19 Ene

Evolución de la Poesía Española: Desde la Guerra Civil hasta la Actualidad

I. 1936: Guerra, Exilio y Cárcel – Miguel Hernández

La Guerra Civil supuso una ruptura de la producción poética anterior y una dispersión brusca de la Generación del 27. Algunos de sus miembros perecieron en plena guerra, como es el caso de Lorca o Miguel Hernández.

Muchos intelectuales y poetas se exiliaron, entre ellos toda la Generación del 27, menos Gerardo Diego, Aleixandre y Dámaso Alonso, y también J. R. Jiménez. Aunque siguieron caminos distintos, en todos ellos predomina en una primera época el tema de España con un tono amargo, y en cuanto a la forma, tendríamos un lenguaje realista y directo, propio de una poesía de combate. Un ejemplo del exilio puede ser Gil-Albert, un exilio físico e interior que permaneció aislado hasta 1972, en que publicó Fuentes de la constancia, o León Felipe, cuyo tema principal será España desde su obra Español del éxodo y del llanto.

De la poesía en el exilio pasamos a la poesía en la cárcel: Miguel Hernández. La vida y la obra de M. Hernández, truncadas por la guerra, sirven de puente entre dos etapas de la poesía española: la Generación del 27 y la poesía inmediatamente posterior a la guerra, y servirá como modelo a los poetas sociales.

Su obra: El rayo que no cesa, obra en la que renueva el soneto y cuya forma clásica le sirve para elaborar una síntesis entre el desbordamiento emocional y la concentración expresiva. Pero pronto, con la guerra, someterá su fuerza creadora a los fines más inmediatos, y escribe Viento del pueblo, con el que se iniciará una etapa de poesía comprometida. Entre composiciones épicas, arengas, poesía de combate, destacan poemas de nítida preocupación social como “Aceituneros” o “El niño yuntero”. Finalmente, en la cárcel, escribirá Cancionero y romancero de ausencias, su obra cumbre que supone una vuelta a la lírica popular, y que nos habla del amor a la esposa y al hijo con la frustración de la separación y de su situación como prisionero.

II. Poesía de la Posguerra

Poesía arraigada: Incluye a aquellos escritores que se sienten identificados con la España vencedora y se adhieren al régimen de Franco. Cantan a España en su pasado glorioso: gestas, conquistas, la raza, etc. En su centro hallamos dos revistas: Garcilaso y Escorial.

Estéticamente son clasicistas, cultivan un culto a la belleza y un refinamiento formal, y desde el punto de vista de los temas, domina un firme sentimiento religioso. Los «garcilasistas» serían: Vivanco, Panero, Ridruejo y García Nieto, y Luis Rosales, que sería la figura central de la poesía arraigada, con su obra cumbre La casa encendida.

Poesía desarraigada: Incluye a los poetas lejos de la visión serena del mundo y más cerca del caos y de la angustia. Hay dos publicaciones que responden a este principio: Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y la revista Espadaña, fundada por los poetas Victoriano Crémer y Eugenio de Nora. Asistimos, por lo tanto, a un tipo de poesía de tono agrio, trágico, desazonado, que se enfrenta con un mundo caótico y deshecho. Este humanismo dramático y desgarrado entronca con la línea existencialista que atraviesa ahora la literatura. El estilo bronco y áspero desembocaría en la poesía social.

Blas de Otero representa el camino de la poesía existencial hacia la social, junto con Carlos Bousoño. Su frase «del Yo al Nosotros» resume precisamente ese paso. En 1950 y 1951 presenta el libro Ancia (Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia) que presenta varias facetas: existencial, religiosa (un Dios terrible y vengativo), amorosa, colectiva, mediante la cual Otero se encamina a la poesía social. Estilísticamente, el lenguaje es violento y desgarrado.

III. Poesía Social

Blas de Otero: a partir de 1955 inicia su giro a lo social con Pido la paz y la palabra y Que trata de España, y sus versos van dirigidos «a la inmensa mayoría». En estos libros, Otero reivindica la justicia, la solidaridad y la paz. La poesía, así, se convierte en un acto de solidaridad con los que sufren, abandonando la expresión de los problemas íntimos y la neutralidad ante las injusticias o conflictos sociales.

