30 Sep

La imagen propuesta para comentar se trata de una viñeta en la que aparecen representadas dos escenas que critican la manipulación electoral durante el sistema político de la Restauración borbónica (1878-1931). Es una fuente primaria y un documento público. Esta caricatura de tipo satírico apareció reproducida en “La esquela de La Torratxa”, el 13 de febrero de 1903 y representa las prácticas fraudulentas surgidas del pacto de «El Pardo» entre Cánovas y Sagasta tras la muerte de Alfonso XII (1885) que tenían como objetivo garantizar el turnismo. “La esquela de La Torratxa” fue una revista que hacía un repaso tanto de los acontecimientos políticos, sociales y culturales de su momento así como de personajes célebres y de diversas celebraciones populares, siempre en tono de humor.

Análisis de las viñetas

Si atendemos a la escena de la primera viñeta, aparece un sacerdote que pregunta a dos ciudadanos vestidos de forma humilde si han votado por el candidato “recomendado”, los ciudadanos responden: sí, padre; cuatro veces. Esta escena alude a la influencia ideológica del clero sobre la población así como a la figura de los alquilones, personas a las que se les pagaba por votar a un candidato en distintos colegios electorales.

En la segunda viñeta, un ciudadano con traje y bombín pregunta a un miembro de las fuerzas de seguridad sobre una irregularidad en el censo mientras que el agente se desentiende del asunto. En esta viñeta se alude a la manipulación del censo electoral, la práctica de votar en varias ocasiones y a la colaboración de las fuerzas de seguridad en el proceso al hacer la vista gorda. Todas estas prácticas formaban parte de lo que popularmente se llamaba el “pucherazo”. En ambas imágenes los personajes están algo caricaturizados lo que incide en el carácter satírico de las mismas.

Contexto histórico: el sistema de la Restauración

Este sistema que la viñeta propuesta critica se instauró tras el golpe de Estado de Martínez Campos en 1874 que ponía fin a la Primera República y al Sexenio Democrático (1868-1874). El verdadero artífice de la Restauración fue Antonio Cánovas del Castillo, que consiguió atraerse a las élites políticas y sociales contrarias a la república y redactó el Manifiesto de Sandhurst, firmado por Alfonso XII, en el que se comprometía a restablecer la monarquía constitucional al estilo tradicional, es decir, un régimen de tipo conservador y católico. No obstante, Cánovas no pretendía el regreso a los tiempos de Isabel II, sino crear un modelo político que superase algunos de los problemas endémicos del liberalismo anterior como el carácter partidista del monarca o el intervencionismo de los militares en la política. Para conseguir su propósito, se propuso los siguientes objetivos:

  • Asentar la monarquía como institución garante de la estabilidad política.
  • Afianzar el liberalismo y la propiedad privada.
  • Conseguir que los militares se limitasen a la defensa de la nación ante las amenazas externas.
  • Elaborar una Constitución que vertebrase un sistema político basado en el bipartidismo.
  • Poner fin a la guerra carlista y la guerra en Cuba.

La Constitución de 1876 y el turnismo pacífico

Así, con la Constitución de 1876 se establecía una monarquía constitucional con soberanía compartida y se diseñó un sistema basado en el bipartidismo y en la alternancia en el poder de dos grandes partidos. Además, el partido conservador y el liberal, coincidían ideológicamente en lo fundamental como era la defensa de la monarquía, la Constitución de 1876, la propiedad privada y el Estado unitario y centralista. Ambos se nutrían de las élites económicas y de la clase media acomodada. Fuera del sistema quedaban los carlistas, republicanos, nacionalistas y movimiento obrero que serán duramente reprimidos.

Aunque entre el partido liberal y el conservador existían diferencias en cuanto a la limitación o ampliación de libertades, el sufragio censitario o universal masculino, o entre el modelo proteccionista y librecambista; lo cierto es que cada partido debía respetar la gestión gubernamental del otro. Cuando la oposición consideraba que se habían incumplido las reglas, el rey, que ejercía como una especie de “árbitro” político, podía disolver el parlamento y convocar elecciones, que eran ganadas por el partido que estaba en la oposición. El objetivo era asegurar la estabilidad institucional, sin embargo, las elecciones no funcionaban libremente, sino que eran siempre manejadas desde el poder y el turno de partidos en el gobierno era pactado de antemano.

El pucherazo y el caciquismo

En este proceso, el Ministerio de la Gobernación “fabricaba” los resultados electorales mediante el encasillado elaborando las listas de las personalidades que debían salir elegidas. A través de los Gobernadores Civiles y de las personalidades locales se aseguraba la manipulación de las elecciones, además, ninguno de los dos partidos denunciaba las irregularidades del adversario, pues el sistema les beneficiaba. De esta manera, se realizaba lo que se conoce como el pucherazo, es decir, la sistemática adulteración de los resultados electorales. Para conseguir la elección del candidato gubernamental, no se dudaba en falsificar el censo (incluyendo a personas muertas o impidiendo votar a las vivas), manipular las actas electorales, ejercer la compra de votos y amenazar al electorado con coacciones de todo tipo. Además, se daba el caciquismo que era más evidente en las zonas rurales, donde una buena parte de la población estaba supeditada a los intereses de estos caciques debido a que controlaban la contratación o el sorteo de las quintas, entre otras cuestiones.

Conclusión

En conclusión, el sistema ideado por Cánovas y del que participó Sagasta como líder del partido liberal fusionista consiguió su objetivo de crear un sistema que permitiese la estabilidad política en España tras las experiencias del Sexenio Democrático. Sin embargo, se hizo a costa de crear una falsa democracia en la que no se tuvieron en cuenta las necesidades de las clases populares y en la que se alteraban los resultados electorales de forma sistemática tal y como critica el autor de este texto. Tras la crisis de 1898 y la muerte de los líderes de los dos partidos, se dará la crisis de la Restauración a comienzos de siglo XX donde se pondrán de manifiesto los desequilibrios políticos y sociales todavía existentes en el país.

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