21 Oct

El Gallego

El gallego nació en el noroeste peninsular, concretamente en Galicia, el reino de León y la parte reconquistada de Portugal. En un principio, existía una sola lengua, la galaicoportuguesa. Sin embargo, la independencia de Portugal dio lugar a una diversificación en dos lenguas distintas. En la literatura, el galaicoportugués pervivió hasta finales del siglo XV auspiciado por Alfonso X, quien reservaba esta lengua para la poesía frente al castellano.

El gallego estuvo relegado al ámbito familiar y rural hasta que en el siglo XIX surgió un movimiento cultural conocido como Rexurdimento, que permitió revalorizar la lengua gallega, llevarla a las aulas y dignificarla en la literatura.

Actualmente, el gallego se habla fundamentalmente en Galicia y en algunas zonas del oeste de Asturias, León y Zamora. El Estatuto de Autonomía de Galicia reconoce el gallego como lengua oficial:

Los idiomas gallego y castellano son oficiales en Galicia y todos tienen el derecho de conocerlos y usarlos.

El Romanticismo en España

El Romanticismo se desarrolló en España, por influencia alemana, entre 1833 y 1850, cuando en otros países europeos ya había comenzado su declive, dando paso a una visión más escéptica de la vida.

En el Romanticismo español se distinguen dos tendencias ideológicas:

  • La liberal y revolucionaria, que defiende la libertad en todos los planos de la vida: política, moral y artística. Sus principales representantes son Mariano José de Larra, José de Espronceda y el duque de Rivas.
  • La tradicional, que defiende los principios del cristianismo, el absolutismo y las tradiciones. Su máximo exponente es José Zorrilla.

En la segunda mitad del siglo, solo queda la obra de dos románticos tardíos: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Ellos representan la vertiente más intimista y depurada del Romanticismo español.

Características de la literatura romántica

Temas

Con el Romanticismo, hubo una profunda renovación de temas, géneros y estilo. Predominan:

  • La exaltación de la libertad y el individuo.
  • El rechazo a la moral y las normas.
  • El amor trágico.
  • La evasión hacia tiempos pasados y tierras lejanas como oposición a la realidad.
  • El gusto por lo sobrenatural, la muerte y el misterio.
  • La naturaleza como proyección del estado de ánimo.
  • El interés por lo popular y lo nacional: canciones, leyendas, la historia.

Géneros

Los géneros literarios más cultivados son la lírica y el drama, ya que constituyen el mejor medio para expresar los sentimientos.

Estilo

La utilización de un lenguaje muy retórico contribuye a subrayar los sentimientos y refuerza la intensidad expresiva.

La prosa romántica

Las formas narrativas principales fueron la leyenda, el cuadro de costumbres (un retrato idealizado del habla y el folclore del pueblo) y la novela histórica, con un especial gusto por lo medieval. El auge del periodismo hizo que muchas obras se difundiesen por entregas a través de la prensa.

La lírica romántica

La poesía romántica se caracteriza por su polimetría, la mezcla de géneros y el empleo de un estilo retórico.

El teatro romántico

El drama fue uno de los géneros preferidos en el Romanticismo. Se caracterizaba por la libertad creadora (mezcla de prosa y verso, de versos de distinta medida, de lo trágico y lo cómico). Los temas más frecuentes son la lucha del individuo por la libertad, la fuerza del destino y el amor trágico. El marco histórico se sitúa en épocas lejanas o en culturas exóticas y la acción se desarrolla en muchas ocasiones en escenarios lúgubres y solitarios. Suele estar protagonizado por un héroe misterioso marcado por un destino trágico que lo lleva hacia un final catastrófico.

Los dramaturgos más importantes son el duque de Rivas y José Zorrilla.

Autores y Obras del Romanticismo

Mariano José de Larra (1809-1837)

Es el principal prosista de la época, famoso por sus artículos periodísticos en los que critica los defectos de la sociedad española y la situación del país. La presencia del diálogo, la viveza narrativa y, sobre todo, el recurso a la ironía y la sátira son rasgos esenciales de su estilo. A pesar de su éxito, una profunda crisis sentimental e ideológica lo llevó al suicidio en 1837.

Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873)

Esta autora nacida en Cuba escribió teatro, poesía, leyendas románticas, diarios… Entre sus novelas destaca Sab, obra de carácter autobiográfico que se considera uno de los primeros textos antiesclavistas de la literatura universal.

