04 Abr
CAMILO JOSÉ CELA (1916-2002) La evolución novelística de Cela se reparte entre el Realismo y la vanguardia. En una primera etapa realista sigue la línea existencialista con tintes tremendistas en La familia de Pascual Duarte (1942), novela que narra en primera persona la biografía de un condenado a muerte y los motivos que le han llevado a ser un asesino. Es una obra en la que se seleccionan los aspectos más duros y desagradables de la realidad y por tanto, un claro ejemplo del denominado “tremendismo”. Su segunda etapa, la del Realismo social, se inicia con La colmena (1951). En ella se ofrece una visión despiadada y distanciada del Madrid de posguerra (con la técnica del objetivismo), en forma de secuencias narrativas y costumbristas por donde circulan más de trescientos personajes. Es una novela de personaje colectivo y de final abierto. Toda ella transcurre en poco más de dos días y los espacios, aunque variados, se reiteran y son siempre los centros típicos de las relaciones sociales de la época:
Cafés, casas de vecindad, burdeles, la calle… Con ello, se pretende fijar el tiempo en un eterno ahora, en un presente intemporal que se repite sin cesar. Esa reiteración refleja la monotonía, la rutina, la ausencia de cambio. De su tercera etapa experimentalista son obras como Oficio de tinieblas (1973) o Mazurca para dos muertos (1983), entre otras. Cela obtiene el Premio Nobel de Literatura en 1989. Es un autor que aporta una visión tremendista del mundo, cercana a Pío Baroja en el pesimismo existencial y la escasa fe en la naturaleza humana. Es manifiesta su obsesión por renovar las técnicas y estructuras narrativas, pero sobresale ante todo su dominio del lenguaje, la capacidad de crear ambientes y describir tipos humanos diferentes y originales. Se decanta por el uso de la sátira y el humor desgarrado.
4.2. Miguel Delibes (1920-2010) El tema general de toda su producción literaria es la dignidad humana y las dificultades para defenderla con libertad en las más diversas circunstancias de la vida. Delibes analiza la sociedad rural marginada y critica a la burguésía urbana despreocupada con un lenguaje sobrio, natural y preciso de enorme belleza. Se inicia en la novela existencial con La sombra del ciprés es alargada (1948), donde aparecen dos grandes temas del autor, la infancia y la muerte, y desemboca en el Realismo de ambiente rural con El camino (1950), en la que su protagonista, Daniel, un niño de once años, evoca sus vivencias en el pueblo antes de marchar a la ciudad. En esta obra aparece otro de su grandes temas: el afecto hacia los humildes. De esta misma línea son Las ratas (1962) y Los santos inocentes (1982), denuncias ambas de las desigualdades sociales en ambientes rurales. Dentro de la novela experimental destaca Cinco horas con Mario (1966). A través del largo diálogo/monólogo de Carmen ante el cadáver de su marido, Mario, se tratan temas como el fracaso matrimonial, las frustraciones personales, la religiosidad superficial, la defensa del orden establecido, los convencionalismos burgueses, la opresión o la discriminación de la mujer con un lenguaje directo, a veces coloquial y familiar. Podemos destacar, para finalizar, El hereje (1998), su última obra, un canto apasionado por la tolerancia y la libertad de conciencia.
4.3.- CARMEN LAFORET (1921-2004) La producción literaria de la escritora no es muy amplia. En 1945 publicó Nada, una novela con la que ganó la primera convocatoria del Premio Nadal. Fue un éxito de crítica y de público que catapultó a Laforet muy joven a la fama literaria. La obra llamó la atención no solamente por la juventud de la escritora, que por aquel entonces tenía 23 años, sino también por la descripción que Laforet hizo de la sociedad de aquella época. Nada5 es una novela existencialista en la que Carmen Laforet refleja el estancamiento y la pobreza en la que se encontraba la España de la posguerra con un estilo literario que supuso una renovación en la prosa de la época. La prosa intimista de Nada refleja perfectamente la Barcelona de la época a través de recursos como la descripción impresionista. Carmen Laforet publicó también La isla y los demonios (1950), novela ambientada en Canarias, donde se había criado y La mujer nueva (1955), cuyo tema central es la fe de la protagonista, Paulina. En esta obra se aúnan la independencia y libertad de la mujer para escoger su destino y el misticismo. Siguió La insolación (1963), primer volumen de la trilogía inacabada Tres pasos fuera del tiempo. El mismo año de su muerte salíó a la luz el segundo volumen, Al volver la esquina, del que cabe destacar la articulación y la complejidad de su estructura narrativa. Carmen Laforet también escribíó novelas cortas, libros de cuentos y narraciones de viaje.
4.4. Luis MARTÍN-SANTOS (1926-1964) Psiquiatra y novelista, publica varios libros de psiquiatría y la novela Tiempo de silencio (1962). Tras su temprana muerte se edita la novela inconclusa Tiempo de destrucción. El tema central de Tiempo de silencio es el fracaso existencial del protagonista en un mundo difícil y mísero que frustra sus sueños. Su modelo es el Ulises de James Joyce: las peripecias de Pedro, el protagonista, se consideran una verdadera “odisea”. Esta novela rompe con la novela del Realismo social tanto en la estructura, el punto de vista narrativo, el tratamiento de los personajes y ambientes como en el uso del lenguaje. La obra está formada por sesenta y tres secuencias narrativas separadas por espacios en blanco. La trama argumental6 es casi un pretexto para dar cabida a abundantes descripciones y análisis sociológicos y psicológicos de la España de la época. Es, por tanto, una novela social pero también intelectual, con un discurso próximo al ensayo y abundantes disquisiciones sobre la historia y cultura de nuestro país. Martín-Santos construye su novela mediante una estructura compleja en la que destaca el monólogo interior, el contrapunto, el perspectivismo y el desorden temporal, todo ello con un lenguaje rico y variado, plagado de cultismos y términos científicos, con un uso exagerado de la subordinación, con la inclusión de vocablos extranjeros y la utilización de recursos retóricos como la ironía y la parodia. El rebuscamiento expresivo, léxico y retórico da por resultado un lenguaje Barroco y complejo, cuya finalidad es subrayar paródicamente el contraste entre el elevado registro lingüístico elegido y la sórdida realidad a la que se aplica: chabolas, burdeles, cárceles… En Tiempo de silencio hay una ácida crítica de la miserable sociedad española, subdesarrollada y opresiva –y no solo de la burguésía y de los estratos sociales acomodados, sino también del subproletariado de las chabolas–, y de los valores y mitos de la nacíón. La visión amarga de la realidad incorpora también una vertiente existencial, al mostrar unos personajes faltos de ilusiones, frustrados, abúlicos, degradados y egoístas.
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