Gabriel Celaya: es el más importante representante de la poesía social. Publica en 1955 Cantos íberos, con un lenguaje claro, intencionadamente prosaico muchas veces, y con un tono coloquial. Por este camino, Celaya, y con él muchos poetas de la poesía social, caerán en una poesía prosaica, banal, indiferente a los lectores, que en muchos casos no llega a la mayoría por culpa de la censura, y además, muy pocos leían libros de poesía porque el pueblo no estaba en condiciones de leer poesía, y porque haría falta pasar los poemas por el tamiz de los cantautores para conquistar la audiencia.

IV. Otras Voces de los Años 40 y 50

Existen algunas figuras inclasificables:

  • El Postismo: se trata de un movimiento que reivindica la Vanguardia, especialmente el surrealismo, y reivindica lo lúdico, las imágenes irracionales, la imaginación y la sorpresa. Su fundador fue Carlos Edmundo de Ory.
  • El Grupo Cántico: revista que aparece en Córdoba y que entronca con el 27, sobre todo Guillén y Cernuda. Hunde sus raíces en los clásicos grecolatinos, en la lírica barroca y en la Biblia. Busca el intimismo y el refinamiento estético, el barroquismo lingüístico, junto a una sensualidad muy marcada. Como mayor representante está el poeta Luis García Baena.
  • José Hierro: es una figura señera pero inclasificable. Cultivó la poesía existencialista, también la poesía social y, además, anticipa la poesía de la experiencia de la Generación del 50 y los 60. Su obra está presidida por una honda humanidad y un rigor constructivo, donde se trata la fugacidad del tiempo y el amor se presenta como salvación. El enfoque simbolista de su poesía hace que la obra cobre alcances profundísimos y convierte en complicada una poesía aparentemente sencilla.

V. Poetas de la Promoción de los 50

Son poetas nacidos entre 1925 y 1936: Ángel González, Gil de Biedma, José Ángel Valente y Claudio Rodríguez, entre otros.

Todos estos poetas tienen un objetivo común: encontrar un camino en el horizonte poético. Todos parten despegando de la poesía social. Lo común a todos estos poetas es lo que se ha llamado «la poesía de la experiencia». Hay una vuelta a la intimidad, por lo que esta poesía se encuadra dentro de un marco cotidiano, en el cada día. A todo ello subyace una poesía como «conocimiento».

Las aportaciones se hacen en el nivel del lenguaje, ya que todos huyen de la retórica, del fanatismo, de la exageración y del patetismo de la poesía desarraigada. Muestran un gusto por la obra bien hecha, y por ello depuran la palabra al máximo. No les atrae la Vanguardia, más bien se quedan en un lenguaje íntimo, cálido, cordial, contenido y pudoroso.

Como representantes citamos a Gil de Biedma, el más brillante miembro de la escuela de Barcelona, se acerca a las nuevas generaciones con una obra de poco más de 150 páginas. Se trata de tres libros donde aparece lo social pero con un tono nuevo, desenfadado, irónico, escéptico. Su estilo es conversacional, aunque está lleno de claves cultas, juegos verbales y proezas métricas que no son fáciles de descubrir.

Otro poeta, esta vez representante del lirismo castellano, es Claudio Rodríguez. Tiene una obra reducida en tamaño, pero de una altísima calidad poética. Concibe la poesía como un modo peculiar de conocimiento. Parte de las realidades más inmediatas pero las trasciende hasta alcanzar un plano simbólico. El paisaje castellano y las realidades más cercanas son plataforma para altos vuelos. Nos descubre su intimidad cálida y sobria, dentro de un fervor contenido.

Ángel González también es representativo de esta promoción de poetas, con su poética donde se percibe un pesimismo existencial, los temas del paso del tiempo, el desengaño, el absurdo de la vida, la decepción, con un estilo antirretórico y muy doméstico con el que el lector se identifica fácilmente.

VI. La Generación del 68. Los «Novísimos» y la Poesía de los 70

Por los años 68 y 70 comienzan a darse a conocer una serie de poetas más jóvenes: Gimferrer, Carnero, Colinas… Son poetas nacidos después de la Guerra y presentan una nueva sensibilidad. Su educación estuvo marcada por los tebeos, el cine, los discos, la televisión, etc. Además viajan y tienen contactos con las nuevas tendencias culturales y poéticas europeas. Son los llamados «Novísimos» y aparecen reunidos en la antología titulada Nueve novísimos poetas españoles, publicada por J. Mª Castellet, los cuales supondrán una nueva Vanguardia.

