21 Sep
1. Los problemas de la coalición republicana
Una coyuntura económica desfavorable
El cambio de régimen coincidió con la depresión económica mundial iniciada por la Bolsa de Nueva York. Esta crisis incidió de manera más débil en España debido a la relación reducida, aunque hizo imposible el crecimiento económico. La crisis paralizó la emigración a América. Además, agravó los problemas internos tradicionales de la economía española: paro agrícola, reparto desigual de la tierra, etc. A estos se añadieron problemas en la política económica del gobierno republicano. Así, el crecimiento generalizado de los salarios industriales y agrícolas no tuvo correspondencia con un crecimiento de la productividad, lo que disminuyó los beneficios de las empresas. Como consecuencia, la inversión privada se hundió. Finalmente, el gobierno optó por disminuir el gasto público para reducir el déficit heredado de la dictadura de Primo de Rivera y conseguir el equilibrio presupuestario.
La conflictividad social
La lentitud de las reformas provocó la impaciencia de los trabajadores. La voluntad revolucionaria de los partidos y los sindicatos de izquierda agudizó los enfrentamientos. La CNT hizo un proyecto revolucionario y fomentó la conflictividad laboral y la insurrección campesina con la finalidad de destruir el orden burgués. Se sumaron a los intentos de revolución de la CNT. Las huelgas, las insurrecciones y las ocupaciones de tierras aumentaron. Estas revueltas consistían en la toma del ayuntamiento. La represión solía ser muy dura y causaba la muerte de agricultores, como en Casas Viejas (Cádiz).
La reorganización de las derechas
Las reformas y la conflictividad social disgustaron a las élites económicas, sociales y ideológicas. Las clases medias consideraban que los cambios eran demasiado radicales. Estos grupos se organizaron en torno a los partidos conservadores tradicionales, fascistas y autoritarios, pero se opusieron al gobierno. Los centroderecha, en torno al partido radical de Lerroux, y la CEDA, que contó con un buen número de afiliados y con un líder, José María Gil Robles. Renovación Española (Sotelo), la Comunión Tradicionalista y la Falange y JONS llevaron a cabo una intensa actividad de agitación contra lo que para ellos era el proceso del marxismo y el peligro de una revolución bolchevique. Algunos sectores del ejército quisieron aprovechar el descontento generado entre los grupos más conservadores. En general, Sanjurjo hizo un golpe de Estado con la intención de que la República se hiciera más de derechas, pero fracasó. La Unión Militar Española (UME) fue una organización clandestina de militares de derechas y antireformistas.
2. El bienio conservador (1933-1935)
Las elecciones de 1933: el gobierno de derechas
Las elecciones del 18 de noviembre fueron las primeras donde pudieron votar las mujeres, y hubo una abstención muy alta. La izquierda estaba desunida: los republicanos y socialistas, enfrentados, se presentaron con candidaturas separadas, e importantes masas obreras se abstuvieron a petición de la CNT. La derecha estaba unida y organizada, lo que le dio la victoria, y estuvo dos años en un gobierno conservador conocido como Bienio Negro. El presidente, Alcalá Zamora, confió la formación del gobierno al partido radical de Lerroux, que hizo un gabinete monocolor pero contaba con el apoyo de la CEDA de Gil Robles.
La paralización de las reformas
Lerroux paralizó buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo se frenó la reforma: devolución de tierras a la nobleza y se otorgó libertad de contratación, una medida que supuso la tendencia a la baja en los salarios de los jornaleros. Los agricultores respondieron con huelgas. La ENE, de Cataluña, en manos de republicanos de izquierda (34), hizo la Ley de contratos de cultivos, que permitía acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban pagando a los propietarios un precio tasado. Los propietarios catalanes, organizados en torno a la conservadora Liga Catalana, buscaron el apoyo de la mayoría conservadora en las Cortes, lo que determinó la inconstitucionalidad y anuló los efectos. El gobierno de la ENE no aceptó esta anulación y aprobó una ley prácticamente idéntica. El gobierno central también ganó la enemistad de nacionalistas vascos cuando paralizó en las Cortes el proyecto de Estatuto Vasco impulsado por el PNV. El gobierno intentó también anular la reforma religiosa aprobando un presupuesto para el culto y el clero. En el ejército no se anuló la reforma, pero se aprobó una amnistía para los sublevados y para los colaboradores con la dictadura de Primo. En la educación se respetaron los cambios a pesar de reducir el presupuesto. La mirada conservadora y la obstrucción de las reformas llevaron a una radicalización del PSOE y de UGT. Su ala más de izquierdas (Largo Caballero) propuso dejar de colaborar con las fuerzas burguesas y propiciaron la revolución social. El sector más moderado, liderado por Indalecio Prieto, defendía la necesidad de colaborar con la izquierda para estabilizar la república y profundizar en el proceso reformista. El sector radical del PSOE y los anarquistas declararon una guerra contra el nuevo gobierno, que se materializó en huelgas y conflictos. La CEDA endureció su posición y reclamó una acción más contundente. Lerroux accedió a estas peticiones y otorgó 3 carteras ministeriales a la CEDA.
La revolución de octubre del 34
La izquierda interpretó la entrada de la CEDA al gobierno como una deriva hacia el fascismo. Al día siguiente de la formación del nuevo gobierno, por iniciativa de la UGT y la CNT, se produjeron huelgas y manifestaciones para defender las reformas sociales. El movimiento fracasó por la poca coordinación y la respuesta contundente del gobierno, que decretó el Estado de guerra, sobre todo en Asturias y Cataluña. En Asturias, los mineros protagonizaron una revolución social. Columnas de mineros armados ocuparon los pueblos, tomaron los cuarteles de la Guardia Civil y sustituyeron los ayuntamientos por comités revolucionarios. Los mineros pusieron dieciséis muertos en la ciudad de Oviedo. El gobierno envió desde África la Legión, comandada por Franco. La resistencia se prolongó durante 6 días, pero fue derrotada. Más de mil mineros muertos, 2,000 heridos y 30,000 detenidos, hechos que desataron una campaña de solidaridad internacional con las víctimas. En Cataluña tuvo un carácter más político que en Asturias, y tuvo el apoyo del presidente de la ENE, Lluís Companys, que quería evitar la entrada de la CEDA al gobierno, dado el carácter antiautónomo de este partido. El 6 de octubre, la Generalitat declaró la República Catalana, y al mismo tiempo, unos sindicatos (PSOE, UGT, Comunistas, etc.) organizaron una huelga general. La negativa de la CNT a participar en la huelga hizo que fracasara. Fue declarado el Estado de guerra y el ejército, comandado por el general Batet, ocupó el palacio de la Generalitat. Hubo más de 3,500 detenidos, entre ellos todos los miembros del gobierno de la Generalitat y del ayuntamiento de Barcelona. Azaña fue encarcelado en Madrid, y fueron detenidos unos líderes de la izquierda (Largo Caballero).
La crisis del segundo bienio
Las consecuencias fueron notables. La CEDA aumentó su influencia en el gobierno y se mostró partidaria de aplicar las condenas y una reorientación más dura de la política del gobierno.
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