14 Feb

Evolución de la Poesía Española: De los Novísimos a la Actualidad

1. Los «Novísimos»: Origen y Pervivencia

Hacia la segunda mitad de los 60, empezaba a dejarse ver en la poesía española un grupo juvenil cuyos rasgos más relevantes –exhibicionismo cultural y esteticismo– resultaban novedosos, puesto que manifestaban una clara voluntad de ruptura con la poesía de carácter social y existencial, de tono sencillo y lenguaje coloquial.

El libro inaugural de estos poetas es *Arde el mar* de Pere Gimferrer, que fue valorado muy positivamente por la crítica. Después, el editor J. M. Castellet dio cuenta de este nuevo clima poético con su famosa antología *Nueve novísimos poetas españoles*. Estaban, entre otros, Félix de Azúa y Leopoldo María Panero. Otros autores no incluidos en la antología, como Luis Antonio de Villena o Antonio Colinas, participan de los rasgos novísimos.

Esta tendencia también recibió el nombre de venecianismo o estética veneciana, por su exhibicionismo cultural y esteticismo, por su intención de revitalizar el modernismo, el simbolismo y las vanguardias. Castellet define a los novísimos con estas características:

  1. Temática: la modernidad y los mitos creados por los *mass media*, la reflexión metapoética, gusto por los elementos exóticos.
  2. Sus principales rasgos estéticos parten de la reivindicación de la autonomía del arte, la experimentación, el ritmo y la musicalidad, la desmitificación del lenguaje cotidiano y el alejamiento del discurso lógico. También llegan a recuperar ciertos procedimientos surrealistas.

La estética novísima dominó el panorama poético desde 1966 hasta 1986, si bien durante la década de los 70 se van atenuando las actitudes provocadoras y polémicas, así como el culturalismo de los denominados venecianos. Podemos considerar que hacia el año 1975 se produce un giro, y estos poetas buscarán sendas más personales que conducen, por ejemplo, al romanticismo, el minimalismo o la poesía experimental.

2. Años 80 y 90: Una Nueva Sensibilidad Lírica

A partir de los 80 comienzan a publicar una infinidad de poetas de todas las tendencias imaginables. Se alejan de los novísimos y parecen buscar un equilibrio entre tradición y originalidad y entre estética y emoción lírica. Dos tendencias dominantes:

  1. La poesía de la experiencia. Tendencia dominante en la poesía durante gran parte de estas dos décadas. Rasgos: el interés por algunos poetas de la promoción del 60, la recuperación de la métrica tradicional con el empleo de estrofas y versos clásicos, una vuelta al tono narrativo y al lenguaje coloquial, las continuas referencias a la sociedad urbana y de consumo y el uso frecuente de la ironía, el humor y la parodia.

    Poetas representativos: Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes y Carlos Marzal.

  2. La poesía del silencio. Actualiza la herencia vanguardista de la poesía pura. Del pensamiento existencialista hereda una visión desolada del ser humano. En esta poesía del silencio los poetas perciben que el lenguaje es insuficiente para indagar en la existencia y expresar el dolor que produce. Estética: versos cortos, fragmentados, con espacio para la sugerencia, para el silencio; son poemas breves condensados, desnudos; predomina lo abstracto y conceptista.

    Poetas cercanos a esta corriente: Andrés Sánchez Robayna y Olvido García Valdés.

3. El Cambio de Siglo

A finales de los 90, surge un grupo de poetas que manifiesta su rechazo al relativismo moral de la poesía de la experiencia y del silencio. Estos poetas se posicionan en favor de un compromiso político-social frente a un mundo injusto e insolidario con el sufrimiento ajeno. La crítica ha acuñado las expresiones *poesía de la conciencia* y *poesía comprometida* para referirse a esta nueva poesía social que desarrolla temas contemporáneos. El poeta reconoce sus limitaciones, pero no se rinde y se rebela con una actitud inconformista y rebelde, capaz de resistir, denunciar y hablar con libertad.

El representante destacado es Jorge Riechmann y otro poeta de referencia es Fernando Beltrán. Algunos toman prestada de la novela la etiqueta *realismo sucio* para referirse a otra poesía social, pero más escéptica y nihilista.

Ya entrado el siglo XXI, aparte de los poetas procedentes de generaciones anteriores que siguen publicando, resulta muy difícil reconocer en el ambiente poético alguna tendencia o elemento común, ni un nombre generacional para agruparlos, ni siquiera el magisterio o el rechazo de poetas anteriores. Sí podemos fijarnos en las antologías, los ensayos críticos y los premios literarios para ver hacia dónde van los tiros.

Una de las antologías más citadas es *La inteligencia y el hacha*. Entre más de 30 autores, destacan algunos como Luis Muñoz y Elena Medel.

Por último, no conviene olvidar el importante papel actual de internet en la divulgación de la lírica: los éxitos de autores populares reafirman esta nueva manera de darse a conocer por parte de los poetas contemporáneos.

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