16 Dic

El periodo comprendido entre 1914 y 1925 engloba a todos aquellos autores posteriores a la Generación del 98 que se distancian de estos al querer renovar por completo la literatura. Esta nueva literatura supone una ruptura total con el pasado (ramplonería del realismo, los excesos modernistas, el sentimentalismo romántico, la subjetividad del 98). Giran a un tono más intelectual y menos subjetivo, propugnan un arte puro alejado de sentimientos personales. Se concibe una nueva literatura desde un punto de vista más elitista, pues está realizada y pensada para minorías. El estilo buscará el equilibrio y el gusto por la metáfora.

Novecentismo

Un grupo de intelectuales de todos los ámbitos de la cultura, ciencia y política, liderado por Ortega y Gasset hacia 1914, encabezan esta reforma literaria extremando el intelectualismo. Sus componentes tienen una gran formación y un elitismo que les hace pensar que deben guiar a las demás personas desde su minoría selecta. Buscan el arte puro, resultado de quitar sentimientos del autor y elementos religiosos o políticos. Verán en Europa el modelo para mejorar España desde un posicionamiento de reformas concretas realistas. El estilo se depurará en la búsqueda de la serenidad y el equilibrio.

Por esto, el principal género que se cultivó fue el ensayo. Se va a manifestar el liderazgo de Ortega y Gasset con su libro La deshumanización del arte, en el que propone un alejamiento de los temas humanos. En La rebelión de las masas defiende el elitismo de una minoría selecta. Cultivarán este género también Gregorio Marañón con Don Juan, en el que reinterpreta este mito literario, o Eugenio d’Ors con Tres horas en el museo del Prado.

En cuanto al género novelístico, defienden las características del novecentismo al dejar la trama en un segundo plano y llenar las obras de digresiones reflexivas, al abandonar lo sentimental y las intenciones políticas y al esmerarse en el estilo pulcro que caracteriza esta generación. Gabriel Miró, con su obra El obispo leproso, intenta despertar un mundo lleno de percepciones sensoriales, utilizando la acción solo para dar entrada al elemento descriptivo y a un estilo elaborado y lírico. Ramón Pérez de Ayala, con un estilo de gran elegancia, escribe una serie de novelas en las que aprovecha para añadir continuas digresiones sobre temas variados. Destaca su obra Troteras y danzaderas. Ramón Gómez de la Serna, con El torero Caracho y otras obras, nos presenta un mundo irracional lleno de incoherencias con un estilo imaginativo y humorístico.

Es de consideración especial la influencia actual y posterior del modelo poético de Juan Ramón Jiménez, abriendo camino con su poesía pura en la que se aleja de los ropajes modernistas y de la carga sentimental y social para buscar un tipo de poesía sencilla con la que nombrar la esencia de las cosas. Este concebía su obra siempre “en marcha” para retocarla hasta alcanzar la perfección deseada. Por ello se dedicará a ésta en cuerpo y alma. Buscaba en ella la verdad absoluta, la belleza absoluta, el conocimiento absoluto. Sobresale alguna obra como Diario de un poeta recién casado o La Estación total.

Vanguardias

Las vanguardias son movimientos que surgen en Europa a principios del siglo XX con la voluntad de experimentar y romper con lo tradicional en la literatura e innovar en la producción artística, y que tendrán su auge en España en los años comprendidos entre 1910 y 1925 aproximadamente, aunque serán de indudable influencia en generaciones siguientes, sobre todo en la del 27. Coinciden con el novecentismo en la deshumanización y en el sentimiento de renovación. Éstas surgen y desaparecen con rapidez debido a su intrínseco carácter innovador, aunque la que más perduró fue el surrealismo. Las principales, también llamados “Ismos”, fueron:

  • El Cubismo, que defiende la disposición artística en diferentes planos. En poesía se utilizan los caligramas, en los que las palabras del poeta dibujan el contenido.
  • El Expresionismo, que consiste en deformar y exagerar los rasgos para conseguir expresividad. Así, se realizan descripciones caricaturescas.
  • El Surrealismo, que indaga en el subconsciente de las personas para encontrar la verdadera realidad y, para ello, invita a la desinhibición del autor para producir su obra.
  • El Futurismo, que invita a sustituir el pasado por otros valores u objetos más modernos.
  • El Dadaísmo propone la espontaneidad y la desaparición de todas las normas en la creación artística.

Ramón Gómez de la Serna será uno de los que se encargarán de difundir estas corrientes renovadoras, sobre todo a través de sus Greguerías (pequeñas composiciones poéticas a las que definió como metáfora más humor) y a través de revistas y tertulias literarias en famosos cafés madrileños.

Así surgen dos vanguardias españolas:

a) Creacionismo

Es una corriente literaria que pretende dotar de importancia al poema en sí y no a los sentimientos del autor. Dentro de esta corriente, destaca el escritor chileno Vicente Huidobro, quien diría “cada autor es un pequeño dios”, que resume la filosofía de esta corriente al afirmar que la poesía debe seguir una corriente natural y no imitar otras realidades.

b) Ultraísmo

Aúna varios “ismos”. No se ajustan a un tema ni un mensaje determinado, emplea constantemente la metáfora aunque con un sentido irracional. Los poemas se escriben creando estructuras caligrámicas al estilo cubista, se componen mediante verso libre, además incluyen temas que reflejan el mundo moderno, comprendiendo (deportes, maquinaria y cine). Destacaría el autor Guillermo de la Torre.

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