31 Dic
¡Escribe tu texto aquí!La poesía social de los años cincuenta: Gabriel Celaya, José Hierro y Blas de Otero.
A partir de los años 50 aparecen las primeras obras que se apartan de la literatura triunfalista o de simple evasión de la primera posguerra y en las que aparece la sociedad española con su falta de libertades, desigualdad social y miseria generalizada. La estética dominante de estas obras es de signo realista, en la idea de reproducir con fidelidad esa realidad que se pretende retratar.
La denominada poesía social pretende mostrar la verdadera realidad del ser humano.
Se considera que la poesía es un medio para cambiar la sociedad, que debe denunciar las injusticias, las desigualdades sociales o la falta de libertades políticas. Con esta nueva estética se pretende ante todo mostrar las dificultades económicas, la alineación del trabajo o cantar a la solidaridad y a la lucha. El tema de España y de la Guerra Civil se convierte en un punto de referencia. El destinatario ideal de esta poesía es la inmensa mayoría, de ahí la utilización de un lenguaje directo, coloquial o conversacional y muchas veces prosaico. Los más destacados poetas de los cincuenta son:
Se considera que la poesía es un medio para cambiar la sociedad, que debe denunciar las injusticias, las desigualdades sociales o la falta de libertades políticas. Con esta nueva estética se pretende ante todo mostrar las dificultades económicas, la alineación del trabajo o cantar a la solidaridad y a la lucha. El tema de España y de la Guerra Civil se convierte en un punto de referencia. El destinatario ideal de esta poesía es la inmensa mayoría, de ahí la utilización de un lenguaje directo, coloquial o conversacional y muchas veces prosaico. Los más destacados poetas de los cincuenta son:
Gabriel Celaya (1911-1991) En su producción se suelen distinguir cuatro etapas que van de las vanguardias surrealistas de los años 30 y la poesía existencial de postguerra a la poesía experimental de los años 60. Su obra más representativa se sitúa dentro de la poesía social de la década de los cincuenta. Aquí el poeta se siente integrado en la colectividad, cuya representación asume; critica la situación política y social, ya anima a la lucha para transformar el mundo.
La preferencia por el lenguaje coloquial y cierta exposición narrativa ya es evidente en Las cartas boca arriba, conjunto de epístolas poéticas de claro contenido social. En esta línea su libro más significativo es Cantos iberos (1955), donde es notorio el tono beligerante, de incitación y arenga, de muchos poemas. La intención social y política y la ideología materialista le sirven de cauce expresivo en Las resistencias del diamante, relato de cuatro comunistas vascos en la España franquista, y en Episodios nacionales libro en el que propónía la reconciliación nacional, de acuerdo con la orientación política del Partido Comunista en aquella época. En sus últimos textos destaca una tendencia hacia la experimentación formal.
Blas de Otero (1916-1979). La obra lírica de Blas de Otero es como una síntesis de la poesía compuesta en España desde finales de la Guerra Civil: sus versos pasan de ser típicos de la poesía arraigada a ser los más carácterísticos de lo que Dámaso Alonso denominó poesía desarraigada, precisamente en referencia a unos versos de Blas de Otero. Además, durante los años cincuenta y sesenta, es el más destacado representante de la poesía social. En Ángel fieramente humano (1950) nos encontramos con una poesía desgarrada y áspera. Los protagonistas del libro son el poeta y Dios, pero un Dios lejano, que no responde sino con silencio a los gritos de súplica del poeta, tras los que se percibe la agónica soledad del ser humano. Formalmente, predominan las formas clásicas, y en particular los sonetos. Abundan también las formulas lingüísticas de la tradición religiosa y las referencias a la Biblia. En Redoble de conciencia continúan las constantes temáticas y formales del libro anterior, aunque la rebelión contra el silencio de Dios es todavía más crispada. Sin embargo, aparece ahora la expresión solidaria, el acercamiento del poeta a los demás, y, de ese modo se vislumbra ya una salida a su conflicto existencial. La publicación en 1955 de Pido la paz y la palabra abre una nueva etapa en la poesía de Blas de Otero, en la que supera su crisis existencial y la agonía individual es sustituida por la preocupación social. Su mirada se centra en la colectividad, en los problemas del ser humano y en la denuncia de las injusticias. La identidad de España y su porvenir se convierten en uno de sus temas principales, junto a la capacidad de las palabras para hallar la paz. El cambio tanto ideológico como formal, es más evidente en su siguiente libro, En castellano, donde el proceso de simplificación retórica se extrema y el mensaje político se hace más rotundo. Formalmente, en estos dos libros predominan el verso libre y los metros cortos y el ritmo se basa sobre todo en las repeticiones fónicas y morfosintácticas. La renovación formal se comprueba también en el uso de procedimientos vanguardistas o en el recurso de la intertextualidad, es decir, la interpolación en sus poemas de citas y alusiones a otros autores. En sus últimos años cultiva como Celaya una poesía de tipo experimental.
José Hierro (1922-2002). Se inició en la poesía existencialista con poemarios como Tierra sin nosotros en el que expresa la amargura por las ilusiones no cumplidas y al mismo tiempo una irrefrenable ansia de vivir. Más tarde se integró en la poesía social. En esta poesía, el autor cambia el yo intimista de sus primeros libros por el nosotros carácterístico de la poesía social. A esta etapa pertenecen obras como Con la piedra, con el viento o Quinta del 42, en las que el poeta expresa el sentimiento colectivo de rabia e impotencia de su generación. A partir de los sesenta la poesía de José Hierro evoluciónó hacia una lírica de carácter intimista, donde se reflexiona sobre cuestiones como la memoria o el paso del tiempo y en los que se alternan dos modos poéticos: el realista y narrativo de sus reportajes y el irracional de sus alucinaciones. A esta etapa pertenecen obras como el Libro de las alucinaciones o Cuanto sé de mí. Sus últimos poemarios son Agenda y Cuaderno de Nueva York.
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