07 Jul
El contexto histórico en el que vive Friedrich Nietzsche es el de la revolución industrial, que significó un cambio desde el sector agrícola al industrial, lo que produjo un aumento considerable de trabajadores asalariados así como la acumulación de riqueza de una nueva clase social, la burguesía. Se desarrolla el capitalismo liberal, que hizo crecer las aspiraciones y las demandas políticas de la burguesía. Fueron cristalizando a lo largo del siglo en sistemas democráticos dotados de constituciones, en los que Nietzsche encontró un sintoma de decadencia. Tras la última gran revolución del siglo XIX, la «primavera de los pueblos» de 1848 hizo que la burguesía dejara de ser revolucionaria para defender y mantener el nuevo orden social y económico que ella había impuesto. La burguesía veía en la palabra «democracia» un sinónimo de peligro. Esta época es tambien la de la unificación alemana, que se realiza bajo la dirección de la Prusia de Bismarck, y deja como resultado una Alemania que se perfila como primera potencia continental. Esta unificación respondía a intereses nacionalistas. Frente a ellos, Nietzsche prefirió la idea de superación del Estado. El nacionalismo estuvo muchas ligado, al Romanticismo, que influyó mucho a Nietzsche en su primera época, y del que fue desvinculándose a lo largo de su vida.
En el plano filosófico, tras Kant surge el idealismo absoluto de Hegel, para el que existe una única realidad regida por leyes del pensamiento, que se despliegan en la historia hacia la emancipación y la libertad. Nietzsche se opuso a este planteamiento al rechazar la idea de una realidad sujeta a leyes del pensamiento, idea que sí compartieron, llevada a la acción social, Marx y Engels, cuya obra permaneció ajena a la de Nietzsche, y que utilizaron los planteamientos hegelianos para potenciar la práctica revolucionaria. Como el siglo XIX fue también un siglo de avance científico y desarrollo técnico consideraron los métodos científicos como los únicos capaces de expresar correctamente la realidad. Frente a esta idea de progreso reaccionaron autores como Marx, Freud y el propio Nietzsche. Este progreso era un síntoma de decadencia a causa de la imposición de la ideología y el sistema económico burgués, Marx, la cultura represiva de nuestros instintos, Freud, y la filosofía y la metafísica de valores decadentes y alejada de la vida, en el caso de Nietzsche. El evolucionismo se impuso, no sin ciertas resistencias a la hora de interpretar el origen y desarrollo de la vida. El impacto de esta teoría fue brutal. El hombre no es el centro ni la coronación de la creación sino que es un ser vivo más sujeto a mismas leyes de la evolución que el resto de seres vivos. Esta preocupación filosófica por la vida que profesó Nietzsche fue compartida por otros autores que se pueden enmarcar dentro de la corriente de la filosofía de la vida o vitalismo. EL vitalismo considera que la realidad fundamental es la vida, que es trágica y cruel, aunque hay que aceptarla tal y como es; las pasiones están por encima de la razón, que se ha impuesto en occidente, alejándonos de la vida. Pero la tradición, la ciencia y la filosofía occidentales, que nos conducen a esa vida fría y mecanizada, hay que volver a formas de vidas más «auténticas». Nietzsche tuvo muchos puntos de conexión con Schopenhauer que concibió un mundo al que sólo se podía acceder mediante el arte.
El siglo XX es el más terrible y violento de la humanidad a nivel bélico. Sin embargo, es un siglo que ha vivido grandes avances a nivel tecnocientífico, y en otros ámbitos este progreso se ha consumado en la elaboración de la Declaración de los Derechos Humanos (1948), que reclama una sociedad más justa y libre. El siglo XX como tal puede considerarse que comienza con la I Guerra Mundial, que estalló pocas semanas después del asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría. La Gran Guerra fue la primera en la que participaron todas las grandes potencias de la época. Gracias a la entrada de EEUU en la guerra durante 1917, los Aliados (Francia, Gran Bretaña y Rusia) inclinaron la balanza a su favor para vencer definitivamente en 1918 a las potencias centrales (Alemania, Imperio Austro-Húngaro y Otomano) El fin de la guerra se suele relacionar con el tratado de Versalles de ese mismo año, aunque en este tratado sólo se establecía la paz con Alemania, que en términos generales supuso unas durísimas condiciones para las potencias derrotadas. La gran derrotada fue Alemania, a la que se le redujo su ejército de tierra, se le prohibió mantener una fuerza aérea, se le impuso unas «reparaciones» fortísimas y se le privó de todas sus colonias de ultramar. En rica y teste contexto nació la República de Weimar. La República de Weimar, en la que vivieron los primeros miembros de la Escuela (Horkheimer, Adorno y Marcuse), contó desde sus inicios con muchos obstáculos por parte de comunistas y ultranacionalistas. Finalmente se impuso la vía democrática y triunfó la socialdemocracia, pero el germen del descontento brotó con el triunfo de Hitler en las elecciones del 33. El triunfo del ideario nacionalsocialista en Alemania se debe comprender, que no justificar, a partir de la grave crisis del 29 y de las condiciones del Tratado de Versalles. El antisemitismo fue una de las banderas del nazismo.
Los judíos representaban el símbolo del capitalismo/financiero, los ideales de la Ilustración, la influencia destructiva de los «intelectuales desarraigados» (La Escuela pertenece a este grupo). Para los nazis eran lo más odiado de un mundo injusto. La solución final propuesta por los nazis a estos problemas consistía en exterminar a los judíos. Los miembros de la Escuela Francfort durante los años 30 se exiliaron de Alemania a EEUU. Todo para evitar la barbarie del nazismo. Un pregunta que la Escuela no dejó de plantearse fue cómo las naciones más «civilizadas» del mundo podían poner todas su capacidad en aniquilar al enemigo. No olvidemos que la I Guerra Mundial es conocida como la guerra de la química. La ciencia abandonó su presunta neutralidad para poner toda su capacidad para derrotar al enemigo. El final de la II Guerra Mundial de nuevo dibujó un nuevo orden social polarizado entre dos bandos irreconciliables: EEUU y la URSS. El capitalismo y el comunismo fueron las dos alternativas que se abrieron al resto de países que tuvieron que elegir una de esas dos vías para solucionar sus problemas internos. Se habla de Guerra Fría puesto que estos dos bandos nunca se enfrentaron directamente, pero utilizaron al resto de países del mundo para imponer sus intereses.
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