció el Estatuto de Autonomía catalán y reanudó la Reforma Agraria, aunque la impaciencia de los campesinos provocó movimientos de ocupación de tierras (Andalucía y Extremadura).

Mientras, la violencia se adueñaba de las Cortes, la prensa y la calle, viviéndose un proceso de radicalización tanto en la izquierda como en la derecha y aumentando los enfrentamientos entre grupos falangistas y milicias de izquierdas. La conspiración militar, liderada por un grupo de militares de la Unión Militar Española (UME), se precipitó tras el asesinato del teniente Castillo por un grupo de fascistas, respondido con el asesinato del líder de derechas José Calvo Sotelo, iniciándose el 17 de julio de 1936 en Melilla y dando comienzo a la Guerra Civil española (1936-1939).

CONCLUSIONES

La Segunda República (1931-1936) llegó a España de forma pacífica, tras las elecciones municipales del 12 de abril. El primer gobierno, de izquierdas, emprenderá un ambicioso proyecto de reformas necesarias para la modernización del país, pero estas reformas provocaron la oposición de amplios sectores (Iglesia, Ejército, propietarios, patronal). La impaciencia de las clases populares ante la lentitud de las reformas y el miedo al ascenso del fascismo se tradujo en una oleada de conflictividad social, que fue interpretada por la derecha como un peligro de revolución social. La victoria del Frente Popular provocó que una parte del Ejército se decidiera por una conspiración militar, que dará paso a la Guerra Civil española (1936-1939).

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