José de Espronceda (1808-1842)

En su obra destacan las canciones dedicadas a seres marginales de la sociedad (el pirata, el verdugo, el mendigo…) y dos largos poemas narrativos:

  • El estudiante de Salamanca, que es un claro exponente del estilo retórico y exaltado de la lírica romántica. Narra la historia de don Félix de Montemar, un joven libertino que seduce y abandona a doña Elvira, quien muere de dolor.
  • El diablo mundo, un poema de carácter filosófico y social que quedó inconcluso. Destaca por su intensidad el canto dedicado a Teresa Mancha, amada del poeta, que falleció prematuramente.

Rosalía de Castro (1837-1885)

Escribió en gallego Cantares gallegos y Follas novas antes de publicar en castellano En las orillas del Sar, uno de los poemarios más importantes del siglo XIX. En sus poemas, adoptó un tono sencillo, directo y sentimental para expresar una profunda melancolía y tristeza. El paisaje funciona a menudo en la poesía de esta autora como una extensión de su propia sensibilidad o estado de ánimo. Su obra refleja una búsqueda constante de ideales de amor, justicia y belleza, que implica con frecuencia una denuncia de situaciones socialmente injustas como la pobreza, la dura vida del campo o la emigración.

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

A pesar de haber tenido una corta vida, escribió varias obras, entre las que destacan las siguientes:

  • Las Rimas son un conjunto de poemas breves, de tono popular y de gran musicalidad, en los que plasma una nueva forma lírica caracterizada por el tono melancólico, el simbolismo y la sencillez. Fueron publicadas de forma póstuma y están organizadas en cuatro bloques con distinta temática.
  • Las Leyendas son una serie de dieciocho relatos de origen folclórico. En ellas, Bécquer crea una atmósfera de misterio en la que la realidad se confunde con lo fantástico y lo sobrenatural.

Ángel Saavedra, duque de Rivas (1791-1865)

Su obra teatral más importante es Don Álvaro o la fuerza del sino, que simboliza la lucha del individuo contra el destino. Tanto por su tema como por su construcción, sintetiza las características propias del teatro romántico. Su estreno en 1835 marca el inicio del Romanticismo en España.

José Zorrilla (1817-1893)

Es el autor de Don Juan Tenorio, obra que cuenta la historia de don Juan, un joven pendenciero que se redime gracias al amor por doña Inés. Aunque el personaje de don Juan contaba con precedentes en la literatura, fue Zorrilla quien le confirió carácter de mito. Una de las claves del éxito de la obra estriba en que el protagonista logra salvarse a través del amor y el arrepentimiento. Además, el dinamismo y la sencillez de los versos permiten memorizar pasajes completos.

Otros Autores y Obras

Leandro Fernández de Moratín (1760-1828)

El estilo de Leandro Fernández de Moratín se corresponde con su propósito literario: crear una comedia sobria, sin adornos superfluos, en la que se muestren las conductas, errores y virtudes de la clase media. Sus principales obras son las siguientes:

  • La comedia nueva o El café. En ella, el autor se propone reformar el teatro del periodo anterior.
  • El sí de las niñas. En esta comedia, Moratín reflexiona sobre la educación que en aquella época se daba a las mujeres a través de la crítica de los matrimonios de conveniencia, en los que se obligaba a una mujer joven a casarse con un hombre mayor.

María Rosa de Gálvez (1768-1806)

María Rosa de Gálvez fue una poeta y dramaturga malagueña con una marcada vocación teatral en una época muy desfavorable para las mujeres que querían dedicarse al teatro. Aunque su producción literaria comprende algunas poesías líricas, fue su pródiga labor como dramaturga la que ha permitido su pervivencia literaria: seis tragedias, dos piezas trágicas menores y cinco comedias. Como autora teatral, cultivó diferentes géneros, algunos de ellos muy valorados por los neoclásicos, como la comedia de costumbres o la comedia sentimental. En su producción teatral, trata de compaginar el canon neoclásico con una temática que se centra casi exclusivamente en la experiencia femenina en la posición de las mujeres en los inicios del siglo XIX. Así, en sus tragedias, denuncia la opresión que sufren las mujeres históricamente.

José Cadalso (1741-1782)

Cadalso viajó por Europa, lo que le proporcionó una formación cosmopolita que se refleja en sus principales obras: Cartas marruecas y las Noches lúgubres.

Cartas marruecas

Obra inspirada en las Cartas persas del ilustrado francés Montesquieu. Contiene noventa cartas en las que Cadalso realiza un análisis crítico de las creencias, costumbres y modos de ser de la sociedad española del siglo XVIII. Las cartas están escritas por tres personajes:

  • Gazel, un joven árabe que visita España.
  • Ben-Beley, preceptor de Gazel.
  • Nuño, español amigo de Gazel.

