02 Ene

Mirón: El Movimiento en la Escultura Clásica

Mirón fue un broncista destacado de la segunda mitad del siglo V a.C., durante la época clásica. Su principal contribución fue la innovadora representación del movimiento en la escultura. En su obra más conocida, el Discóbolo, el atleta se captura en la transición entre dos trayectorias opuestas de un movimiento pendular. Resulta notable el contraste entre la tensión muscular de piernas y hombros y la serena expresión del rostro, como si el esfuerzo físico no afectara su estado emocional.

Policleto: La Armonía de las Proporciones

Policleto, otro excelente broncista y teórico de la escultura de la época clásica en la segunda mitad del siglo V a.C., concebía la belleza como la armonía de las proporciones entre las diferentes partes del cuerpo. En su tratado, titulado Canon, expone su ideal de belleza. Su obra más destacada, el Doríforo, ejemplifica a la perfección el uso del contrapposto en la disposición de piernas y brazos.

Fidias: La Culminación del Clasicismo

Fidias, escultor y arquitecto de la segunda mitad del siglo V a.C., representa la cúspide del clasicismo. Su maestría se evidencia en el equilibrio compositivo, la idealización de las formas, la serena expresividad de los rostros, la majestuosidad de sus dioses y la perfección de sus paños mojados. Dirigió las obras de la Acrópolis y creó la estatua de Atenea Parthenos, venerada por los atenienses en el Partenón. En Olimpia, esculpió el Zeus Olímpico en oro y marfil (criselefantina). También participó en la decoración del Partenón de Atenas, destacando la Centauromaquia en las metopas del lado sur. En los frontones, realizó el Nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus y la Lucha entre Atenea y Poseidón por la posesión del Ática.

Escopas: El Pathos en la Escultura Posclásica

Escopas, escultor del posclasicismo en el siglo IV a.C., se distingue por exaltar la angustia y el tormento en sus personajes. Utiliza recursos que se repetirán en el helenismo: bocas entreabiertas, ojos hundidos y cuerpos contorsionados en espiral (escorzo). Su trabajo en el Mausoleo de Halicarnaso lo consagró como una figura clave en la escultura. Es considerado el escultor del pathos, como manifestación de la compleja psicología de los personajes. Además, introdujo la técnica del trépano. Entre sus obras destacan Las Ménades.

Praxíteles: La Belleza Sensual y la Curva Praxiteliana

Praxíteles, escultor del posclasicismo en el siglo IV a.C., es reconocido como el escultor de la belleza sensual. Sus figuras presentan formas suaves y redondeadas, alejándose de la geometría corporal anterior. Esta característica se acentúa al apoyar el cuerpo sobre una pierna, creando la famosa curva praxiteliana. También se le atribuye la utilización de los paños mojados, técnica de Fidias, como marco para sus figuras, y la generalización del desnudo femenino. Una de sus obras más destacadas es Hermes con Dioniso niño.

Lisipo: El Realismo y la Escultura de Bulto Redondo

Lisipo, escultor del posclasicismo en el siglo IV a.C., fue el escultor predilecto de Alejandro Magno. Se interesó especialmente por la expresión y el realismo de los rostros, como se aprecia en el retrato que realizó del soberano macedonio. Tomando como punto de partida la obra de Policleto y la naturaleza, alargó las proporciones de sus figuras a ocho cabezas, aligerando el cuerpo y otorgando mayor protagonismo al rostro, con ojos profundos y cabellos que buscan el claroscuro mediante la técnica del trépano. Lisipo introdujo la escultura de bulto redondo, obligando al espectador a rodear la obra para apreciarla en su totalidad. Esto se ejemplifica en el Apoxiomenos, una de sus obras más destacadas. Además, la idea de lanzar los brazos hacia adelante abrió inmensas posibilidades para el futuro de la escultura.

Giotto: El Padre de la Pintura Moderna

Giotto, pintor del Trecento italiano, es considerado el padre de la pintura moderna por sus aportaciones a la plasticidad pictórica. Según Vasari, fue el primer pintor con prestigio social y bien remunerado, reconocido como un renovador por sus contemporáneos. Las figuras de Giotto son sólidas, monumentales y de apariencia pesada. Solía colocar personajes en primer plano, de espaldas, para destacar su masa corpórea y servir como referencia espacial. Intensificaba los sentimientos para resaltar la humanidad de los personajes, confiriendo dramatismo al ambiente y buscando la unidad psicológica mediante gestos teatrales. Entre sus obras destaca La huida a Egipto, de la Capilla Scrovegni.

Jan van Eyck: Maestro del Óleo y del Detalle

Jan van Eyck es considerado uno de los mejores pintores del norte de Europa del siglo XV y el más conocido de los primitivos flamencos. Representa una figura de transición entre el gótico internacional y la escuela flamenca. Van Eyck reintrodujo el óleo, fue un maestro del retrato y poseía un exquisito gusto por la minuciosidad de los detalles, a menudo con contenido simbólico, como se aprecia en El matrimonio Arnolfini.

Roger van der Weyden: El Dramatismo en la Pintura Flamenca

Roger van der Weyden, pintor primitivo flamenco, lograba una apariencia de vida gracias a su extraordinaria minuciosidad en los detalles, como las lágrimas, los bordados o la sombra de las barbas mal afeitadas. En su pintura, rompe los límites entre lo real y lo esculpido al situar a sus figuras en espacios irreales, con escalas ilógicas, pero intensamente emotivas y de gran fuerza estética por la armonía de sus composiciones. Introdujo el patetismo y el dramatismo en sus cuadros, siendo su obra esencial El descendimiento, del Museo del Prado.

El Bosco: La Fantasía y la Crítica Social

El Bosco, pintor nacido en los Países Bajos, creó una obra excepcional por su inventiva, sus temas y su técnica, siendo considerado un artista lejano dentro de la tradición de la pintura flamenca. Sus temas iconográficos, llenos de seres fantásticos que anticipan el surrealismo, se inspiran en los bestiarios. Era un técnico formidable, de colorido delicado y ejecución cuidadosa. Sus temas moralizadores, con figuras caricaturescas y seres monstruosos, le servían para realizar una crítica religiosa y social. En el Museo del Prado se encuentra una de sus obras más destacables, el tríptico de El Jardín de las Delicias.

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