01 Jun
La Transición Democrática
El contexto histórico en el que se enmarca la publicación del texto constitucional es la llamada Transición Democrática, período de restauración de las instituciones democráticas que tuvo lugar en España entre 1975 y 1982.
Esta Transición comenzó con la muerte de Franco en 1975, y se puede dar concluida con la llegada al poder del PSOE en octubre de 1982.
La ponencia constitucional fue redactada por representantes de los diversos partidos políticos representados en las Cortes Constituyentes convocadas en las elecciones de 15 de junio de 1977, primeras elecciones libres celebradas en España desde febrero de 1936, que ganó la UCD, partido que lideraba el entonces Presidente del Gobierno Adolfo Suárez.
Los redactores del anteproyecto de la constitución llamados los “padres de la Constitución” fueron, Miguel Herrero de Miñón, Gabriel Cisneros y José Pedro Pérez-LLorca de UCD, Gregorio Peces Barba del PSOE, Manuel Fraga de AP, Jordi Solé Tura del PCE, Miquel Roca de los nacionalistas catalanes.
No es una Constitución de partido, sino que fue fruto de un amplio consenso político entre las fuerzas de izquierda y de derecha.
Características de la Transición Democrática
- Proceder a un cambio de la ley con la ley, una evolución controlada desde el franquismo hacia la democracia, evitando una ruptura política.
- Resultado del “consenso” entre algunos dirigentes franquistas y la oposición, a la que se facilitó su integración en el sistema a cambio de la supresión de algunos de los aspectos más radicales de sus respectivos programas, como el independentismo de los nacionalistas vascos y catalanes, así como la difícil aceptación del PCE (legalizado la semana santa de 1977) por los sectores más inmovilistas del Régimen.
- Respondió a la presión y movilización popular, así como un amplio deseo de cambio social y económico que quería normalizar España, con el resto de Europa.
Esta movilización popular a veces registró las resistencias de las estructuras de un régimen, en esencia todavía franquista (judicatura, ejército y fuerzas de orden público), junto con fuerzas de extrema derecha, que provocó incidentes, torturas y también asesinatos políticos como los de los abogados laboralistas de Atocha (enero 1977).
Por otro lado, el terrorismo de signo independentista (ETA) o extremista de izquierdas (GRAPO y FRAP) desató durante toda la transición democrática una ola de terror amenazando sobre todo a representantes del Ejército y de las Fuerzas de Orden Público que alentaba, el llamado “ruido de sables” opuesto a las reformas democráticas
El Siglo XVII
El Absolutismo y los Validos
El siglo XVII se caracteriza por un aumento del poder real, del Absolutismo, unido a la tendencia de los reyes a dejar la responsabilidad del gobierno en manos de personas de su confianza todopoderosas llamadas validos.
Con Felipe III (1598-1621) gobernaron en su propio beneficio el Duque de Lerma y su hijo el Duque de Uceda.
En 1609 se produce la expulsión de los moriscos que agravó la crisis demográfica y económica de Castilla.
En el ámbito internacional, se firman la “Tregua de los 12 años con Holanda” (1609) y la “Paz de Londres” con Inglaterra (1604).
El Conde-Duque de Olivares y la Crisis de Castilla
Con Felipe IV (1621-1665) gobierna el Conde-Duque de Olivares que intenta hacer las reformas necesarias para superar la crisis en que había caído Castilla por la política imperialista anterior.
El temor a que Olivares acabe imponiendo las leyes castellanas genera el levantamiento de Cataluña (1640, Corpus de Sang) dirigido por Pau Claris con la ayuda de Francia.
Tras doce años de rebelión en 1652 Cataluña se rindió y Felipe IV se comprometió a respetar las leyes y fueros del Principado.
El levantamiento simultáneo en Portugal (1640) no pudo sofocarse y acabaría obteniendo la independencia en 1668.
Los intentos de reforma de Olivares habían fracasado.
La Guerra de los Treinta Años y la Decadencia Española
Al iniciarse el reinado de Felipe III (1598-1621), la monarquía hispánica era la mayor potencia territorial y militar del planeta y disfrutaba de un periodo de paz (Pax Hispánica) que se vería interrumpido al involucrarse España en la Guerra de los Treinta Años.
Este conflicto, librado principalmente en Europa central entre 1618-1648, era en apariencia una guerra religiosa (católicos frente a protestantes) pero lo que en realidad estaba en juego era la hegemonía de los Habsburgo en Europa
Con Felipe IV (1621-1665) su valido, el Conde Duque de Olivares, lleva a cabo una política imperialista que le enfrentará con los territorios de su imperio (Paises Bajos) y con Francia.
Bajo la dirección del Cardenal Richelieu, ministro de Luis XIII, España ve retroceder sus posiciones en los frentes europeos (derrota de Rocroi, 1643).
Esta desfavorable situación bélica unida a la crisis económica y política (rebeliones de Portugal y Cataluña) da al traste con los ambiciosos proyectos de Olivares, que es obligado a dimitir en 1643.
Su sucesor, Luis de Haro, tendrá que afrontar la crisis y ocuparse de la pacificación, reconociendo la independencia de Holanda (Westfalia, 1648).
Posteriormente España reconocerá también la independencia de Portugal (1668) y finalmente firmará la paz con Francia en 1659 (Paz de los Pirineos).
Aunque España no hacía grandes concesiones territoriales la paz supuso el reconocimiento de la decadencia española y la aparición de Francia como potencia de primer orden.
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