03 Mar

Comentario sobre el mito de la Vía Láctea

El cuadro “El origen de la Vía Láctea” fue pintado por Pedro Pablo Rubens en el siglo XVII y es una representación magistral del mito griego sobre la creación de nuestra galaxia, la lucha de poder entre los dioses del Olimpo y la importancia de Heracles como héroe semidivino. En esta obra, Rubens plasma el momento en que Hera, al descubrir que estaba amamantando al hijo ilegítimo de Zeus, Heracles, lo aparta bruscamente provocando que su leche se derrame por el cielo y forme la Vía Láctea.

El mito de la Vía Láctea está protagonizado por Hera, Zeus y Heracles. Según la leyenda, Zeus tuvo un hijo con la mortal Alcmena: el semidiós Heracles (Hércules en Roma). Para que este adquiriera la inmortalidad, Zeus ideó un plan para que bebiera la leche de su esposa Hera mientras dormía. Sin embargo, cuando Hera despertó y descubrió al niño, lo apartó bruscamente, derramando su leche por el cielo, lo que dio lugar al origen de la Vía Láctea.

Rubens, con su característico estilo barroco, utiliza una composición dinámica y un juego de luces y sombras para resaltar la acción y la intensidad emocional de la escena. La figura de Hera, esposa de Zeus y diosa de la familia, aparece majestuosa y altiva, mientras que Heracles, héroe griego que realizó los doce trabajos como penitencia por el infame crimen cometido de matar a su familia a causa del estado transitorio de locura inducido por Hera, es sostenido por Atenea, quien trata de facilitar el engaño. Al fondo, podemos ver a Zeus observando la escena desde el cielo, rodeado de dioses y seres celestiales.

Comentario sobre el mito de Apolo y Dafne

El cuadro “Apolo y Dafne” de Theodor Van Thulden, pintado en el siglo XVII, se basa en el mito clásico narrado por Ovidio en su obra cumbre “Las Metamorfosis”. En este, se captura el momento dramático de la transformación de Dafne en laurel mientras Apolo intenta alcanzarla. La obra barroca utiliza un rico contraste de colores para resaltar la tensión entre el deseo de Apolo y la huida desesperada de Dafne. Se resalta la belleza idealizada del dios y la delicadeza de la ninfa en su metamorfosis.

La transformación de Dafne es representada con gran detalle, especialmente en sus extremidades, que comienzan a convertirse en ramas y raíces, simbolizando su escape definitivo. En el mito se cuenta que Apolo, dios de la luz y la poesía, es herido por una flecha de amor lanzada por Eros, dios del Amor e hijo de Afrodita, que está enfadado con él por el desprecio que siempre muestra hacia él Apolo, lo que lo hace enamorarse perdidamente de Dafne, una ninfa consagrada a la virginidad. Dafne es alcanzada por otra flecha, esta vez del desprecio, lo que la impulsa a rechazar cualquier forma de amor. La persecución de Apolo simboliza la lucha entre el deseo y la resistencia. Dafne, incapaz de escapar por medios humanos, suplica a su padre, el dios-río Peneo, quien la transforma en un laurel justo cuando Apolo está a punto de alcanzarla. En un giro trágico, el dios, aún enamorado, declara que el laurel será su árbol sagrado, símbolo de gloria y eternidad.

Comentario sobre el mito de Narciso y Eco

La pintura “Eco y Narciso” de John William Waterhouse, pintada a principios del siglo XX, representa con gran sensibilidad el trágico mito narrado en “Las Metamorfosis” de Ovidio. En esta obra se captura el momento de melancolía y soledad de ambos personajes: Narciso, absorto en su propia imagen reflejada en el agua, y Eco, sentada a un lado, observándolo con tristeza. La naturaleza exuberante que los rodea actúa como un reflejo del destino inevitable de los personajes.

Eco, una ninfa condenada por Hera, esposa de Zeus y diosa de la familia, a repetir únicamente las últimas palabras que escucha, se enamora perdidamente de Narciso, un joven de extraordinaria belleza pero de corazón frío e inaccesible. Incapaz de confesar su amor con palabras propias, Eco es rechazada y consumida por la tristeza, termina desvaneciéndose hasta quedar reducida solo a su voz. Por otro lado, Narciso, indiferente a los sentimientos ajenos, recibe un castigo divino por parte de Némesis, diosa de la venganza: al verse reflejado en el agua, se enamora de su propia imagen sin reconocer que solo es un reflejo. Tan enamorado estaba que al intentar alcanzarla acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde cayó creció una hermosa flor, el narciso.

Comentario sobre el mito de Filemón y Baucis

El cuadro “Filemón y Baucis” de Peter Paul Rubens fue pintado en el siglo XVII y representa una escena clásica de la mitología grecolatina, narrada en las “Metamorfosis” de Ovidio. La historia cuenta cómo Zeus, dios por excelencia de entre los dioses olímpicos, dios del rayo y de la tierra, y Hermes, mensajero de los dioses, disfrazados de viajeros, fueron rechazados por todos los habitantes de una aldea excepto por una humilde pareja de ancianos, Filemón y Baucis. En recompensa por su hospitalidad desinteresada, los dioses los salvaron de un diluvio y convirtieron su cabaña en un templo, concediéndoles el deseo de morir juntos y transformados en árboles entrelazados.

