12 Jul

Manifiesto revolucionario de 1868 – La Gloriosa

Clasificación y análisis

Es un texto de carácter político, y público, ya que es un manifiesto. Su autor es colectivo porque está firmado por varios generales, aunque su redacción está a cargo del dramaturgo López de Ayala. Su destinatario es toda la nación española. Fue escrito en Cádiz, porque era donde estaba la Armada Española, y va a ser ésta la que se pronuncie; además, Cádiz aun seguía manteniendo esa leyenda de ciudad liberal y cosmopolita. Se escribe el 19 de septiembre de 1868, un año después de la muerte de O’Donnell, y unos ocho meses después de la muerte de Narváez. Es publicado en Madrid, en el periódico “La Gaceta” el 3 de octubre de ese mismo año, siendo telegrafiado a toda España.

Creyéndose interpretes de la voluntad nacional, se reclama la convocatoria de unas elecciones a Cortes Constituyentes, solicitan el apoyo de los liberales, clases acomodadas, republicanos, demócratas, clero y todo el pueblo en sí, para conseguir sus objetivos. Se llamará a las armas al pueblo español en un típico pronunciamiento militar.

El problema histórico es el rechazo mayoritario al que había llegado la monarquía borbónica de Isabel II y el hecho de que no sea vea otra salida que no sea el pronunciamiento militar para su sustitución y la formación de un gobierno provisional que convoque Cortes Constituyentes, encargadas de definir un nuevo régimen político.

Términos

Constitución: Ley suprema y fundamental en la que se basa un Estado de Derecho y que obliga a todos, siendo el origen de las demás leyes y normas. Las Constituciones surgieron a partir de las revoluciones burguesas; las actuales emanan de la soberanía popular ejercida a través de sus representantes en las Cortes o Parlamentos. Generalmente están expresadas por escrito, salvo excepciones como la de Inglaterra. Su objetivo es establecer la separación de los tres poderes del Estado y garantizar los derechos individuales. En España, las Constituciones más importantes fueron la Constitución de 1812, la de 1837, la de 1845, la de 1856, la de 1869, la de 1876, la de 1931 y la de 1978.

Sufragio universal: Sistema electoral que no excluye el derecho a voto a ninguna categoría de ciudadanos, a excepción del requisito de la edad y nacionalidad. Todos los individuos pueden votar y ser elegidos sin restricciones económicas, educativas, raciales o de sexo. Fue uno de los principales ejes de las luchas sociales y políticas desde su conquista en la Revolución Francesa y el primero motor de las reivindicaciones de las clases populares. Durante el siglo XIX fue aplicado solo como sufragio universal masculino. Las mujeres tendrían que esperar hasta bien entrado el siglo XX.

Liberales: Son los partidarios del liberalismo, corriente de pensamiento y movimiento socio-político surgido en el siglo XVIII que defiende la abolición del sistema señorial y la superación de la sociedad del Antiguo Régimen. Sus elementos esenciales son la aspiración a una sociedad caracterizada por la libertad política de los ciudadanos en un sistema representativo, basado en la soberanía nacional y la división de poderes; la igualdad jurídica de los ciudadanos y la libertad económica. En España se les llamará “liberales” a los diputados que en las Cortes de Cádiz eran partidarios de las reformas políticas y sociales inspiradas en el modelo de la Revolución Francesa. Serán perseguidos por los monárquicos absolutistas.

Contexto histórico

En 1863 el desgaste del gobierno y las divisiones dentro de la Unión Liberal llevaron a O’Donnell a presentar la dimisión. De nuevo el general Narváez se hizo cargo del gobierno. Su actuación conservadora y represiva abrirá el proceso que dio al traste con la monarquía borbónica. A partir de entonces comienza una sucesión de gobiernos inestables y autoritarios, alternativamente presididos por él mismo y por Narváez. Los progresistas se retiraron de la vida parlamentaria ante la imposibilidad de gobernar (lo que es conocido como retraimiento) y dirigidos por el general Prim, pasaron a denunciar el sistema constitucional y a Isabel II.

En la crisis de la monarquía isabelina influyen otras causas como la crisis económica, que se inicia con la quiebra de las compañías ferroviarias, continuó con el hundimiento de las fábricas textiles. Se produjo el crack de las Bolsas europeas y el alza de precios agrícolas por las malas cosechas. Además, el paro y el descontento popular creaban un clima perfecto para un estallido revolucionario. Como causas políticas encontramos los sucesos de la noche de San Daniel de 1865. Otro suceso fue la sublevación del cuartel de San Gil de 1866, que provocará el fusilamiento de 66 oficiales. Este fue uno de los varios intentos de pronunciamiento de los progresistas de Prim.

