31 Mar

La guerra concluyó con el denominado Abrazo de Vergara (1839): acuerdo firmado entre Espartero y Maroto, principal líder carlista tras la muerte de Zumalacárregui, en el que se reconocía el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra, así como la integración de los oficiales carlista en el ejército real.

Las consecuencias más importantes de la guerra carlista fueron varias. En lo político la monarquía se inclínó de manera definitiva hacia el liberalismo. Los militares cobrarían un gran protagonismo en la vida política y protagonizarían frecuentes pronunciamientos. Por último, los gastos de la guerra forzaron la desamortización de las tierras de la Iglesia. 
Tras la primera guerra carlista se pacifica el norte pero quedarán importantes focos carlistas en País Vasco, Navarra y Cataluña, que no abandonarán la causa de Carlos Mª Isidro. De manera que entre 1846 y 1849 tendrá lugar la segunda guerra carlista, liderada por el hijo de Carlos Mª Isidro que se levanta contra Isabel II, tras el fracaso de negociaciones de matrimonio entre ambos. En 1849 los carlistas son derrotados y la reina convoca una amnistía. No tuvo el impacto de la primera. 
Entre 1872 y 1876 se desarrolla la tercera guerra carlista durante el sexenio revolucionario tras el derrocamiento de Isabel II. Los carlistas estarán liderados por Carlos VII. Cuando Alfonso XII llega al trono en 1876 se encargará de derrotar a los carlistas en el norte. País Vasco y Navarra quedan pacificados y vuelven a sus fueros tradicionales. Pero los carlistas resurgirán una vez más durante la Guerra Civil (1936-39) apoyando al bando franquista.

3.-ÉPOCA DE REGENCIAS (1833-1843)


 
Será durante el reinado de Isabel II cuando se implante el Liberalismo dando paso a una monarquía constitucional y parlamentaria en la que la burguésía moderada controla el sistema 
Historia de España 2º Bach  DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA E HISTORIA 
Tema 6.
Reinado de Isabel II   | 4 
político mediante el sufragio censitario, estableciendo un orden jurídico favorable al desarrollo del capitalismo.
Durante la minoría de edad de Isabel II hubo dos regencias: La regencia de Mª Cristina de Borbón, madre de Isabel y la regencia de Espartero. 
La Regencia de  María Cristina de Borbón (1833-1840) se inicia con un Gobierno moderado basado en el Estatuto Real (1834) con el objetivo de conseguir la estabilidad que garantice el trono de su hija. Para ello tuvo que aceptar otras reformas más progresistas y así poder hacer frente a los gastos de las Guerras Carlistas, la deuda de Hacienda y al descontento de los liberales que exigían más reformas. 
Así se proceden a las desamortizaciones de Mendizábal (1836) en el que se expropian bienes monásticos con el fin, también, de crear una clase de propietarios agrícolas, siendo el proyecto un fracaso.Las consecuencias de la desamortización no fueron positivas. Aunque se consiguió paliar momentáneamente la grave situación que venía padeciendo la hacienda pública, empobrecíó más a los campesinos, ya que dejaron de trabajar las tierras de la Iglesia que venían haciéndolo desde hacía siglos, y muchos cayeron en la miseria. Sin embargo, los enormes lotes puestos a la venta sólo pudieron ser adquiridos por las mayores fortunas, sobre todo aquellos que se habían enriquecido con los negocios pero que ansiaban poseer tierras como poseía la nobleza. Igualmente la desamortización aumentó la distancia entre el nuevo régimen liberal y el clero católico, que perdíó la mayor parte de sus propiedades (tierras, edificios y fincas urbanas) y el cobro del diezmo. 
La desamortización eclesiástica se completó con otras medidas similares: desaparición de los señoríos y los mayorazgos (1836), supresión de la Mesta (1836), supresión de los derechos señoriales (1837). Todas ellas tuvieron por objeto convertir la propiedad vinculada del Antiguo Régimen en propiedad libre para poder circular en el mercado. 
Y, por otro lado, con la nueva Constitución de 1837 se restablece el espíritu legislativo de Cádiz, con un régimen constitucional y parlamentario de soberanía nacional y división de poderes. 
Pero la Regente María Cristina ha de hacer frente a Carlos María Isidro en la 1ª Guerra Carlista, quien cuenta con el apoyo de la nobleza, el clero y los campesinos del País Vasco, Navarra, Cataluña, Aragón y Valencia, quienes piden el respeto de sus antiguos fueros de la época de los Austrias. Finalmente, el General Espartero derrota a los carlistas y pone fin al conflicto con el Abrazo de Vergara en 1840 y la promesa de respetar los fueros vasco-navarros.
Durante estos años se fueron radicalizando las posturas entre moderados y progresistas, sobre todo por el intento de los primeros de aprobar unas leyes que pretendían acabar con la Milicia Nacional, además de hacerse con el control efectivo de los ayuntamientos. 
El último choque entre los progresistas y Mª Cristina tuvo lugar con ocasión de la ley de Ayuntamientos, por la que los nombramientos de los regidores serían verificados por designación regia, no por votación popular, como exigían aquellos. A esto se sumaba la frágil situación institucional y la impopularidad de la reina regente. 
Tras el estallido de disturbios en numerosas ciudades y disolver las Cortes, María Cristina renuncia a la Regencia, siendo ahora el General y progresista
Espartero el nuevo regente y Jefe de Gobierno (1840-1843). Su política autoritaria, la crisis comercial e industrial y la sublevación obrera propician el pronunciamiento del moderado Narváez en su intento de restablecer el orden, quien cuenta con el apoyo de los progresistas puros (los progresistas se habían dividido entre los “esparteros” y los puros). Se pone fin a la regencia de Espartero y se declara mayor de edad a Isabel II a los trece años.

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