16 May

Introducción

La propiedad de la tierra fue la principal fuente de riqueza en la España del siglo XIX, ya que la agricultura seguía siendo la base de la economía. La propiedad de la tierra estaba en manos de la Iglesia, la nobleza, el Estado o los municipios. Estas tierras se denominaban tierras muertas, es decir, aquellas que estaban vinculadas a dominios monásticos o a municipios y, además de no pagar impuestos, no podían ser vendidas por sus titulares, por lo que estaban fuera del mercado y, por ello, no podían ser capitalizadas ni mejoradas. Se denominaban tierras amortizadas. En general eran tierras mal explotadas que producían poco.

Objetivos de las Desamortizaciones

Los distintos gobiernos liberales pretendían lograr propiedades libres, ya que para ellos la propiedad es sagrada, un derecho natural, base de la felicidad, y el sustento de la riqueza de las naciones. El Estado debía garantizar esa propiedad que proporciona la libertad y proporcionar las condiciones necesarias para que aumentase el número de propietarios y, con la aplicación de su trabajo sobre dichos bienes, creciera la felicidad personal, y con ella, la riqueza nacional.

Proceso de las Desamortizaciones

Las desamortizaciones fueron medidas adoptadas por el régimen liberal que causaron un gran impacto en la economía española del siglo XIX. De este modo la desamortización fue un hecho fundamental en el proceso de la revolución burguesa. Significó un cambio esencial en el sistema de propiedad y tenencia de la tierra. En España se produjo de manera discontinua. La desamortización fue un proceso político y económico de larga duración en España que transcurrió desde 1766 hasta 1924. Se dieron varias desamortizaciones: la de Carlos IV, con Godoy en 1798; la de la Guerra de Independencia; la del Trienio Liberal (1820-1823).  Pero sin duda, las dos más importantes fueron la de Mendizábal (1836-1851) y la de Pascual Madoz (1855-1924).

Antecedentes

Ya los reformistas ilustrados del siglo XVIII, preocupados por obtener el máximo rendimiento de la tierra y los recursos naturales, fuente para ellos de la riqueza y fortaleza del Estado, habían insinuado la necesidad de cambiar el sistema señorial de propiedad de la tierra. Durante el Antiguo Régimen, una gran parte de la propiedad de la tierra estaba en manos de la nobleza (que gracias a la institución del Mayorazgo, había logrado reunir un patrimonio muy importantes de bienes rústicos y urbanos, con los que no se podía comerciar ya que no se podían comprar, ni vender, ni dividir) de la Iglesia (que era propietaria de grandes extensiones de tierra como consecuencia de las numerosas donaciones que recibía) o de los municipios (que eran grandes propietarios de tierras que tenían su origen en concesiones reales durante la Reconquista, que o bien eran de aprovechamiento común por parte de la colectividad o que eran arrendadas a particulares).

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las consecuencias de las desamortizaciones fueron múltiples y de gran calado:

Cambios sociales

  • La burguesía compradora se convirtió en terrateniente.
  • No se consiguió crear una amplia clase media agraria.
  • Los principales beneficiarios no fueron los antiguos trabajadores de la tierra.
  • La expulsión de campesinos de los nuevos latifundios y la concentración de la propiedad de la tierra generó una gran masa de campesinos sin tierra, un proletariado agrícola.
  • Al quitar a la Iglesia su principal medio de obtener riquezas, provocó que descendiera su papel en la “beneficiencia” a los más desfavorecidos.

Cambios económicos

  • Favoreció una considerable expansión de la superficie cultivada.
  • Se produjeron cambios en los modos de explotación de la tierra.
  • Se estima que el volumen total de tierra que cambió de manos llegó hasta el 50% de la tierra cultivable.
  • La desamortización trajo consigo una expansión de la superficie cultivada y una agricultura más productiva.
  • Provocó un reforzamiento de la estructura de la propiedad de la tierra: acentuó el latifundismo en Andalucía, la Mancha y Extremadura, y el minifundismo en el norte.
  • En general acrecentó la concentración de la tierra en pocas manos.
  • La burguesía invirtió grandes sumas de dinero en comprar tierras, que habrían sido un importante capital para nuestra naciente industria.
  • Se acentuó las crisis económicas de los municipios ya que perdieron una fuente importante de financiación (tierras comunales) y tuvieron que renunciar a dar determinadas prestaciones.

Cambios culturales

  • La desamortización produjo una gran pérdida y expolio de bienes culturales, sobre todo de los antiguos monasterios.
  • Muchas obras arquitectónicas se arruinarían y bienes muebles (pinturas, bibliotecas,…) fueron vendidos a precios irrisorios y, en gran parte, salieron hacia otros países.
  • La desamortización de fincas urbanas (casas, edificios conventuales, etc.) contribuyó a la transformación del modelo de ciudad del siglo XIX: de la ciudad conventual, marcada por el predominio del caserío amortizado y el tono hegemónico de los edificios religiosos, a la ciudad burguesa, caracterizada por la desaparición del viejo caserío, su crecimiento en altura, la apertura de nuevas vías, la presencia de los edificios públicos y los ensanches.

Conclusión

En conclusión, podemos afirmar que el proceso desamortizador contribuyó claramente al cambio hacia una sociedad burguesa. Significó el traspaso de una enorme masa de tierras a los nuevos propietarios y la fusión de la antigua aristocracia feudal con la burguesía urbana para crear la nueva élite terrateniente, pero estuvo muy lejos de producir una verdadera revolución agrícola, como ocurrió en otros países europeos.

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