En esta obra, Rubens no solo ilustra un episodio mitológico, sino que también lo reviste con una dimensión moral y emocional propio del Barroco, exaltando la piedad y la sencillez como valores superiores.

Comentario sobre el mito de Píramo y Tisbe

El cuadro de Jean-Baptiste Gautherot, pintado a finales del siglo XVIII, representa con gran dramatismo el desenlace trágico de este mito narrado en “Las Metamorfosis” de Ovidio. La pintura capta el momento en que Píramo, creyendo que su amada Tisbe ha muerto, se quita la vida, mientras ella, desesperada, lo encuentra agonizando y decide seguir su mismo destino. El mito es una de las primeras historias de amor trágico en la literatura occidental y ha sido considerada una inspiración para el “Romeo y Julieta” de Shakespeare.

Píramo y Tisbe eran jóvenes babilonios que vivían en casas contiguas, pero sus familias les prohibían estar juntos. Comunicándose en secreto a través de una grieta en la pared, decidieron huir para encontrarse bajo una morera. Sin embargo, al llegar al lugar, Tisbe se encuentra con un león cuya boca está manchada de sangre de una presa reciente. Atemorizada, huye y deja caer su velo, que el león desgarra con sus fauces. Más tarde, Píramo llega y, al ver el velo ensangrentado, cree que Tisbe ha muerto. Desesperado, se quita la vida con su espada. Poco después, Tisbe regresa, lo encuentra moribundo y, incapaz de soportar la pérdida, se clava la misma espada. Como símbolo de su amor y tragedia, los frutos de la morera, que antes eran blancos, se tiñen de rojo con su sangre.

Comentario sobre el mito del Rapto de Proserpina (Escultura)

La escultura realizada en el siglo XVII por Bernini es una de las obras maestras del Barroco, destacando por su dramatismo, realismo y virtuosismo técnico. La pieza representa el momento en que Plutón, dios del inframundo, secuestra a Proserpina para llevarla a su reino, capturando la lucha desesperada de la joven y la imponente fuerza del dios. La sensación de movimiento y tensión es impresionante: Proserpina se retuerce en un intento de escapar, mientras Plutón la sujeta con firmeza. Es la lucha entre el poder y la fragilidad, el deseo y la resistencia.

El mito es narrado en “Las Metamorfosis” de Ovidio y explica el origen de las estaciones y refleja la lucha entre el deseo, la pérdida y la renovación. Plutón se enamora de Proserpina (Perséfone en la mitología griega), hija de Ceres (Deméter), y la secuestra mientras ella recoge flores en el campo. La madre de Proserpina, Ceres, desesperada, la busca incansablemente, provocando la infertilidad de la tierra en su dolor. Las cosechas son muy malas. Júpiter (Zeus) interviene y negocia un acuerdo: Proserpina podrá regresar con su madre, pero como ha comido granos de granada en el inframundo siente nostalgia de regresar a él, junto a Plutón. De este modo, Proserpina pasa parte del año con su madre Ceres en el mundo, son los meses de Primavera y Verano. En ese tiempo la tierra florece y cuando regresa al inframundo con Plutón (otoño e invierno), la naturaleza se marchita.

Comentario sobre la fábula de Aracne

“Las Hilanderas” o “Fábula de Aracne” es una de las obras más enigmáticas de Velázquez, pintada en el siglo XVII. En él se representa la competencia entre la diosa Atenea (Minerva) y la mortal Aracne. En el fondo de la composición se aprecia un tapiz del “Rapto de Europa”. Esta elección no es casual, ya que Aracne desafió a Atenea tejiendo escenas que exponían las debilidades de los dioses, incluyendo episodios como el rapto de Europa por Zeus, dios del rayo que gobernaba el Olimpo.

Este mito es una historia sobre el orgullo, la competencia y el castigo divino. Aracne era una joven de Lidia, famosa por su extraordinaria habilidad en el arte del tejido y el bordado. Su destreza era tan grande que se decía que su trabajo superaba incluso al de Atenea, la diosa de la sabiduría y las artes. Llena de orgullo por su talento, Aracne llegó a negar que su habilidad proviniera de los dioses y se jactó de ser mejor tejedora que la misma Atenea. Ofendida por su arrogancia, la diosa se presentó ante ella disfrazada de anciana y le advirtió que mostrara más humildad, pero Aracne desestimó la advertencia y desafió a Atenea a un concurso de tejido. Atenea aceptó el reto y ambas comenzaron a tejer. La diosa creó un tapiz que representaba su victoria sobre Poseidón en la disputa por Atenas, rodeado de escenas que mostraban el castigo de mortales que habían desafiado a los dioses. Por su parte, Aracne tejió un tapiz perfecto y bellísimo que representaba los errores y engaños de los dioses, como las infidelidades de Zeus. Su obra era impecable, sin faltas, lo que enfureció a Atenea. Como castigo, la diosa destruyó el tapiz y golpeó a Aracne en la cabeza. Desesperada y humillada, la joven se ahorcó. Sin embargo, Atenea, en lugar de dejarla morir, la transformó en una araña, condenándola a tejer por toda la eternidad.

