10 Ago

**Pintura del Muro de los Pies del Ábside de la Ermita de Santa Cruz de Maderuelo: Adán y Eva**

Esta pintura romana del siglo XIII representa dos escenas separadas por un tronco, tomadas del Génesis: la creación de Adán y el pecado original. En la escena de la tentación, la serpiente ofrece el fruto prohibido a Eva, quien se lo da a Adán. La acción transcurre en el Paraíso terrenal, simbolizado por el árbol de la sabiduría. Eva y Adán están a ambos lados del árbol, alrededor del cual se enrosca la serpiente. La pintura es plana, sin profundidad, con contornos marcados que definen cada elemento. Adán y Eva muestran desproporción e inexpresividad, adaptándose al espacio limitado por la curvatura de la postura de Eva, que coincide con el arco de medio punto de la bóveda de cañón. La postura de Adán, llevándose una mano a la garganta, expresa el reconocimiento del mal cometido. Los colores son vivos y contrastados sobre un fondo claro, creando un paisaje antinatural.

**Noche Estrellada de Van Gogh**

Esta pintura postimpresionista de 1889 presenta un paisaje nocturno con un cielo estrellado. El tratamiento de la luz de las estrellas es notable, representadas como puntos de luz rodeados de halos luminosos creados con pinceladas espirales. El cielo y los cipreses del primer plano forman una mancha de color, inspirados en las estampas japonesas. Al fondo, se aprecia la silueta de un pueblo con la aguja de la iglesia destacando. Las líneas de contorno de los edificios y las montañas están marcadas con trazos oscuros. Los tonos malvas y amarillos reflejan el estado de ánimo eufórico del artista.

**La Iglesia de Auvers de Van Gogh**

Esta pintura postimpresionista de finales del siglo XIX se centra en la sombra de la iglesia, visible en el sendero y el césped circundante. La pincelada personal del artista se hace evidente, logrando libertad y seguridad en el trazo. Las líneas de contorno están marcadas, como se ve en el edificio y la mujer que camina por el sendero. El cielo es más plano, con pinceladas espirales y colores intensos: malvas, verdes, amarillos y blancos. Se añaden pequeñas áreas de naranja para complementar los colores.

**Impresión, Sol Naciente de Monet**

Esta pintura impresionista del último cuarto del siglo XIX captura una escena del puerto de Le Havre al amanecer. El sol lucha por salir, creando reflejos anaranjados en el mar y el cielo. Los colores se aplican con pinceladas rápidas y empastadas, revelando la dirección del pincel. La pintura representa las neblinas del puerto, con el sol emergiendo gradualmente.

**Los Jugadores de Cartas de Cézanne**

Esta pintura postimpresionista de la última década del siglo XIX muestra a dos figuras sentadas a una mesa, concentradas en un juego de cartas. Llevan sombreros típicos de la clase trabajadora. La iluminación artificial se refleja en las sombras y en el reflejo blanco de la botella. El hombre de la derecha viste una chaqueta amarilla que continúa en los pantalones de su compañero, quien lleva una chaqueta malva. El fondo es una mezcla de tonos marrones, en armonía con la mesa y el mantel. El color se aplica en pinceladas fluidas, creando facetas. La pintura enfatiza la forma y el volumen a través del color, como los cilindros de los vasos y las esferas de los sombreros.

**Almuerzo sobre la Hierba de Manet**

Esta pintura impresionista del último cuarto del siglo XIX se inspira en una escena de baño en el Sena. Presenta un desnudo en un paisaje con figuras cercanas al pintor. Tres personas están sentadas entre los árboles, con el Sena al fondo y un joven saliendo del baño. La mujer desnuda ha dejado su ropa junto a una cesta de frutas. Manet se inspiró en las fiestas galantes del barroco francés. Los colores contrastan entre los trajes oscuros y la desnudez clara de la mujer y la bañista. El fondo está difuminado para crear profundidad y una sensación de aire. La luz incide directamente sobre el grupo, creando pocas sombras. Los colores son uniformes y se extienden sobre una superficie plana.

**Moulin de la Galette de Renoir**

Esta pintura impresionista del último cuarto del siglo XIX representa el popular lugar de ocio parisino, el Moulin de la Galette. El interés principal es capturar las figuras en un espacio sombreado con toques de luz, utilizando tonos malvas para las sombras. En las mesas se sientan amigos del pintor, mientras que en el centro bailan parejas. Renoir logra el efecto de multitud utilizando dos perspectivas: el primer plano se ve desde arriba, mientras que las figuras que bailan al fondo se ven de frente. La composición se organiza en diagonal y planos paralelos, con las figuras dispuestas en dos círculos: uno compacto alrededor de la mesa y otro más abierto alrededor de los bailarines.

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