06 Nov

La Segunda República Española

El Fin de la Monarquía y el Gobierno Provisional

En 1930, tras la dictadura de Primo de Ribera, España se encontraba sin Constitución ni sistema democrático. El breve periodo del gobierno conocido como «La Dictablanda» culminó en 1931 debido al descontento popular. Diversos grupos opositores a la monarquía firmaron el Pacto de San Sebastián, buscando instaurar una Segunda República. Tras el triunfo republicano en las elecciones municipales, Alfonso XIII se exilió, dando paso a un nuevo gobierno con el objetivo de modernizar España e instaurar un sistema democrático. Inspirada en el regeneracionismo, la Segunda República se caracterizó por la inestabilidad, la radicalización, las divisiones internas y un contexto internacional desfavorable.

El Gobierno Provisional, formado tras el Pacto de San Sebastián, representó a diversas facciones políticas: derecha republicana, centro derecha, radicales socialistas, izquierda republicana, PSOE y nacionalistas catalanes y gallegos. Sus tareas iniciales fueron implementar reformas y convocar elecciones constituyentes.

Críticas y Reformas del Gobierno Provisional

Criticado como masónico por sus opositores, el Gobierno Provisional inició reformas en diversos ámbitos:

  • Legislación laboral agraria: Buscando mejorar las condiciones de los campesinos.
  • Reforma educativa: Eliminando la enseñanza religiosa y creando nuevas escuelas.
  • Reforma del ejército: Asegurando su lealtad a la República y mejorando su eficacia.
  • Creación de la Guardia de Asalto: Un cuerpo policial moderno, coexistiendo con la Guardia Civil.

Estas reformas encontraron oposición en sectores del ejército, la oligarquía económica (temerosa por sus intereses), la Iglesia (resistente a la laicidad del Estado, lo que incrementó el anticlericalismo) y la izquierda (que demandaba reformas más rápidas y profundas, con el apoyo de la CNT).

El Debate Territorial y la Constitución de 1931

Las aspiraciones nacionalistas generaron un debate territorial. La proclamación de la República Catalana por Macià, miembro de Esquerra, llevó al gobierno a restablecer la Generalitat como gobierno autónomo de Cataluña hasta la resolución del problema en la nueva Constitución.

Las elecciones a Cortes Constituyentes, con amplia participación, se celebraron el 28 de junio. La derecha se presentó desunida, mientras que la izquierda, formada por el PSOE y partidos republicanos, obtuvo la victoria. El PSOE fue el partido más votado, pero el predominio de los partidos republicanos, el desplazamiento del electorado hacia la izquierda y la fragmentación política fueron características de estos comicios. La derecha obtuvo una representación menor a su fuerza social real.

Por primera vez, los partidos gobernantes contaban con un respaldo social real. El Parlamento se convirtió en el centro de la vida política, influyendo en la prensa y la opinión pública.

La Elaboración de la Constitución

Las Cortes nombraron una Comisión Constitucional que presentó un proyecto aprobado en diciembre de 1931. Aunque las mujeres no podían votar en estas elecciones, sí podían ser elegidas, resultando en tres diputadas: Victoria Kent, Clara Campoamor y Margarita Neiken. El sufragio se limitó a hombres mayores de 23 años.

La organización territorial del Estado y la separación Iglesia-Estado fueron temas conflictivos. Se buscó un modelo intermedio entre el estado federal y el unitario, permitiendo la creación de autonomías sujetas a la aprobación de las Cortes. La separación Iglesia-Estado, con la introducción del matrimonio civil, el divorcio y la libertad de culto, provocó la dimisión de figuras como Alcalá Zamora y Maura.

La Constitución de 1931, de carácter democrático, se caracterizó por:

  • Concepción integral del Estado con posibilidad de autonomías.
  • Poder legislativo en las Cortes unicamerales.
  • Poder ejecutivo en el Consejo de Ministros y el Presidente de la República.
  • Poder judicial en jueces independientes.
  • Expropiación forzosa de propiedades con indemnización.
  • Nacionalización de servicios públicos.
  • Amplia declaración de derechos y libertades.
  • Separación Iglesia-Estado.

