17 Sep

Feuerbach critica el idealismo hegeliano porque da una imagen deformada de la realidad. La realidad es material, y la naturaleza no es la enajenación de la idea de la misma. Fuera de la naturaleza y de los hombres no existe nada, y los seres superiores que la imaginación religiosa ha creado no son más que seres imaginarios. Por lo tanto, es necesario proclamar un humanismo en el cual la potencia absoluta de Dios sea restituida al hombre, al cual pertenece. Karl Marx (1818-1883) es en su juventud un Hegeliano de izquierda que comparte la critica de Feuerbach y que retrocede a la búsqueda de las fuentes del materialismo antiguo. Muy pronto se distancia de los hegelianos, a los que crítica por sus concepciones abstractas. Lo que Marx rechaza es todo ello no sea más que una manera de interpretar el mundo. Marx cambia radicalmente la orientación de la filosofía: »los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de trasformarlo». La filosofía tiene el cometido de resolver los problemas reales de la sociedad, y no limitarse a dar interpretaciones de ellos. La filosofía ha de tener una carga crítica, y ha de conciliar teoría y practica. El materialismo histórico, denominación dada a la concepción marxista de la realidad, se opone a las concepciones que suponen que son las ideas o la conciencia humana las que determinan el curso de la sociedad y de la historia. No son las ideas, sino las condiciones materiales. Uno de los conceptos que permite articular esta concepción el de dialéctica. Marx presenta su dialéctica como una inversión de la dialéctica hegeliana: la refiere a la realidad y no a la idea. Pensar dialécticamente significa concebir la realidad como un proceso. El materialismo de Marx concibe la independencia de la naturaleza exterior respecto al pensamiento. El hombre es un ser activo que transforma la naturaleza y la introduce de esta manera en la historia. La acción sobre la naturaleza se ejerce a trabes del trabajo. La actividad esencial del ser humano es el trabajo, y no el pensamiento. La vida se ha envuelto siempre en la necesidad, y el hombre ha de trabajar para satisfacer sus necesidades. En El Capital se dice que el trabajo posee una naturaleza general »independiente de todas las formas de la sociedad» y a la vez presente en todas ellas pues



es »condición natural de la vida humana». Entre hombre y naturaleza se establece una relación dialéctica: mediante el trabajo el hombre genera unos modos de organización social y económica que lo determinan a el, pues en esas formaciones sociales realiza su existencia. Con el trabajo se introduce en la naturaleza el devenir histórico: el constante cambio de la realidad es la historia. Los hombres no trabajan aislados, sino que lo hacen en sociedad, lo que hace que establezcan una serie de relaciones que no dependen de su voluntad, sino de las condiciones del proceso de producción.

La estructura económica o infraestructura es el fundamento sobre el que descansa todo el proceso de producción. La estructura económica la constituyen las fuerzas productivas y las relaciones de producción. El concepto de fuerzas productivas designa el los medios de producción, y la fuerza de trabajo, el trabajo necesario para la producción de mercancías, que reciben el nombre de producto final. Las relaciones que los hombres establecen en el proceso de producción son las relaciones de producción, y estas determinan la propiedad de los productos del trabajo, por lo que se manifiestan »relaciones de propiedad», que dan lugar a las diferentes clases sociales. Las clases no existen unas aisladas de otras, sino que la existencia es sinónimo de lucha de clase. El motor de la historia, es por tanto, la lucha de clases. La estructura económica de la sociedad establece un modo de producción del a vida material que condiciona el proceso de la vida en general. A una estructura económica le corresponde una superestructura que engloba las ideologías del momento (concepciones religiosas, jurídicas, filosóficas…) La ideología dominante en cada momento corresponde a la ideología de la clase dominante, que tiende a justificar la estructura económica del momento. Por esto, la infraestructura y la superestructura se encuentran íntimamente ligadas. Marx descubre que a lo largo de la historia se han dado diferentes modos de producción: el asiático, al antiguo, el feudal y el capitalista. Este ultimo deriva en la aparición de dos clases sociales: la burguesía y el proletariado. La burguesía es la propietaria de los medios de producción, y el proletariado solo posee su fuerza de trabajo, la cual compra el burgués, y en tanto que



propietario de los medios de producción, también es propietario de la mecánica final, por lo que la situación del proletariado es de explotación. Paradójicamente, es la fuerza de trabajo quien, mediante la plusvalía (explicar plusvalía), produce los beneficios del burgués, por lo que la única posesión del obrero se vuelve contra el. El conflicto social estalla debido a la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Al desarrollarse las primeras, las relaciones de producción terminan por trabar ese desarrollo, y se asiste a un periodo de revolución que transforma la base económica. La lucha de clases resolverá este problema, llegando algún día a una síntesis final: una sociedad sin clases, una sociedad comunista.

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