06 Dic

Materialismo Histórico de Marx

La dialéctica, que en Hegel es el desenvolvimiento de la Idea, adquiere en Marx una dimensión puramente material, de naturaleza económica e histórica. La dialéctica en Marx consiste en el desarrollo de las condiciones materiales que dan lugar a los distintos sistemas socioeconómicos. La dialéctica deja de ser algo ideal para volverse material. A esta nueva orientación de la dialéctica es a lo que se conoce como materialismo dialéctico histórico. La reflexión filosófica se centra en lo material, en la dimensión histórica. Ese cambio de orientación en Marx está centrado en la naturaleza social e histórica del ser humano. Para Marx, el hombre no se define por una pretendida esencia ideal o trascendente, como pueda ser el Alma. El hombre es algo material y concreto, es un ser social e histórico.

De ahí que el primer paso de la filosofía de Marx sea el análisis de la estructura social, que es el ámbito en el que se inscribe la naturaleza humana. Para Marx, la sociedad consta de dos dimensiones:

La Supraestructura Ideológica

Consiste en todas las ideas, conceptos y valores de una sociedad determinada en un momento histórico concreto. Es la ideología, la religión, la cultura, las costumbres, la política, etc. Son todas las disciplinas que contribuyen a formar la cosmovisión de una sociedad concreta.

La Infraestructura Económica

Se define por todos aquellos elementos materiales y económicos que determinan la productividad de una sociedad. Está formada por tres grandes elementos: los medios de producción y las relaciones de producción.

  • Los medios de producción son todo aquello que es necesario para producir un producto, como puedan ser los talleres, las fábricas, las herramientas, el dinero, etc.
  • Las relaciones de producción son las relaciones que se establecen a raíz del trabajo: son relaciones sociales y técnicas, las formas de cooperación y de asociación, relaciones entre las personas y los objetos de su trabajo, y las relaciones entre las clases sociales.

En todo momento histórico, tiene lugar un modo de producción concreto con su estructura propia y en la que el trabajo juega un papel fundamental, en la que habrá grupos con intereses comunes y antagónicos a los demás, que recibirán el nombre de clases sociales. Los modos de producción son las formas en la que se organiza la actividad económica en una sociedad, la forma en la que se organiza el trabajo.

Las relaciones de producción que se establecen son entre la clase dominante, que son los poseedores de los medios de producción y que, por tanto, controlan el modo de producción; y la clase obrera, que son aquellos que solo poseen su fuerza de trabajo. La clase dominante es la burguesía, y la clase dominada es el proletariado, que trabaja para la burguesía.

Esta relación puede ser de dos tipos:

  • Relación de paz y equilibrio
  • Relación de lucha de clases

Habrá paz y equilibrio cuando la clase dominante sea capaz de imponerse a la clase obrera. Sin embargo, sucede que de vez en cuando se da una lucha de clases. En esa situación, la clase dominada lucha por imponerse a la clase dominante. Estos periodos son rápidos y violentos, revoluciones, momentos de transición de una sociedad establecida a otra. La lucha de clases implica que la clase dominante ha fallado, no ha logrado imponer su ideología para mantener su situación de privilegio. Esto es lo que conduce al cambio social. La lucha de clases es el motor de la Historia para Marx. La dinámica histórica es de naturaleza material, porque el motor de cambio se da en la infraestructura. La Historia no avanza por la transformación espontánea de ideas y costumbres. El factor de cambio no está en la supraestructura, sino que hay que buscarlo en la infraestructura. La Historia se mueve por cambios en la infraestructura, cuando cambia el modo de producción. El cambio en la ideología es solo un efecto de este cambio en el modo de producción. Las ideas están determinadas por la producción de una sociedad. Cuando la clase dominada logra imponerse a la clase dominante, los medios de producción cambian de propietario, y entonces el modo de producción se transforma, lo que provoca que cambie la ideología de la sociedad para favorecer a la nueva clase dominante.

Para Marx, la dinámica material histórica de las sociedades es dialéctica. Marx aplica la dialéctica al desarrollo de la Historia. Dada una sociedad (tesis) estable, acabará por engendrar desde sí misma sus propias contradicciones de clase, de manera que las clases sociales entrarán en lucha (antítesis). De esa lucha de clases, nacerá una nueva sociedad que soluciona los conflictos anteriores (síntesis). Con el tiempo, volverá a suceder lo mismo. De esta manera, Marx entiende que la Historia es un movimiento de perfeccionamiento continuo.

La Voluntad de Poder en Nietzsche

Nietzsche creía que, una vez asumida la muerte de Dios y superada la etapa negativa del nihilismo, los seres humanos tenían la oportunidad de reinventar libremente su futuro en busca de una mayor plenitud e intensidad vital. Para referirse a esta nueva forma de vivir, basada en la afirmación e intensificación de la vida individual, Nietzsche hablaba de la voluntad de poder.

La voluntad de poder es la fuerza que acompaña al proceso vital. La voluntad de poder equivale al deseo de incrementar la plenitud vital para vivir de una manera más auténtica e intensa. La diferencia en la cantidad de ese poder diferencia a los individuos, de manera que nos encontramos dos tipos:

  • Los señores, que afirman la vida y aceptan su destino
  • Los débiles que niegan la vida

No se trata de una diferencia social, no son grupos, sino individuos. Ambos tipos se han dado siempre y son necesarios, porque la mediocridad es el medio para alcanzar el fin: el superhombre.

El superhombre es la máxima expresión de voluntad de poder. Es la meta del ser humano y es la afirmación suprema de la vida. Según Nietzsche, el superhombre aún no ha llegado. Lo que hay actualmente es el último hombre, el hombre mediocre que no ha sabido encontrar valores nuevos y que solo busca la comunidad, el hombre que ya no cree en Dios pero tampoco en el superhombre. El superhombre no es tanto un individuo concreto como un nuevo estado de la humanidad.

La llegada del superhombre atraviesa tres metamorfosis o transformaciones del espíritu:

  • En primer lugar, el espíritu se transforma en camello, que simboliza el hombre occidental que obedece los valores occidentales. El camello representa el espíritu del ser humano doblegado por los valores contrarios a la vida que ha impuesto el cristianismo, abrumado por la carga que transporta. Su lema es “debo”.
  • En la siguiente transformación, el camello se convierte en león, que simboliza al nihilista que rechaza los valores tradicionales y que se rebela. Su lema es “quiero”.
  • Por último, el león pasa a ser niño, que desde su inocencia y su libertad creará nuevos valores. El niño representa la capacidad de inventar una nueva manera de vivir, libre de cargas y ataduras, capaz de proponer valores nuevos basados en la afirmación de la vida. Esta será la tarea del superhombre. Su lema es “soy”.

La afirmación de la vida en Nietzsche tiene su más alta fórmula en la idea del eterno retorno. Es una prueba de fortaleza de la voluntad de poder, que consiste en la idea de que los acontecimientos de nuestra vida han de regresar eternamente para volver a vivirlos de forma idéntica. Nietzsche te obliga a plantearte cuánto tendrías que querer la vida para no solo asumir y soportar su repetición eterna, sino querer dicha repetición. Esto sería posible para el superhombre.

Desde otro ángulo, el eterno retorno de lo mismo también es importante porque permitió a Nietzsche romper con la clásica interpretación del tiempo que había prevalecido en Occidente desde los orígenes del cristianismo. Nietzsche plantea el eterno retorno como una hipótesis empírica, recuperando la interpretación circular del tiempo que tenían los griegos y muchas otras culturas orientales, según la cual los acontecimientos se repiten cíclicamente siguiendo patrones regulares.

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