2. Argumento, temas, personajes en el texto (1,5 p.): El rayo que no cesa (1936)

El rayo que no cesa (1936) representa una catarsis amorosa del poeta, un cúmulo de pasiones turbulentas y tormentosas que son resultado de unas experiencias amorosas de rechazo relacionadas con tres amores: Josefina Manresa, Maruja Mallo y María Cegarra. El tema del amor presente en este poema y que podemos localizar en los versos (… relacionándolo con la aparición de símbolos en tabla) se muestra como una expresión que involucra cuerpo y alma tanto en el marco de lo sentimental como de lo sexual. El poeta busca la correspondencia de la mujer amada, convencido de que solo el amor de esta puede salvarlo, y, cuando esta no satisface sus deseos, provoca la pena hernandiana, resultado de la frustración del amor, de la contención del deseo erótico. Y es que el amor es en Hernández el destino trágico del hombre, vinculado así con el tema de la muerte, como así se aprecia en los versos (… relacionándolo con la aparición de símbolos en tabla), al mismo tiempo que supone un impulso irresistible que busca la vida, la consecución del amor (versos…).

Viento del pueblo (1937)

Viento del pueblo (1937): Poesía combativa y exaltada que condena al burgués y defiende al pueblo oprimido dando voz a sus inquietudes. Se trata pues de una poesía profética cuya misión es la de propagar emociones y avivar vidas para que de esta manera triunfen los obreros y campesinos simbólicamente representados por leones, toros y águilas que se liberan del yugo opresor (justifica con texto). Encontramos en el presente poema al pueblo como tema central, pueblo en el que se ha disuelto el poeta y a quien cede su voz para cantar su dignidad forjada en el sufrimiento de la injusticia e incitarlo al combate. Este tema queda patente en los versos (…. relacionándolo con la aparición de símbolos en tabla). El tema de la muerte, constante en toda la producción del poeta, queda patente aquí en una realidad desoladora, llena de odio y rencor, tal como puede apreciarse en los versos (… relacionándolo con la aparición de símbolos en tabla) (plantilla para todos los poemas).

El amor es en este poema entendido en su sentido más trascendente, en su faceta de procreación y, por tanto, de futuro. Podemos justificarlo en los versos (…relacionándolo con la aparición de símbolos en tabla) (solo para Canción del esposo soldado). El amor en este poemario es entendido en el sentido fraternal, en el sentido de amor al pueblo, tal y como puede apreciarse en los versos (…relacionándolo con la aparición de símbolos en tabla). (todos los poemas menos esposo soldado)

3. Características formales (estilo del autor o de la época, métrica o rasgos genéricos. (1,5 p.): El rayo que no cesa (1936)

El rayo que no cesa (1936): El yo lírico hernandiano expresa en este soneto/poema en cuartetas/silva/elegía un estallido de pasión amorosa en una clase de neorromanticismo a la manera de los cancioneros petrarquistas (amada como galardón inaccesible) con la pena de amor envuelta en un lenguaje expresionista-surrealista por lo sensorial e insólito de sus imágenes, de sus símbolos, y que señalan la influencia a nivel formal de Vicente Aleixandre (generación del 27), pero también, a nivel temático, de Garcilaso, Quevedo o Pablo Neruda. Su amor será pues fuente de poesía mediante la expresión de sus más íntimos sentimientos, deseos y agonías, en lo que se ha dado en considerar un “desgarrón afectivo”, con un estallido de pasión cegadora y fulminante, como la del rayo que da título al libro, torturadora y aniquiladora como otros símbolos que pueblan el presente poemario: cuchillo, espada, guadaña, puñales o sangre.

De cualquier forma, los símbolos e imágenes que aparecen en la composición poética que nos ocupa son: (…relacionándolo con la aparición de símbolos en tabla) que vienen a justificar los rasgos de estilo que antes señalábamos.

Viento del pueblo (1937)

Viento del pueblo (1937): El yo lírico hernandiano parece fundirse en este romance/elegía/poema en serventesios de pie quebrado del yo en un nosotros. Vemos así a un escritor profundamente enraizado en el pueblo, que se hace eco de las inquietudes populares con una marcada tonalidad épico-lírica, con la que va plasmando la tremenda experiencia de la guerra. Con el presente poemario Miguel Hernández supera su anterior etapa retoricista en favor de una poesía combativa y exaltada que lo inscribe en la poesía impura, en la rehumanización del arte, que dará cabida a lo humano, a un lenguaje más sencillo y acomodado al pueblo, como demuestra el empleo del romance y del octosílabo/serventesios de pie quebrado (justificar con ejemplos del poema), unido al lenguaje simbolista (justificar con ejemplos del poema extraídos de la tabla).

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