En agosto de 1866 representantes progresistas, demócratas y republicanos llegaron a un acuerdo, el pacto de Ostende, para coordinar la oposición con el fin de destronar a Isabel II y convocar Cortes Constituyentes por sufragio universal. La muerte sucesiva de O’Donnell y Narváez dejó a Isabel II completamente sola, en plena preparación para el golpe.

Comentario del contenido

Una de las ideas principales del texto, referida a la sublevada ciudad de Cádiz, es que “es leal intérprete de todos los ciudadanos” cuando se rebela contra el Gobierno central y cuestiona a la propia Reina, pues como dirá más adelante el manifiesto pero que no aparece en este fragmento, la soberanía reside en la Nación, es decir, los ciudadanos. Es un concepto propio del liberalismo doctrinario y excluyente de las masas campesinas y trabajadoras. Se trataba de recuperar esa soberanía secuestrada por la Corona desde la Constitución conservadora de 1845, por sus poderes ejecutivos y legislativos amplios.

El manifiesto justifica el pronunciamiento militar por la crisis que vive España, y hace una especie de memorial de agravios. Señala que la propia Constitución de 1845 está siendo conculcada por quien debe ser su defensor, la Reina. Por ello, reclamará unas nuevas Cortes constituyentes por sufragio universal. Afirmará que su práctica falseada y corrupta solo intenta favorecer los intereses de las clases pudientes. Denunciará el fraude electoral por la figura de los caciques, el control del mundo rural por la actuación de la Guardia Civil y la manipulación del ministerio de la Gobernación, pidiéndose “una regeneración social y política”, en el texto original.

Los conspiradores esperan contar en sus filas para llevar a cabo sus propósitos con “todos los liberales” (demócratas de izquierda y unionistas), “las clases acomodadas” (financieros y terratenientes), “los amantes del orden” (militares y burgueses moderados), los “ardientes partidarios de las libertades individuales” (demócratas y republicanos), los “ministros del altar” (la Iglesia), la cual llegará a afirmar que “la prostitución se ha apoderado del trono”; y esperan constar con todo el pueblo español y con Europa. Termina haciendo un llamamiento al orden y a evitar los excesos para no dar argumentos a los enemigos de la revolución.

Curiosamente, los mismos que ahora expulsan a Isabel II, estuvieron ocupando puestos importantes en el Gobierno, siendo también culpables de la situación que denuncian. Cuando sean apartados del poder por el capricho de la Reina, verán que es muy difícil el acceso al poder mediante una ley electoral tan restrictiva y una reina que se decantaba siempre por los políticos más conservadores. Antes esto, el único medio existente es el de la conspiración y el pronunciamiento militar.

La Gloriosa de 1868 fue un pronunciamiento militar encabezado por los generales Prim, Topete, Serrano, Dulce y Ros de Olano, etc., que triunfó rápido al sumarse unidades a la sublevación. El gobierno fue pillado por sorpresa.

Todo empezó el de 2 de septiembre de 1868 cuando Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla embarcaron rumbo Cádiz. Será la primera sublevación del Ejército encabezada por la marina de guerra.

Posteriormente llegaron los generales Serrano y Dulce quienes hicieron un último intento a favor de los duques de Montpensier como los futuros candidatos a la Corona española, después de derrocar a Isabel II. Ya, tras la firma del Pacto de Ostende, el duque de Montpensier se había ofrecido para financiar la conspiración. Se fueron formando Juntas Revolucionarias en donde se defendías las consignas asumidas por los golpistas: sufragio universal, abolición de los consumos y de las quintas, elecciones a Cortes Constituyentes, etc.

La revolución triunfó porque en ella confluían numerosos intereses. Además de los grupos políticos de la conspiración, la apoyaron sectores financieros e industriales e incluso miembros de la oligarquía terrateniente y militares, y las clases populares. Pero una vez conseguido el exilio de la reina, los conspiradores procedieron a detener la revolución. El nuevo gobierno ordenó la disolución de las juntas, nombró nuevos ayuntamientos, que sustituyeron a los órganos revolucionarios. De nada sirvió la resistencia de muchas juntas y de grupos obreros y republicanos; la normalidad institucional volvió y el gobierno pudo convocar elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal.

El debate principal giro en torno si poner monarquía o república, al final se eligió monarquía y se elaboró una nueva Constitución, la primera democrática de nuestra historia. El país se constituía como una monarquía parlamentaria con estricta separación de poderes, incluía una declaración de derechos detallada, aunque con los derechos colectivos limitados. Se establecía la libertad de cultos, pero también el compromiso del Estado de mantener el culto y clero católicos. La Constitución ratificaba el sufragio universal y la plena soberanía nacional.

Como conclusión, diremos que tras la Revolución de 1868 se abrirá un periodo de seis años de inestabilidad política, sucediéndose la monarquía de Amadeo de Saboya, la primera República y la Restauración borbónica.

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