Rasgos comunes: nueva sensibilidad, fuerte influencia de temas y mitos norteamericanos contemporáneos, por ejemplo, Marilyn Monroe como símbolo de los mitos juveniles de los novísimos; admiran a los poetas del 27, entre ellos Cernuda y Aleixandre; reivindican el Postismo y el grupo Cántico; conocen a autores no españoles desde la tradición clásica al siglo XX, como Eliot, renacentistas italianos, románicos alemanes, franceses, etc.; muestran interés por el surrealismo; son atraídos por el «culturalismo»; los temas personales quedarán velados y hay una provocadora frivolidad; muestran una actitud sarcástica; se proponen, sobre todo, metas estéticas: les importa el lenguaje, el estilo y la experimentación, y atienden al lenguaje de las Vanguardias, lo que quiere decir que rompen con la lógica de un mundo que ellos consideran absurdo: escritura automática, enumeraciones caóticas, imágenes inconexas, citas literarias, collage, hermetismo.

Pere Gimferrer es la figura más representativa del grupo. Asombra su precocidad escribiendo. Sus obras: Arde el mar, en donde muestra un irracionalismo poético y una sucesión de imágenes heterogéneas, automáticas, o La muerte en Beverly Hills, que presenta una historia amorosa enmarcada en el mundo del cine, una película surrealista donde las imágenes se suceden de la forma más insólita. Después será Guillermo Carnero el más destacado del grupo, se preocupa mucho por el lenguaje e iniciará una poesía sobre el mismo lenguaje poético, lo que se ha llamado «metapoesía».

Aparte de este grupo de poetas, existe una lista de autores bastante grande, algunos compartirán las ideas de los Novísimos y otros irán hacia otras tendencias más atemperadas o más depuradas:

  • Poesía experimental: experimentos visuales, tipográficos y pictóricos.
  • Poesía cultista o neorromántica: inspirada en la literatura y el arte, refinamiento esteticista que se llamó «veneciano». Antonio Colinas.
  • Clasicista: tenderá a la tradición grecolatina y también hunde sus raíces en el Siglo de Oro español: Luis Antonio de Villena.
  • Metapoesía: Guillermo Carnero.
  • Minimalismo: poética del silencio, gusto por el poema breve, reducido a la esencia. Jaime Siles.
  • Grupo Claraboya: nace en León, y se mostrará contrario a los Novísimos, propugnando una «poesía dialéctica» de base marxista. Agustín Delgado.

VII. Los Últimos Años

Como introducción general, diremos que estamos demasiado encima y que carecemos de perspectiva. La crítica coincide en que hay una diversidad de caminos, no hay escuelas o tendencias definidas. En 1980 entramos en lo que se ha ido llamando la posmodernidad: desencanto, fin de las utopías, la visión de futuro está empañada por la incertidumbre. En la literatura hay una renuncia a las grandes pretensiones: ya no interesa explicar el mundo, más bien importa comunicar experiencias íntimas. Surge el concepto de «transvanguardia».

1. La poesía de los 80: Estos poetas no rompen con nada anterior, enlazan con los “Novísimos”. Tienen como maestros a la generación del 50, son poetas que abandonan las audacias vanguardistas. Se rehumaniza la lírica y se tiende a comunicar experiencias individuales e íntimas, problemas existenciales.

Hay una vuelta a los temas eternos pero con nuevos enfoques en el tratamiento del erotismo, del amor y de la homosexualidad.

2. Algunas tendencias actuales: como guía utilizamos las antologías (poetas nacidos entre 1951 y 1965), y así podemos trazar algunas tendencias de manera aventurada:

  • Tendencia cultista.
  • Minimalismo o poesía conceptual.
  • Herencia surrealista.
  • El sensismo: contra el culturalismo y en una línea ética de temas urbanos.
  • Poesía de la experiencia: bajo el magisterio de los poetas del 50.
  • Reaparece una mirada crítica que da testimonio de problemas vivos sin llegar a la poesía social.

Estas tendencias hay que ponerlas siempre en entredicho, puesto que hay figuras que no pueden encasillarse y, además, en un mismo autor pueden confluir varias tendencias.

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