26 Oct

Contexto del Autor

Platón fue un filósofo griego. Nació en el año 427 a. C. Sus padres eran Aristón y Perictione. A la muerte de su padre, su madre se casó con Pirilampes, amigo de Pericles, creador de la democracia. Quizá por eso, y porque vivió la Guerra del Peloponeso, tuvo una clara vocación política. A los 20 años conoció a Sócrates, convirtiéndose en el más fiel y entusiasta de sus discípulos. Tres años después, Sócrates muere, y Platón huye a Megara con un grupo de socráticos. Viajó también a Egipto e Italia. En la Italia meridional se puso en contacto con los pitagóricos.

En el año 388 a. C. viajó a Sicilia, donde conoció a Dión, admirador suyo y cuñado del tirano de Siracusa, Dionisio. Se le permitió tratar de organizar la ciudad de acuerdo con sus ideas; el resultado fue su venta como esclavo cuando intentaba regresar a Atenas. En Egina, lo reconoce un amigo suyo, lo rescata y lo pone en libertad.

A su vuelta a Atenas, compra un gimnasio que anteriormente había sido un santuario en honor al héroe Academo, y por ello le pone ‘Academia’, a la que se dice que fue la primera universidad organizada.

Contexto de la Obra: La República

La República es una continua reflexión entre personajes sobre la política y las relaciones entre los gobernantes y los ciudadanos. En ella, Platón propone, en boca de su maestro Sócrates y mediante el uso de intervenciones dialogadas, un modelo de Estado perfecto, que consolide la estabilidad de la nación y garantice la seguridad y la justicia de todos los ciudadanos.

Esta extensa obra, que se encuentra fragmentada en diez libros, es un tratado de política, pero además intenta aclarar los orígenes y consecuencias de las distintas formas de Estado; también pretende indagar en el hombre que las crea.

Libro VII: El Mito de la Caverna

En este libro, el filósofo escribe un famoso pasaje: ‘El Mito de la Caverna’, una explicación alegórica que se refiere a la situación del ser humano frente al conocimiento. Con él, Platón intenta explicar la existencia de dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo de las ideas (solo alcanzado mediante la razón).

La repercusión de Platón en toda la ciencia y filosofía ha sido y es, en la actualidad, muy importante. A través de la Academia, Platón ejerció una gran influencia en el surgimiento de la ciencia griega posterior.

Conceptos Clave en la Filosofía de Platón

Dialéctica

En los primeros diálogos, no es sino el método socrático de preguntas y respuestas. A partir de La República, experimenta una notable transformación: se convierte en el procedimiento por el cual el filósofo accede al ‘mundo inteligible’ y conoce cómo las ideas se encuentran relacionadas entre sí.

Al final del libro VI de La República, Platón explica con cierto detalle en qué consiste la dialéctica, estableciendo la diferencia entre el modo como proceden el matemático y el dialéctico. Las matemáticas emplean un método discursivo descendente: parten de una hipótesis y deducen conclusiones, ayudándose de imágenes visibles; en cambio, la dialéctica emplea un método discursivo ascendente: las hipótesis son aquello en lo que el dialéctico se apoya para ‘llegar a un principio no hipotético’ y no recurre en absoluto a imágenes.

Opinión (Doxa)

En un famoso pasaje de La República llamado ‘el pasaje de la línea’, Platón distingue dos formas generales de conocimiento: la opinión y la ciencia. La opinión o doxa es el conocimiento sensible de las cosas de este mundo (el mundo visible) y está sujeta a la falsedad y al error. La ciencia o episteme solo se ocupa del mundo de las ideas (o mundo inteligible) y sus enunciados nos conducen siempre a la verdad.

Reminiscencia

La reminiscencia es la concepción platónica según la cual conocer es recordar. Seguramente Platón no defendía este punto de vista respecto de los conocimientos particulares, como los relativos a hechos concretos (por ejemplo: mi mesa es negra), sino respecto de los conocimientos estrictos, dotados de universalidad y necesidad, como los conocimientos matemáticos.

Platón consideró que estos conocimientos matemáticos no pueden explicarse a partir de la experiencia meramente empírica. Cuando conocemos una verdad de este tipo, no estamos aprendiendo algo nuevo, sino que nuestra alma recuerda una verdad a la que tuvo acceso antes de encarnarse y vivir en este mundo material; nuestra alma recuerda algo que conoció en el mundo de las ideas.

La teoría de la reminiscencia defiende que el alma vive sin el cuerpo en el mundo de las ideas, percibe las distintas ideas y sus relaciones, se encarna, olvida dicho conocimiento y, gracias a la intervención de un maestro, consigue recordar ese conocimiento olvidado.

La teoría de la reminiscencia es el complemento de la teoría socrática del conocimiento y de la enseñanza, donde enseñar no es introducir un conocimiento en la mente de un sujeto, sino incitar al alumno a que descubra en su interior una verdad.

Rey-Filósofo

En la ciudad ideal que Platón presenta en La República, la sociedad está dividida en clases: labradores y artesanos; guardianes o guerreros; gobernantes. La República entra en una detallada descripción de cómo debe ser la ciudad ideal, especialmente cómo debe ser la educación de los futuros gobernantes, que deben educarse siguiendo un plan de estudios:

  1. Gimnasia y música, que educan el alma.
  2. Matemáticas y astronomía, como iniciación al conocimiento de las ideas, hasta los treinta años.
  3. Dialéctica, conocimiento de las ideas y de la Idea del Bien, otros cinco años. A partir de aquí, se ocuparían del estudio práctico del gobierno durante quince años, de modo que estarían preparados para gobernar a los cincuenta.

Platón confiaba en que los gobernantes-filósofos dedicarían su vida al bien común y no al enriquecimiento personal, como ocurre en la mayoría de los Estados. Como dice en el libro V de La República, no habrá justicia en los Estados hasta que no gobiernen los filósofos o los reyes se conviertan en filósofos.

Idea del Bien

Frente al relativismo sofista, expresado claramente en el aforismo de Protágoras ‘el hombre es la medida de todas las cosas’, Platón defiende la existencia de esencias inmateriales y eternas que se corresponden con la Belleza o la Justicia en sí misma. A estas esencias las llamó Ideas. Las ideas están jerarquizadas, de modo que la Idea del Bien es la idea suprema. Dependiendo de ella se encuentran las ideas éticas, estéticas, matemáticas y de las cosas.

Platón no alcanza a definir la naturaleza del bien en sí. Sin embargo, en La República, afronta el problema recurriendo a una alegoría del Sol. Lo eternamente bueno, nos dice, revela su esencia en su hijo, el supremo dios visible del cielo, Helios, el Sol. En este mundo visible, el sol es la fuente de luz y, por tanto, la causa de toda visión o conocimiento. En el mundo inteligible, la Idea del Bien es la causa del conocimiento y la verdad: solo nos apartamos de la oscuridad de las opiniones cuando la luz del Bien ilumina nuestro conocimiento.

La Idea del Bien es la que debe guiarnos tanto en los asuntos privados como en los públicos. Esto quiere decir que, tanto en los asuntos de la moral individual, de la virtud, como de la política, la Idea del Bien debe ser nuestra guía. Aquellos que llegan a conocer la Idea del Bien, mediante la dialéctica, llegarán a ser virtuosos y, por tanto, gobernantes ideales.

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