07 Jul
REDACCIÓN 1: PSICOLOGÍA Y EPISTEMOLOGÍA
Platón establece un dualismo antropológico consistente en una clara separación entre el cuerpo y el alma.
El cuerpo es material, nace y perece y, por tanto, está sujeto a la generación y a la corrupción. Sin embargo, el alma, al ser inmaterial, es de naturaleza inmortal y eterna, de tal modo que tiende hacia la regíón inteligible, es decir, al mundo de las Ideas, con las que comparte todas sus carácterísticas o, por lo menos, gran parte de ellas: es divina, inmortal e inmaterial. Tras la muerte del cuerpo, el alma transmigra de un cuerpo a otro y sufre un proceso de reencarnaciones sucesivas hasta que consigue la liberación total del cuerpo, el cual constituye como su cárcel. Dicha liberación se consigue paulatinamente mediante el cultivo de la filosofía y, con ella, mediante el acercamiento al mundo inteligible. Reconocemos en todo esto la influencia pitagórica en la concepción que Platón desarrolla acerca del alma. Sin embargo, antes de encarnarse en el cuerpo, el alma ha permanecido un tiempo en el mundo de las Ideas, y en él ha conocido la verdadera esencia de las cosas: las Ideas; de tal modo que en el alma existe una “huella” o recuerdo borroso de las Ideas, unos conocimientos acerca de lo inteligible que permanecen ocultos y enmascarados por las apariencias que nos proporcionan los sentidos en el mundo sensible. Estos conocimientos innatos se corresponden con la teoría de la reminiscencia de Platón (conocer es recordar), muy influido por su maestro Sócrates, y por la doctrina de la preexistencia del alma en el mundo inteligible, debido al proceso de reencarnación, también defendido por los pitagóricos. El alma, según Platón, consta de tres partes: parte racional, parte irascible y parte apetitiva, que se corresponden con las virtudes de la sabiduría, la valentía y la moderación, respectivamente. Esta división tripartita sirve para explicar los conflictos internos y las tendencias opuestas entre las que se debate continuamente el alma. El predominio de cada una de las tres partes del alma determina tres tipos de personalidad diferentes, paralelos a las tres clases en que, —considera Platón—, debe dividirse el Estado: los filósofos-gobernantes, en los que predomina la parte racional y cuya virtud será la sabiduría; los guardianes, en los que predomina la parte irascible y cuya virtud debe ser la valentía; y, por último, los productores, en los que predomina la parte apetitiva o concupiscible, y cuya virtud debe ser la moderación de los deseos y apetitos que dominan al cuerpo. Mientras que la mayoría de las facultades o virtudes del alma, lo mismo que las del cuerpo, pueden adquirirse mediante el ejercicio y la práctica, la virtud o facultad del conocimiento es eterna e inmortal, como el alma. Esta facultad, mayor desarrollada en aquellos que se escogen para ser formados en la filosofía, permite discernir la verdad a través del método dialéctico, que Platón toma en parte de su maestro Sócrates. Dicho método se basa en la inteligencia, dejando a un lado las creencias y opiniones, que tan sólo son apariencias que nos ofrecen los sentidos, habiendo comprobado que no son auténticas y verdaderas, y que por lo tanto, no corresponden al conocimiento máximo de la verdad, el cual el filósofo es capaz de descubrir por sí mismo, pues, de algún modo oscuro y misterioso, está ya, aunque de forma borrosa y confusa, dentro de su alma. Récordándolas mediante la dialéctica es como el alma conoce las ideas. Por otro lado, la afirmación platónica de que existen ciertos conocimientos innatos en el alma humana contrasta con el Empirismo que defienden los sofistas (contemporáneos de Platón), y que se basan en los conocimientos adquiridos mediante la experiencia y que, por lo tanto, deben ser “infundidos”. En resumen, Platón considera que el hecho de que el alma, por ser inmortal y eterna, permanezca en contacto con el mundo inteligible, permite el conocimiento de las Ideas, que, aunque de forma oscura y borrosa, es innato en las personas, que son capaces de descubrirlo por sí mismas, particularmente si se posee un alma con predominio de la parte racional sobre las otras dos. COMENTARIO: La redacción se centra en el tema propuesto, si bien no se atiene exactamente al esquema “Introducción-Desarrollo-Conclusión”, aunque se concluye con una breve síntesis de lo fundamental. Se aclaran algunos de los conceptos filosóficos que se introducen (“dualismo antropológico”, “cuerpo”, “alma”, “reminiscencia”, etc.); no obstante, no se clarifican otros o se explican de forma algo confusa e incompleta (“Idea”, “lo inteligible”, “opiniones”, etc.). La redacción y la expresión son buenas; no hay errores importantes de contenido, aunque el párrafo subrayado resulta confuso, probablemente debido a un problema de expresión y/o de una insuficiente asimilación de ciertos contenidos. Tres de los 6 párrafos que conforman la redacción son introducidos por partículas conectoras (3º: sin embargo, 5º: mientras que, 6º: en resumen), que ayudan a hilvanar mejor el texto y a darle mayor coherencia. La alumna contrasta además la opinión de Platón con la de otros autores (los sofistas), y menciona además las influencias de Sócrates y a los pitagóricos en aspectos que encajan bastante bien con el título de la redacción.
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