20 Jul

Modernismo

Llamamos modernismo a una corriente literaria surgida a finales del siglo XIX en Hispanoamérica. La llegada de dicho movimiento tiene lugar en 1880 de la mano de quien sería el máximo exponente y difusor: Rubén Darío. A pesar de que encontramos narrativa y teatro modernista, este movimiento tuvo su máxima expresión en la lírica. El contexto histórico se ve marcado por la llamada crisis del 98 junto a la pérdida de las posesiones de Ultramar en 1898, esto conlleva un retraso para España respecto al resto de Europa. Es el Regeneracionismo el que pretendía sacar a España de ese retraso de siglos. La vida política era un caos en España y esto hizo que Primo de Rivera impusiera una dictadura y más tarde se proclamó la Segunda República.

En cuanto a las características del modernismo destacan las siguientes:

  • El deseo de perfección formal.
  • Brillantez sensorial y musicalidad.
  • El uso frecuente de figuras literarias como metáforas o aliteraciones.
  • El rechazo a la mediocridad y la búsqueda de un arte aristocrático y revolucionario.
  • La huida del mundo real hacia lugares exóticos y épocas lejanas.

Los temas más importantes son el erotismo, el crimen, la vida nocturna y el malditismo, también apareció el aislamiento social y se dio el predominio de la melancolía, la tristeza y la angustia. Por otro lado, las influencias del modernismo fueron el Simbolismo, el Parnasianismo y el Decadentismo.

El máximo representante de la prosa modernista es Ramón del Valle-Inclán, alcanzó el éxito con sus “Cuatro Sonatas” (1902-1905), donde destaca la riqueza sensorial y rítmica de su prosa. Por otro lado, el teatro mejor reconocido por la crítica y escrito en verso de corte modernista, fue cultivado por los poetas Francisco Villaespesa, con su obra “El Alcázar de las Perlas” y Eduardo Marquina, con “Cuando Florezcan los Rosales”. Finalmente, la muerte de Rubén Darío en 1916 marca el final de la época creadora del modernismo. El modernismo fue una corriente que marcó un antes y un después en la creación literaria hasta el momento, caracterizada por profunda renovación del arte y las ideas, esta se da con la fantasía, la musicalidad y la belleza. Durante su presencia en España el modernismo convivió al mismo tiempo con la Generación del 98.

La Generación del 98

La Generación del 98 está formada por intelectuales y políticos, entre ellos, Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Valle-Inclán y Machado. Ante la situación de decadencia política, económica y social que estaba atravesando España a finales del siglo XIX debido a la Guerra de Cuba y la pérdida de las posesiones de Ultramar en 1898, todos estos autores comparten la necesidad de encontrar los valores que permitan renovar la sociedad española, por otra parte, estos autores tratan de difundir en el país las corrientes ideológicas irracionalistas y las tendencias de renovación estética del fin de siglo. Los principales géneros cultivados fueron la novela, la poesía y el teatro.

En cuanto a las características de la novela lírica destacan:

  • La asimilación de recursos retóricos de la poesía para conseguir mayor lirismo.
  • Se funden diversos géneros literarios.
  • Se da predominio del Bildungsroman o novela de aprendizaje.
  • Aparece la identificación del yo narrativo con el mundo narrado.
  • Supresión de argumentos cerrados y tratamiento del tiempo según el mundo interior del personaje.
  • Por último, de los diálogos realistas y la anécdota cotidiana se pasa a las reflexiones del protagonista.

Por último, Antonio Machado, en su primera etapa publica “Soledades, Galerías y Otros Poemas”, obra escrita dentro de un modernismo intimista. Más tarde publica “Campos de Castilla” que marca su segunda etapa donde alterna poemas dedicados a su esposa Leonor con la evocación de las tierras castellanas, otras obras de Machado son “Juan de Mairena” o “La Diosa Razón”.

En conclusión, tanto la Generación del 98 como el Modernismo, destacan por su intención de renovar la temática y los estilos literarios, es importante destacar que no sólo alcanzaron obras de gran calidad artística que enriquecen el legado literario español sino que además plasmaron en sus obras el inconformismo y sus deseos de cambiar la realidad española del momento.

Las Vanguardias y el Novecentismo

Las vanguardias y el novecentismo surgieron entre los años 1914 y 1918, Europa se vio sacudida por la Primera Guerra Mundial, una cruenta contienda bélica que afectó a muchos países y marcó la cultura del continente. Al terminar esta guerra surgen una serie de movimientos que intentan renovar el arte, estos son conocidos como las vanguardias, las cuales influenciaron enormemente en la literatura. Se llama novecentismo o Generación del 14 a un grupo de intelectuales, filósofos, historiadores y científicos que de un modo u otro giraron en torno a la labor filosófica, periodística y editorial de Don José Ortega y Gasset, el término “Generación del 14” provenía del discurso “Vieja y Nueva Política” que Ortega empleó para presentar la Liga de Educación Política Española y la Gran Guerra; el término novecentismo lo creó Eugenio d’Ors para señalar las tendencias que se separaban más nítidamente de las formas decimonónicas.