La Aprobación de la Constitución y el Bienio Reformista

Aprobada el 9 de diciembre de 1931, la Constitución no logró un consenso total, aumentando la polarización entre izquierda y derecha, especialmente en temas religiosos y autonómicos. La dimisión de Alcalá Zamora por la aprobación de los artículos religiosos llevó a Manuel Azaña a la jefatura del Gobierno. Tras nuevas elecciones, Alcalá Zamora asumió la presidencia de la República.

La crisis del 29 dificultó la situación del gobierno. El Estado implementó reformas como la ley del divorcio, la eliminación de la financiación de la Iglesia, el cierre de conventos dedicados a la enseñanza, mejoras en las condiciones laborales, la Ley de Bases de la Reforma Agraria (que expropió tierras no cultivadas, generando oposición anarquista) y la concesión de autonomías. La falta de recursos para financiar estas reformas generó conflicto social, sumado a la oposición de grupos como la CNT y la FAI, que buscaban el anarquismo y protagonizaron altercados como la matanza de Casas Viejas, dañando la imagen del gobierno.

El Bienio Conservador y el Ascenso de la Derecha

La derecha, descontenta con la Constitución, se organizó en torno a la Renovación Española y la CEDA, aglutinando a miembros del Partido Radical de Lerroux, socialistas y militares opositores. Las diferencias entre Azaña y Alcalá Zamora se acentuaron.

En las elecciones generales de 1933, con la participación femenina por primera vez, la derecha unida obtuvo la victoria frente a los republicanos divididos. Alcalá Zamora encargó el gobierno a Lerroux, desconfiando de la CEDA. Comenzó así el bienio centro-derecha.

El gobierno de Lerroux revisó las reformas del bienio anterior: se restableció la financiación de la Iglesia, se modificó la reforma agraria y se devolvieron tierras a los terratenientes. Martínez Barrio fundó la Unión Republicana, y los partidos republicanos de izquierda se unieron a Izquierda Republicana, liderada por Azaña.

La Revolución de 1934 y el Frente Popular

El incumplimiento de leyes agrarias y la bajada de salarios provocaron huelgas y conflictos. La falta de autonomía para Cataluña y el País Vasco agravó la situación. En octubre de 1934, la entrada de la CEDA en el gobierno provocó una huelga general socialista que fracasó. Ese mismo mes, una revolución socialista y la proclamación del Estado Catalán (abortada por el Estado) generaron una fuerte represión.

Los escándalos del estraperlo provocaron una crisis en el Partido Radical, que Gil Robles intentó aprovechar. Alcalá Zamora disolvió las Cortes y convocó nuevas elecciones en febrero de 1936.

La izquierda se unió en el Frente Popular, prometiendo la vuelta a las reformas de 1932 y la amnistía para los implicados en la revolución de 1934. La derecha se presentó dividida, con el Bloque Nacional, liderado por Calvo Sotelo, buscando derribar la República, y la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Ribera. El Frente Popular ganó las elecciones.

El gobierno, encabezado por Azaña, implementó medidas urgentes: amnistía, readmisión de obreros despedidos, autonomía para Cataluña y la reanudación de las reformas agraria, religiosa, social y militar. Tras la destitución de Alcalá Zamora, Azaña asumió la presidencia de la República y nombró a Santiago Casares Quiroga jefe de gobierno.

El Camino hacia la Guerra Civil

El gobierno enfrentó graves problemas: aumento de precios y paro, huelgas de la CNT, ataques a iglesias y enfrentamientos violentos. La CEDA se unió a la Falange. El asesinato de Calvo Sotelo el 13 de junio de 1936 y la creciente violencia política, impulsada por sectores de la derecha y la izquierda, precipitaron el levantamiento militar liderado por el general Sanjurjo, con el apoyo de monárquicos y falangistas, marcando el inicio de la Guerra Civil Española.

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