La correspondencia entre ellos permite analizar un tema desde distintas perspectivas. Sus opiniones se ilustran con relatos y anécdotas cargados de humor e ironía.

Noches lúgubres

Diálogo en el que un joven se lamenta por la muerte de su amada. Tanto por el tema como por la expresión de los sentimientos personales, algunos críticos han considerado esta obra un precedente del Romanticismo del siglo XIX.

Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)

Feijoo produjo una abundante obra ensayística, recogida en el Teatro crítico universal y las Cartas eruditas y curiosas. Con sus ensayos, pretendió divulgar conocimientos, criticar las costumbres de la sociedad española y desterrar las supersticiones. Feijoo emplea un estilo sencillo y recurre a múltiples ejemplos y anécdotas que hacen las ideas más cercanas y accesibles. En este sentido, se le considera precursor del ensayo contemporáneo en España.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)

Jovellanos consigue mezclar la intención didáctica y crítica del Neoclasicismo con un estilo que muestra una gran sensibilidad artística. Sus obras más importantes son la Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos y diversiones públicas y el Informe sobre la ley agraria, en las que plasma su ideario político y social reformador.

Las variedades de la lengua

Una lengua es un sistema de signos lingüísticos que comparte una comunidad de hablantes para comunicarse. Los hablantes de una misma comunidad lingüística comparten una lengua estándar que les sirve de referencia y establece el criterio común de corrección léxica, gramatical y ortográfica. Sin embargo, las lenguas no son homogéneas: varían en función de las características de sus hablantes, así como de la situación de comunicación en que se encuentran.

Las variedades de una lengua son las distintas formas de usar una lengua en función de las características personales, geográficas y sociales de los hablantes y de la situación comunicativa.

Variedades diatópicas o geográficas

Las variedades diatópicas de una lengua dependen de la procedencia geográfica de los hablantes. Estas variedades se manifiestan en los dialectos o las variedades dialectales.

Se denomina dialecto a una variante derivada de una lengua común que presenta una serie de peculiaridades fonéticas, morfológicas, sintácticas y léxicas. Los dialectos tienen una determinada extensión geográfica que generalmente no se corresponde con las fronteras administrativas de un territorio. A diferencia de las lenguas, estas variedades no han alcanzado el desarrollo lingüístico y literario necesarios para ser consideradas lenguas de cultura. La lengua está integrada por el conjunto de sus variedades geográficas.

Variedades diastráticas o sociales

El nivel sociocultural de los hablantes y su pertenencia a un grupo social determinado (según su edad, profesión…) influyen en su forma de emplear la lengua y dan lugar a las variedades diastráticas, también conocidas como sociolectos. Estas variedades o sociolectos derivan del grado de conocimiento que los hablantes poseen de la norma lingüística. Se establecen tres niveles:

  • El nivel culto es propio de hablantes con gran competencia lingüística y alto grado de instrucción. Se manifiesta en una pronunciación esmerada, corrección gramatical, riqueza y precisión léxica, y fluidez y claridad en el discurso.
  • El nivel coloquial responde a un mayor grado de espontaneidad en el empleo de la lengua y es habitual en ámbitos familiares y personales. Los hablantes que emplean el nivel coloquial suelen respetar las normas de corrección gramatical y léxica, aunque su expresión se caracteriza por una pronunciación más relajada y por el uso de un léxico más sencillo y expresivo en el que abundan las muletillas.
  • El nivel vulgar responde a un escaso nivel de formación lingüística de los hablantes. Se caracteriza por una pronunciación descuidada, usos gramaticales incorrectos, un léxico limitado, el empleo frecuente de vulgarismos, la falta de fluidez y la pobreza expositiva del discurso.

Variedades diafásicas o de registro

Las variedades diafásicas responden al uso que el hablante hace de la lengua según la situación comunicativa en la que se encuentra. Así, un mismo hablante se expresa con un mayor o menor grado de formalidad en función de factores como la posición social de su interlocutor, la relación que exista entre ellos… En este sentido, se distinguen un registro formal y un registro informal. Este último no debe confundirse con el nivel vulgar de la lengua, puesto que el registro informal lo elige el hablante para adecuarse a la situación comunicativa concreta, mientras que el nivel vulgar responde al desconocimiento de la norma lingüística. Un hablante debe ser capaz de dominar ambos registros y emplear uno u otro para adecuarse a sus interlocutores, al tema que se trata o al contexto en que se produce el acto comunicativo.

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