Entre sus características diferenciamos que:

  • Tenían una sólida formación académica.
  • Eran tolerantes y partidarios del reformismo burgués.
  • Eran europeístas.
  • Estaban atentos a las novedades artísticas, científicas y literarias y estaban interesados por los movimientos de vanguardia.
  • Renegaban del irracionalismo.
  • Buscaban la pureza estética y cultivaban la literatura culta.

Las vanguardias eran una serie de movimientos artísticos y literarios que tenían intención de provocar una renovación radical en la cultura de tono realista y tendencia burguesa. Las que tuvieron clara repercusión en letras españolas fueron el Futurismo, el Dadaísmo, el Cubismo, el Ultraísmo, el Creacionismo, el Surrealismo y el Expresionismo. Las características de estas eran el rechazo al sentimentalismo, la crítica a la tradición literaria, la atención a lo novedoso e instantáneo, el interés por lo fragmentario, incoherente e irracional, la mirada objetiva y sin prejuicios sobre el mundo, el carácter efímero y deshumanización y desafío de la moral burguesa. El principal impulsor de estas fue Ramón Gómez de la Serna y una de sus obras fue “El Torero Caracho”.

La Generación del 27

La Generación del 27 es el nombre que recibió el grupo de artistas de vanguardias quienes expresaron una actitud de expresionismo. A principios del siglo XX, España vivió un desarrollo económico y cultural que quedó plasmado en las artes plásticas, ciencia, música, o en la literatura.

Se dio el auge de la Institución Libre de Enseñanza que defendía los valores de una educación laica, libre, universal y activa. Promovió la creación de la Residencia de Estudiantes, por la que pasaron todos los escritores de la Generación del 27. Este grupo de poetas introdujo una renovación del lenguaje poético que destaca por la fusión de influencias vanguardistas y poesía tradicional, además alcanzan una poesía pura además del uso abundante de imágenes. Los autores gozaron de una excelente formación académica e intelectual y trataron temas universales relacionados con la ciudad, la naturaleza y la creación poética.

Esta generación fue distinguida por Luis Cernuda en diferentes etapas:

  • La primera etapa, que perduró hasta 1927, se escribe bajo la huella vanguardista, becqueriana y modernista. Está marcada por la presencia de la poesía pura.
  • La segunda etapa, hasta la Guerra Civil, se da la rehumanización de la poesía por la influencia de Neruda y el surrealismo. En esta etapa los autores inician proyectos comunes como la revista “Cruz y Raya” o “La Gaceta Literaria”.
  • En la tercera etapa, tras la Guerra Civil, los poetas muestran angustia ante el desastre y nostalgia de la patria perdida expresando así rebeldía e inconformismo.

En definitiva, la Generación del 27 constituye una época de esplendor poético para la literatura española no solo por el carácter renovador, si no por las reflexiones y vivencias personales que los poetas plasmaron. Fue una época de cambio, renovación y esplendor de nuestra literatura universal que acabó con la disolución del grupo, siguiendo cada autor su propio camino.

Novela (1939-1975)

El triunfo del régimen franquista por el 1939 tuvo, entre otras muchas consecuencias, la ruptura con la tradición cultural de carácter liberal progresista y el aislamiento del resto de Europa, lo que también censuró a muchos autores de la época. Además, muchos escritores tuvieron que exiliarse durante la Guerra Civil, lo que influyó decisivamente en nuestra narrativa. Obviamente, la novela no podía menos que sufrir las consecuencias. Los novelistas españoles reciben una serie de influencias exteriores de gran relevancia como la asimilación de las nuevas técnicas narrativas o los narradores hispanoamericanos del llamado Boom.

En esta época destaca: Luis Martín-Santos con “Tiempo de Silencio”, el primer fruto plenamente logrado de esta renovación; Juan Goytisolo con “Señas de Identidad”, novela clave para la superación del realismo social; Juan Marsé, el cual se burla sarcásticamente de la novela social al contraponer las pretensiones revolucionarias de una burguesía comprometida con novelas como “Últimas Tardes con Teresa”; Manuel Vázquez Montalbán, al cual la novela policíaca le debe su actual prestigio gracias a obras como “Asesinato en el Comité Central”;

Miguel Espinosa con la compleja alegoría “Escuela de Mandarines”; Francisco Umbral, autor de “Las Ninfas” o “Las Giganteas”; o Alfonso Grosso, que escribió “La Giralda”. En esta época también se debe señalar de nuevo a Camilo José Cela con sus obras “San Camilo” y “Oficio de Tinieblas”; Miguel Delibes con “Cinco Horas con Mario” Vázquez; Martín Gaite con “Retahílas”; y Torrente Ballester con “La Saga/Fuga de J.B.”.

