18 May

Las Cortes de Cádiz y el Surgimiento del Liberalismo Español

Las Cortes de Cádiz surgieron como respuesta a la desacreditación de la Junta Central durante la ocupación francesa. En enero de 1810, una regencia colectiva asumió el gobierno provisional en Cádiz, sede de una próspera burguesía mercantil. A pesar de los debates previos en la Junta Central, las Cortes no fueron convocadas hasta la amenaza del establecimiento de poderes locales en América que podrían afectar al imperio español. Desde septiembre de 1810 hasta la primavera de 1814, las Cortes se reunieron, manifestando un deseo de transformar España en una monarquía liberal y parlamentaria, evidenciado por la Constitución de 1812.

Las Cortes estaban compuestas por una variedad de diputados, incluyendo burgueses liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales de ciudades afectadas por la guerra. La nobleza alta y la jerarquía eclesiástica estaban poco representadas, mientras que las clases medias predominaban. Aunque no había representación de las masas populares ni de mujeres, las sesiones iniciales reunieron a un centenar de diputados, aumentando a trescientos con el tiempo.

Surgen dos grandes tendencias en las Cortes: los liberales, partidarios de reformas revolucionarias, y los absolutistas, que buscaban mantener el viejo orden monárquico. A pesar de la influencia liberal en las discusiones, la prensa mayoritariamente apoyaba a los liberales, mientras que los púlpitos de las iglesias seguían apoyando al absolutismo. Sin embargo, algunos clérigos, como Diego Muñoz Torrero, respaldaron firmemente las reformas políticas propuestas.

La Constitución de 1812: Un Cambio Radical

La Constitución de 1812, promulgada por las Cortes de Cádiz, representó un hito crucial en la historia de España. Estas Cortes, al declararse Asamblea Constituyente y asumir la soberanía nacional, dieron inicio a una revolución liberal inspirada en el modelo francés de 1789. Esta Constitución introdujo una serie de cambios significativos en la estructura política y social del país.

Puntos Clave de la Constitución de 1812

  • Soberanía Nacional: Otorgaba a la sociedad civil el poder de legislar de acuerdo con la voluntad general.
  • Igualdad de Derechos: Reconocía la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, incluidos los de las colonias americanas, creando una única nación transatlántica.
  • Libertad de Expresión: Consagrada a través del decreto de libertad de imprenta, fundamental para la difusión de ideas y la concienciación ciudadana.
  • Reformas Económicas y Sociales: Abolición de señoríos jurisdiccionales, gremios, desamortización de bienes concejiles y supresión de la Mesta para modernizar la administración y fomentar el capitalismo.
  • Abolición de la Inquisición: Eliminó un obstáculo para la libertad de pensamiento y el desarrollo científico.
  • Reorganización Territorial: Se inició la reorganización del territorio en provincias.

Principios Fundamentales de la Constitución

Finalmente, el 12 de marzo de 1812, se aprobó la Constitución propiamente dicha. Esta estableció principios esenciales como:

  • Monarquía moderada
  • Derecho de propiedad inviolable
  • Libertades de prensa e imprenta
  • Supremacía de la Constitución como fuente de todo el derecho
  • Confesionalidad del Estado

Limitaciones y Legado de la Constitución

A pesar de sus avances, la Constitución de 1812 tenía limitaciones, como el requisito de ser propietario para ser diputado, excluyendo a asalariados y campesinos. Sin embargo, reconocía grados militares a civiles que combatían en las guerrillas, democratizando la oficialidad del ejército.

La Constitución de 1812 fue abolida por Fernando VII en 1814, pero su influencia perduró. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) y en 1836, volvió a tener vigencia. Aunque su aplicación fue intermitente, sentó las bases para futuras constituciones y se convirtió en un símbolo del deseo de libertad en España y en América Latina. Su carácter progresista y su influencia en Europa y América la consolidaron como una pieza fundamental en la historia del liberalismo español y del constitucionalismo europeo.

La Guerra de la Independencia Española (1808-1814)

La Guerra de la Independencia española, que transcurrió entre 1808 y 1814, fue un conflicto nacional y patriótico que también adquirió rasgos de guerra civil y guerra internacional. Iniciada con el objetivo de reprimir los levantamientos populares y establecer el régimen de José Bonaparte, el hermano de Napoleón, la resistencia española sorprendió a las tropas francesas y desbarató sus planes de ocupación. En los sitios de Zaragoza y Girona, los españoles opusieron una tenaz resistencia que prolongó los enfrentamientos durante meses.

Intervención de Napoleón y la Resistencia Española

La guerra tomó mayor envergadura cuando Napoleón Bonaparte decidió intervenir personalmente en España en noviembre de 1808, al frente de un gran ejército. La resistencia española se organizó, mientras que la Junta Central se refugió en Sevilla y luego en Cádiz. Con la participación de Gran Bretaña para frenar a Napoleón, algunas zonas del país quedaron libres, aunque la lucha persistió.

La Guerrilla: Una Táctica Novedosa

La guerrilla, una táctica novedosa adoptada por los resistentes, consistía en ataques sorpresivos por parte de antiguos soldados, voluntarios civiles y bandoleros que conocían el terreno y contaban con el apoyo de la población. Figuras como El Empecinado y Espoz y Mina destacaron en estas operaciones.

Victorias Aliadas y Fin de la Guerra

En la primavera de 1812, la guerra experimentó un giro decisivo. Napoleón se vio obligado a mantener un importante contingente de tropas en España, lo que debilitó su frente en Rusia. La retirada de efectivos franceses llevó a una serie de victorias para los aliados, liderados por el general Wellington, quien derrotó a los franceses en Arapiles y expulsó a José Bonaparte de Madrid.

A pesar de algunos contraataques franceses, en la primavera de 1813, Wellington lanzó una nueva ofensiva que culminó con la derrota de los franceses en Vitoria y San Marcial. Derrotado también en Alemania, Napoleón acordó devolver la corona de España a Fernando VII mediante el Tratado de Valençay, poniendo fin a la guerra contra el francés en 1814.

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