09 Oct

Introducción

Para explicar la teoría del hombre de Kant es necesario hablar antes de su papel como ilustrado en el siglo XVIII. Esta corriente se caracterizó por la racionalidad crítica hacia la religión, la superstición y los sistemas políticos vigentes. Para este autor, el movimiento consistía en la “iluminación” (aüfklarum) del hombre hasta llevarle a la “mayoría de edad”. Durante esta época convivían las dos grandes posturas de la filosofía enfrentadas constantemente y ambas igual de problemáticas: por un lado, el racionalismo, sostenía que todo el conocimiento provenía de las ideas, lo que les atrapaba en el solipsismo; y por otro, el empirismo, concebía como único medio de alcanzar la sabiduría los sentidos, quedando limitados así en el escepticismo más radical. Ante esta precaria situación de la filosofía, el autor alemán Emmanuel Kant va a realizar una renovación de la misma a través de un giro copernicano; este consiste en cambiar como centro de estudio de esta disciplina el objeto (ideas o impresiones) por el sujeto cognoscente. A este autor le parecía incomprensible que hasta ese momento los pensadores hubieran pretendido llegar a un conocimiento del hombre sin analizar los límites de su conocimiento. Por esto mismo, Kant realizará un juicio crítico de la razón para mediante ella misma llegar a conocer sus posibilidades y limitaciones, en un ejercicio de mayoría de edad. El proceso le lleva a plantearse tres grandes cuestiones sobre el hombre:

  1. ¿Qué puedo conocer? (problema de la metafísica y del conocimiento científico)
  2. ¿Qué debo hacer? (tema de la moralidad)
  3. ¿Qué me cabe esperar? (problema de la historia y la religión)

Todas estas preguntas se refieren en su conjunto a, ¿qué es el hombre?, que trata sobre el sujeto cognoscente (antropología).

La Crítica de la Razón Pura y los Postulados de la Razón Práctica

Su crítica a la razón pura acaba con la afirmación de que la metafísica no es una ciencia y además demanda la necesidad de convertir las tres ideas de esta disciplina (alma, mundo y Dios) en Postulados de la Razón Práctica. Al intentar aplicar estos conceptos a la experiencia solo obtenemos conclusiones erróneas, por lo que no nos sirven como respuesta a la primera pregunta que se hace Kant (¿Qué puedo conocer?), pero sí como respuesta a la segunda (¿Qué debo hacer?), convirtiéndose así en el punto de partida de esta teoría.

La Ética Formal de Kant

Hasta Kant, todas las éticas que se habían desarrollado eran materiales. Este tipo de filosofía práctica, como la de Platón o San Agustín, se limita a establecer imperativos hipotéticos basados en criterios particulares o generales, pero nunca universales, que nos dictan qué debemos hacer, dando lugar así a una ética heterónoma. El filósofo alemán, sin embargo, rompe con esta tendencia, crítica a las éticas materiales y desarrolla una ética formal, dando un giro copernicano mediante el cual Kant no trata de decir qué hacer sino cómo hacerlo. Nos habla de imperativos categóricos absolutos y universales que regulan el comportamiento humano y que provienen de la voluntad (“Obra de tal manera que tu criterio personal se convierta en una ley universal”). La voluntad, por ello, es el único legislador moral que se puede admitir, proporciona autonomía y libertad, fundamentales para alcanzar la “mayoría de edad”.

El Deber y la Dignidad Humana

Esta ética, universal y necesaria, se preocupa más por la justicia que por la felicidad y se basa en el deber. El deber rige el comportamiento del hombre y, a partir de él, distinguimos tres tipos de acciones: las contrarias al deber, consideradas moralmente malas; las realizadas conforme al deber, moralmente neutras; y, por último, las llevadas a cabo por deber, las únicas moralmente buenas. Podemos así afirmar que lo que marca la moralidad de una acción no es el medio que utiliza o el fin que persigue, sino la causa que lo mueve. No por ello el hombre debe ser tratado nunca como medio, pues es un fin en sí mismo y posee dignidad, no un precio. La libertad para Kant está por encima de la igualdad, pues la igualdad es el precio de la dignidad y no merece ser pagado. En su contra se sitúan Rousseau y posteriormente Marx, pues para ellos es inconcebible una verdadera libertad con tantas diferencias económicas, sociales y culturales que se dan entre los seres humanos.

Los Postulados de la Razón Práctica y la Libertad

Para terminar con la teoría ética de este autor, es necesario admitir la validez de los postulados de la Razón Práctica, pero no como fuente de conocimiento, sino como necesarios para el desarrollo de la moral. Hay que asumir la libertad de la voluntad, pues solo es posible hablar de moral si existe libertad; además, la inmortalidad del alma, ya que la voluntad, en su acción moral, persigue un fin inalcanzable en esta vida; y, por último, a Dios, ser en el que se da la unión perfecta entre virtud y felicidad.

Conclusión

En conclusión, solo cabe decir que la obra ética de este autor supuso un antes y un después en la historia de la filosofía práctica. Fue el primero en desarrollar una ética formal basada en criterios universales, acabó con la heteronomía de pensadores anteriores y devolvió al hombre la autonomía que le había sido arrebatada. Además, establece el pensador alemán que, para asegurar el progreso y el correcto desarrollo de esta ética del hombre, es necesaria la paz perpetua, conseguida a través de un sistema democrático, basado en el iusnaturalismo racionalista, pues los derechos naturales del hombre son universales y anteriores a cualquier derecho escrito.

Deja un comentario