29 Mar
La Doctrina del Punto de Vista: El Perspectivismo de Ortega y Gasset
La doctrina del punto de vista o perspectivismo, que es el tema del texto que estamos comentando, constituye la primera y principal teoría filosófica de Ortega y Gasset.
El perspectivismo es una nueva forma de entender el conocimiento. En él se articulan dos conceptos fundamentales: circunstancia y perspectiva.
Conceptos Fundamentales: Circunstancia y Perspectiva
El sujeto del conocimiento ya no es el yo puro, abstracto, apartado del mundo real, propio del racionalismo, sino un yo anclado en su circunstancia, es decir, en la realidad que nos circunda, como por ejemplo, el país, la ciudad, la cultura o la familia a que pertenecemos. Esta circunstancia “forma la otra mitad de la persona”. Ortega lo expresa con su famosa frase “yo soy yo y mi circunstancia”.
La perspectiva es el punto de vista individual, el único desde el que podemos conocer (sentido epistemológico) y el lugar desde el que captamos la porción de realidad que nuestro punto de vista nos permite conocer (sentido ontológico).
La Complementariedad de las Perspectivas y la Verdad
La realidad solo puede captarse en perspectivas individuales, lo que no las invalida, sino todo lo contrario, las hace más valiosas, porque eso las hace únicas. Se sirve Ortega, como ejemplo, de un paisaje visto por dos hombres desde diferentes lugares. Aunque ambos vean cosas diferentes, según su perspectiva, ninguna de las dos perspectivas es falsa sino complementaria.
La verdad, que es individual y circunstancial, se adquiere por la complementariedad de todas las perspectivas. El individuo (persona, pueblo, época) conoce y fija su atención en determinados elementos de la realidad y no en otros. Se trata del sujeto-retícula que deja pasar por su cedazo o retícula solo algunos elementos de la realidad; otros quedan fuera, ignorados, no percibidos.
Cada persona, pueblo, época, tienen su congrua (su correspondiente) porción de verdad. De ahí que considere cada individuo, cada época, cada generación como un aparato de conocimiento insustituible. Esa verdad que procede de cada perspectiva individual, que es insustituible, tiene que enlazarse y unirse con la perspectiva de los demás, para llegar a una verdad más amplia e integradora.
El Mundo como Horizonte
Al considerar Ortega que el mundo se ve desde cada perspectiva, desde un sujeto, convierte el concepto de mundo en horizonte. El mundo es algo cerrado y fijo propio de los anteriores sistemas filosóficos; pero el horizonte es algo móvil, algo que depende del lugar donde se sitúe el sujeto. Convertir el mundo en horizonte no es negarlo, sino interpretarlo en función del sujeto, lo dota de una dimensión vital, lo localiza en la corriente de la vida, que va de pueblo en pueblo, de generación en generación, de individuo en individuo, apoderándose de la realidad universal.
Crítica al Racionalismo: El «Error Inveterado»
El “error inveterado” que menciona el texto se refiere al error que comete el racionalismo al quedarse solo con una parte del proceso de conocimiento. Cuando tratamos de conocer las cosas únicamente desde nuestra perspectiva, no podemos admitir divergencia alguna dentro de esta perspectiva; no podríamos afirmar una cosa y su contraria dentro de una sola perspectiva, ahí sí entraríamos en contradicción. Es cierto que la verdad, para Ortega, es múltiple, pero la multiplicidad está en la variabilidad de las diferentes perspectivas. Por eso dice el texto que “la verdad, por sí misma es ajena a las variaciones históricas”. (En el ejemplo de los dos hombres que contemplan un paisaje: que lo que ve uno y lo que ve otro sea distinto, no es contradictorio; pero no admitiríamos contradicción alguna dentro de cada una de las perspectivas, no puede ser que vea y no vea una cosa el mismo individuo, pensaríamos que nos engaña). El racionalismo se queda aquí, en la primera fase del proceso de conocimiento, absolutizando una perspectiva, que en su origen es solo individual, sin darse cuenta del carácter histórico del conocimiento.
Superación del Escepticismo y el Racionalismo
El perspectivismo es una superación del escepticismo y el racionalismo. Del escepticismo acepta que no abandone lo real y concreto, particular y circunstancial, pero le critica que niegue la existencia de la verdad. Del racionalismo toma su voluntad de alcanzar la verdad, pero le critica que pretenda una verdad universal y absoluta y que su conocimiento esté separado de la vida; por eso, al inicio del texto que estamos comentando, Ortega dice “cada vida es un punto de vista”, pone de manifiesto que el conocimiento se realiza desde la vida, desde cada vida.
Del Perspectivismo al Raciovitalismo
Etapas del Pensamiento Orteguiano
Está comúnmente aceptada la división del pensamiento de Ortega en tres etapas:
- Objetivismo (1902-1910)
- Perspectivismo (1914-1923)
- Raciovitalismo (1923-1955)
El tema de nuestro tiempo, cuya primera publicación fue en 1923, inicia la etapa raciovitalista. Es necesario precisar que entre perspectivismo y raciovitalismo hay una continuidad de pensamiento.
