24 Feb

El Legado del Peronismo (1943-1955): Transformaciones Sociales, Económicas y Políticas

La figura del coronel Juan Domingo Perón ganó relevancia durante el régimen militar surgido en 1943. En 1945, consagró el nacimiento de un nuevo movimiento político: el peronismo. Este movimiento extendió los derechos laborales y alentó mejoras en los niveles de vida de la población trabajadora. En lo económico, profundizó el intervencionismo del Estado y priorizó el desarrollo de la industria orientada al mercado interno sobre las actividades agropecuarias. Extendió los derechos electorales a las mujeres y promovió una reforma de la Constitución Nacional que permitió la reelección presidencial.

Las Transformaciones Sociales: La Democratización del Bienestar

La política social del peronismo se basó en la idea de justicia social. Perón continuó con la labor que había iniciado desde la Secretaría de Trabajo y Previsión a favor de la redistribución del ingreso. El Estado continuó operando como árbitro en los conflictos entre trabajadores y empresarios. El gobierno controló los precios de los alimentos básicos y los alquileres, estableció el aguinaldo y las vacaciones pagas. Como resultado, los trabajadores dispusieron de un alto nivel de ingresos.

También se desarrollaron políticas públicas para que los sectores populares pudieran acceder a la vivienda propia. Para ello, el Banco Hipotecario Nacional concedió créditos con bajas tasas de interés que permitieron a algunos inquilinos adquirir una casa. El gobierno también impulsó la educación en todos los niveles, lo cual llevó a un descenso en la tasa de analfabetismo y al crecimiento de la matrícula de la enseñanza secundaria, en especial en la educación técnica. La salud también recibió la atención del Estado a través de campañas de vacunación y educación sanitaria. Otra área en que se destacó el peronismo fue la promoción del turismo popular.

Las Transformaciones Económicas: Industrialización e Intervencionismo

Los efectos de la crisis económica mundial de la década de 1930 sobre Argentina habían convencido a Perón de la necesidad de reducir la dependencia económica del país respecto del exterior. Su modelo económico se fundaba en el pleno empleo y el aumento del poder adquisitivo de los ciudadanos, cuya renovada demanda estimularía la producción industrial.

El peronismo intervino activamente en la economía. El fomento de la industria se basó en dos pilares:

  • Restricciones a algunas importaciones, que pasaron a ser reemplazadas por bienes equivalentes producidos localmente.
  • Una política de subvenciones y créditos a largo plazo y con bajas tasas de interés para favorecer el crecimiento y la expansión de la industria.

El gobierno financiaba el desarrollo industrial con ingresos fiscales de diverso origen, desde impuestos progresivos hasta fondos excedentes de las cajas de jubilaciones, que por entonces contaban con más aportantes que beneficiarios. Sin embargo, la fuente principal la constituía el campo. En la primera presidencia de Perón se creó el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI), un organismo que compraba las cosechas de los productores a precios bajos. La política económica del gobierno desincentivó la producción agropecuaria, ya que los bajos beneficios obtenidos no alcanzaban a compensar los crecientes gastos afrontados por los productores y propietarios de este sector.

Las Nacionalizaciones

El intervencionismo impulsado por el gobierno peronista reservaba al Estado un papel clave en la búsqueda del desarrollo industrial. El gobierno nacionalizó industrias y servicios para coordinar y regular la actividad de las industrias, ya sean total o parcialmente estatales, como la Sociedad Mixta Siderurgia Argentina (SOMISA), Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF), Gas del Estado y las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME). Se creó la Dirección Nacional de Industrias del Estado (DINIE). También se nacionalizaron numerosas empresas de servicios públicos, como las que prestaban servicios telefónicos y eléctricos, y las de transportes de pasajeros (Empresa Líneas Marítimas Argentina, Flota Aérea Mercante Argentina y Ferrocarriles del Estado). En algunos casos, las nacionalizaciones coincidieron con la caducidad de las concesiones de las empresas del sector, en su mayoría extranjeras, y fueron facilitadas por los escasos beneficios que obtenían sus propietarios privados.

