02 Abr
-Pascal (Racionalismo anticartesiano):
Desde un Racionalismo anticartesiano, e intuyendo los límites de la razón matemática,Pascal pone de relieve una nueva “legalidad del espíritu”: las razones del corazón o “espíritu de
finura”.
-Malebranche (Racionalismo ocasionalista):
Su doctrina es cartesiana, pero modifica dos aspectos: 1) las ideas innatas, universales y necesarias, no son de la razón, sino que proceden del propio Dios (la mente sólo las descubre); 2) la causa de todo ser y de toda actividad es Dios, por lo que todo lo que ocurre es sólo mera ocasión; de la acción divina (ocasionalismo).
-Spinoza (Racionalismo): No admite la distinción cartesiana de las sustancias y afirma la sola existencia de la
sustancia infinita. Identifica así a la naturaleza con Dios y viceversa. La naturaleza, en toda su extensión geográfica y expansión temporal, es la manifestación o despliegue de Dios(panteísmo). Mente y cuerpo son la misma sustancia divina, pero percibidos bajo los atributos
del pensamiento y el de la extensión.
-Ideas principales: No hay más que una sustancia, Dios, que es lo mismo que la Naturaleza. La clave está
en su caracterización del concepto de sustancia: lo que es en sí y se concibe por sí. De los infinitos atributos de Dios, sólo conocemos dos: el pensamiento y la extensión.
Todo cuanto es, es como modo de Dios: los cuerpos finitos, lo son bajo el atributo de la extensión; las mentes finitas, bajo el atributo del pensamiento. El orden de lo real es un orden geométrico: los modos surgen de la sustancia infinita de manera afín a como surgen en la geometría los teoremas y las proposiciones. El orden y
conexión de las ideas es el mismo que el orden y conexión de las cosas.
Los niveles de conocimiento (percepción sensible e imaginación, razón y ciencia
intuitiva) son los mismos que los grados del progreso moral (serüdumbre de las pasiones,
liberación de las mismas o vida activa de la razón y amor intelectual de Dios).
La libertad es la conciencia y aceptación de la necesidad.
Leibniz (Racionalismo):
Resumen:
Todo cuerpo está compuesto por infinidad de sustancias simples e inextensas,
llamadas mónadas. Pero estas mónadas no actúan las unas sobre las otras, porque no hay
comunicación entre ellas, ya que están encerradas en sí mismas y su actividad es meramente
interior. ¿Cómo es posible entonces el orden del mundo si las mónadas están aisladas e
incomunicadas las unas con las otras? Leibniz responde que hay una «armonía
preestablecida». Cada mónada es el último componente de lo real y actúan como átomos
energéticos dentro de un orden establecido previamente por Dios. Todos los seres están
compuestos de mónadas que actúan bajo el gobierno de un Rector infinitamente perfecto.
Sustituye el concepto cartesiano de átomo extenso por el de átomo de energía.
Frente al carácter estático de la sustancia en Descartes y Spinoza, Lelbniz destaca su
actividad.
Al ideal de Spinoza de un orden necesario, geométrico, opone el ideal de un orden libre
del Universo.
Ideas principales:
La noción de una sustancia individual encierra todo cuanto puede jamás ocurrirle a
ésta.
Este concepto de sustancia cristaliza más tarde en su noción de mónada. Las mónadas
son sustancias simples y, por tanto, inextensas (contra Descartes); no se comunican entre sí,
tienen en sí mismas el principio de acción (dinamismo); cada mónada es diferente de las
demás (contra el panteísmo de Spinoza); al mismo tiempo, cada mónada refleja en sí misma la
totalidad del Universo desde un determinado punto de vista.
Entre cuerpo y alma no hay interacción directa, sino armonía preestablecida. La
armonía preestablecida explica también el orden del Universo.
Verdades de razón y verdades de hecho: las primeras son necesarias (principio de
contradicción), analíticas e innatas; las segundas son contingentes y cognoscibles a posteriori;
se fundamentan en eI principio de razón suficiente. La distinción entre verdades de razón y
verdades de hecho sólo es válida referida al conocimiento humano.
La solución de Leibniz al problema de la libertad tiene como fundamento la
identificación entre libertad y contingencia.
Locke (Empirismo):
Polemiza con Descartes, preguntándose por el origen, el alcance y el valor del
conocimiento, utilizando una metodología que podríamos denominar “psicológica-descriptiva”:
en su origen, nuestro conocimiento está formado por ideas simples provenientes de nuestra
experiencia externa e interna. A través de operaciones mentales de composición, abstracción y
comparación o relación obtenemos ideas complejas. Con todo ello construimos el edificio de
nuestro conocimiento.
Hume:
Radicaliza el Empirismo de Locke, afirmando que nuestro conocimiento se origina en
las impresiones, experiencias internas o externas que originan en nosotros un conocimiento
vivo, claro, preciso… La llamada “teoría de la copia” afirma que de las impresiones se derivan,
en un proceso cognoscitivo degenerativo, las ideas, que son impresiones debilitadas,
imprecisas o confusas. El valor de una idea se demuestra haciendo ver de qué impresión se
deriva. El conocimiento se origina en la experiencia y termina en esa misma experiencia. Este
Empirismo radical es recogido en el Siglo XIX por el positivismo de Comte, y posteriormente, en
el Siglo XX, por los neopositivistas.
Berkeley:
Desde el Empirismo inmaterialista, Berkeley no solo va a dudar de la existencia del
mundo fenoménico, sino que va a negar su existencia misma, afirmando que lo único que
existe es nuestra percepción del mismo.
Rousseau:
Desde el contractualismo, define la libertad humana como la “obediencia a la ley que
uno se da a sí mismo”.
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