El Raciovitalismo: La Razón al Servicio de la Vida
El raciovitalismo es una superación crítica del vitalismo y racionalismo, rechazando el irracionalismo del primero y, del segundo, su razón absoluta que deja de lado la vida. Hay que poner la razón al servicio de la vida.
La verdad se adquiere desde perspectivas complementarias. Para Ortega las dos perspectivas más radicales para el ser humano son la vida en la que estamos situados, y la razón.
La vida, para Ortega, es la realidad radical, el sustrato original del que se parte (el “ser” de la metafísica es una abstracción vacía) y la razón, que intenta comprenderla, está integrada en la vida. No hay razón si previamente no hay vida.
La propuesta de Ortega consiste en la reflexión racional acerca de la vida real, concreta y circunstancial.
El tema de nuestro tiempo es someter la razón a la vida. En esta obra Ortega afirma que la razón es solo una forma y una función de la vida. La cultura es un instrumento biológico más. No podemos situar a una frente a otra, cada una debe tener el puesto que le corresponde.
La razón pura tiene que ceder su sitio a la razón vital, la razón en la vida y al servicio de la vida, de nuestra vida, que es la realidad radical desde la que pensamos, sentimos, conocemos, hacemos ciencia, etc.
Razón Vital y Razón Histórica
Con la razón vital se introduce necesariamente una dimensión temporal como presupuesto básico.
La vida individual, al igual que la de los pueblos o épocas, consiste en una constante sucesión de creencias que induce a una continua modificación de la circunstancia y, por tanto, a una reforma de la vida individual, de los pueblos y las épocas. Ejemplo de esta sucesión de creencias puede ser la creencia en la Revelación, propia de la Edad Media; la creencia en la razón, en la Edad Moderna y ahora, en la razón histórica.
El ser humano se define, además de por su memoria genética, biológica y psicológica, por su memoria histórica, por eso a la razón vital se le añade ahora la razón histórica.
El ser humano es historia, entendida esta como sistema de experiencias que forman una cadena inexorable y única. La historia es la que concreta y limita nuestros propios actos, es el marco de nuestras elecciones, elecciones que deben estar guiadas por un proyecto vital satisfactorio, es decir, libre y consciente.
La Teoría de las Generaciones
Para explicar la historia, Ortega se sirve de la teoría de las generaciones. El concepto de generación es el concepto más importante de la historia. Una generación es una unidad cerrada, compuesta por coetáneos que tienen una sensibilidad común y contacto vital, no son meros contemporáneos.
Cada generación tiene que recibir lo vivido por la generación anterior y dejar fluir su propia espontaneidad. A lo largo de la historia, unas generaciones se sienten a gusto con lo recibido de las generaciones anteriores, se trata de una época cumulativa o tiempos viejos. Otras generaciones sienten la profunda diferencia entre lo recibido y lo propio, son épocas eliminatorias y polémicas, tiempos jóvenes.
A lo largo de la historia se van sucediendo a un determinado ritmo los tiempos viejos y los tiempos jóvenes. Cada generación tiene su peculiar sensibilidad (ideología, gusto y moralidad), su vocación y su misión histórica a la que deben ser fieles, aunque algunas generaciones no lo sean.
Proyectando esta estructura sobre el pasado, podemos convertir, mediante ella, en presente lo ya pasado y descubrir así la vida humana en cada tiempo; de esta forma comprenderíamos realmente la historia.
La Verdad Absoluta y el Papel de Dios
Por último, decir que Ortega no renuncia a la posibilidad de una verdad absoluta y total, a la posibilidad de llegar a la suma de todas las perspectivas. El único sujeto que podría llegar a ello sería Dios, el Dios filosófico, naturalmente.
¿Por qué Dios? Porque es omnisciente y está en todas partes, y si está en todas partes, poseerá todas las perspectivas.
A diferencia del Dios del racionalismo que conoce las cosas tal como son sin necesitar para nada el conocimiento humano, el Dios de Ortega necesita de todos los sujetos humanos, porque es la suma de sus perspectivas. Estas perspectivas las articula y armoniza, de tal modo que las reestructura. Este Dios queda caracterizado por Ortega como torrente vital y por poseer infinitas retículas.
Conclusión: El Tema de Nuestro Tiempo
Acaba Ortega el capítulo décimo de El tema de nuestro tiempo instándonos a hincarnos en el lugar en que nos hallamos, con profunda fidelidad a lo vital y aceptar el trabajo que nos propone el destino: el tema de nuestro tiempo, es decir, introducir la vida en la razón. El pensamiento no es algo previo a la vida, sino algo derivado de ella. Surge como necesidad vital, para entender y resolver los problemas que nos plantea la vida.
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