01 Abr
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Pío Baroja
Pío Baroja, el gran novelista de la generación, concibe la novela como un género abierto en el que cabe todo: desde la reflexión filosófica hasta las aventuras. Baroja no se preocupa por la composición ni por la unidad de acción, sino por la continuidad de los episodios, poblados por multitud de personajes. Entre ellos destacan los protagonistas, seres adaptados que se entregan al mundo de dos maneras: la primera, observando sin actuar; y la segunda, mediante la acción.
En cuanto a su estilo, responde al antirretoricismo propio de su generación. En su novela, predominan los párrafos breves y la frase corta, el léxico claro y sencillo, con coloquialismos, los diálogos naturales y la maestría en la descripción, que es real a veces en grandes pinceladas.
La obra de Baroja es inmensa y se reúne en trilogías. De este corpus destacan novelas como Zalacaín el aventurero, La busca, protagonizada por un pícaro, y El árbol de la ciencia, cuyo principal protagonista es Andrés Hurtado, con rasgos muy parecidos al del autor. Por último, la serie Memorias de un hombre de acción está compuesta por 22 novelas históricas.
Las características comunes son:
- Narrador omnisciente, externo y en tercera persona
- Exposición del tema de España a través del pueblo y sus habitantes
- Crítica de las costumbres religiosas
- Precisión léxica con dialecto
- Subjetividad
- Apariciones del narrador
- Claridad y sencillez con párrafos cortos
- Impresionismo, aludiendo a los sentidos
La Novela en Torno al 27
La novela no fue el género más importante para los escritores vanguardistas. Sin embargo, Ramón Gómez de la Serna, un autor del Novecentismo cercano a estos movimientos, escribió novelas que rompían con las formas tradicionales. Estas obras tienen un estilo original y divertido, algo que incluso se nota en sus títulos, como El doctor inverosímil o La viuda blanca y negra.
En el grupo del 27, formado principalmente por poetas, también encontramos algunos novelistas. Estos se dividen en dos tendencias: por un lado, quienes siguen las ideas de Ortega y Gasset con novelas «deshumanizadas», como Rosa Chacel y Francisco Ayala; y por otro, los que escriben novelas sociales, comprometidas políticamente, como Luisa Carnés y Ramón J. Sender.
El Teatro Comercial y de Éxito
A finales del siglo XIX, el teatro en España seguía siendo en gran parte melodramático, influido por el Romanticismo. El principal representante de este estilo fue José de Echegaray, quien incluso ganó el Premio Nobel en 1904. Sin embargo, Benito Pérez Galdós intentó introducir un teatro más naturalista, aunque no tuvo tanto éxito.
Fue Jacinto Benavente, ganador del Nobel en 1922, quien logró triunfar con un teatro más accesible, centrado en críticas suaves, problemas cotidianos y diálogos elegantes e ingeniosos. Su obra más destacada fue Los intereses creados, protagonizada por personajes inspirados en la comedia del arte italiano. También escribió dramas como Señora ama y La malquerida.
En ese periodo también triunfó la comedia costumbrista, que mezclaba elementos de la zarzuela y el género chico (obras breves de un acto con partes musicales). Estas comedias se centran en personajes y ambientes típicos, con lenguaje humorístico y una visión conservadora de la sociedad. Destacaron autores como:
- Carlos Arniches, con sainetes sobre el Madrid castizo, como La señorita de Trevélez.
- Los hermanos Álvarez Quintero, con obras ambientadas en una Andalucía idealizada, como Malvaloca.
- Pedro Muñoz Seca, creador del astracán, un estilo que mezclaba humor absurdo, juegos de palabras y chistes simples. Su obra más famosa fue La venganza de don Mendo.
Por otro lado, también fue popular el teatro poético, escrito en verso, con temas históricos y un enfoque conservador. Entre los autores más importantes de este género se encuentran Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa, los hermanos Machado y José María Pemán.
El Teatro Renovador y Marginado
Además del teatro popular, existió otro tipo de teatro que no tuvo tanto éxito con el público porque buscaba algo más profundo que hacer reír o simplemente entretener. Este teatro quería renovar la forma de hacer teatro o tratar problemas más complejos. Sin embargo, muchas de estas obras no llegaron a estrenarse, por lo que se le conoce como «teatro marginado».
En la Generación del 98, Unamuno utilizó el teatro (lo llamaba «drama») para expresar los temas que más le preocupaban, como en Fedra o El otro. Por su parte, Azorín, que fue sobre todo crítico teatral, escribió obras que, al igual que sus novelas, son muy estáticas. Usaba una técnica parecida al montaje del cine, como se ve en Old Spain o en la trilogía Lo invisible.
En la Generación del 27, los autores combinaron el teatro con las formas de vanguardia y trataron de acercarlo al pueblo. Además de Federico García Lorca, destacaron:
- Pedro Salinas, que escribió teatro principalmente en el exilio.
- Rafael Alberti, que antes de la Guerra Civil estrenó obras surrealistas como El hombre deshabitado y, en el exilio, creó sus piezas más importantes, como El adefesio o Noche de guerra en el Museo del Prado.
Dos escritores de esta generación que se destacaron en el exilio fueron:
- Alejandro Casona, quien mezclaba humor y poesía en obras como La sirena varada o La dama del alba. En esta última, la Dama representa la muerte, que llega a un pequeño pueblo a llevarse a alguien.
