15 Nov

Pintura Flamenca

Adoración del Cordero Místico, Jan van Eyck (Segundo tercio del siglo XV)

Parte del Políptico de San Bavón de Gante, esta pintura al óleo sobre tabla representa al cordero místico en un altar, rodeado de ángeles y cuatro grupos de peregrinos. Con la línea del horizonte elevada, característica de la pintura flamenca, crea una amplia escena y profundidad. La luz, el detallismo en ropajes y objetos, y el simbolismo en cada elemento son destacables. El fondo urbano, atractivo para los escultores flamencos, completa la obra.

El Descendimiento, Roger van der Weyden (Finales del primer tercio del siglo XV)

Esta pintura al óleo sobre tabla representa el descendimiento de Jesús. La composición cerrada, con las figuras de San Juan y María Magdalena, combina líneas verticales, curvas y diagonales, creando dinamismo. La obra, compleja y teatral, utiliza colores potentes cargados de simbolismo, pasión y divinidad. Los rostros realistas y dramáticos, junto con los cuerpos con vida, contrastan con el cuerpo muerto de Jesús y el de la Virgen. La luz intensa y la ausencia de perspectiva centran la atención en el tema principal. Elementos simbólicos como la hierba, las flores y algún anacronismo tradicional en la imaginería mariana complementan la obra.

El Jardín de las Delicias, El Bosco (Siglo XVI)

Esta pintura al óleo sobre tabla presenta un paisaje irreal y agradable, con una línea de horizonte elevada, típica de la pintura flamenca. El tema central, el lago con la cabalgata, comparte espacio con una parte inferior, ambas llenas de figuras extrañas. La obra, de complejo simbolismo, critica la lujuria con un carácter moralizante. La luz intensa y la paleta de colores alegre y viva dan vida al cuadro. Forma parte de un tríptico con escenas del paraíso al infierno, adquirido por Felipe II y considerado un precedente de la escuela surrealista de Dalí.

Escultura

El Doncel de Sigüenza (Último cuarto del siglo XV)

Esta escultura funeraria de bulto redondo en piedra representa a un joven recostado leyendo, bajo un arcosolio. Elementos heráldicos, como el escudo sujetado por dos pajes, y simbólicos, como la paja, aluden a la brevedad de la existencia. Un paje y un león a los pies simbolizan la nobleza y la fidelidad. La cruz de Santiago indica su rango de caballero. La decoración «a candilieri» en el frontal del sepulcro muestra la proximidad del Renacimiento. El realismo, el detallismo en el rostro y algunas prendas, y la representación del joven caballero como hombre cultivado, ideal renacentista, completan la obra.

Arquitectura

Notre Dame de París (Siglo XIII)

Uno de los primeros y más influyentes ejemplos del gótico francés. La arquitectura en piedra destaca por el uso de arbotantes, la eliminación de muros gruesos y el dinamismo de sus diagonales. La elevación, reforzada por pináculos, es una característica clave. El rosetón de tracería calada en la fachada sur y las dos torres mochas en la fachada principal, siguiendo el modelo de catedrales como la de Laon, son elementos distintivos. La planta de cinco naves con crucero, doble girola y capillas en el lado norte, muestra su influencia en el gótico europeo.

Catedral de Amiens (Siglo XIII)

La fachada de esta catedral en sillería sigue la triple división vertical y horizontal. El pórtico triple, abocinado y decorado, se remata con gabletes. El segundo cuerpo, con doble arquería y esculturas, precede al último cuerpo con un rosetón de lacería calada y dos torres mochas.

Capilla Santa de París (Mediados del siglo XIII)

Esta arquitectura religiosa en piedra, de una sola nave con cubierta de crucería, se divide en dos niveles. El inferior, con arquerías de arcos apuntados y ventanas germinadas con tracería calada, soporta el superior con espectaculares vidrieras. El gótico alcanza su culminación al sustituir los muros por vidrieras, creando una atmósfera característica. La plementería de la cubierta, decorada con estrellas pintadas, y la verticalidad, refuerzan el estilo gótico.

Pintura Italiana

San Francisco donando su capa a un pobre, Giotto (Finales del Duocento – Comienzos del Trecento)

Este fresco representa la caridad de San Francisco. Giotto innova con la perspectiva y la profundidad, incorporando la naturaleza a la escena. Los colores, más variados, y la luz homogénea, marcan un cambio. La línea, la rigidez de las figuras y los paños contrastan con el dinamismo de la composición. La obra, parte de una serie sobre la vida de San Francisco, crea la iconografía del santo y anticipa las inquietudes del Quattrocento y el Cinquecento.

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