A partir de 1975 siguieron destacando varios autores como Eduardo Mendoza, que se inició con “La Verdad sobre el Caso Savolta”, Pérez-Reverte con “El Club Dumas”, o Muñoz Molina con “Beatus Ille”. En conclusión, la narrativa desde 1939 hasta 1975 trajo consigo muchos autores y obras que forman la historia de la literatura española. Durante esta época prevalece la reivindicación y los aspectos formales.

Poesía (1939-1975)

La poesía en España durante el comienzo del franquismo, surgió en un contexto de pobreza y terror. No obstante, poetas de la Generación del 27 siguieron con su tendencia rehumanizadora. Dentro de esta línea, en los años 40, donde solo la literatura social se manifiesta, se diferenció la poesía arraigada y desarraigada.

Por un lado, la poesía arraigada se caracteriza por alejarse de la problemática social del momento, con una visión optimista y esperanzada de la vida; deseo de armonía, omisión de la guerra, rechazo de las vanguardias o religiosidad sin angustia contando con un lenguaje depurado y métrica clásica. Destacan autores como Leopoldo Panero (“Escrito a Cada Instante”), Luis Rosales con obras como “La Casa Encendida”, “Abril” o “Retablo de Navidad”, también Dionisio Ridruejo con “Sonetos a la Piedra”, Luis Felipe Vivanco y su “Continuación de la Vida” o José María Valverde (“Versos del Domingo”).

En esta época es importante mencionar dos apartados: Un primer grupo surgido entorno al “Cántico” donde encontramos, por ejemplo, a Ricardo Molina o Mario López, se buscaba la plenitud de la palabra. Por otro lado, en el Postismo están Gloria Fuertes o Ángel Crespo tratan de recuperar el espíritu lúcido de las vanguardias.

Dentro de las últimas generaciones poéticas (1975), hay diversas tendencias como el Clasicismo o el Surrealismo, donde encontramos a Blanca Andreu, “De una Niña de Provincias que se Vino a Vivir”; Ana Rossetti con “Los Devaneos de Erato”; Luis García Montero (“Completamente Viernes”) o Amalia Iglesias con “Un Lugar para el Fuego”.

Los estilos poéticos terminaron con el esteticismo decadente de los Novísimos y su posterior poesía post-novísima. Además, al margen de los Novísimos, poetas de la década de los 70 y 80 impusieron su manera de hacer poesía siguiendo su línea personal. El panorama de la poesía española en los últimos 40 años es complejo debido a la variada multiplicidad de corrientes que marcaron un antes y un después en la poesía y en todas las artes españolas.

Teatro (1939-1975)

Tras la Guerra Civil, la situación del teatro español se vio muy agravada, pues dicha situación tuvo como consecuencia “la desaparición” de dramaturgos muy importantes: Valle-Inclán murió, el asesinato de Federico García Lorca, además muchos dramaturgos y autores tuvieron que exiliarse a otros países.

Los autores que permanecieron en España, debido a la situación tras la Guerra Civil, impulsaron distintos tipos de teatro: el teatro comercial, de humor, realista, vanguardista y experimental. En cuanto al teatro comercial cabe destacar a José María Pemán y su obra “Cuando las Cortes de Cádiz” en líneas generales, este teatro buscó el entretenimiento a través de una ligera crítica de costumbres que no molesta ni al espectador ni a la censura, otras obras fueron “El Divino Impaciente” y “La Viudita Naviera”.

El teatro comercial, en líneas generales, mantiene la estética dramática tratada hasta entonces. Será el teatro de humor, cabe destacar la figura de Enrique Jardiel Poncela quien introduce en sus obras una nueva concepción del humor, entre sus obras más destacadas se encuentran “Cuatro Corazones con Freno y Marcha Atrás”.

Por último, a finales de los 60 se desarrolla en España una corriente teatral vanguardista, que busca una renovación de las formas de la expresión dramática. Cabe destacar de esta corriente a Francisco Nieva, con las obras “Pelo de Tormenta” y “La Carroza de Plomo Candente” y a José María Bellido con su obra “Fútbol”.

Conclusión

En definitiva, la evolución teatral a lo largo de la dictadura franquista se dio conforme a que la situación social, de censura y política iba avanzando tímidamente en España. Gran parte del teatro contemporáneo se lo debemos a innovadores como Buero Vallejo, Alfonso Sastre o Francisco Nieva. Con el fin de la dictadura y la Transición Española, comenzó una etapa donde el teatro pierde su tono reivindicativo, se abandonó el teatro histórico y la farsa de tono expresionista, es decir, los dos vehículos que habían servido para la reivindicación y denuncia mientras vivía el dictador. A pesar de todos los elementos que lo caracterizan, el teatro ha dejado de ser el espectáculo por excelencia y sufre la competencia de otras ofertas de entretenimiento.

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