- Max Aub, un innovador del teatro, conocido por sus piezas breves, como Los transterrados, y por sus grandes dramas sobre el nazismo, la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, como San Juan, Morir por cerrar los ojos o No.
Ramón María del Valle-Inclán
El teatro de Valle-Inclán fue muy original y revolucionario, pero en su época no llegó a ser popular, por lo que era más leído que representado. Su estilo es tan único que no se puede encasillar en un movimiento o escuela específicos. Aunque fue contemporáneo de la Generación del 98, sus ideas eran mucho más radicales y su crítica, más contundente.
A lo largo de su trayectoria, Valle pasó del modernismo a crear su propio género: el esperpento. Su obra teatral tiene tres etapas principales:
- Teatro modernista: Aquí, su estilo es similar al de sus novelas.
- Ciclo mítico: Obras ambientadas en una Galicia rural y legendaria, donde los personajes actúan por instintos básicos. Ejemplos: Comedias bárbaras y Divinas palabras.
- Esperpento: Género propio de Valle-Inclán, donde critica de forma satírica y grotesca la sociedad española, deformando la realidad para resaltar sus problemas. En 1920, publicó varias obras importantes: Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza, que son sátiras de la España de Isabel II. Luces de bohemia, su primera obra de esperpento, que critica con dureza la situación de España.
La técnica del esperpento es riquísima. Destacamos la deformación de la realidad y degradación de los personajes (animalización, cosificación), el uso de contrastes, el humor, la riqueza del lenguaje (variedad de niveles y registros), el diálogo ágil, las acotaciones literarias y los continuos cambios de espacio y tiempo entre las escenas (a veces hay incluso técnicas cinematográficas).
En Luces de bohemia, Valle cuenta la última noche del poeta ciego Max Estrella, que recorre Madrid acompañado por su amigo don Latino. Durante este paseo, encuentran personajes grotescos y absurdos que reflejan la injusticia y decadencia de España. La obra tiene quince escenas y se convierte en una parábola trágica que denuncia lo irracional de la sociedad española de la época.
Otras obras de su etapa esperpéntica son: Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926) y La hija del capitán (1927). Estas tres se agrupan bajo el título Martes de carnaval. En todas ellas, Valle combina humor, ironía y crítica social de forma única y provocadora.
Federico García Lorca
Lorca se dedicó al teatro en los últimos años de su vida, desarrollando un estilo único que combina poesía y realidad. Para Lorca, «el teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerlo, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre».
Los temas principales en su teatro son el deseo imposible y la frustración, que suelen estar representados en mujeres que enfrentan destinos trágicos. Estas protagonistas simbolizan la lucha contra las limitaciones impuestas por la sociedad, las tradiciones o incluso la muerte. Sus historias reflejan la tensión entre la libertad individual y las normas sociales.
Lorca produce toda clase de géneros teatrales en los que conviven el verso y la prosa, la poesía y la realidad, lo popular y lo lírico. Su evolución teatral puede dividirse en tres momentos: tanteos o experiencias de los años 20, la experiencia vanguardista de principios de los 30 y la etapa de plenitud de sus últimos años. Lorca exploró diferentes géneros teatrales evolucionando en tres etapas. En sus primeras obras, inspiradas en el teatro breve y los títeres, ya abordaba el amor imposible, como en La zapatera prodigiosa.
Más adelante, en su etapa de vanguardia, escribió piezas como El público y Así que pasen cinco años, donde criticaba las normas sociales y exploraba temas complejos como el amor libre y la frustración. Estas obras, adelantadas a su tiempo, no se representaron en su época.
Finalmente, en su etapa de plenitud, Lorca alcanzó la madurez artística con obras que combinaban profundidad estética y conexión con el público. Es en esta etapa donde escribió la trilogía rural formada por Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.
- En Bodas de sangre, basada en un hecho real, la pasión de una novia que huye con su amante el día de su boda trasciende las normas sociales y desemboca en tragedia.
- Yerma cuenta la historia de una mujer condenada a la infecundidad en un matrimonio sin amor, atrapada por las exigencias de la honra y la fidelidad.
- Por último, La casa de Bernarda Alba es considerada la obra cumbre de Lorca. En ella, se narra el enfrentamiento entre la autoridad de Bernarda y el deseo de libertad de su hija menor, Adela, en un ambiente opresivo que lleva al desenlace trágico.
Las obras de Lorca comparten varias características. Sus protagonistas suelen ser mujeres que enfrentan conflictos emocionales y sociales, ligados muchas veces al deseo, la sexualidad y el honor. Los finales son trágicos, con muertes o frustraciones inevitables. Lorca emplea un lenguaje poético lleno de simbolismo, utilizando elementos como el agua, el calor y los colores para enriquecer sus historias. Además, combina prosa y verso, mezclando lo realista con lo lírico, y sitúa sus relatos en un contexto rural andaluz, reflejando una sociedad tradicional y conservadora.
Otras obras destacadas de Lorca incluyen Doña Rosita la soltera, que trata sobre la espera inútil del amor, y la incompleta comedia sin título. Estas piezas, al igual que el resto de su producción teatral, demuestran la profundidad y originalidad con las que Lorca revolucionó el teatro de su tiempo.
Etiquetas: Generacion del 27, Pio baroja, Teatro comercial, teatro renovador
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