El Giro de 1952 y el Estancamiento Económico

El inicio del segundo mandato peronista coincidió con los primeros signos de estancamiento económico. El modelo peronista había sido posible por la excepcionalidad del contexto internacional de la posguerra. La recuperación europea generó una caída en la demanda de exportaciones agrarias y en los precios internacionales de la producción argentina. La situación se agravó por dos factores: una serie de malas cosechas redujo los saldos exportables, y el crecimiento industrial sostenía una demanda constante de tecnología y petróleo que no podía ser atendida localmente. El gobierno se vio forzado a modificar el rumbo económico e incentivar la producción agrícola. Con ese fin, el IAPI elevó los precios que pagaba a los productores por encima de los valores internacionales.

El Impacto en el Sistema Político: Ampliación del Electorado y Reforma Constitucional

El peronismo introdujo cambios en el sistema político que apuntaron a ampliar el electorado y dar continuidad a su gestión. El derecho de las mujeres a participar en los comicios era una antigua reivindicación de militantes feministas y socialistas. Perón hizo suya esa demanda y consiguió así un masivo apoyo femenino a su candidatura en las elecciones nacionales de 1952, en las que logró renovar su mandato. El gobierno peronista amplió paulatinamente las atribuciones de los territorios hasta su provincialización. Así surgieron las provincias de La Pampa (con el nombre de «Eva Perón») y Chaco (con el nombre de «Provincia Presidente Perón»), ambas en 1951; Misiones en 1953; y Neuquén, Río Negro, Formosa, Chubut y Santa Cruz en 1955. Los habitantes de esas provincias quedaron equiparados con el resto de los ciudadanos argentinos en materia de derechos políticos.

El sistema político también se vio transformado como consecuencia de la reforma de la Constitución Nacional en 1949. La reforma constitucional tuvo consecuencias trascendentes e inmediatas desde el punto de vista electoral: a diferencia de la Constitución de 1853, habilitó la reelección presidencial, por lo cual Perón pudo competir por un nuevo período al frente del Estado, y dispuso la elección directa del presidente y el vicepresidente, así como de los senadores nacionales.

Oficialismo y Oposición

A partir de la aparición de Perón en la escena pública, surgió un marcado antagonismo con los partidos políticos opositores. Su creciente protagonismo en el gobierno de facto de 1943 era identificado con el fascismo y el nazismo por sus tendencias autoritarias. En las elecciones de 1946, esta coalición obtuvo un 10% de votos menos que la fórmula Perón-Quijano. En 1952, la unidad opositora se había quebrado y el oficialismo se impuso con mayor comodidad sobre sus adversarios. La fragmentación opositora fue el resultado de disidencias internas acerca de cómo posicionarse frente al peronismo.

Relaciones Conflictivas entre Oficialismo y Oposición

Los principales conflictos entre oficialismo y oposición se originaban en diferentes concepciones del poder. Mientras gran parte de la oposición compartía una mirada de los procesos políticos acorde con la tradición liberal republicana, el peronismo expresaba una concepción antiliberal y nacionalista. Por ejemplo, en contraposición al clásico postulado liberal del equilibrio de poderes, Perón impulsaba la supremacía del Poder Ejecutivo. El peronismo mantuvo un serio enfrentamiento con el Parlamento y reemplazó a la Corte Suprema de Justicia por otra que respondía a sus intereses.

La Agudización de las Antinomias

El gobierno apeló frecuentemente a las intervenciones federales de las provincias opositoras y de las universidades nacionales. Asimismo, llevó adelante una agresiva campaña contra los medios de prensa independientes: les dificultó la compra de papel, secuestró ediciones, y clausuró e incluso expropió a algunos medios opositores. El principal ámbito de actuación de la oposición fue la Cámara de Diputados, dado que la de Senadores estaba totalmente dominada por el oficialismo. Por lo general, los proyectos oficiales eran aprobados sin discusión, ya que para los representantes de la oposición, congregados en el denominado «Bloque de los 44», las posibilidades de debatir eran muy limitadas. La oposición dividió sus propuestas: los dirigentes radicales Ricardo Balbín y Arturo Frondizi continuaron propiciando la actividad legislativa como herramienta para el ejercicio de una oposición democrática y para denunciar ante la opinión pública lo que consideraban avances autoritarios del oficialismo; otros dirigentes, como Juan José Real y Rodolfo Puiggrós, el conservador Federico Pinedo y el socialista Enrique Dickman, intentaron, con escaso resultado, mantener el diálogo con el gobierno.

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