04 Jul
DIDACTICA DE LAS MATERIAS INSTRUMENTALES
LECTURA Y ESCRITURA
Tras la aplicación del plan de escolarización de los niños y niñas pobres de la ciudad, por lo que los maestros y maestras recibían su correspondiente gratificación de la Real Sociedad Económica, este Real Cuerpo se plantearía el tema de la calidad de la enseñanza y rendimiento de los maestros en la instrucción de sus alumnos. Durante los primeros años del siglo XIX, se confeccionó un plan de premios junto a un plan o instrucciones para el mejor funcionamiento de las escuelas primarias.
Dicho plan hace unas ligeras indicaciones sobre la organización general de los alumnos para las diferentes enseñanzas, aconsejando que se agrupasen en tres secciones con los nombres de excelentes, medianos y mínimos, y que en la enseñanza de la escritura no se utilizarían otras muestras que las de Palomares, Morante, Anduaga o Servidori, su aportación principal hace referencia a la enseñanza de la lectura.
Como material del método disponía la confección de grandes cartones, conteniendo los silabarios en el orden indicado, que se colocarían en lugar bien visible para que el maestro fuese señalando las sílabas con un puntero y los alumnos fuesen pronunciándolas en voz alta.
En agosto de 1799 el plan en cuestión quedaba impreso y se remitía a los maestros y maestras de la ciudad. Al mes siguiente los maestros dirigían a la Real Sociedad un memorial en el que solicitaban de la misma que se hiciese cargo de la compra de dichos silabarios, y que se los entregasen lo antes posible para impartir dicha metodología. La Sociedad considerando justa esta petición, mandaron imprimir y repartir los silabarios que los maestros necesitaran.
Estos silabarios de grandes proporciones debían estar colocados en lugar adecuado de la clase y para uso común de los alumnos.
Su impresión se ordenó en septiembre de 1799, ésta no se realizaría hasta enero de 1801. La demora en la impresión de estos cartones silabarios se explica por la aparición de un cuadernillo que contenía un silabario, del cual los cartones no fueron más que un complemento.
El silabario en cuestión va acompañado de elogios al método silábico apoyándose en los resultados obtenidos en otros lugares donde ya enseñaban por silabeo y no por deletreo, que era el método que se utilizaba comúnmente.
Este método de lectura es un método sintético y silábico.
La Sociedad acordó que el padre D. Simón López entregase gratuitamente a los niños pobres de las escuelas de primeras letras aquellos silabarios que considerase oportuno. También acordó vender el silabario a razón de 20 maravedíes el ejemplar.
El silabario proporcionó buenos frutos en el aprendizaje de la lectura, lo que motivó al Ilmo. Sr. Obispo de la diócesis a reimprimirlo con el fin de distribuirlo gratuitamente a los pobres, intentando cumplir co los deseos de S.M. de establecer las escuelas de primeras letras a cargo de los Regulares, y proporcionar a la juventud libros elementales adecuados.
Pero esta caritativa acción llevada a cabo por el obispo de la diócesis en enero de 1816, encontraría oposición en un escrito del Dignidad tesorero de la Catedral de Valladolid, en el que alegaba el privilegio exclusivo que gozaba aquella Santa Iglesia sobre la impresión y venta de cartillas y silabarios para la enseñanza de primeras letras en la península, pidiendo la suspensión de la reimpresión del silabario.
El estudio del silabario constituía la primera fase en el aprendizaje de la lectura. Después vendría la fase de “lectura de corrido”, donde se perfeccionaba aquella y se ponía cuidado en aprender la entonación y pausas marcadas. Los libros en esta fase utilizados eran el Catón, el Espejo, el Belarmino, etc.
Una vez que los alumnos sabían leer, se les pasaba al aprendizaje de la escritura.
En 1822, la Dirección General de Estudios propuso otro método de enseñanza, que consistía en el aprendizaje simultáneo de lectura y escritura.
Con esta metodología los alumnos eran capaces de escribir “todo tipo de género de palabras y de poder poner cada niño su nombre y apellidos.
En 1825,no eran buenas las circunstancias sociopolíticas en que nacía dicha idea, lo que determinó que sólo se pusiera en práctica por un corto número de docentes que, ante la inseguridad de lo desconocido y el nuevo rumbo marcado a la metodología por los políticos de la educación, pronto volvieron con la generalidad de los docentes a separar por completo dichas enseñanzas. Por lo que se manifiesta una tendencia conservadora fernandina, unida a la falta de ideas en lo que a psicología del aprendizaje se refiere, pues se deja llevar por las prácticas tradicionales de enseñanza y desprecia los nuevos enfoques metodológicos, por cuanto procedían de una corriente pedagógicamente innovadora y políticamente liberal.
En 1833 un nuevo método para la enseñanza de la lectura cobra auge en España, el método Vallejo, disponiéndose su utilización en todas las escuelas de enseñanza primaria por Real Orden. Los maestros para poner en práctica dicho método, bastaba con seguir la pie de la letra la normativa establecida por el autor, en su obra “ modo de poner en ejecución el nuevo método de enseñar a leer, publicado bajo el título teoría de la lectura en toda clase de escuelas “.Era un método analítico que partía de una frase “mañana bajara chafallada la pacata garrasayaza”, para descomponerla en sus elementos más simples, sílabas y letras, y volverla a componer, así como otras de mayor significación e interés para los alumnos.
El método Vallejo estaba inspirado en los principios de Pestalozzi y Jacotot.
La resonancia en Murcia del método Vallejo fue grande, de modo que, en 1834 la Real Sociedad Económica creaba una Escuela Normal para la formación del magisterio en dicho método.
Este método fue utilizado durante varios años por la mayor parte de los maestros murcianos, pero en 1837 el método silábico volvía a ser utilizado mayoritariamente.
El aprendizaje de la escritura se hacía a través de la imitación por los alumnos de las muestras de letra que en dificultad creciente les presentaba el maestro. Estas muestras modelo se tomaban de algún calígrafo ejemplar, como D. Pedro Díaz Morante.
También durante los primeros años del siglo XIX otro buen calígrafo, D. Torquato Torio de la Riva, comenzaba a difundir su arte de escribir basado en la imitación pero que de forma lenta pero progresiva se adoptaría en la enseñanza primaria murciana, sustituyendo casi por completo a las muestras de Morante. En 1801. Torio de la Riva publicó una obra titulada “Ortología y diálogos de caligrafía, aritmética y ortografía”.
Este método obtuvo muy buenos resultados en el Real Seminario de Nobles de la Corte y en otros establecimientos de primera enseñanza. Fue recogida esta información por las autoridades gubernamentales y a finales de enero de 1801 se dictó la Real orden de que el método tenía que ser distribuido por todas las ciudades , pueblos e instituciones educativas.
Concluyendo, la didáctica de la lectura y de la escritura concretó dos logros principales:
El abandono del deletreo, que fue sustituido por el método silábico, además de introducir con aceptación los métodos analíticos.
La concepción y aceptación de la simultaneidad y coimplicación de los procesos lector y escribano, para el aprendizaje de estas dos disciplinas de la expresión verbal.
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